Algo para recordar: Editorial de Joaquín Morales Solá, titulado “El desembarco del consenso”, luego del inicio de las operaciones militares en las islas Malvinas en 1982
para Diario Clarín
publicado el 4 de abril de 1982
El régimen de los militares argentinos, que venía vacío de consenso, como ellos mismos lo aceptaban, vivió una semana en la que debió reprimir con dureza inusual los repudios y gozó luego de la adhesión popular por haber reconquistado las tierras irredentas del extremo austral del país.
Sectores del mismo Gobierno aceptaban hasta el jueves pasado que la frustrada marcha de la C.G.T. había sido un 'fracaso' para el Gobierno, aunque reconocían -preocupados- que no todo el esquema militar pensaba lo mismo, lo que dejaba al poder político con escasa capacidad de maniobra para recuperar el apoyo popular. […]
Había usado con desproporción la fuerza, había golpeado con violencia a culpables e inocentes y había llenado las comisarías de Buenos Aires con más de 2.000 detenidos. [...]
¿Cómo permitir la primera concentración y desautorizar la segunda o tercera? ¿Cómo permitir esta clase de manifestaciones en un país con un porcentaje de desocupados y con sueldos congelados? ¿Cómo hacer todo esto si no se estaba dispuesto a negociar líneas fundamentales del Gobierno? Tales los interrogantes del sector oficial que al final impuso la represión a los manifestantes. […]
Las jornadas del martes y del viernes fueron los contrastes más notables de la política de los últimos tiempos. [...]
El Gobierno, que se hallaba huérfano de adhesión, había encontrado su razón de ser, con el consiguiente fortalecimiento de la figura del presidente Galtieri.
Los partidos políticos y los dirigentes sindicales, divididos en moderados y duros, pero cohesionados en la crítica a los rumbos fundamentales del régimen, aceptaban -hasta los más intransigentes- una reconciliación, y el Gobierno, por su lado, no hacía diferencia entre réprobos y elegidos.
El problema de los derechos humanos durante el lustro pasado, que hasta hace pocos días era un tema importante en cualquier mesa de negociación entre militares y civiles, ahora -tras el despliegue profesional de los hombres uniformados- verá decrecer, tal vez sin medida en el tiempo, su influencia, en tanto -obviamente- el Estado de derecho sea reimplantado integralmente.
“El Proceso ha resucitado”, se entusiasmó un empinado hombre del gobierno.