Cristina dijo basta

Roberto Caballero
Tiempo Argentino


El domingo 28 de noviembre de 2010, la nota de tapa de este diario fue ilustrada con una foto tomada en el cumpleaños del hermano de Horacio Rodríguez Larreta, segundo de Mauricio Macri, que resumía el poder real de la Argentina, porque en ella aparecían abrazados, entre otros, los dueños de Techint (Paolo Rocca) y de Clarín (Héctor Magnetto), los dos grupos controlantes de AEA, la Asociación Empresaria Argentina, profundamente neoliberal en lo ideológico y antikirchnerista en lo político.


Anoche, desde la Casa Rosada, Cristina Kirchner le apuntó a estos dos grupos como nunca antes lo había hecho, al menos en público. Del primero, Rocca, dijo que buscaba la megadevaluación para bajar los salarios de los trabajadores como solución a sus problemas de competitividad. Del segundo, Magnetto, que encabeza un grupo comunicacional difamador que se burla de los tres poderes del Estado. Aunque esto, según afirmó la presidenta, transparentando su decisión política y para que no les queden dudas a propios y a extraños, se acaba el próximo 7 de diciembre, cuando entre en plena vigencia la Ley de Medios de la democracia. Para entender el escenario actual, es útil repasar qué publicó Tiempo Argentino hace casi dos años, casi en soledad: "No es habitual que los periodistas hablemos del poder. Hablamos de los gobiernos, pero de los dueños del dinero muy poco, o casi nada. La mayoría de las veces, por supervivencia. Ningún periodista ignora las alianzas del poder real. Burlarse de las corbatas amarillas de Carlos Menem o de lo aburrido que era Fernando de la Rúa, por tomar dos malos ejemplos de la política reciente, fue siempre un atajo de los editores para no disgustar a los actores invisibles que realmente deciden sobre la vida cotidiana de millones de argentinos. Recordemos que mientras buena parte de los periodistas nos ocupábamos de la Ferrari y la avispa, el Estado era desguazado, la Argentina se endeudaba como nunca antes y casi un tercio de los habitantes de este país perdía el trabajo, en un plan de reingeniería social y económica que fue defendido y naturalizado por la prensa tradicional como si fuera necesario para todos, cuando sólo era conveniente para unos pocos. Eso es poder. (…)
Nadie sabe cómo funciona esa red en la intimidad. Quizá por eso, la imagen que ilustra esta nota tiene un valor testimonial inmenso: reúne al poder en serio de nuestro país, cuando nadie lo ve. Allí posan, festivos, Jorge Rendo y Luis Betnaza, dos de los hombres más importantes de Clarín y Techint, los grupos concentrados que dominan la Asociación Empresaria Argentina (AEA), punta de lanza de un proyecto de país en sí mismo, donde sobra mucha, mucha gente. Sus caras no son conocidas. Sin embargo, son sus decisiones económicas y sus posicionamientos políticos los que definen cómo vivimos los argentinos. Eso es poder."
Palabras más, palabras menos, la presidenta dijo anoche casi lo mismo. De Rocca, tomó sus declaraciones ante un grupo de jóvenes ejecutivos, el mismo día que desairó al gobierno, que lo había invitado a la mesa principal, junto a la jefa de Estado, en Tecnópolis, para festejar el Día de la Industria. En ese cónclave, Rocca blanqueó que el salario del trabajador argentino era, comparado con los del Brasil, demasiado alto. Y agregó que en el 2018 esto iba a cambiar. Cristina tradujo al mandamás de Techint: "Si dice que son altos es porque propone bajarlos, y si en 2018 todo va a mejorar en su opinión, es porque el problema es esta presidenta, que no lo deja." Un relato descarnado pero real, al mejor estilo de Néstor Kirchner que se plantó un día y confesó que la Corte, la residual menem-duhaldista, lo extorsionaba con el reajuste de tarifas. Agregó Cristina que Techint es un monopolio, en este caso, de la siderurgia, cuya posición privilegiada se debe a las medidas antidúmping y los generosos subdisios que le da el Estado, es decir, los 40 millones de argentinos, hace por lo menos cuatro décadas.
