Emiliano Zapata Salazar

Por Doralicia Carmona
para Memoria política México

1879-1919


Nace el 8 de agosto de 1879, noveno hijo de Gabriel Zapata y Cleofas Salazar, en San Miguel Anenecuilco, Distrito de Ayala, Morelos, caserío que se asentaba en las tierras estériles lindantes a las fértiles que usufructuaba la hacienda del Hospital, propiedad de Manuel Mendoza Cortina. La familia Zapata sobrevivía de la pequeña ganadería y de algunos cultivos. En los últimos treinta años, Anenecuilco estaba en conflicto por las tierras y aguas con la hacienda, por lo que cuenta la tradición que cuando Zapata a los 8 años de edad vio llorar a su padre ante el despojo de sus tierras por el hacendado, prometió devolvérselas cuando fuera grande.
Zapata cursa la primaria en el poblado, “su infancia se desarrolla a la par que el latifundismo porfirista en Morelos”. Desde joven recibe la influencia intelectual del profesor Pablo Torres Burgos, fundador del Club Liberal Melchor Ocampo, quien lo afilia a esta organización, y del también profesor Otilio Montaño de ideas anarquistas y revolucionarias. Al perder a su padre a los 16 años, hereda un patrimonio suficiente para no tener que trabajar en las haciendas, cultiva sus propias tierras y cría su propio ganado.


En 1905 participa en una comisión del pueblo de Yautepec que pretende resolver problemas de tierra con la hacienda de Atlihuayán y viaja a la ciudad de México con este objeto. Al año siguiente, asiste a una reunión para tratar conflictos de tierras de Anenecuilco, sin que tampoco se tengan soluciones.
Para ese entonces, las haciendas azucareras habían devorado muchas tierras comunales para ampliar sus cultivos y proveerse de agua, así como de la mano de obra de los campesinos despojados. En Morelos existían 24 ingenios que sumaban un tercio de la producción nacional de azúcar, con una gran inversión en maquinaria e infraestructura de riego. Esta industria era la más moderna de la región, pero su modernización producía nuevos problemas de tierra y agua para los campesinos morelenses.
El 21 de junio de 1909, el gobernador Pablo Escandón expidió el “Decreto sobre revaluación general de la propiedad raíz del estado de Morelos”, que borraba de un plumazo todos los litigios pendientes sobre tierras, aguas y montes, a favor de quien los manifestara, decreto que afectó los derechos que sobre los mismos reclamaban muchos de los pueblos despojados por las haciendas, y provocó que éstos ya no vieran otra solución a sus problemas más que el levantamiento armado.
En 1909, al llevarse a cabo las elecciones para gobernador del estado, Zapata, que milita en el Club Democrático Liberal de Morelos, apoya al candidato independiente, Patricio Leyva, hijo del primer gobernador de Morelos, quien pierde ante el candidato oficialista Pablo Escandón. El 12 de septiembre de ese mismo año, en una asamblea realizada en Anenecuilco, es elegido representante de su pueblo (Calpuleque) para seguir la lucha por la restitución de sus tierras.
El 11 de febrero de 1910 es enrolado por sorteo al 9º Regimiento del ejército con sede en Cuernavaca. El 18 de marzo es dado de baja por influencias del dueño de la hacienda de Tenextepango, Ignacio de la Torre y Mier, yerno del presidente Díaz, quién se lo lleva como caballerango a la ciudad de México. Regresa unos meses después y recupera por la fuerza tierras en el llano de Huajar, Anenecuilco, Villa de Ayala y Moyotepec cuyo despojo protegía el propio jefe de la policía. Asimismo, participa en una reunión secreta para comentar el Plan de San Luís, que establecía la restitución de tierras a las comunidades entre sus demandas. En esa junta se decide enviar a Pablo Torres Burgos a San Antonio, Texas, para entrevistarse con Madero, quien nombra a Patricio Leyva líder del movimiento y, en caso de no aceptar, al propio Torres Burgos.
El 10 de marzo de 1911, en Villa de Ayala, Zapata se integra a una guerrilla de 70 hombres y días después toman Jojutla. Al ser aprehendido y asesinado Torres Burgos, asume el mando por decisión de los campesinos, se apodera de Axochiapan, asalta la hacienda de Chinameca, toma Jonacatepec y ocupa Cuautla el 19 de mayo siguiente. Al otro día los federales abandonan Cuernavaca y ocho días más tarde, Zapata llega a esa capital. La revolución maderista ha triunfado, pero Zapata se resiste al licenciamiento de sus tropas sin haber logrado la restitución de tierras. No son socialistas ni anarquistas, pero cuestionan la propiedad latifundista.
