“Luche y vuelve”: a 40 años de aquel regreso

Diario BAE


El primer retorno de Perón generó una peregrinación espontánea a Ezeiza, sin banderías ni logística formal, que desafió el impresionante despliegue militar.

“Luche y vuelve”: a 40 años de aquel regreso
“Luche y vuelve”: a 40 años de aquel regreso
Amaneció lluvioso y destemplado, a contramano del folclore metereológico del peronismo que vivía ese día, el 17 de noviembre de 1972, el regreso de su líder, tras diecisiete años de exilio. No era la primera vez que lo intentaba. El gobierno radical de Arturo Illia había impedido el retorno de Juan Domingo Perón en diciembre de 1964, gestionando el regreso forzado ante las autoridades brasileñas en su escala en el aeropuerto de El Galeao (Río de Janeiro). Pocos días más tarde, un avión negro de utilería “aterrizaba” en Plaza de Mayo, como humorística revancha –e implícita advertencia– de la Juventud Peronista.


Esta vez, la dictadura que había desalojado a Illia y presidía en tercer turno el general Agustín Lanusse había dispuesto un impresionante dispositivo militar de 18.000 efectivos para frenar una marea incontenible.

El avión chárter de Alitalia despachado en Fiumiccino (Roma) con escala en Dakar, aterrizó en la pista de cabotaje, según las caprichosas indicaciones de la torre de control, pasadas las 11 de la mañana.

En el espigón donde aguardaba el comité de recepción, Juan Manuel Abal Medina padre, secretario general del Movimiento Nacional Justicialista, vivía “con orgullo y satisfacción la culminación de 17 años de lucha”.

Por debajo de la retórica alimentada por el tiempo, “en lo personal, no podía dejar de pensar en mi hermano Fernando[fundador de Montoneros] que había muerto en una emboscada el año anterior”, recordará desde México en conversación telefónica con BAE.

El diálogo íntimo con el recién llegado, debajo del paraguas que se apresuró a abrir José Ignacio Rucci, titular de la CGT, se tejía en torno de la movilización popular hacia Ezeiza y sus contingencias. “Mientras saludada a la gente que había podido burlar el cerco, me preguntaba si seguía todo tranquilo –precisa– Porque el país estaba conmocionado por los fusilamientos de Trelew, ocurridos en agosto”.

A muchos kilómetros de los márgenes de la foto histórica, el artista plástico Carlos Nine, marchaba cámara portátil en mano, registrando Marcha sobre Ezeiza, un documento único, que después se proyectaría en unidades básicas como herramienta política.

“Me interesaba el cine, estudiaba en la Escuela Panamericana y tenía una Super 8, que entonces era una cámara muy popular para el aficionado, que empleaba en filmar las vacaciones o cosas por el estilo”, aporta.

Aun hoy, Nine reivindica aquel material como el “registro de un militante” que se perdieron los directores de cine documentalista que estaban en boga como Pino Solanas, enrolados en un pensamiento más racional.

“Era ver qué salía, porque nadie sabía qué iba a pasar, si los milicos tiraban o no”, resume. Lo que revelan las imágenes en crudo blanco y negro es el avance de una columna que cruza hasta cinco veces el río Matanza, crecido por las lluvias, un pantano de lodo y suciedad. Sin micrófono ambiente, incorporó luego percusión de Domingo Cura como banda sonora.

En otro vértice de un triángulo dramático, el guardiamarina Julio César Urien cumplía prisión en Puerto Nuevo, tras fracasar en su intento de sublevar la ESMA.

“Se había generado un debate interno en las Fuerzas Armadas respecto al papel que debían cumplir –considera– Todo aquel año había vivido acuartelado en Bahí Blanca en previsión de un estallido popular como el Cordobazo. Mi batallón había participado de un simulacro de represión en Puerto Madryn y nos destinaron objetivos en Buenos Aires, la detención de militantes populares, el antecedente inmediato de lo que después serían los grupos de tareas”.

Urien (de la misma promoción que Alfredo Astiz) planificó una operación que debía confluir con militantes de la JP en Lomas de Zamora, pero fue anticipado.

Liberado por la amnistía de Cámpora en 1973, volvió a ser detenido por la dictadura del proceso y salvó la vida por contactos familiares.

El documental de Nine fue digitalizado y proyectado en la Biblioteca Nacional. La mitad de los asistentes había participado de aquella marcha legendaria.