El 19A Venezolano (o la otra verdad de la milanesa)

Mariano Fraschini
(Artepolítica)
Publicado el 20 de abril de 2017

Si alguien durante la mañana de ayer se pegó una vuelta por los canales de aire y cable de nuestro país, se encontró con seguridad con la previa de “La madre de todas las marchas”, como se denominó a las manifestaciones opositaras convocada para el 19A. Desde antes de iniciarse la salida de marcha, los medios de comunicación nacionales especulaban sobre lo que significaría este hecho en el devenir futuro del gobierno chavista, y las posibilidades concretas que este reprimiera a la segura multitud pacíficamente reunida. Cual “partido de la fecha”, los analistas se comunicaban con Caracas y con algarabía dialogaban con los periodistas que seguían desde la capital venezolana los pormenores de la movilización, y su “casi segura represión”. Se les hacía agua la boca cuando especulaban sobre la cantidad posible de muertos y sobre qué haría el pueblo venezolano en esas circunstancias. ¿Derrocarían a Maduro?

Pasada la tarde amplificaron hasta el hartazgo lo que titularon como “el primer muerto”. Así a secas, como si fuese algo que “obviamente” iba a suceder. Las placas y zócalos advertían sobre la “represión de Maduro”, algunos más osados agregaban el apelativo “dictadura de Maduro”.  Mientras seguían la cobertura, cual partido de futbol local (minuto a minuto), sumaban flashes informativos, “alertas”, “último momento”, e “instantes de tensión en Venezuela”. El segundo muerto pareció gritarse como un gol sobre la hora, y repitiendo permanentemente la misma partitura, fue adjudicado en forma veloz al “Régimen de Maduro”. Mientras desde el oficialismo venezolano advertían sobre que ambos asesinados habían recibido “tiros en sus cabezas” y que “no participaban de movilización alguna”, las cadenas mediáticas locales no se apartaban de su libreto. Pasarán los días, y con seguridad sabremos la verdad de estos lamentables sucesos. Hasta que eso pase serán los “muertos de Maduro”.  Por la noche nada cambió: desde “el narco estado venezolano”, hasta (de nuevo) “la dictadura de Maduro asesinó a dos manifestantes”, hasta “un país partido en dos” como el título más neutral de la jornada, los medios nacionales siguieron la cobertura cual guión cinematográfico.

La ausencia de una mirada alternativa a la brindada por los canales antichavistas argentinos, signó la jornada de ayer en Venezuela. Quienes queríamos informarnos sobre lo que sucedía en el país, debimos primero ir hacia CNN (sí, CNN, lo más ecuánime que se encontraba a mano en el mercado televisivo) o conectarse por internet a Telesur, ya que la señal de “nuestro norte es el sur” voló de la grilla de los cable operadores locales. Pluralismo informativo, como se dice.

Lamentablemente desde la intelectualidad politológica se sumaron al coro, y con frases dignas de lo mejor de la Revista Barcelona adjudican al voto popular los males del país (en línea con la oferta macrista de tirar abajo las elecciones de medio término) al expresar que “Quizá lo más triste es que la lenta agonía de la democracia venezolana se incubó con ayuda del voto popular”. En fin.

Desde allí que este post no seguirá la línea de otros post que escribí con anterioridad. Es decir, no brindará un análisis alternativo de los sucesos acaecidos ayer en la capital de Venezuela. Sino que sólo me dedicaré a comentar  (y a citar en forma copiosa) dos notas que me parecieron sumamente interesante, y que explican el 19A desde una  visión ideológica antagónica a la versión oficial instalada por los medios argentinos. Es decir, el objetivo de este post, es que usted lector o lectora, se siente en su sillón, y mire (en este caso lea), como ayer miró la mayoría de televidentes de este país, la otra verdad de lo que ocurre en Venezuela. Si les gusta, el “otro relato” de los hechos del día de ayer.

La primera nota que citaré es la de Marco Teruggi, quien desde Caracas, nos habla de “Una batalla en Venezuela: ¿Quién ganó?”