Madero le ofrece un buen rancho por sus "servicios a la revolución". Zapata responde: "Señor Madero: yo no entré a la revolución para hacerme hacendado, si valgo en algo, es por la confianza que en mí han depositado...quienes creen que les vamos a cumplir lo que se les tiene ofrecido".
Al ser nombrado gobernador provisional de Morelos Juan Nepomuceno Carreón, Zapata se inconforma y se entrevista con Madero, quien viaja a Cuernavaca con la intención de lograr el desarme de los zapatistas y nombrar otro gobernador. Pero los hacendados se oponen e inician una campaña de prensa en la ciudad de México para etiquetar a Zapata como el “Atila del Sur”.
Mientras Zapata licencia a sus tropas y presiona para que se nombre al nuevo gobernador y se restituyan las tierras a los pueblos, Carreón y el presidente León de la Barra convocan a elecciones para el Congreso local. El 9 de agosto el general Victoriano Huerta marcha a Morelos con instrucciones de desarmar por la fuerza a los zapatistas. En respuesta, Zapata pide respeto a la soberanía estatal, la separación del cargo de Carreón, el nombramiento del nuevo gobernador de común acuerdo con los jefes revolucionarios y que no se use al ejército para mantener la seguridad pública. A cambio ofrece el licenciamiento y retirarse a la vida privada.
El conflicto con los latifundistas se agudiza, Madero y Zapata se reúnen en Cuautla. Le dice: “Yo, como no soy político, no entiendo de esos triunfos a medias: de esos triunfos en que los derrotados ganan; de esos triunfos, en que como mi caso, se me ofrece, se me exige, de que después de triunfante la Revolución, salga no sólo de mi Estado sino de mi patria…Así hágalo saber a todos, que a Emiliano Zapata no se le compra con oro”. Acuerdan que el ingeniero Eduardo Hay asuma la gubernatura, que el teniente coronel Raúl Madero, tome la jefatura del ejército, y que al día siguiente principie el licenciamiento. Pero De la Barra envía más tropas. Ante estos hechos, Zapata duda de la autoridad de Madero, le señala que cada vez más está en manos de sus enemigos. No entiende como habiendo triunfado los revolucionarios tienen que someterse a los vencidos exporfiristas.
Zapata lanza un Manifiesto al Pueblo de Morelos el 27 de agosto de 1911 y en respuesta el presidente De la Barra ordena a Huerta su exterminio. Huerta ocupa Cuautla y en Chinameca casi logra aprehender a Zapata. Entonces los zapatistas deciden pasar a la ofensiva y toman Topilejo, Tulyehualco, Nativitas, San Mateo y Milpa Alta.
Al tomar posesión Madero el 6 de noviembre siguiente, sustituye a Huerta por Casso López, como acto de buena voluntad. Pero ya es tarde, porque el 28 de noviembre del mismo año, Zapata proclama el Plan de Ayala, con el lema "Reforma, Libertad, Justicia y Ley”. El Plan, elaborado por Otilio Montaño, desconoce a Madero y declara a Pascual Orozco, jefe de la Revolución, y, en su defecto, al propio Zapata; propone que una junta nombre a un presidente interino que convoque a elecciones para integrar un Congreso que a su vez realice elecciones para conformar los otros poderes; asimismo, exige la reivindicación de los indígenas, la repartición de latifundios mediante la expropiación a los hacendados con la indemnización respectiva; la restitución de terrenos, montes y aguas a los pueblos o ciudadanos que hayan sido despojados de ellos y postula que la lucha armada es el único medio de obtener justicia. Así, la cuestión de la tierra será decidida por las masas armadas, sin leyes ni tribunales; al revés de lo que plantea Madero, serán los latifundistas, no los pueblos, quienes tendrán que reclamar sus derechos de propiedad en los tribunales.
Al mando de Zapata, el Ejército Libertador del Sur, un ejército de civiles y sin uniforme, inicia la rebelión popular: nunca presentará batalla formal, actuará como una guerrilla que surge de las comunidades y se disuelve en ellas, conforme a los requerimientos de la guerra campesina. Los federales, ante la imposibilidad de establecer frentes e identificar enemigos, cometerán múltiples atrocidades: fusilamientos en masa y concentración de la gente en las ciudades, así como otras crueles acciones similares a las que décadas más tarde realizarán los ejércitos imperialistas en Argelia y Vietnam en su lucha contra los movimientos de liberación nacional.
