Garzón fue condenado a once años de inhabilitación

En un fallo que causo la indignación de buena parte de la sociedad española y de millones de defensores de los derechos humanos alrededor del mundo, la Audiencia Nacional española lo echo de la judicatura por investigar a políticos influyentes de la derecha española.


Sus verdugos lo fusilaron. El Tribunal Supremo de Madrid dictaminó ayer el fin de la carrera del ex juez español Baltasar Garzón, reconocido por la detención del dictador chileno Augusto Pinochet en 1998. El ex magistrado de la Audiencia Nacional fue condenado a 11 años de inhabilitación por la Sala de lo Penal, que lo halló culpable de intervenir las comunicaciones en prisión de los cabecillas de la causa Gürtel, que salpicó al Partido Popular (PP) del presidente Mariano Rajoy en 2009. “Me encuentro ante un pelotón de fusilamiento”, había dicho Garzón a su entorno en la primera jornada del juicio por las escuchas. “Es la muerte profesional”, siguió en la línea su abogado en esta causa. “Decirle a un juez que no puede ser juez es tanto como una muerte”, comparó Francisco Baena Bocanegra. Pese al golpe que le asestó la Justicia, Garzón dijo que recurrirá a tribunales internacionales para apelar la medida en caso de que sea necesario. “Acudiré a las vías legales que correspondan para combatir esta sentencia y ejerceré todas las acciones que sean pertinentes para tratar de paliar el perjuicio irreparable que los autores de esta sentencia han cometido”, afirmó en un comunicado.

Baena Bocanegra ratificó que su cliente podría apelar la medida ante el Tribunal Constitucional español. “Pero en el improbable caso de que no estimaran nuestras pretensiones, acudiremos, si así lo decide el señor Garzón, al Tribunal Europeo de Derechos Humanos”, dijo. El fallo fue aprobado por unanimidad y le fue comunicado personalmente al aún titular del Juzgado Central de Instrucción número 5, quien se desplazó esta mañana a la sede del TS.

La querella presentada por el abogado Ignacio Peláez, quien representa al empresario vinculado a la causa de corrupción, José Luis Ulibarri, pedía entre 10 y 17 años de inhabilitación para Garzón por haber vulnerado su derecho de defensa, al haber intervenido sus comunicaciones en prisión. Se trata de la primera causa por la que el juez de la Audiencia Nacional se sentó en el banquillo de los acusados por cometer un supuesto delito de prevaricato y otro de uso de artificios de escucha y grabación con violación de las garantías constitucionales.

Los hechos por los que fue condenado se remontan a 2009, cuando en el marco del caso Gürtel ordenó intervenir las conversaciones en prisión entre los presuntos dirigentes principales de la trama de corrupción y sus abogados. Durante el juicio, celebrado desde el 17 al 19 de enero, el juez declaró su inocencia, y aseguró que en todo momento garantizó el derecho de defensa de los investigados y dijo asumir todas y cada una de las decisiones que fueron tomadas en cumplimiento de la más estricta legalidad. Los fiscales Pilar Fernández Valcarce y Antolín Herrero no presentaron acusación y solicitaron la absolución del magistrado, al defender que la intervención pretendía evitar que los miembros de la red corrupta blanquearan capitales. Asimismo, alegaron que en casos ajenos al terrorismo, como el de la joven Marta del Castillo o el del ex abogado y narcotraficante ya fallecido Pablo Vioque, también se ordenó la pinchadura de las entrevistas entre presos y abogados.

Garzón, suspendido cautelarmente en sus funciones desde mayo de 2010, tiene abierta también otra acusación por prevaricato –dictar sentencia injusta a sabiendas– en su contra, por supuesto cobro del Banco de Santander y otras entidades por organizar unos cursos en la Universidad de Nueva York. Las reacciones ante el fin de la carrera del juez que investigó los crímenes del franquismo provinieron de todo el arco político español. “Es un día triste para la Justicia española y para los demócratas. Será difícil explicarles a nuestro hijos que los buenos fueron condenados y los malos no se han sentado en el banquillo”, declaró el coordinador federal de Izquierda Unida, Cayo Lara. Menos generosos en sus dichos, los socialistas se mostraron consternados. “No nos gusta, aunque no hemos tenido ocasión de ver con detenimiento la sentencia, ver que un juez español con este perfil sea condenado por un delito tan grave y que, curiosamente, además, sea el primer condenado en una trama gravísima de corrupción y es el juez instructor la primera persona que resulta condenada”, dijo el portavoz del PSOE en la Comisión de Justicia del Congreso Julio Villarubia. Del otro lado, el conservadurismo celebró el dictamen contra el juez. “Se trata del cumplimiento del Estado de derecho”, dijo el ministro de Justicia del PP, Alberto Ruiz Gallardón.

