Hay un plan para extranjerizar a Brasil

Martín Granovsky

Mientras los astrólogos se dedican a la futurología y el pueblo brasileño busca impedir en las calles la continuidad del régimen ultraconservador que quiere perpetuarse con o sin Michel Temer, la compleja realidad de Brasil permite ir juntando fragmentos, explicaciones e historias que iluminan aspectos de lo que pasa

Made in USA. El dato es central: antes de ser ministro de Hacienda de Michel Temer, Henrique Meirelles fue directivo del grupo J&F, controlador del grupo JBS. Ex presidente del Banco Central durante los mandatos de Luiz Inácio Lula da Silva, cuando la hegemonía del gobierno era del Partido de los Trabajadores y no de los sectores conservadores, Meirelles es el impulsor del desmonte social del Estado brasileño. La hipótesis de que intereses extranjeros impulsan  la regresión política y económica de Brasil junto con las elites locales tiene cada vez más elementos. La periodista Vanessa Adachi, del diario financiero “Valor”, descubrió qué hay detrás de la denuncia contra Michel Temer realizada por el empresario Joesley Batista, copropietario del gigante frigorífico JBS, una de las mayores empresas de alimentos del mundo. Para ella se corresponde con el plan de mudar JBS fuera de Brasil y extranjerizarla. “Para garantizar la ejecución del plan, las empresas y sus controlantes precisaban acordar con el Departamento de Justicia de los Estados Unidos”, escribe. Casi el 80 por ciento de las operaciones de JBS ya están en el exterior. En los Estados Unidos JBS tiene 56 fábricas de procesamiento de carne y casi la mitad de sus ventas globales. En diciembre el grupo ya aprobó la realización de un procedimiento en la bolsa de Nueva York por el que dejará de ser esencialmente brasileño. El núcleo pasará a llamarse JBS Foods International, con sede en Holanda. Al revés de los Odebrecht, que no colaboraron con los Estados Unidos y sangraron, los Batista de JBS tomaron el camino opuesto. Joesley involucró no solo a Temer sino a Lula y a Dilma Rousseff. Pero con una diferencia. En el caso de Temer hay una grabación del mismo presidente de facto. Sobre Lula y Dilma, solo dichos. Joesley dijo a la Justicia que depositó 50 millones de dólares en una cuenta offshore por pedido del ex ministro de Hacienda de Dilma, Guido Mantega. Joesley dijo que Mantega dijo que la cuenta era de Lula. También dijo que Mantega dijo que debían abrir una cuenta especial para Dilma. No aportó pruebas.

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Solo diálogos con terceros. Cristiano Zanin Martins y Roberto Teixeira, abogados de Lula, difundieron un comunicado tras las supuestas declaraciones judiciales del empresario Batista. Dice: “Verificamos que incluso en los tramos filtrados a la prensa las afirmaciones de Joesley Batista en relación con Lula no mencionan ningún contacto con el ex presidente. Solo hablan de supuestos diálogos con terceros que ni siquiera fueron comprobados. La verdad es que la vida de Lula y sus familiares fue  --ilegalmente--  invadida por la Operación Lava Jato. Todos los secretos  --bancario, fiscal y contable--  fueron levantados y nada ilícito fue hallado, evidenciando que Lula es inocente. Su inocencia también fue confirmada por más de cien testigos.

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Doña Carmen. La reunión de alto nivel se realizó el 8 de mayo y trascendió. Por un lado estaba la presidenta del Supremo Tribunal Federal, la Corte Suprema brasileña, Cármen Lúcia. Por otro lado sus 13 interlocutores empresarios: Carlos Schroeder (director general de Red Globo), Candido Bracher (Itaú Unibanco), Flavio Rocha (Riachuelo), Chieko Aoki (Blue Tree Hotels), Luiz Helana Trajano (Magazine Luiza), Paulo Kakinoff (Gol Lineas Aéreas), Pedro Wongtschowski (grupo Ultra y red Ipiranga), Rubens Menin (constructora MRV) Wilson Ferreira (Electrobras), Waler Schalka (Suzano Papel), Betania Tanure (BTA, consultora), , Décio da Silva (motores Weg) y Jefferson de Paula (ArcelorMittal Aceros). Fue el segundo encuentro del grupo. Discutieron cuatro horas. Cármen Lúcia Antunes Rocha es una abogada de 63 años. Nominada por Lula en 2006 para integrar el Supremo, no dudó en afirmar hace una semana que primero la esperanza venció al miedo (alusión a una consigna de Lula) pero que luego “el cinismo venció a la esperanza y el escarnio venció al cinismo”. La frase le ganó una carta del obispo de Goias, Orvandil Moreira Barbosa, uno de los pocos dignatarios progresistas que quedan en la Iglesia católica brasileña. “La esperanza sí venció al miedo y siempre vencerá las villanías de la clase dominante, principalmente la rapiña de los poderes internacionales que actúan por medio de instrumentos nacionales”, dijo dom Orvandil.

