Macanas y macaneadores.

Por Fermín Chávez

Borges a los 21 años
En estos benditos días de novelas y mentiras reiteradas, con motivo del estreno de un película que tiene a Borges como protagonista, “El amor y el espanto”, se continúa macaneando sobre un capítulo de la existencia del hijo de doña Leonor. Una mentira que de tanto ser repetida se volvió “verdad consagrada”.

Borges nunca fue nombrado “Inspector de Aves y Huevos” en una dependencia municipal, o “Inspector de pesca y avicultura” como el propio escritor dijo en un suplemento literario del New York Times en 1980. Allí dijo además, que había sído destituido del cargo de “Director de la Biblioteca Nacional” antes de nombrarlo “inspector de pesca”

La historia -que no es novela- es la siguiente. A principios de 1946 el hijo de doña Leonor era empleado de la dirección de Bibliotecas Municipales y trabajaba en la Miguel Cané de Boedo. Y firmó con otros colegas un manifiesto contra Juan Perón. Por tal actitud le correspondía un sumario administrativo por subversión. Pero el autor de “Nuestro mayor varón” tenía amígos y admiradores entre los funcionarios del área cultural de la comuna.

Allí estaban Miguel Angel Etcheverrigaray (Director G.”al. de Secretaria). Francisco Luis Bernárdez (Director de Bibliotecas) y Horacio Schivo (Secretario de esta última Dirección), y decidieron salvado del sumario que podría terminar en exoneración. ¿ Qué hacer? Lo mas sencillo era trasladarlo para eludir la formación del sumario. Y así fue trasladado, no a la inexistente de Pesca y Avicultura, sino a la Dirección de Apicultura. En tal situación el poeta renunció y su renuncia fue aceptada.

En las declaraciones al New York Times la “víctima” confunde las Bibliotecas Municipales con la Biblioteca Nacional, de la que muchos años después sería Director. Y despejemos otra ficción en 1973 no fue exonerado de su cargo, sino que el Subsecretario de Cultura, Arturo López Peña, por indicación del Presidente Cámpora, le ratificó la confianza, pero dijo estar un poco cansado y que quería jubilarse. Y así ocurrió poco después, cuando presentó su renuncia para acogerse a los beneficios jubilatorios.
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Todo lo demás, que hoy repiten cielitos periodísticos, es un soberano macaneo.