El 31 de Marzo de 1492 se dicta el decreto por el que se expulsa a los judíos de España

Quema de judíos acusados
 de ser los causantes de la Peste Negra de 1348-1351
El 31 de marzo de 1492 los reyes de Cartilla y Aragon,  Fernando de Aragón e Isabel de Castilla firmaron el Edicto de expulsión de los judíos de España, que ordenaba que todos los judíos, sin excepción, debían abandonar todas las tierras bajo su dominio antes del 31 julio.

Esta decisión tomó por sorpresa a la comunidad sefardí, cuya historia se remontaba quince siglos atrás. Miles abandonaron sus hogares llevando consigo la llave de su morada y la esperanza de volver.

Los judíos hispanos crearon una cultura única que ha persistido hasta la actualidad; su poesía se publica en antologías de hebrero y se recita en las sinagogas en forma de oraciones, mientras que su filosofía y mística forman parte de las corrientes del judaísmo contemporáneo.

Su expulsión  fue uno de los hechos más debatidos de la historia de España.

Tanto en territorio musulmán como cristiano, los judíos de la Península destacaron en distintos campos como la medicina, agricultura, comercio, educación, poesía, matemáticas y astronomía. En el siglo X se inició la edad de oro para las comunidades hebreas de Lucena, Granada, Córdoba, Sevilla, Zaragoza, Barcelona, Toledo y Tudela. Pero a pesar de que alcanzaron las más altas posiciones administrativas y financieras, nunca tuvieron acceso a la esfera política debido a la pervivencia de numerosos prejuicios antisemitas.

Inglaterra y Francia habían expulsado a los judíos en 1290 y 1394. España había acogido a un gran número de hebreos, aunque en 1391 se habían producido matanzas de judíos en Sevilla, Barcelona, Lérida, Valencia y Mallorca.

Desde la persecución de 1391 y la conversión de miles de hebreos por esas fechas, el "problema de los judíos" pasó a ser una cuestión secundaria en Castilla y Aragón.


Los judíos que optaron por el bautismo fueron llamados nuevos cristianos. A su vez, los que siguieron practicando su religión en secreto recibieron el epíteto de marranos.

Para los judíos conversos las barreras desaparecieron, podían ejercer cualquier oficio, llegar al gobierno de las ciudades o al servicio del Rey, sin olvidar los matrimonios contraídos con familias cristianas.


Interior de la sinagoga del Tránsito de Toledo
Las conversiones forzadas se remontan a la reconquista cristiana de la España musulmana desde el siglo XI. En un principio la vida judía se desarrolló sin demasiadas trabas bajo la monarquía cristiana hasta 1391, en que comenzaron las persecuciones masivas. A partir de entonces, decenas de miles de judíos españoles se convirtieron para facilitar su existencia y prevenir su expulsión. Desde 1492 muchos regresaron a España y aceptaron la conversión para ser reintegrados.

Clero y nobleza convinieron en que la guerra contra el infiel debía ser completada con la desaparición del “enemigo interno”: el judío. Las conversiones –forzosas o voluntarias- continuaron durante cien años.
El objetivo prioritario de los Reyes Católico era dar forma al primer Estado moderno con la unión de las distintas nacionalidades y pueblos de la península ibérica. El proceso de unificación culminó con la expulsión de los judíos, considerados un elemento extranjero, a pesar de los siglos de convivencia y explotación.
Muchos conversos que huyeron de la península ibérica se establecieron en Ámsterdam y en el Nuevo Mundo, donde abiertamente retornaron al judaísmo. Los que se quedaron sufrieron la inclemente acción de la Inquisición, creada en 1489 contra los conversos que continuaban practicando su religión.
Cualquier judío que permaneciera después del día designado debía optar por el bautismo o la muerte.
. El exilio representó la primera crisis de identidad judía en la era moderna.
Las propiedades de los condenados por el Santo Oficio eran confiscadas en favor de la Corona y la Inquisición, que reemplazó a la justicia ordinaria en muchos casos.
En la ciudad de Burgos, el judío más rico e influyente era Salomon Ha-Levi, Gran Rabino y conocedor de los textos Talmúdicos y Rabínicos. El 21 de julio de 1390 se convirtió al cristianismo, junto con toda su familia: dos hermanos, cuatro hijos y una hija. Su esposa murió como judía poco después. Salomon Ha-Levi pasó entonces a llamarse Pablo de Santa María.