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Las dos coaliciones de poder. El politólogo Antonio Lassance explica en la web Carta Maior, editada por Joaquim Palhares, que para aprobar el llamado a elecciones directas que piden Lula, Dilma, el PT, los movimientos sociales y pequeños partidos de izquierda es necesario convalidar una propuesta de enmienda a la Constitución, PEC en la jerga brasileña. En el Congreso, si es que existiese voluntad, la PEC tardaría de cuatro a seis meses. Hay un antecedente. La PEC sobre la limitación de los gastos sociales por 20 años, que tenía el impulso de Temer y el consenso parlamentario, tardó seis meses. Después el Tribunal Superior Electoral precisaría 70 días para organizar las elecciones. El proceso llegaría hasta el 2018, justo el año que ya tiene programados comicios presidenciales para octubre. Por cierto, las últimas encuestas dan a Lula ganador en primera y segunda vuelta contra cualquiera de los posibles candidatos. En cuanto a una elección indirecta resuelta por el Congreso, estarían en problemas para asumir la jefatura del Planalto tanto el presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia, como el presidente del Senado, Eunicio Oliveira. “Los dos están involucrados en denuncias”, informa Lassance, que no descarta a Cármen Lúcia. El editorialista distingue entre dos coaliciones. Una es la de Temer, con base política en el PMDB, el PSDB y el DEM y base jurídica en los cortesanos Alexandre de Moraes y Gilmar Mendes, que no preside el Supremo pero tiene un extraordinario poder. La coalición quieren frenar el Lava Jato y acelerar las reformas contra los trabajadores. Otra coalición es la del Lava Jato, con centro en el Ministerio Público, la Policía Federal y parte del Poder Judicial. El proyecto económico es el mismo que el de Temer. “El mercado, comandado por los bancos y otras grandes corporaciones, es socio de la mayoría de los políticos”, escribe. “Y los viejos grandes medios, hegemonizados por Globo, siguen la lógica del mercado, que además integran.” La interpretación de Lassance es que las revelaciones de Globo sobre actos de corrupción de Temer buscaban fortalecer al procurador general Rodrigo Janot justo cuando su mandato está por vencer a fines de junio. Temer había insinuado que no apoyaría a Janot un día antes de las revelaciones. Janot es el que administra las filtraciones y juega con Globo, que además de influir políticamente se enriquece con ellas. Globo es aliada de Unibanco, Santander, la Federación de Industriales de San Pablo (que entregó una condecoración a Macri) y las ensambladoras de autos.

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El blanco es Lula. El gran objetivo de los bloques de poder es inhabilitar a Lula para que no pueda ser candidato. El juez Sergio Moro busca condenarlo por la supuesta propiedad de un triplex en Guarujá, de lo cual no hay pruebas sino delaciones orales. La inhabilitación en Brasil precisa de una confirmación en segunda instancia. Si hubiera procesamiento en primera y en segunda instancia, el dilema procesal pendiente sería si Lula va a una cárcel o a prisión domiciliaria por su edad. Los conservadores temen su influencia y hacen cálculos para no convertirlo en víctima y aumentar su popularidad, cálculos que hasta ahora se revelan abstractos. Lassance alerta que lo que llama “Coalición del Lava Jato”, la judicial y policial, ya decidió que condenará al ex presidente. El politólogo dice que las movilizaciones son importantes pero no alcanzan porque hoy carecen de comando centralizado y programa. Una parte del programa posible sería la lucha por el control social sobre la política. Otra parte, despojar a las corporaciones de sus privilegios y blindar al Estado respecto de la promiscuidad con el sector privado. “De lo contrario, el país continuará a merced de sus depredadores, sean políticos, empresarios, burócratas o grandes medios”. Esos son, según Lassance, los cuatro jinetes del Apocalipsis.