En enero de 1912, Madero nombra al general Juvencio Robles jefe de la campaña en Morelos, quien devasta e incendia poblados, y ante el fracaso de la operación, envía al general Felipe Ángeles. Por su parte, Zapata, en cumplimiento del Plan de Ayala, el 30 de abril de 1912 realiza el primer acto de reivindicación agraria en Ixcamilpa, Puebla.
Escribe Roberto Mares (Centenario. Personajes de la Revolución): “La guerra zapatista fue sostenida por las comunidades y poblados pequeños del Estado de Morelos, lugares de donde provenían la mayoría de los combatientes revolucionarios zapatistas. Para el ejército huertista era muy difícil vencer a los zapatistas, o siquiera entablar combate con ellos, pues se manejaban en guerrillas. Sin dejarse ver, aparecían y desaparecían en cualquier lado, al amparo de la sierra de Morelos. Durante los años de 1912 a 1913, y parte de 1914, el general Juvencio Robles y sus subalternos Luís G. Cartón y Alberto T. Rasgado optaron por la clásica y perversa estrategia de la "tierra quemada", que es una forma de guerra de exterminio en la que se destruyen las cosechas, se queman los pueblos y se asesina a civiles, todo para cortar abastecimientos y crear un círculo de miseria fisiológica y moral en torno a los guerrilleros.”
Era la llamada guerra de "reconcentrados" que consistía en desplazar a la población rural a la periferia de las ciudades para someterla a estricta vigilancia militar y destruir todos sus medios de vida: casas, siembras, animales, instrumentos de labranza, apantles y sistemas de riego, de modo que no pudieran ser aprovechados por los zapatistas. Quien era encontrado fuera de estas zonas era sospechoso de ser alzado y por lo tanto, colgado de inmediato. También se aplicaron "razzias", esto es, acciones sorpresivas de aprehensión, robo de ganado, incendio de cosechas y destrucción de bienes de los pobladores. Juvencio Robles adquirió fama por colgar a los zapatistas muertos de las ramas de los árboles "como aretes" para sembrar el terror.
Dios te perdone, Juvencio Robles,
tanta barbarie, tanta maldad,
tanta ignominia, tantos horrores
que has cometido en nuestra entidad;
de un pueblo inerme los hombres corren
y después de esto vas a incendiar,
qué culpa tienen sus moradores
que tú no puedas al fin triunfar.
Soldados viles, que habéis jurado
ser la defensa de la Nación,
ya no exterminen a sus hermanos
y alcanzarán su salvación;
negros caínes cual inhumanos
tened un rasgo de abnegación,
quiero se dignen, cual mexicanos,
a oír los clamores de la razón.
(Marciano Silva. El exterminio de Morelos)
Poco más tarde de aquel primer acto de reivindicación agraria, Zapata invita a los hermanos Flores Magón a que editen su periódico Regeneración en territorio zapatista, como parte de un esfuerzo de entablar contacto y después hacer alianza con el movimiento obrero. La propuesta no es aceptada.
Zapata sigue en armas y al darse el cuartelazo en febrero de 1913, se une a la lucha contra el gobierno de Victoriano Huerta, por lo que el ejército federal, al mando de Juvencio Robles, jefe político y militar, quema pueblos enteros, campos y graneros; destruye maquinaria, aperos de labranza, apantles y sistemas de riego; sacrifica animales; reconcentra a sus poblaciones en lugares específicos; y fusila campesinos sin misericordia. Pero lejos de acabar con el zapatismo, la represión lo fortalece. En abril siguiente, Zapata derrota en Jonacatepec a los federales y se apodera de cuantiosos pertrechos militares. Vázquez Gómez le escribe a Zapata en marzo siguiente, que es conveniente la "cesación de la guerra". Zapata responde con un manifiesto en el que justifica su actitud rebelde y hace un llamado a unirse a la Revolución.
En San Pablo Oxtotepec, el 30 de mayo de 1913, los zapatistas ratifican el Plan de Ayala, nombran a Zapata jefe de la revolución y deciden exigir que las demandas agrarias se conviertan en reformas constitucionales, lo cual implica el no reconocimiento del Plan de Guadalupe de Carranza, a pesar de que los zapatistas luchan al lado de los carrancistas contra el dictador Huerta.
