Alemania a la cabeza de Europa

Norberto Colominas


Con la conducción de Angela Merkel Alemania fue consolidando su hegemonía en Europa, particularmente en el siglo 21.

La primer ministro tiene una idea clara: a la salida de la actual crisis económica su país debe asegurar por muchos años el dominio en la eurozona, en alianza con Francia, su socia menor.

El euro le permitió a la dupla franco alemana controlar el mercado de capitales, viga maestra de la preeminencia de la renta financiera desde 1980. Así logró subordinar a países con monedas de menor valor como Italia (lira), España (peseta), Grecia (dracma) y Portugal (escudo). La divisa fuerte impuso sus condiciones.

Entre los grandes del continente sólo Inglaterra se mantuvo fuera del euro. El tiempo le dio la razón porque conservó la independencia económica y ahora puede devaluar, imprimir moneda, administrar el tipo de cambio. Londres no depende de las decisiones de Bruselas, mejor dicho de Berlín.

Con un producto que es tres veces mayor que la suma de los PBI de España e Italia, y que dobla al francés, la posición de Alemania le permite dictar los cambios y ajustes necesarios para sortear la crisis económica, en alianza tácita con el Fondo Monetario Internacional, es decir con Estados Unidos. Los planes de ajuste que hoy aprietan la cintura de media Europa son la mejor prueba.

Ajuste mediante, la salida de la crisis no hará más fuertes a las industrias de los países de Europa del sur, sino que consolidará la posición de las plantas germanas y asegurará la salud de sus bancos. La concentración que sigue a toda crisis favorecerá al capitalismo alemán y en menor medida al francés.

Con Japón fuera del podio, la otra potencia que asoma en el horizonte, China, sólo compite con Alemania y Estados Unidos en la producción industrial basada en el uso de mano de obra intensiva, no en la que utiliza tecnología de punta.

La industria alemana sigue siendo la rectora de la actividad fabril europea, la que más y mejor produce y la que más exporta. Sólo la carencia de petróleo y gas en su territorio le impide sacar más ventaja porque la obliga a generalizar el uso de energía nuclear, más costoso e inseguro. Aún así la economía alemana seguirán mandando en Europa sin oposición, por lo menos en lo que resta de la década.

Sólo la profundización de la crisis y la salida del euro de varios países, con Grecia a la cabeza y España y Portugal en lista de espera, podría afectar la posición de la industria alemana de exportación, aunque Berlín siempre puede volver al marco y manejarse aún con más autonomía. En ese caso la Unión Europea volvería al formato de comunidad económica.