En la plaza madrileña de la Puerta del Sol, unos quinientos manifestantes expresaron su disgusto contra el TS español. “Garzón, amigo, el pueblo está contigo” y “España al revés, corruptos y fascistas hacen juzgar al juez”, eran algunas de las pancartas que exhibieron en el epicentro de los indignados. Por la noche, se difundió una conmovedora carta de María Garzón, la hija del ex juez. “Ustedes hoy brindarán con champagne, pero nosotros estaremos juntos cada noche, porque sabemos que mi padre es inocente y nuestra conciencia está tranquila. Jamás nos harán bajar la cabeza, que nunca derramaremos una sola lágrima por su culpa. No les daremos ese gusto”, escribió.


Una afrenta universal

Mario Wainfeld
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El condenado es español, andaluz para más señas. Se le nota al hablar, en el modo de resolver ciertas consonantes o cuando nombra a la “libertáz” o a la “dignidáz”. Le gusta el fútbol (arquero fue en su juventud y a veces reincide) y también los toros. Es un referente de la Justicia universal, un faro de conciencia en muchos países, por ejemplo en estas pampas.
¿Hubiera llegado la reivindicación de los derechos humanos en Argentina al punto que llegó sin la irrupción hidalga de Baltasar Garzón? Este cronista supone que no, asumiendo que cualquier ejercicio contrafáctico es incorroborable. Lo que es indiscutible es que Garzón forma parte de la historia de la búsqueda de justicia frente del terrorismo de Estado, que merece un capítulo o algo más. Que es un modelo para las más nobles militancias de nuestra historia. En lo jurídico, un hacedor de jurisprudencia notable que recogieron jueces de estos lares.
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La década del ’90 no sólo fue oscura por la entrega del patrimonio nacional y el desmantelamiento del Estado benefactor. También redondeó un retroceso fenomenal en la odisea en pos de memoria, verdad y justicia. La aparición del magistrado que reabrió las causas cerradas acá por estulticia, obediencia debida e indultos, dinamizó los movimientos de derechos humanos. Les dio de nuevo voz a las víctimas, las acostumbró a un peregrinar por tribunales de varios parajes del globo. Fue el pionero, el más decidido. Cada quien resolverá si fue el mejor, está entre ellos.
Sucesivos gobiernos argentinos le dieron la espalda con argumentos banales y cobardes. El menemismo, por razones evidentes. Lo copió la Alianza, aunque se suponía que venía para purificar y para luchar contra la corrupción. El señor Juez pidió extradiciones, le fueron negadas. La Argentina ya no era sólo custodio de la impunidad de los genocidas: devino el aguantadero del que éstos no podían salir si no querían ser llevados al banquillo.
El dictador Augusto Pinochet fue menos prevenido.
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No bien supo que Pinochet “paraba” en suelo británico, Garzón se mandó a su despacho y comenzó a escribir un pedido de extradición. Corría contrarreloj, debía actuar con sigilo. Comidió a uno solo de los empleados de su juzgado, comenzó febrilmente a dictarle el exhorto en cuestión. Le cabía ser veloz y riguroso, no buscaba repercusión fácil sino la aprehensión del criminal. En un momento, ya de madrugada su colaborador, impresionado, le preguntó: “Señor ¿ese hombre que estamos requiriendo es el que yo estoy pensando?”. El cronista le escuchó esta anécdota al mismísimo Juez que la contó riendo, porque tiene su sentido del humor y ama lo que hace o hacía.
El Parlamento británico admitió la extradición. La sesión de los Lores se vio por la tevé argentina, el cronista la miró, se emocionó, pensó el fallo en clave local: en las víctimas, en los compañeros que ya no están, en las Madres y las Abuelas. Esa tarde, en la reunión de edición de este diario, se brindó con champagne. Créame, lector, que no lo hacemos ni todas las semanas, ni todos los meses ni todos los años.
Un juez español con cojones y saber que persigue (en buena ley) a un dictador chileno, la autoridad política de otro país interviniendo, la repercusión en la Argentina... el ejemplo es para este escriba una buena viñeta de lo que es la Justicia universal.
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En 2003, con (muy) otro gobierno en la Argentina, Garzón volvió a la carga. La reacción del presidente Néstor Kirchner no fue un nacionalismo de opereta ni un cajoneo aduciendo cuestiones de competencia judicial. Fue acelerar lo que ya tenía en miras: la revocación de las leyes de la impunidad, la restauración de la Justicia.
Las víctimas sobrevivientes pudieron replicar sus testimonios en los tribunales cabalmente competentes, donde debía ser.
Habían pasado menos de dos años desde la caída de Fernando de la Rúa. El cambio nada tuvo que ver con el viento de cola o el precio de las commodities. Fue política pura: otra posición ideológica, otro compromiso con las instituciones y las leyes.
Cada cual evaluará cuánto incidió el obrar de Garzón, nadie puede negar que mucho.
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Se metió con criminales de toda laya: los terroristas de Estado sudamericanos, la ETA, los parapoliciales GAL de su país. Cuando quiso explorar los crímenes del franquismo traspuso una raya, no se lo perdonaron. Lo asediaron con causas amañadas ante tribunales parciales, que lo odian. Ayer recayó la condena en una de ellas.
La escena de un Tribunal desdoroso, muy inferior a la persona que condena, es un clásico de la historia universal. La nómina de los acusados es interminable, mencionemos un puñado: Sócrates, Galileo Galilei, Nelson Mandela. No son casos idénticos pero hay un patrón común. La pena impuesta a Garzón es tremenda, una afrenta universal: le troncharon la carrera como magistrado, nada menos.
Cuando Fidel Castro era un joven revolucionario, alzado en armas contra la dictadura de Fulgencio Batista, fue apresado y llevado ante un tribunal. Su alegato célebre terminaba con frases indelebles: “Me apiado de vuestras honras y compadezco la mancha sin precedentes que recaerá sobre el Poder Judicial. (...) Condenadme, no importa, la historia me absolverá”.
A Garzón la historia ya lo absolvió, refutando a los jueces que lo sancionaron, dignos émulos de la Santa Inquisición. Ese hombre digno es un ejemplo, una referencia luminosa mucho más allá de España. Un ciudadano del mundo, que suma a otros méritos ser un importante protagonista de la mejor historia argentina.
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³Exabrupto absoluto´