De entrada Teruggi revela en una necesaria introducción que para “entender el escenario en el cual se desarrolla la confrontación en Venezuela y realizar balances sobre las sucesivas jornadas de calle” debemos ubicarnos en el contexto en el que ella se encuentra. Y dice que “Si se cuenta desde el inicio de este nuevo ciclo -que comenzó el 30 de marzo- la movilización del 19 fue la séptima que encabezó la derecha. Si se mira hacia atrás es el segundo intento insurreccional desde el mes de octubre pasado, y si se analiza desde el inicio de la presidencia de Nicolás Maduro, se trata del cuarto. Un promedio de uno por año”. Toda una muestra que los preparativos de la movilización se encontraban dentro de una estrategia general que antecedía al 19A. E insiste “Estas fechas son cuando pueden quebrarse correlaciones de fuerza, darse vuelcos catastróficos. Son los momentos en los cuales el Golpe de Estado en permanente desarrollo se torna visible. Esta vez brillaba de tan nítido: Julio Borges, presidente de la Asamblea Nacional, había realizado un llamado a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), el Departamento de Estado de los Estados Unidos había emitido un comunicado contra el Gobierno de Venezuela y 11 países del continente habían firmado una declaración conjunta contra del Gobierno. ¿Qué más hacía falta?”

En ese marco, se tejían diversas hipótesis acerca de lo que podía suceder. La más fuerte, advierte Teruggi “era que grupos de la derecha -entrenados, armados y financiados- se introdujeran en el oeste de la ciudad -zona por excelencia del chavismo- para iniciar confrontaciones y desatar enfrentamientos entre civiles. Eso hubiera significado la apertura de una escalada de final incierto y peligroso, un escenario favorable a la derecha empecinada en caotizar el país hasta el borde de la ingobernabilidad para pedir a gritos la intervención extranjera”. Sin embargo, los peores augurios no se materializaron en la realidad, y hoy Venezuela amaneció sin una tragedia de proporciones.

¿Pero quién se encuentra detrás de todo esto? ¿Cuál es la lógica en la que se inscribe? Responde el autor “Todo: la economía, la comunicación, la geopolítica, las fronteras, la violencia, la calle, las relaciones entre la gente. Se trata de una combinación de golpes de asfixia con golpes insurreccionales. Los primeros operan sobre el día a día, generan lentamente las condiciones. Los segundos aparecen cuando los autores del plan creen que existe un cuadro maduro para recoger el agotamiento/odio/rencor acumulado, y la fragilidad permite un quiebre. Así sucede, en alternancia. Por eso estas fechas son las de la salida a la superficie de la guerra. El resto de los días, semanas y meses, trabaja en las sombras”

Por último, Teruggi, responde el interrogante planteado en su nota: ¿Quién ganó? “Quien logre conducir el escenario al desenlace deseado. En el caso del chavismo a la paz, en el caso de la derecha al caos. Visto así se trata de una victoria chavista. En particular porque en el caso de este 19 el despliegue de fuerzas chavistas fue multitudinario. Si la derecha se planteaba disputar Caracas, la realidad indicó que necesita más. Su base social actual es grande pero insuficiente para un objetivo de esa magnitud. Sin un crecimiento hacia las barriadas, le será muy difícil ocupar la capital como habían planteado hacerlo”.

El otro artículo que me interesa comentar para cerrar este post, es del siempre interesante “Misión Verdad” y se titula “Balance del 19 de abril: 12 puntos clave

Al igual que el texto anterior el inicio de la nota apunta a que “sin lugar a dudas el antichavismo espera la construcción de una fuerte conmoción política en Venezuela que permitiría avalar acciones de diversa índole desde frentes externos contra la Revolución Bolivariana. Esto implica propiciar desde las próximas horas un pico alto en el nivel de estridencia política, la propagación de la neurosis colectiva y llegar a nuevos niveles de escalada del conflicto en su variable violenta y pre-bélica a cargo de antichavistas movilizados en guarimbas”.

En línea con Teruggi, la nota de Misión Verdad consigna que desde mucha antes del día D la oposición venezolana pergeñó su estrategia “en la mañana del martes 18 de abril, el diputado y dirigente de Primero Justicia Julio Borges se dirigió a las FANB animándolas a desconocer al Presidente de la República y a la cadena de mando. “Ustedes deben ser parte de la solución de las dificultades que atraviesa el país. Detrás de esos escudos hay hombres que no están de acuerdo con lo que está sucediendo y quieren un cambio”, señaló en un acto claro de sedición. En horas de la tarde del 18 de abril, el Departamento de Estado publicó un documento advirtiendo una “represión criminal” y “violaciones de derechos humanos” a cargo del Estado venezolano con miras al 19 de abril”