Después de algunos años se doctoró en Teología en la Universidad de París, en 1405 fue nombrado Obispo de Cartagena por sus grandes conocimientos eclesiásticos. Entre (1415 - 1435) fue designado Obispo de Burgos. En 1416 fue designado Gran Canciller por el trastámara Enrique III 'El Doliente', Rey de Castilla y León durante el período (1390 - 1406).

A la muerte del Rey, fue miembro del Consejo Real, ocupándose de los destinos de Castilla en nombre de la reina regente Catalina de Lancaster. Fue tutor del príncipe Juan, que heredaría el trono de Castilla y León con el nombre de Juan II.

En 1408 los judíos castellanos y aragoneses fueron obligados a vivir en las Juderías, llevando distintivos especiales.

Matanza de judíos en Barcelona en 1391
 (Josep Segrelles, ca. 1910).
En Lorca tuvo lugar la conversión de otro Rabino, Josué Ha Lorquí, que después tomó el nombre de Jerónimo de Santa Fe, encargado de representar a la Iglesia en la Conferencia de Tortosa (1413), donde se encargó de discutir con los Rabinos de las Aljamas aragonesas.

Pablo de Santa María 'Obispo de Burgos' y Jerónimo de Santa Fe, dos judíos conversos, amigos del Pontífice Benedicto XIII, fueron cómplices muy activos en la persecución de los judíos.

En 1415 el Pontífice Benedicto XIII, conocido como el 'Papa Luna', Papa de Aviñón durante el Cisma de Occidente, promulgó una Bula contra los judíos.

Judío celebrando havdalá,
 detalle de miniatura del siglo XIV.
La Bula produjo conversiones en masa, consagrándose la Sinagoga de Barbastro y varías Sinagogas catalanas.

Pontífices de la Iglesia

Durante la minoría de edad de Juan II, doña Catalina de Lancaster con la Pragmática de 1412 pretendió anular la convivencia entre cristianos y judíos. En Segovia, los judíos son acusados de profanar la hostia, la Sinagoga se convierte en la actual Iglesia del Corpus Christi. Se promulgaron las leyes restrictivas de Ayllón y Cifuentes.

El joven rey Juan II fue declarado mayor de edad en Cortes celebradas en Madrid el 7 de marzo de 1419; aunque lo único que hizo fue cambiar de tutela, entregándose en las manos de su favorito, don Álvaro de Luna.

El Condestable don Álvaro de Luna, a fin de granjearse el apoyo popular, fue el instigador de la Pragmática de 1443, más razonable que la elaborada por doña Catalina de Lancaster, que permitía a los cristianos trabajar a las órdenes de los judíos, cuyo trabajo anteriormente se consideraba indigno.

La protección de don Álvaro de Luna a los judíos marcó en gran manera su desastroso final el 2 de junio de 1453 en Valladolid.

El rey Alfonso V de Aragón (1416 - 1458), sanciona en 1424 que los judíos no puedan instalarse en Barcelona, permitiendo sólo una residencia de paso, siempre que llevasen distintivos especiales.

En 1429 una epidemia diezma la Judería en Zaragoza.

En 1434 se celebra el Concilio de Basilea, donde el judío converso don Alfonso de Cartagena, hijo del obispo burgalés don Pablo de Santa María, lleva la representación de Castilla.

La compleja relación entre los cristianos y judíos conversos (nuevos cristianos, en sentido peyorativo) levantó una intensa oleada de protestas que se cristalizó en la elaboración de los 'Estatutos de Limpieza de Sangre'.

La Primera Sentencia-Estatuto de Sangre' parte del 5 de junio de 1449, cuando el alcaide de Toledo, don Pedro Sarmiento, combatió a los conversos de Toledo por haber instigado y ayudado en la recaudación de un nuevo impuesto en la ciudad para que el Condestable de Castilla, don Álvaro de Luna, recaudase dinero para sustentar la guerra con Aragón.

Cuando don Álvaro de Luna salió de la ciudad de Toledo, el alcaide Pedro Sarmiento saqueó e incendio el barrio judío de la Magdalena, promulgando la Sentencia-Estatuto que permitía expulsar a todos los judíos conversos de los puestos de responsabilidad de Toledo.

La vida de los judíos cristianos padeció una coexistencia difícil entre los cristianos, convirtiéndose en violenta en momentos de penuria económica y agitaciones políticas.

En 1474 el alcaide del Alcázar de Segovia, el judío converso Andrés Cabrera, tiene muchos problemas para impedir una masacre de judíos en la aljama de la ciudad.