 Mercedes López San Miguel
Para España, para Argentina, para el mundo, el juez Baltasar Garzón jugó un papel de vanguardia en la aplicación de la jurisdicción universal: aquello de que se defienda a los humanos vivan donde vivan. Garzón, quien cubrió de prestigio internacional a la Justicia de su país, fue condenado a once años de inhabilitación por investigar un caso de corrupción que involucra al Partido Popular. “El Tribunal Supremo puso por el suelo a la Justicia española. La sentencia es un exabrupto absoluto”, señala a Página/12 Carlos Slepoy, abogado especializado en derechos humanos y uno de los principales promotores de las querellas contra los crímenes del franquismo presentadas en los tribunales de Buenos Aires.
En el libro La fuerza de la razón. Garzón explicó los motivos que lo llevaron a develar la trama Gürtel. “Si no se combate claramente la corrupción, se puede evolucionar hacia situaciones peligrosas dentro de los sistemas democráticos.” Quizá sea anticipatorio de lo que vendrá. Slepoy afirma que esta condena es una medida disuasoria para cualquier magistrado que, en su afán de investigar con independencia, toque intereses de sectores de poder. En su opinión, el Tribunal Supremo va a absolver a Garzón en la causa que enfrenta por investigar los crímenes del franquismo, porque “sería demasiado escandaloso”.

–¿Cómo interpreta la decisión del máximo tribunal?

–El tribunal hizo lugar a la acusación contra Garzón, según la cual el juez se excedió en sus funciones al intervenir las comunicaciones entre detenidos y abogados en la causa Gürtel y, por tanto, cometió el delito de prevaricación (haber dictado a sabiendas una resolución injusta). Para los jueces, Garzón vulneró el derecho de defensa de los presos. Yo quiero aclarar que las escuchas se realizaron por pedido de la policía judicial y con el consentimiento del fiscal en el entendimiento de que los abogados de los detenidos eran cómplices y que esas comunicaciones se dirigían a blanquear dinero. No olvidemos que esta causa implica a altos cargos del gobernante Partido Popular (PP) en todo el territorio de España. Parece claro que, fundamentalmente a partir de que Garzón comenzara a investigar los crímenes del franquismo, existió la determinación de eliminarlo de la carrera judicial. Algo que se ha concretado hoy.

–Hace poco fue absuelto uno de los implicados en el caso Gürtel. Pero es condenado Garzón. ¿Se está viviendo una justicia al revés en España?

