Por Pepe Gutiérrez Álvarez* para Viento Sur (España) Publicado el 24 de octubre de 2016 En los años cincuenta, el estalinismo, que había salido reforzado con la victoria sobre el nazismo, había extendido su poder a toda Europa del Este y había ampliado su influencia, pese a sus diferencias con Mao, a China (1949) y a Corea (1953), parecía haber llegado a un punto de no retorno. Se hablaba del “campo socialista” que, entre otras cosas, reafirmaba su victoria histórica contra el “viejo” socialismo revolucionario y pluralista... Una historia qua quizás pueda parecer lejana pero cuya importancia no puede ser desmerecida, de entrada porque contribuye a comprender mucho mejor el “fracaso del socialismo”, un ideal que, al decir de los obreros polacos, había sido un buen invento pero que había sido mal aplicado. El socialismo es inherente a la libertad, y esto lo tuvieron claro los trabajadores, los estudiantes y los intelectuales obreros húngaros que en pleno fervor revolucionari