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Impertinencia. Lula está siendo jaqueado incluso físicamente. Uno de los objetivos es destruir el Instituto Lula, que dirige el ex presidente y funciona en el barrio de Ipiranga de San Pablo, cerca de donde fue declarada la independencia en 1822. Diez días atrás un juez de Brasilia, Ricardo Leite, ordenó el cierre del Instituto. La medida fue revocada por el juez de segunda instancia Néviton Guedes. Dijo que había sido una decisión “impertinente, frágil e ilegítima”. Guedes aprovechó para alertar contra el uso de las delaciones premiadas (la entrega de datos a cambio de reducción de la condena) como si fueran pruebas. Hasta en la Justicia hay diferencias de criterio.

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Metáfora y realidad. El economista Andrés Ferrari, un argentino que enseña desde hace muchos años en universidades de Brasil, recopila perlitas del testimonio que brindó Lula ante el juez Moro. Cita al periodista Moisés Mendes, que las juntó después de mirar la audiencia entera. “Yo sé que soy el reo aquí, pero antes de responder a sus preguntas me gustaría hacer algunos comentarios”, arrancó Lula. Y dijo: “A usted le gusta jugar para la hinchada. El año pasado decidió que yo fuera llevado a la fuerza para declarar. Fue coercitivo”. Moro: “La ley lo permite”. Lula: “En su caso, la ley permite todo. Yo no me había negado a declarar, no estaba huyendo, no amenacé a nadie, pero igual me llevaron a la fuerza al aeropuerto de Congonhas”. Moro: “Fue una decisión de la Policía Federal, por cuestiones de seguridad”. Lula: “Después usted divulgó la pinchadura de una conversación mía con la presidenta Dilma”. Moro: “Me pareció relevante para el conocimiento público”. Lula: “Conozco su tesis, a pesar de que el ministro Teori (Zavascki, del Superior Tribunal de Justicia, ya fallecido) decidió que era un delito. Eran delitos interceptar y filtrar”. Respuesta del juez: “Yo admití que era un error y pedí disculpas al Supremo”. Réplica de Lula: “Lo que a usted le interesaba era mandarle la grabación a Globo. Para el proceso judicial no servía pero sí para el marketing del Lava Jato y del (noticiero) Jornal Nacional. Usted nunca fue penado por eso”. El juez: “Nunca fui castigado por nada”. Lula: “Ya lo sé. Usted es el que castiga. Hasta intentó censurar al cientista Rogério Cerqueira Leite, sugiriendo a Folha que no publicase sus artículos porque lo criticaban”. Moro: “Estimulaba la violencia al escribir que yo podría arder en la hoguera de la propia derecha”. Lula: “Eso se llama metáfora. Lo aprendí en la escuela de (mi pueblo natal) en Garanhuns. Es una hoguera simbólica. Lo que es real es que usted se sacó fotos con Aécio Neves, la persona más delatada y más impune del Lava Jato”.

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Hay disculpas y disculpas. En otra parte del diálogo inicial con Moro, Lula le dice al juez: “Quiero que usted se grabe lo siguiente. Yo sé, todos sabemos, Brasil entero sabe que a usted le gusta buscar apoyo para lo que hace, lo cual es justo. Pero también sabemos que muchas de sus actitudes son políticas, marcadamente políticas, y tienen poco que ver con los ritos del Poder Judicial”. Moro: “Es mi modo de actuar”. Lula: “Ya lo sé. Usted se consiguió el apoyo de los golpistas y politizó el Lava Jato. (...) Siempre se disculpa por lo que no es esencial pero no cambia nada de lo que importa. Por eso mantiene a la gente en prisión preventiva más de un año. Pero yo sé bien cómo politizar un escenario como el que estamos viviendo”. Moro pregunta si es una amenaza. Responde Lula: “No. Es apenas un comentario. Me pone en la situación de tener que probar que no cometí ningún delito, cuando se sabe que la acusación es la que debe probar que soy un delincuente. Todos los juristas dicen que usted no es un juez sino un acusador”. Moro: “Es una acusación liviana”. Lula: “Todo el mundo sabe, incluso su hinchada, que el juego del Lava Jato no está siendo jugado solo con las reglas de la Justicia. Yo mismo, por alguna experiencia que Dios me dio en el sindicalismo, también lo percibo. Le digo, para terminar, que si quiere politizar todavía más esta historia yo acepto ese juego”.   