El 14 de abril de 2011, cuando el grupo de Paolo Rocca intentó evitar el nombramiento de directores estatales en su compañía, este diario publicó: "La pretendida ‘injerencia del gobierno en compañías privadas’ que denuncian Techint y Clarín, capitanes ideológicos de AEA (Asociación Empresaria Argentina), busca instalar mediáticamente a Cristina Kirchner como la mandamás de un soviet sudamericano que sólo existe en el prejuicio de muchos de los integrantes de esta central empresaria, cuya utopía es volver al neoliberalismo de los '90. El Decreto 441/2011 no viene a implantar la revolución bolchevique ni a abolir la propiedad privada. Nada de eso (…) La verdad es que, desde que el paradigma previsional de las AFJP hizo crisis y el Estado tuvo que salir a socorrerlo, la famosa "plata de los jubilados" (en realidad, los aportes de trabajadores activos y pasivos) comenzó a ser administrada por un organismo oficial. La mayoría de las más de 40 empresas que se nutren del dinero que proviene del Fondo de Garantía de Sustentabilidad del ANSES aceptó, hace ya tres años, y sin hacer demasiado barullo, que el Estado pusiera representantes propios en sus directorios. Pero aunque siguieron haciendo buenos negocios, la convivencia del gobierno –como administrador de la cosa pública en democracia– y estos grupos privados siempre estuvo atravesada por la tensión. A estos últimos les resulta difícil sustraerse de la añoranza atávica de aquellos años ‘locos y neoliberales’, donde el Estado era prescindente de casi todo, salvo de la tutela de sus intereses sectoriales. El más belicoso de todos ellos es la transnacional Techint, que hace poco mudó su domicilio de las Islas Caimán a Luxemburgo. Su sociedad controlante, San Faustin SA, también emigró al mismo paraíso fiscal. Para que no queden dudas de que estamos hablando de una multinacional, San Faustin SA es a su vez controlada por Rocca & Partners Stichting, que organizó una fundación privada, pero no bajo el Derecho argentino, sino el holandés. Cuanto más lejos de Buenos Aires y sus controles, parece ser mejor para Paolo Rocca. ¿Tienen los jubilados argentinos actuales y futuros derecho a supervisar qué hace con su plata Techint? ¿Está bien o mal que el Estado vigile con un director propio esos fondos que hoy están aquí y mañana en Luxemburgo por un click de mouse?
En realidad, lo que es presentado por el Clarín de Magnetto y AEA como una injerencia inaceptable del Estado en el mundo empresario es el paso a la ofensiva de Rocca para connotar negativamente ("chavizar") a Cristina Kirchner ante el establishment local e internacional, dañando todo lo que pueda su figura de acá a las elecciones de octubre." De más está decir que fracasaron, pero no dejan de insistir.
Precisamente, de eso habló anoche Cristina, desnudando la intención remasterizada de un poder empresario que opera para correrla de la escena como atajo a la maximización de su renta y el rol agitador en la estrategia que le cabe a Clarín, socios además en la empresa Impripost, curioso joint venture entre una siderúrgica y una empresa de medios, que el morenismo denuncia como eje de un sistema de recolección de información privada usada luego para apretar a jueces y fiscales federales. En síntesis, el ariete  devaluador (Techint) y el instrumento manipulador de la opinión pública necesario para lastimar a un gobierno que encarna el 54 por ciento de los votos, la mayoría política de la nueva Argentina, que incluye a sus 40 millones de habitantes.
Anoche, Cristina marcó la cancha definitivamente, después de horas y horas de cadena nacional. Le sobraron los últimos 15 minutos de su discurso, esta vez en cadena oficial. No fue violento, sino tajante. Tomó una decisión y la hizo pública. Está determinada a pagar todos los costos políticos que tenga que pagar para que Clarín acate la ley el 7 de diciembre (hubo un mensaje velado a la Corte Suprema, para que no se desdiga de su fallo sobre los tiempos de adecuación a la norma que tendría el grupo de Magnetto). Ni le tembló la voz cuando lo dijo. Hablaba en serio. Muy en serio. Los meses que se vienen prometen ser intensos.
Intensos y apasionantes.