En 1476 tiene lugar una reacción popular contra los conversos en Castilla, al plantear éstos una celebración de cultos judíos en el día de Viernes Santo.

En 1480 las Cortes celebradas en la ciudad de Toledo sancionan la prohibición de convivencia entre judíos y cristianos, el uso de señales externas para los judíos (redondelas rojas), la asignación de barrios separados o aljamas, la prohibición de llevar vestidos suntuosos, la obligación de tributar bajo un régimen fiscal distinto al de los cristianos. A cambio, los judíos pudieron regirse por sus propias leyes y celebrar su culto en las Sinagogas.

Son nombrados los Inquisidores Generales de Castilla y Aragón, respectivamente, Tomás de Torquemada y Pedro de Arbués.

En 1481 se publica un Edicto de Gracia al que se acogen unos veinte mil judíos conversos en Castilla para escapar de los Tribunales de la Inquisición.

En 1482 el Santo Oficio comienza a ser operativo en Sevilla.

En 1483 se establece un Tribunal de la Inquisición en Ciudad Real.

Tomás de Torquemada, a la muerte de Pedro de Arbués, es nombrado Inquisidor General.

En Andalucía se da la orden de expulsión de los judíos, aunque no se lleva a cabo hasta 1485.

En 1486 la ciudad de Vitoria establece medidas represivas contra los judíos.

Con anterioridad al año 1492, especialmente en Ávila y Toledo, comenzaron a extenderse rumores sobre crímenes rituales cometidos por los judíos, como el del niño de la Guardia - En 1490, Benito García, judío converso de la Guardia, es acusado de robar una hostia sagrada, y que en 1487 había profanado una hostia sagrada y crucificado a un niño.

Los 'Estatutos de Limpieza de Sangre' acabaron implantándose en toda España, con una extraordinaria acogida en el ámbito eclesiástico, gracias a la colaboración del Arzobispo de Toledo, Cardenal Juan Martínez Silíceo (1486 - 1557).

A pesar de todos estos signos preocupantes, y aunque las juderías (barrios judíos) en los últimos años habían perdido fuerza, los judíos eran conscientes de su importancia como contribuyentes (además de los impuestos de los cristianos, pagaban otros impuestos especiales).

El error de los judíos fue no percibir el peligro que representaba para ellos la Bula del Pontífice Sixto IV, que en 1478 autorizaba el establecimiento de la Inquisición en el reino de Castilla, y que en 1492 quedaba instituida en toda la monarquía.

En 1491 los Reyes Católicos ponen sitio a Granada, los judíos conversos Abraham Seneor e Isaac Abrabanel financiaron al ejército cristiano.

Durante este mismo año se inicia el proceso del conocido como 'Santo Niño de la Guardia', que termina el 14 de noviembre de 1491 con la ejecución del judío converso Benito García.

En enero de 1492, las huestes cristianas tomaron Granada tras la rendición de los nazaríes.

Los Reyes Católicos, queriendo dar un sentido trascendental al fin de la presencia política de los musulmanes en España, culminaron la reconquista imponiendo la uniformidad religiosa.

En 1483 el dominico fray Tomás de Torquemada fue nombrado primer Inquisidor General.

En el óleo de Emilio Sala y Francés (1889), en el Museo de Bellas Artes de Granada, el Inquisidor General, fray Tomás de Torquemada, ofrece a los Reyes Católicos el Edicto de expulsión de la judíos de España para su firma.

Tres meses después de la toma de Granada, el 31 de marzo de 1492, se promulgó el Edicto de expulsión de los judíos no conversos. Para que nadie lo ignorase, el Edicto Real fue leído por un pregonero en las plazas públicas de cada pueblo o ciudad, en presencia de un notario.

En el Edicto se explicó que el contacto entre conversos y judíos originaba un gran daño a la fe cristiana.

El plazo que se les otorgó para salir de España fue de cuatro meses, antes del 31 de julio, permitiendo que liquidaran sus negocios y vendieran sus propiedades antes de la marcha, pero no podían acarrear oro ni plata.

Los judíos que no hubieran salido en ese plazo, incurrían en pena de muerte y confiscación de bienes.

No obstante, quedaba la posibilidad de quedarse para todos aquellos judíos que decidieran abrazar al cristianismo. Pero se temía que los nuevos judíos conversos serían perseguidos por
la Inquisición.

