¿Quién anunciará 'la suegra de todas las bombas'?

Donald Trump, presidente de EEUU (archivo)Vicky Peláez

Trump ha resucitado la carrera armamentista, que estaba dormida desde la era de la 'Guerra de las Galaxias', inventada por Reagan para asustar a los soviéticos

Los 60 misiles Tomahawk lanzados sobre Siria y la 'madre de todas las bombas' que cayó en Afganistán han provocado el anuncio de Rusia sobre el devastador poder destructivo del 'padre de todas las bombas'. Ahora lo único que faltaría es que algún país declare la existencia de una 'suegra de todas las bombas'.

De pronto, el Gobierno del Reino Unido, un satélite incondicional de Estados Unidos, se envalentonó y su secretario de Defensa, Michael Fallon, declaró que "en las circunstancias más extraordinarias hemos dejado claro que no se puede descartar el uso de armas nucleares como un ataque preventivo".

La primera ministra británica, Theresa May, aclaró que son amenazas a Rusia y a Corea del Norte. Se sabe que actualmente Londres posee 225 ojivas termonucleares que son incorporadas a los misiles intercontinentales Trident de fabricación norteamericana de 11.300 km de alcance, para ser lanzados desde un submarino.

El Comité Estatal de Defensa de Rusia ya advirtió a Londres por medio de su vicepresidente, Frants Klintsévich, que "nadie va a ser vencedor en una guerra nuclear, todos van a ser perdedores, porque los que se atreven a lanzar misiles nucleares recibirán también una respuesta nuclear y el Reino Unido en este caso dejaría de existir como un ente físico y político".

Otro satélite incondicional norteamericano, Japón, que alberga y sostiene 50.000 soldados norteamericanos en su suelo y tres bases secretas de la Agencia Nacional de Seguridad de EEUU (NSA), declaró también en referencia a Corea del Norte que está listo para desplegar sus Fuerzas de Auto Defensa.

Israel, a su vez, inspirado por la bravuconería beligerante de Donald Trump, ha empezado a intensificar los bombardeos a Siria. Incluso, el ministro israelí de Defensa, Avigdor Lieberman, se atrevió a hablar de la necesidad de asesinar al presidente de Irán, Hasán Rohaní, por su participación en la defensa del Gobierno de Bashar Asad. 

De otro lado, los medios de comunicación globalizados están empeñados en tratar de encender las llamas de una guerra nuclear para atemorizar a los pueblos y lograr el control psicológico sobre ellos. Como dijo recientementeel ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, "actualmente ya no hay reglas que valgan" en el mundo en que vivimos. 

El caos en el que se está sumergiendo el mundo está anidado desde hace unos 15 años en Estados Unidos, cuando Washington anunció la doctrina de la 'guerra permanente', lo que en otras palabras significa una 'guerra para siempre', basándose en la tesis popular en Norteamérica después de la tragedia del 9/11, que rezaba que la guerra hace bien a la economía estadounidense.

El economista Mike Norman confirmó esta creencia en 2015, en un artículo publicado por Real Money y titulado 'Like it or not, Spending on War is good for Economy' (Les gusta o no, gastar en guerra hace bien a la economía).

Todo indica que Donald Trump ha sido seducido por la misma idea entregando gran parte del poder de decisión a generales como John Kelly, secretario de Seguridad Nacional de EEUU, Herbert R. McMaster, asesor de Seguridad Nacional, James Mattis, secretario del Departamento de Defensa, sin tomar en cuenta que todos estos generales no han sido ganadores de ninguna guerra en la que participaron.

Todos siguen la misma tradicional rutina norteamericana de acción bélica resumida por Trump como "golpear y crear un infierno para el enemigo. ¡Boom! ¡Boom! ¡Boom!". Para hacer todo esto, EEUU tiene, según el actual presidente, "submarinos muy poderosos, mucho más que los aviones de guerra. Tenemos las mejores Fuerzas Armadas del mundo".

