Por José Pablo Feinmann para Pagina 12 publicado el 20 de noviembre de 2011 El día es uno de esta semana. El del asesinato. Para peor, llueve. Porque la lluvia no lava la sangre, la expande, la lleva de un lado a otro, la mezcla con el barro. El mayor Irrazábal llega al galope a la casa del caudillo. Agarra una lanza y lo atraviesa. Dicen que preguntó dónde está ese bandido. Dicen que el legendario viejo respondió Peñaloza no es bandido. Inútil. Aunque sin llegar a los extremos de Sandes, Irrazábal era un asesino paranoico, útil para librar al elemento bárbaro de la República después del triunfo de Pavón. El colonialismo de Buenos Aires tenía que hacer esta tarea como los ingleses la hicieron en la India. Utilizó sus mismos valores: la civilización, el progreso, la cultura. Lástima que no quedó algo del espíritu del federalismo. Le habría dado un sentido lateral al sentido racionalista, europeísta de Buenos Aires. Pero a la elite de Buenos Aires poco le importaba el sentido l