Los papeles de Costa Méndez

Andres Fidanza
Newskeek Argentina

  • Los documentos del ex canciller sobre la guerra de Malvinas, una especie de "anti-informe Rattenbach", todavía son un enigma histórico y político.
"Su soltura, su uniforme, su largo y delgado habano, su barba, todo respondía exactamente a la imagen divulgada por la televisión y las fotografías". De cerca, a la distancia en que los varones se dan la mano, a Nicanor Costa Méndez, el canciller aristocrático, ultracatólico y anticomunista, el comandante Fidel Castro le resultó igualito que por la TV. Pasó el 2 de junio de 1982 en La Habana, durante una reunión del Movimiento de Países No Alineados, mientras la guerra de las Malvinas ya se perfilaba para una clara rendición argentina. Las bambalinas diplomáticas de abril habían fracasado y Estados Unidos, a pesar de su alianza ideológica y material con la junta militar argentina (vía colaboración clandestina con la CIA, en algunos casos), había optado por no ser neutral en el conflicto entre Gran Bretaña y la Argentina. Lo que fue toda una decepción para el presidente de la junta, Leopoldo Fortunato Galtieri, según afirmó más tarde para el Informe Rattenbach. Despechada por la falta de solidaridad de las potencias anticomunistas de Occidente, la dictadura fue por el apoyo residual de Muammar Kadafi, Fidel Castro y los No Alineados. De ahí, la predicción de Costa Méndez: "Malvinas puede ser un Vietnam para Gran Bretaña". 

Sabemos, a 30 años del desembarco argentino en las islas, que Malvinas no fue el equivalente sudamericano de Vietnam, y que el 14 de junio se terminó la guerra, y el entusiasmo patriotero del gobierno de Galtieri y de amplios segmentos de la sociedad. Después vino el Informe Rattenbach (encargado por el propia junta militar y recientemente difundido por orden de Cristina Kirchner) para explicar que la guerra, una "aventura militar" según el histórico documento, se perdió por una profunda "falta de preparación y organización". Costa Méndez, sin embargo, no quedó conforme con el trabajo del teniente general retirado Benjamín Rattenbach (muy crítico de la performance del canciller), y a partir de 1983 se dedicó a hacer su propia investigación y memorias sobre Malvinas: una especie de Anti-Informe Rattenbach, que incluyó documentos oficiales (que se había llevado a su casa desde el Ministerio de Relaciones Exteriores), entrevistas y charlas secretas. ¿Dónde quedaron tales archivos? Una parte fue a parar al libro póstumo de Costa Méndez Malvinas. Ésta es la historia, en el que el canciller describe su delirante encuentro con Fidel Castro. 

Pero el resto, aún hoy, mantiene un atrapante estatus de enigma histórico y político. Y hay más: la única colaboradora de Costa Méndez en aquella investigación privada, la licenciada Virginia Gamba (experta en seguridad y desarme, y ex jefa de formación de la policía metropolitana creada por PRO), alimenta el mito de que el Informe Costa Méndez integra los archivos secretos que el Estado argentino todavía no desclasificó. Gamba, además, se anima a la declaración de la polémica, en tiempos de repudio unánime a la jugada militar de haber invadido las islas: "Malvinas no fue una aventura bélica". 

Ese mismo mensaje buscó instalar, en oposición a la "insidiosa y pérfida propaganda británica", el canciller Costa Méndez con su libro póstumo. Publicado en 1993, casi un año después de su muerte, Malvinas... es una "réplica a las acusaciones que me formuló la llamada Comisión Rattenbach", según el propio autor; a la vez que un naif diario íntimo de las experiencias e impresiones personales de este abogado de buena llegada al ámbito castrense, y que se movía con bastón lustroso por culpa de la poliomielitis: sus viajes (Nueva York, La Habana), sus conversaciones (con el canciller inglés Lord Carrington y el estadounidense Alexander Haig) y un encadenado de reflexiones, desde el día en que lo citó y designó Galtieri, en diciembre de 1981, hasta finales de la guerra de Malvinas. 

Pero su archivo malvinero no se agota en aquel libro, y existe esa versión diplomática que eleva los papeles recopilados por Costa Méndez a secreto de Estado todavía vigente. "Luego de la guerra él se llevó casi todos los documentos a su casa, y se dice que después su familia se los devolvió a Cancillería", explica a Newsweek Andrés Cisneros, viceministro de Relaciones Exteriores durante la época menemista. Y un ex canciller confirma a Newsweek que el Estado argentino aún no desclasificó todos los documentos vinculados con Malvinas, pero niega que sean los aportados por la familia de Costa Méndez. 

