El relato kirchnerista y la batalla cultural

 Andrea V. García 
Kolina comuna 8


“Instrúyanse, porque necesitaremos toda nuestra inteligencia.
Conmuévanse, porque necesitaremos todo nuestro entusiasmo.
Organícense, porque necesitaremos toda nuestra fuerza.”
Antonio Gramsci (1891-1937)


     Desde la llegada de Néstor Kirchner a la presidencia en el 2003, empezó a gestarse un esfuerzo muy tangible por cambiar aquel relato que veníamos escuchando durante décadas, relato que dictaminaba que nada ni nadie podían torcer el rumbo de las cosas, un relato desesperanzado, impotente y mezquino que de tanto ser repetido se había adentrado en las profundidades del (in)consciente colectivo del pueblo argentino. Néstor comenzó a hablar de “verdades relativas”, verdades que no eran absolutas ni objetivas de todas las cosas pero que suponían una perspectiva asociada a un conjunto de valores, a un proyecto colectivo, inclusivo y pluralista de nación. Estas verdades relativas emergieron a raíz de la aceptación de un punto de partida dialectico que buscó compartir e intercambiar ideas con las verdades relativas de otros, que luego se convertirían en consignas, para finalmente transformarse en preceptos dotados de argumentos y vínculos democráticos, pluralistas, consistentes y permanentes.

     Dichas verdades relativas kirchneristas que se generaron con Néstor y se profundizan con Cristina se caracterizan por gestarse a partir una democratización y ampliación de los derechos del ciudadano, como ser principalmente:
-La política y la militancia entendidas como un modo de vida
-La acción política concebida como eje transformador de la realidad y de la conciencia colectiva
-La construcción de un modelo nacional sustentado por el crecimiento equitativo de las mayorías populares
-La formación de los jóvenes para producir el trasvasamiento generacional y el recambio de cuadros políticos que la dictadura militar quiso arrancar de raíz a sangre y fuego
-Una línea de pensamiento y acción alineada a una soberanía política que incluye el fortalecimiento de los lazos con los pueblos que se nos asemejan histórica, social y políticamente para  conformar la patria grande con los hermanos sudamericanos
-La fuerte apuesta a un desarrollismo económico a partir de una soberanía económica que recupere recursos y patrimonios estratégicos argentinos junto con  una  marcada tendencia a recuperar la fortaleza fiscal y financiera del país.
-El concepto de justicia social con la ampliación de políticas de Derechos Humanos, leyes de género, la seguridad alimentaria, la inclusión educativa y la asistencia sanitaria

     Todo lo expuesto en este texto es sin lugar a dudas el intento satisfactorio del kirchnerismo de dar la batalla cultural revisando y cambiando los paradigmas de una década del 90 regida por un neoliberalismo que nos había dejado un legado de descreimiento político, individualismo exacerbado y un marcado desprecio por lo público. Asimismo, este conjunto de relatos de verdades relativas kirchneristas ha encontrado anclaje y articulación democrática con las verdades relativas de otros sujetos de otros partidos políticos en forma negociada, pluralista e intersubjetiva construida entre todos y para todos. Este relato es sin dudas nacional y popular ya que piensa en términos de derechos y ampliación de los mismos. Y finalmente, siendo también que la dialéctica virtuosa del kirchnerismo ha logrado conjugar el plano discursivo y la puesta en acción mediante decisión y fuerza política e identidad colectiva de manera eficaz y eficiente, ha llegado al punto de cautivar y conquistar adhesiones multilaterales de otros sectores y partidos políticos como ningún otro movimiento y proceso político lo había logrado. La batalla ideológica y cultural que tanto requería nuestro pueblo está dada desde el 2003. Todo ha sido posible gracias a la aparición de actores políticos, sociales y culturales como ser nuevos medios de comunicación, periodistas, intelectuales y renovados contingentes sociales que se movilizaron y participaron  interpelados por un sistema de políticas públicas e inclusivas y la transformación de paradigmas para combatir a los aparatos hegemónicos opresivos. Falta, pero vamos por más y mejores oportunidades para todos y todas convencidos de que la más auténtica y desafiante revolución es la cultural.