Chile: el agua, la minería y la energía
Joan Martínez Alier
La Jornada
La Jornada
Dos grandes proyectos energéticos han
sido desechados en Chile en 2012: Hidro Aysén, en el sur, y la termoeléctrica
Castilla, en Copiapó. El proyecto Hidro Aysén fue suspendido en mayo de 2012;
era una joint venture de 10 mil millones de dólares entre
Colbún y Endesa para construir cinco represas en los ríos Baker y Pascua, en la Patagonia , lugares
bellísimos. Mientras, la
Corte Suprema en agosto 2012 determinó que hacía falta
evaluar de nuevo el proyecto termoeléctrico Castilla en Copiapó, propiedad del
empresario brasilero Eike Batista y la alemana E.On, y también el puerto
adjunto. Hubo en ambos casos oposición popular contra los proyectos.
En conjunto, entre Castilla e Hidro Aysén producirían casi 5 mil
megavatios (MW). También está en duda la central de carbón de Punta Alcalde, de
Endesa, de 740 MW y mil 400 millones de dólares.
¿Para qué tanta electricidad? Chile dispone ya de una potencia
instalada de 16 mil MW, para 16 millones de pobladores. Es decir, un kilovatio
de potencia por persona. ¿Más electricidad aumenta la felicidad? ¿Por qué esos
planes del presidente Sebastián Piñera de tener nada menos que otros 8 mil MW?
La respuesta es obvia: para dar electricidad a la minería de exportación. Esta
tropieza con falta de agua y con falta de electricidad, o de ambas a la vez
cuando pretende desalinizar agua del mar.
Las grandes firmas mineras son Codelco, empresa nacionalizada,
pero también la Barrick ,
la Teck , que
empujan y empujan. Eso llevó en los gobiernos anteriores a aprobar pestilentes
termoeléctricas de coque de petróleo en Huasco, Las Ventanas, Tocopilla. Ahora
las mineras siguen empujando para traer energía del sur por
autopistas eléctricasy para construir más centrales de carbón.
A 120
kilómetros de Punta Arenas, en las islas Guafo y Riesco,
donde hay una gran riqueza pesquera, donde las ballenas se pasean, quieren
sacar el carbón. En Riesco avanzan los proyectos. Uno de sus propietarios, Dag
von Appen, defiende tanto las hidroeléctricas como la minería de carbón,
diciendo que Chile es pobre, no puede ser tan ambientalmente exigente como
Estados Unidos o Alemania. Su socio en Riesco es la compañía Copec, de la que
el presidente Piñera es uno de sus accionistas principales. Ese carbón se
embarcaría para centrales termoeléctricas al norte para suministro de la
minería.
Hay en Chile, como en Sudáfrica, un complejo minero-energético. En
Sudáfrica se construye una enorme central de carbón, Medupi, con créditos del
Banco Mundial (¡Viva el dióxido de carbono, viva!), para dar electricidad para
las mineras. El exceso de energía eléctrica que se quiere producir en Chile no
es para consumo de la población, sino para las mineras y eventualmente en
beneficio de los importadores de cobre u oro, que no pagan los costos
ambientales.
En Chile hay grandes batallas por el agua entre agricultores y
compañías mineras, y también entre la agricultura comercial y la campesina,
como en la región de Valparaíso, donde las empresas de producción de palta
(aguacate) acaparan los derechos de agua, lo que motivó el surgimiento del
Movimiento de Defensa del Agua, la Tierra y el Medio Ambiente (Modatima).
En la minería, la compañía canadiense Teck, muy presente en Chile,
contamina terriblemente en Andacollo y se apresta a atacar también las lagunas
del valle de Elqui, bello refugio de resonancias místicas donde nació Gabriela
Mistral. Traerá, si puede, agua de Argentina, agitando conflictos
trasnacionales.
La ministra de Medio Ambiente es la ingeniera María Ignacia
Benítez, ex consultora de GAC, empresa que asesora a compañías mineras. En
noviembre de 2012, el presidente Piñera decía a los empresarios mineros que
hacía falta avanzar más rápidamente en las inversiones eléctricas.
Vamos a tener que duplicar nuestra capacidad de producción de energía en los próximos 10 años. Ha caído muy mal en los círculos mineros la paralización de los grandes proyectos de generación eléctrica, pero Piñera los anima, asegurando que no faltará electricidad ni tampoco agua barata:
la inversión en materia de embalses nos va a permitir duplicar la capacidad de almacenamiento en nuestro país, en un periodo de 14 años.
Lo mismo en Chile que en Perú o en Sudáfrica, más electricidad y
más agua para las mineras, para exportar más y más, a costa de la destrucción
ambiental. ¿Hasta cuándo? ¿Hace falta todo esto para el buen vivir, para el sumak
kawsay? ¿Qué piensan los estudiantes chilenos de esa ruta de la
economía extractivista? ¿Qué piensa la ex presidenta Bachelet, que tal vez será
candidata otra vez? ¿Será ella una más de esos presidentes latinoamericanos de
izquierda que no ceden a los de derecha en fervor antiecologista?