"Hicimos un trabajo muy arduo que después Costa Méndez se encargó de entregar al Congreso y las Fuerzas Armadas", revela Gamba, que es licenciada en Estudios Latinoamericanos por la Universidad de Newcastle. Gamba estudió en Inglaterra y, de pura casualidad, volvió a la Argentina el 31 de marzo de 1982, dos días antes del desembarco en Malvinas. Desde su llegada, escribió artículos analizando los vaivenes de la guerra, hasta que, a fines de 1983, la llamó por teléfono Costa Méndez. Gamba, entonces, recopiló, entrevistó —"a Galtieri, entre otros"— y documentó para el ex canciller. 

Ahora, mientras presenta la reedición de su libro Señales de guerra. El conflicto de las Islas Malvinas 1982 (El Ateneo), que escribió junto al historiador británico Lawrence Freedman, Gamba sospecha que aquel Anti-Informe Rattenbach "es parte de los archivos clasificados por el Gobierno". 

¿Qué había en aquellos documentos? 

La memoria completa de la guerra, con la cronología que cada una de las armas tenía del conflicto. 

¿En que se diferenciaba del trabajo de Rattenbach? 

Rattenbach echó luz sobre algunos errores del manejo militar, y en ese sentido es positivo, pero en ese informe es difícil ver una historia completa de la guerra, no limitada a la crítica castrense. 

¿Qué interés habría en mantener archivado el trabajo de Costa Méndez? 

Porque hoy se busca deslegitimar la cuestión de Malvinas. Quizás se cree que no puede haber nada bueno en la gesta de Malvinas. 

¿Y hubo algo bueno en esa guerra? 

Una guerra es siempre una derrota del poder, porque el verdadero poder no tiene que ser la fuerza. Pero yo le pregunto algo: ¿Realmente se perdió la guerra de Malvinas? 

¿Por qué lo pregunta? 

Porque se perdió y murió mucha gente, sí, pero no se modificó en nada la legitimidad del reclamo. Además, se obtuvo un enorme conocimiento mundial de que existían tales islas y un reclamo de soberanía por parte de la Argentina. 

Pero después de la guerra hubo un enorme retroceso en las negociaciones por la soberanía… 

Eso es mentira. Antes del 2 de abril no se estaba ni cerca de obtener la soberanía. Eso es un rumor difundido por Gran Bretaña después de la guerra. 

¿Cómo interpreta lo que pasó el 2 de abril de 1982? 

Argentina usó la herramienta militar como estrategia de vía diplomática. Desde ese punto de vista, no fue una aventura. Después del 2 de abril, la Argentina está conteniéndose todo el tiempo, porque quiere dar paso a la vía diplomática. Al revés de lo que hacía Gran Bretaña, que apostaba todo el tiempo por el camino militar. 

Uno de los actores que estuvo en las reuniones en que se murió definitivamente la salida diplomática, el entonces embajador argentino ante la ONU, Eduardo Roca, coincide parcialmente con Gamba. "La postura intransigente fue de ambas partes: ninguna hacia concesiones, porque políticamente la guerra le convenía a los dos países", interpreta Roca ante Newsweek. Sobre los archivos acumulados por Costa Méndez, con el que el ex embajador debió lidiar por aquellos días, Roca ignora "dónde habrán ido a parar". Igual, a 30 años del conflicto, Roca los intuye más aburridos que reveladores. 

Desde Perú, el ex canciller Javier Arias Stella —protagonista en el fallido intento de mediación encarado por el gobierno de Perú— sostiene que "fue Margaret Thatcher la que dio la orden de hundir el barco General Belgrano, porque los británicos sabían que estábamos cerca de llegar a un acuerdo". La escena de la dramática decisión de Thatcher se puede ver, encarnada por una Meryl Streep afectada, en la película La Dama de Hierro. 

La directora de la sección Malvinas del Comité Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI), Lilian del Castillo, opina que durante las negociaciones posteriores al desembarco, la Junta Militar debería haber aceptado la resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas: aquella que exigía el retiro de las tropas argentinas como condición necesaria para discutir la soberanía. Es decir, Del Castillo piensa que había un amplio margen para eludir la guerra, incluso después de la invasión galtieriana del 2 de abril de 1982. 

Esa semana, unos días después de la ocupación argentina, Adolfo Pérez Esquivel (que había recibido el premio Nobel de la Paz hacía más de un año) se reunió con Costa Méndez. Y Pérez Esquivel asegura a Newsweek que las palabras del canciller fueron: "Le pido que nos ayude, porque esto se nos fue de las manos". Costa Méndez ya no podrá dar su versión de aquella reunión. Y su mítico informe malvinero, a la fecha, sigue sin aparecer.