Creció la participación de los trabajadores en la riqueza
Pablo Waisberg
Diario BAE
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Pasó del 31,4 al 37,6% en los últimos diez años, según un paper de Flacso.
La distribución de la riqueza mejoró notablemente en los últimos 10 años.
La participación de los
trabajadores en la riqueza producida se elevó en la última década respecto del
período de la convertibilidad, que estalló con la crisis de diciembre del 2001:
pasó del 31,4 al 37,6 por ciento. Pero esa suba, que se produjo después de la
caída extraordinaria del poder adquisitivo de los salarios que nació con la
devaluación, no llegó a revertir la matriz distributiva impuesta durante la
última dictadura, según analizó un documento realizado en la Facultad Latinoamericana
de Ciencias Sociales (Flacso).
Ese crecimiento en la
distribución funcional del ingreso –es decir, el producto generado– se apoyó en
el crecimiento económico, que tuvo tasas por encima del 8% anual, y fue
acompañado “por una notable recuperación del nivel de empleo, con más de 4
millones de puestos de trabajo creados” en la última década, se- ñalaron Ana
Fernández y Mariana González en su trabajo “La desigualdad en los ingresos
laborales. Su evolución en la posconvertibilidad”.
Entre el 2001 y el 2011 se
produjeron cambios en los indicadores laborales que fueron claves en el
incremento de la participación de la riqueza por parte de los trabajadores: la
tasa de empleo pasó de representar al 35,2% de la población al 43% y se produjo
un proceso sistemático de reducción de la cantidad de trabajadores desocupados,
que llegó al 7,2 por ciento.
“Los empleos creados en este
período se caracterizaron, a su vez, por ser en su mayoría puestos de jornada
completa y registrados en el sistema de seguridad social. En consecuencia, la
tasa de empleo pleno pasó del 28,5 al 39,1% de la población en ese mismo lapso
y la proporción de asalariados que no se encuentran registrados –y que, por lo
tanto, no se encuentran directamente amparados por las instituciones laborales–
se redujo del 42,5 al 33,8%”, detallaron en el trabajo publicado en la revista
digital Apuntes para el Cambio.
LIMITADO. Pero esa recuperación, del empleo y de la participación
en el producto generado, tiene una relación di rec ta con la profundidad de la
caída producida a la salida de la convertibilidad, que produjo –megadevaluación
mediante– una pérdida del poder adquisitivo de los salarios del 27,1% en
promedio. Sobre esa base, la recuperación comenzó a sentirse en el tercer
trimestre del 2003 y es tuvo impulsada por las políticas de ingresos
implementadas desde el Estado que permitieron elevar los pisos salar iales –distintos
aumentos dispuestos por decreto y los incrementos del salario mínimo vital y
móvil–.
“El conjunto de los
trabajadores vio mejorar el poder adquisitivo de sus ingresos entre el 2001 y
el 2011, aunque los logros en este ámbito fueron más bien moderados. No fue
sino hasta el 2007 que el conjunto de los ocupados logró recuperar los niveles
de ingresos que perdieron tras la devaluación de la moneda, alcanzando los
niveles previos vigentes en el 2001” ,
precisaron Fernández y González.
Sin embargo, el aumento de
los ingresos de los ocupados “resulta limitado al contrastarlo con el elevado y
sostenido crecimiento económico, el fuerte incremento de la productividad y las
ganancias –que implicaron un salto del 50% al pasar del 24,8 al 37,2% al
medirlas sobre la inversión total en las empresas, según un trabajo de Pablo
Manzanelli– e, incluso, la extraordinaria generación de puestos de trabajo”,
destacaron.
Pero más allá de las
limitaciones de la recuperación, las investigadoras concluyeron que las claves
de esa recomposición –que no llegó a los niveles vigentes a mediados de la
década de 1970– fueron “la mejora en la situación del mercado de trabajo –en
particular, el menor nivel de desocupación– que colocó a los trabajadores y sus
organizaciones en una posición relativa de mayor fortaleza” y “el papel de las
instituciones laborales, que actuaron efectivamente en el sentido de contribuir
a comprimir la desigualdad”