Luego de describir las acciones del día anterior, Misión Verdad relata los eventos del 19A en orden cronológico: Posicionamiento político y simbólico de las Fuerzas Armadas a favor del gobierno; las movilizaciones opositoras con sede en el Este de Caracas, y las oficialistas “tomando el oeste por completo”; la desmentida de la familia del primer muerto Víctor Amaya que éste haya participado en la marcha opositora; la segunda muerte de Andreina  Ramírez Gómez, asesinada también de  un disparo en la cabeza, durante las guarimbas en Táchira, producto de una “bala perdida” según los vecinos del lugar; el carácter definido por los medios de estos dos asesinatos  como muertes producto de la represión cual “maniobra de intoxicación mediática dirigida a endosar las responsabilidades a las fuerzas de seguridad del Estado y a organizaciones chavistas (“los colectivos”), que más allá de su carácter específico, sigue solidificando el terreno mediático y psicológico sobre la supuesta represión y la violación de derechos humanos por parte de “grupos armados”; consignando que “en horas de la tarde, marchistas de la derecha que iban por la autopista Francisco Fajardo rumbo al municipio Libertador, hacia el centro de Caracas, fueron repelidos por fuerzas de seguridad evitando un choque de estos con la concentración chavista”: y por último, dando cuenta de que “el chavismo preservó su capital simbólico de proteger la calle y sus espacios en paz. El factor de fuerza en la movilización fue clave, al desplazar militancia en el oeste y centro de Caracas con contundencia. Ese acto de fuerza cívica altamente cohesionada disuadió a sectores específicos del antichavismo que pretendían entrar al centro de Caracas en actitud triunfal y violenta…. Lo que se anunciaba desde el antichavismo como un desenlace fatal y sangriento, donde se produciría el derrocamiento de Maduro, cede el paso a una nueva expectativa frustrada para los seguidores de la MUD y extras en la agenda Almagro. Ni siquiera hubo un tambaleo del poder político nacional, por el contrario, este resultó favorecido”.

En fin, hasta aquí lo central de ambas notas. Otra mirada. Si quieren, la mirada chavista. Necesaria para desintoxicar el informativo monolítico de los medios locales. Y desde esta mirada, tener un panorama más completo de lo que está pasando en Venezuela. No hay una sola verdad.  Esta es la alternativa. Usted luego podrá decir, me inclino por esta, o por esta otra. Pero lo que sucedió ayer con la crónica de los medios argentino (con la excepción de Víctor Hugo Morales en C5N) fue la misma.

Las investigaciones policiales darán cuenta de Quién, Cómo y en Qué circunstancia se produjeron esos asesinatos. Nadie puede descartar nada. Y nada es lo que parece en la Venezuela del siglo XXI. Ahí tenemos a ese gran documental “Puente Llaguno”. Claves de una masacre” que tal vez nos permita comprender lo sucedido (y los días por suceder) por estas horas. Mirarlo no estará de más en este contexto ¿informativo? que hoy nos brindan los medios locales.

Una apostilla final, bien politológica, desprendida de una conversación muy reciente con mi amigo Escriba: La situación del gobierno de Maduro se deterioró en las últimas semanas. En los últimos meses tal vez. Contar con movilizaciones multitudinarias en su favor, como ocurrió ayer lo posiciona mejor que cuando recurre al orden del que puede proveer el Estado a través de las fuerzas de seguridad. Garantizar el derecho a la protesta social es un valor democrático y es responsabilidad del Estado. Lo mismo ocurre con los derechos humanos, muchas veces puestos en cuestión en nuestra región -sin ir más lejos, en la “ejemplar” democracia colombiana reciente, se han denunciado ejecuciones sumarias y desapariciones por parte del Estado y de paramilitares-. También el respeto a las instituciones democráticas  y el mandato de un presidente constitucional lo es (a no olvidarse) debe ser un valor a preservar. Sabemos que en nuestra región el presidencialismo ve la generación de “empates” y conflictos entre poderes con legitimidad separada y mandatos fijos. El Parlamento no siempre puede destituir al Presidente y el primer mandatario no puede disolver el Parlamento. Juan Linz teorizó provocadora y magistralmente sobre estos temas. También sabemos que los presidentes sudamericanos suelen ser desafiados en su estabilidad. Y que cuentan (o no) con los recursos de poder necesarios para aguantar a pie firme los embates del Parlamento y de las calles que se reitera una y otra vez en nuestra Sudamérica. Todos estos temas y las preguntas y polémicas que de allí se derivan nos parecen mucho más pertinentes e interesantes que el afán que pone muchas veces cierta Ciencia Política para calificar de dictadura a los gobiernos que no le caen en gracia y para bendecir allí movimientos “destituyentes” y condenar aquí reclamos sociales organizados.

Ya habrá tiempo de retomar estos debates y todos los que se den sobre la situación política de nuestra región.