–Sí, una justicia al revés. Garzón es el primer condenado por la causa Gürtel, en la cual hay una estafa y una malversación de dineros públicos de millones de euros. Increíblemente el que ha sido condenado es quien investigaba esos delitos. Excede todo tipo de fundamentación jurídica. El propósito es castigar a un juez que resulta muy incómodo para muchos intereses y poderes. Existía esta amenaza latente desde hacía mucho tiempo. Por otra parte, Garzón es un juez instructor, que no dicta sentencia y, sin embargo, es el magistrado español más famoso del mundo. Esto despierta odios, celos, envidias, así que confluyen varios motivos para que sea blanco de esta desmesura judicial.

–¿Cree que hubo presiones políticas?

–Sí. Sería difícil determinar quiénes están detrás de estas presiones, pero está claro que hay sectores que están interesados en sacarse de encima a Garzón, muchos políticos del Partido Popular y no sólo del PP; no olvidemos que Garzón investigó el terrorismo de Estado en la época en la que estaba en el poder el partido socialista (N. d la R: la fuerza parapolicial Grupos Antiterroristas de Liberación –GAL– durante el gobierno de Felipe González). Tampoco es la primera vez que investiga un caso de corrupción. Pero el gran disparador es que haya indagado sobre los crímenes del franquismo, algo que no pueden soportar quienes han fraguado la impunidad y el olvido sobre estos delitos. Es el primero y último motivo para castigarlo.

–¿Es el precio que paga Garzón por ser un magistrado independiente?

–Sin duda. Es un ataque inconcebible a la independencia del Poder Judicial. Están todos los jueces amenazados: cualquier magistrado que pretenda investigar una trama de corrupción en la que sepa que los abogados están implicados, y ordene intervenciones, podría ser inhabilitado. Lo mismo para cualquier magistrado que ose investigar los crímenes del franquismo. Es una medida disuasoria para aquellos que ejercen la independencia judicial y que afecten los intereses de sectores poderosos. El Tribunal Supremo ha puesto a la Justicia española por los suelos, es una auténtica vergüenza que está siendo condenada internacionalmente. Pero no van a lograr impedir la investigación de los crímenes del franquismo. La lucha va a continuar. Hay una profunda movilización social; está la querella de Argentina, todavía hay muchos recursos para evitar que se sigan silenciando los delitos del pasado. Es inconcebible que la primera vez que declaran las víctimas haya sido en el juicio contra Garzón. Esos testimonios recorrieron el mundo y evidenciaron la impunidad del franquismo que subsiste aún en muchas esferas de las instituciones españolas.

–¿Usted habló con Garzón?

–Sí. Está preocupado. El es consciente de que esto es una cacería judicial.

–Es esperable que los abogados apelen. ¿Cuáles son esas instancias?

–En principio van a recurrir al Tribunal Constitucional, aduciendo que se vulneró su derecho de defensa. Garzón presentó pruebas que no fueron contempladas. Seguramente van a pedir una medida cautelar de que se suspenda la sentencia. Esperemos que el Tribunal Constitucional lo revierta. Si no, el recurso que queda es apelar al Tribunal Europeo de Derechos Humanos: estoy convencido de que tomará este caso como un atentado a la independencia del Poder Judicial y va a condenar en términos muy duros a la administración de la Justicia española.
_____________________________________________________________________________Repudio en Argentina

- “Todos los jueces quedan inhabilitados para actuar con libertad para aplicar la ley tanto al débil como al poderoso”, advirtió ayer la Comisión Provincial para la Memoria en repudio a la condena a once años de suspensión impuesta por la Justicia española a Garzón. El fallo “nos consterna, pero no nos sorprende; se cumplió con el objetivo preparado: separar a un juez que se atrevió a investigar los crímenes de la dictadura franquista”, agregó la organización.
- “Garzón es molesto en España porque soplan otros vientos”, dijo la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela Carlotto, al considerar que la condena al juez español “es parte de una estrategia nefasta en la que se les dice a los otros magistrados ‘a ustedes les puede pasar los mismo’.” En declaraciones a la prensa, Carlotto advirtió que “hay que defender a Garzón para defender a todos los que luchan por la justicia”.
- La Asociación Madres de Plaza de Mayo confirmó la presentación de un hábeas corpus en su favor ante la Corte Europea de Derechos Humanos. “La presentación del hábeas corpus se hará a partir de mañana (por hoy), por vía postal. La condena a Garzón es terrible”, dijo Eduardo Barcesat, abogado de la institución.
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