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¿Empresarios y jueces, sin políticos? El análisis sobre las contradicciones en el bloque de poder de dominante es uno de los grandes temas de Brasil. En una entrevista publicada en el semanario “Carta Capital” el cientista político Vitor Marchetti dijo que “la alianza de las empresas con el poder político fue incapaz de frenar la sangría del Lava Jato” e interpretó que por eso se rompió la alianza. Según Marchetti los grandes empresarios buscan nuevos aliados, por ejemplo en la cúpula del Poder Judicial, en el el Ministerio Público Fiscal y en la Policía Federal. Opina Marchetti que el escándalo del Lava Jato tomó una proporción tan grande que se fragmentó y salió de control, con rencillas entre policías y fiscales. Cuando apareció el peligro de una investigación en el Banco Nacional de Desarrollo (el poderoso BNDES) que podría terminar en multas por miles de millones de dólares a las compañías, se pusieron en guardia grandes empresarios como Joesley Batista, el que grabó nada menos que al presidente Michel Temer. El grupo de empresarios y jueces quiere imponer la reforma del sistema jubilatorio público para debilitarlo y del régimen laboral para flexibilizarlo, y al mismo tiempo frenar la sangría. Por eso buscaría excluir al sistema político brasileño. Por supuesto que el objetivo choca con la necesidad de buscar un modo de legitimar las reformas conservadoras. Contradicciones.

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Candidaturas. Lula habló ayer en el comité municipal del Partido de los Trabajadores de Sao Bernardo do Campo, en las afueras de San Pablo, donde está afiliado. Reclamó elecciones directas y dijo que con el golpe contra Dilma “aumentó la corrupción, aumentó el desempleo, aumentó la desilusión y cayó el salario”. Con cuidado de no candidatearse abiertamente, porque la ley lo prohibe con tanta antelación, volvió a darlo a entender cuando cuestionó al oligopolio Globo. “Buena parte del clima de odio tiene que ver con lo que hace Globo. Tanta acusación aumenta mi voluntad de ser presidente y candidatearme nuevamente. Mi candidatura todavía dependerá de muchas cosas. Ojalá Dios quiera que Globo también defina quién será su candidato.”

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Editorial. La penetración de Globo está en la televisión abierta. Pero la doctrina figura en los editoriales de su diario, O Globo. Después de publicar las revelaciones que involucraron a Temer por la delación de Batista, el diario tituló un editorial así: “La renuncia del presidente”. Se quejó de que Temer no expulsó de su casa ni denunció a Batista, el mismo que lo grabó y después entregó la grabación. Dice el texto que los ciudadanos de bien esperan la renuncia de Temer. Y añade: “Si no lo hace, arrastrará a Brasil a una crisis política todavía más profunda que, nadie se engañe, llegará al mismo resultado, sea por juicio político o por decisión del Supremo Tribunal Federal”. Para que no queden dudas de que la crítica de Globo es táctica y no estratégica reza el editorial: “Este diario apoyó desde el primer momento el proyecto reformista del presidente Michel Temer. (...) Las reformas son esenciales para conducir el país hacia la estabilidad política, la paz social y el normal funcionamiento de las instituciones”. UBS, el gigante financiero suizo, reportó a sus clientes que trabaja con el escenario probable de que Temer será forzado a dejar la presidencia pero que el sustituto tendrá “un perfil reformista”. Así, “las reformas sufrirían un atraso pero no serían cajoneadas”. Más que un pronóstico parece un plan.