Algunos rabinos intentaron negociar con la corona una prórroga del derecho de residencia, mientras que otros animaron a sus comunidades a resistir en su fe ancestral y afrontar con dignidad el exilio.

En general, la mayoría de los judíos optó por el destierro, lo que era lógico si se considera que en 1492 seguían fieles a su religión después de la criba efectuada durante un siglo de durísimas persecuciones.

Dentro de la minoría de judíos que aceptó la conversión, el caso más conocido es el de Abraham Seneor, Rabino Mayor de Castilla y uno de los grandes colaboradores de los Reyes Católicos. Tanto él como su familia fueron bautizados en el Monasterio de Guadalupe el 15 de junio de 1492, en una ceremonia en donde los Reyes Católicos actuaron de padrinos.

Desde entonces, el judío Abraham Seneor pasó a llamarse Fernán Núñez Coronel. A los pocos días, fue nombrado Regidor de Segovia, Miembro del Consejo Real y Contador Mayor del príncipe Juan.

Estas conversiones espectaculares, con gran publicidad, fueron utilizadas para persuadir a otros judíos de que se convirtieran al cristianismo.

En distintos lugares, los Regidores iban de casa en casa persuadiendo a los judíos para que se convirtieran, ya que su marcha significaba la ruina de la ciudad, como es el caso de Teruel.

Entre los financieros, el único que decidió exiliarse fue Isaac Abrabanel, que después de trabajar para los Reyes Católicos, salió de España para morir en la ciudad italiana de Padua en 1508.

Los últimos estudios de judíos que salieron de España arrojan una cifra de unas 50.000 personas, considerando los judíos que regresaron. Y es que entre noviembre de (1492 - 1499) se permitió la vuelta a los judíos que quisieron convertirse al cristianismo.

Generalmente, los judíos exiliados terminaron en zonas mediterráneas o países cercanos.

Isabel I de Castilla.
La mayoría de los judíos de Castilla pasaron a Portugal, donde el monarca luso Juan II los aceptó por una estancia limitada de seis meses, previo pago de un ducado por persona. Muchos de ellos se quedaron más tiempo hasta que fueron expulsados en 1497 por el rey luso don Manuel I

Los judíos de Aragón se dirigieron hacía Navarra o a Tortosa para embarcarse.

Los judíos de Álava se dirigieron hacia Navarra (reino independiente hasta 1512), hasta que en 1498 se les expulsó de allí, marchando entonces hasta Francia donde fundaron el barrio del Santo Espíritu de Bayona.

Los judíos de Andalucía primero se dirigieron hacía el Puerto de Santa María esperando un milagro, después de varios días de frustración, embarcaron hasta la ciudad portuguesa de Arcila (Marruecos) donde hubo un cruce entre los judíos que venían expoliados del reino de Fez y los que deseaban llegar.

De cualquier modo, los judíos que llegaron al reino de Fez fueron expoliados, tanto por los musulmanes como por los judíos instalados desde hacía tiempo.

Los judíos que se trasladaron hacia Italia tuvieron mejor suerte, exceptuando los que se dirigieron a Génova, donde nunca se autorizó a los judíos a establecerse en sus dominios.

Exceptuando a los genoveses, el rey de Nápoles, el duque de Ferrara y el Pontífice acogieron con simpatía a los judíos exiliados.

Señalar que en la ciudad de Roma la comunidad judía asentada intentó evitar la entrada de los sefarditas (judíos procedentes de la península ibérica, en hebreo 'Sefarad') ofreciendo una gran cantidad de dinero al pontífice.

Muchos judíos pasaron por Italia como una etapa que conducía hasta Oriente, a Constantinopla, Rodas, Sarajevo, Sofía, ... , etc.

Los judíos españoles encontraron el Imperio Otomano una segunda patria en la que, aunque sometidos a vejaciones y a una fuerte presión fiscal, la comunidad sefardita se convirtió en el centro donde brillaron los miembros de la familia Nasi.

Otras comunidades sefardíes surgieron en Flandes, suroeste de Francia, norte de África, Oriente Medio, comunidades que se ampliaron en el siglo XVI con la emigración de criptojudíos que huían de la Inquisición.

La expulsión de los judíos ha sido un tema muy controvertido en la historiografía de España.

Para algunos historiadores, el declive económico español arranca de una medida que termino con la única burguesía existente entonces en la Península, además de implantar la intolerancia social y religiosa en el devenir histórico de España.

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