Bombas 'socialistas' sobre Mali.

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Bombas 'socialistas' sobre Mali.
El gobierno francés anunció el comienzo de los bombardeos en el oeste de Mali contra los yihadistas sublevados hace nueve meses. Hollande prometió más tropas y más armas en su ex colonia.

El gobierno del socialista Francois Hollande anunció ayer los pasos que seguirá para “combatir a los grupos islamistas” que mantienen ocupado el norte de Mali desde hace nueve meses. Las operaciones comenzaron de inmediato, con el bombardeo de una de las zonas controladas por los rebeldes, en el oeste del país africano que causó unos 60 muertos, según reportan agencias internacionales. Asimismo llegaron en la madrugada de ayer 40 vehículos blindados del ejército galo pertenecientes a la llamada fuerza Licorne, desplegada en Costa de Marfil en los últimos meses. Éstos funcionarán de apoyo a los 750 soldados franceses que ya se encuentran en territorio malí, a los cuales se sumarán otros 1700 a lo largo de esta semana.
“Hay permanentemente bombardeos. Los hay ahora, los hubo esta noche y los habrá mañana”, declaró el ministro de defensa francés, Jean-Yves Le Drian, con respecto a lo que sus fuerzas armadas han dado en llamar “operación Cerval”, con la que, según el funcionario, intentarán “liquidar” los grupos rebeldes. Yves Le Drian ya cuenta con poderosos aliados en esta tarea. El secretario de defensa de los Estados Unidos, Leon Panetta, prometió “suministrarles un apoyo logístico limitado y apoyo en materia de inteligencia”. Si bien la OTAN ha descartado la semana pasada una intervención directa, ya hizo público su apoyo a la misión francesa en su ex colonia. El gobierno encabezado por el Partido Socialista Francés aseguró ayer que tiene el visto bueno del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidos (ONU) -del cual la Argentina es miembro desde octubre pasado- para llevar adelante las operaciones militares, y espera que tropas internacionales de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEEAC), y las tropas regulares malíes se sumen a su ofensiva.
Los ataques llegan luego de meses de tratativas en que el ejecutivo parisino, secundado por las fuerzas de centro-derecha de Francia, insistió tanto en Bamako -capital de Mali- como en los foros internacionales acerca de la necesidad de una intervención armada desde el extranjero. La desestabilización del gobierno malí comenzó en enero de 2012, cuando el Movimiento Nacional de Liberación del Azawad (MNLA), movimiento armado laico de la comunidad tuareg, que busca la independencia de la región septentrional de Mali, logró el control de una vasta porción del país centroafricano. Pero el MNLA se vio sorprendido en pocos meses por la avanzada de grupos ligados a la hijuela saheliana (Al Qaeda del Magreb Islámico), y el Movimiento por la Uniidad de la Yihad en África del Oeste (Muyao), que lograron el control del territorio rebelde e impusieron la ley islámica. Así, la expansión de los grupos islamistas desde abril, y las luchas internas en el ejecutivo de Bamako -incluido un golpe de estado en marzo, llevado a cabo por las fuerzas armadas malíes que acusaban al ex presidente Amadou Toumani Touré de laxismo ante el MNLA- propiciaron el interés extranjero sobre la situación malí.
Se trata del tercer productor de oro de África, después de Sudáfrica y Ghana. Un país alineado al bloque socialista durante la guerra fría y convertido a un feroz neoliberalismo luego del golpe de estado de 1991. En los últimos 20 años el gobierno de Bamako mantuvo un fuerte alineamiento pro-occidental, reprimiendo tanto las disidencias islamistas como la minoría tuareg, que desde hace siglos busca la independencia del Azawad, una enorme porción de territorio desértico que incluye las regiones de Tombuctú, Gao y Kidal y parte del este de Niger.
La incidencia en la política malí por parte de Francia, que mantuvo colonizado su territorio hasta 1959, se potenció luego del golpe de 1991. Cuando los rebeldes lograron tomar la ciudad de Konna, cerca de la capital, hace pocas semanas, el presidente interino Dioncounda Traoré -último líder encoronado tras una serie de derrocamientos y arrestos, y que sobrevivió recientemente a un atentado dentro de su despacho- acudió a Hollande para pedir protección.
Desde Emiratos Árabes Unidos, el presidente francés aseguró que su objetivo es “asegurar que cuando nos vayamos, cuando terminemos nuestra intervención, Mali es segura, tiene autoridades legítimas, un proceso electoral y no hay más terroristas amenazando su territorio”. La desestabilización de Mali podría tener un fuerte impacto en esa región africana, donde París hegemoniza las relaciones comerciales y diplomáticas. A tal punto que Hollande decidió intervenir solo, a pesar de la cumbre de emergencia de ministros de defensa de la Unión Europea prevista para esta semana donde se analizará la situación. Allí Francia teme que la reticencia de la canciller alemana Angela Merkel a las intervenciones militares impida el desarrollo de su política bélica en África, y que al no contar con el paraguas político de la OTAN no pueda avanzar hacia una intervención como la que propició en Libia. En medio de una inesperada crisis política interna, el gobierno socialista intenta demostrar su fortaleza hacia el exterior, pero no cuenta con el apoyo explícito de otras potencias como cuando decidió derrocar a Gadafi, entre cuyas filas lucharon varios de los rebeldes que hoy combaten contra el gobierno malí.