La misma idea es compartida por su círculo de asesores billonarios de Wall Street, llamado el 'Grupo Wall Street', integrado por el expresidente de Goldman Sachs y principal asesor económico de Trump, Gary Cohn, Steven Mnuchin, secretario de Tesoro, Wilbur Ross, secretario del Departamento de Comercio y el recién promovido a este círculo, el yerno del presidente, Jared Kushner.

Los amigos asesores multimillonarios del presidente también multimillonario hicieron desplazar a un segundo plano al 'Grupo Nacionalista', conformado por Steve Bannon y Kellyanne Conway, los autores reales de la elección de Donald Trump, quienes apelaron y movilizaron a los votantes blancos sin títulos universitarios y marginados por el sistema neoliberal.

Pero para el neoliberalismo, que es la criatura mimada de los representantes de la clase dominante financiera y corporativa, que necesitan globalización para su enriquecimiento sin límites, el nacionalismo representa un obstáculo, pues limita su expansión desenfrenada. La historia está llena de ejemplos en que la élite se ha vestido de populismo y nacionalismo para poder llegar al poder.

Ya en los años 1780, el historiador Jeremy Belknap interpretó de la siguiente manera la idea del sistema de Gobierno creado por los 'Padres Fundadores': "Que se mantenga como un principio que el Gobierno proviene del pueblo, pero hay que enseñarle a la gente…que ellos no son capaces de gobernarse por sí mismos".

Para facilitar esta tarea y confundir aún más al pueblo norteamericano, se había creado un sistema político compuesto por dos partidos: el Demócrata y el Republicano, llamados por el escritor estadounidense Upton Sinclare en 1904 como "dos alas del mismo ave de rapiña".

Donald Trump es parte de esta ave de rapiña y está actuando de acuerdo a los intereses de la clase dominante, que constituye lo que a los estudiosos norteamericanos les gusta llamar 'Deep State' (Estado Profundo o Estado Invisible). El problema con el actual Gobierno de Trump es que está en un caos sin definir su política tanto nacional como internacional.

Esto se refleja en sus declaraciones contradictorias y caóticas, en sus tuits sin sentido lógico y en sus extrañas acciones. Lo único claro es que EEUU es actualmente un país militarizado y la guerra ha sido institucionalizada. Pero no existe un plan concreto, por ejemplo, con qué hacer con Corea del Norte, después que su Gobierno le mandó un claro mensaje: "Mejor no se metan con nosotros, Estados Unidos y sus aliados".

Sus bravatas de mandar su flota a la región, amenazar con lanzar bombas contra Corea del Norte no funcionan y lo único que le queda a Trump es tratar de convencer a China para que le ayude a 'calmar' a los norcoreanos. En Siria no le quedó otra alternativa al Gobierno norteamericano que pedirle a los rusos reactivar el memorándum de vuelos de los aviones militares.

En su país lo mismo, Donald Trump ha tenido que deshacerse de muchas de sus propuestas, como por ejemplo un ajuste de impuestos en la frontera para los productos importados debido a la negación del Congreso de aceptarla. En la discusión del próximo presupuesto federal en el Congreso, donde los republicanos tienen la mayoría en ambas cámaras, tanto los demócratas como muchos republicanos se han opuesto a aprobar dinero para la construcción del muro.

No le quedó otra alternativa al presidente que posponer la decisión sobre el muro hasta el próximo septiembre. Tampoco Donald Trump y su entorno han encontrado precedentes para una guerra como lo ha declarado el mandatario a la prensa, según el director de The Washington Post, Martin Baron.

Lo único que ha logrado, además de las mentiras, contradicciones y vacilaciones, es firmar 30 órdenes ejecutivas y 28 Leyes en sus 100 días en el poder. Para su secretario de Prensa, Sean Spicer, el presidente es una persona genial y "es increíble lo que Trump es capaz de hacer".

Ver para creer, pero mientras tanto, Donald Trump se está quitando apresuradamente sus falsas ropas de retórica populistas para ocupar el lugar designado para él por el 'Estado Invisible' y actuar de acuerdo a las necesidades del 'establishment'.