En los meses siguientes, el Ejército Libertador del Sur, zapatista, logra dominar todo Morelos, inclusive Cuernavaca, casi todo Guerrero incluyendo Chilpancingo, Pachuca y parte de Hidalgo, parte del Estado de México, Chiautla en Puebla y el sur del Distrito Federal. Huerta envía al padre de Pascual Orozco a pactar la paz, Zapata insiste en luchar contra el usurpador. Huerta decreta la abolición de la soberanía del Estado de Morelos y lo declara territorio.
Finalmente, el 15 de julio de 1914, Victoriano Huerta renuncia a la presidencia y los constitucionalistas toman la capital de la República. La revolución ha triunfado por segunda vez. Pero Carranza ordena el sometimiento de los zapatistas y no accede a las demandas agrarias, pues considera que los hacendados tienen derechos conforme a las leyes vigentes. Zapata insiste en que sea aceptado el Plan de Ayala y exige la renuncia de Carranza porque se resiste a las reformas sociales.
El 8 de septiembre del mismo año, Zapata dispone que “se nacionalizan los bienes de los enemigos de la revolución que defiendan o sigan oponiéndose a la acción de sus principios”. Ese mismo mes, Carranza y Zapata rompen definitivamente.
Ante las desavenencias entre Carranza y Villa, tiene lugar la Convención de Aguascalientes para unificar a las fuerzas revolucionarias. Los zapatistas son invitados tardíamente, pero asisten para hacer valer sus demandas. Paulino Martínez y Antonio Díaz Soto y Gama, representantes zapatistas, logran el 28 de octubre de 1914 que la Convención acepte en principio el Plan de Ayala. Además, el siguiente día 30, Carranza es destituido por la Convención y el 1º de noviembre, Eulalio Gutiérrez asume la presidencia provisionalmente. Pero Carranza no reconoce el gobierno convencionista y se retira al puerto de Veracruz, para desde ahí continuar su lucha.
La noche del 24 de noviembre siguiente, los zapatistas al mando del general Antonio Barona, ocupan la ciudad de México. Tres días más tarde, Zapata entra a la capital y el 4 de diciembre se reúne con Villa en Xochimilco, Distrito Federal. Ambos pactan luchar juntos en contra de Carranza. Villa acepta el Plan de Ayala, rechaza las acusaciones contra Madero y promete armas a los zapatistas. En este momento culmina la revolución campesina, que a pesar de ser derrotada, influirá en el resultado final de la revolución mexicana, a la que conviertirá en una revolución social que dejará huella en la conciencia de las masas y en nuestra identidad nacional.
Relata Martín Luis Guzmán (Memorias de Francisco Villa) que al término de esa reunión, a las preguntas de un periodista norteamericano Zapata responde:“Señor, declare usted a los lectores de los periódicos de los Estados Unidos que esta Revolución del Sur se ha consumado sin más ayuda que la de nuestras montañas. Nuestras armas son las que hemos recogido en nuestro territorio; nuestro parque, el que nos deparaba nuestra tierra o el que fabricaban nuestras manos; nuestra moneda, la plata que sacábamos de nuestras minas o el dinero que quitábamos a nuestros enemigos. Por lo cual se ve, señor, que no hay ningún ánimo revolucionario más mexicano que este que representamos los hombres revolucionarios del Sur”.
Además, Manuel Palafox, cercano a Zapata, es nombrado secretario de Agricultura y Colonización del gobierno convencionista para realizar la reforma agraria en varios estados de la República.
Sin embargo, los apoyos militares de Villa se hacen esperar y Paulino Martínez, delegado zapatista ante la Convención es asesinado por villistas en la ciudad de México. Entonces Zapata se retira a su cuartel general de Tlaltizapán, Morelos y tácitamente rompe su alianza con Villa.
Durante 1915, los carrancistas dedican sus fuerzas a derrotar a Villa, lo que permite que Morelos sea gobernado por los zapatistas asesorados por sus intelectuales. Escribe Gilly (La revolución mexicana): “El anticapitalismo empírico de Zapata, lo que sus enemigos llamaban su socialismo bárbaro, buscaba tomar formas concretas en el territorio de Morelos…establecieron su propio poder, dictaron sus leyes a través de un gobierno que se apoyaba en sus armas, las aplicaron mediante sus órganos de autogobierno –los pueblos-, designaron en éstos sus representantes y sus dirigentes locales, expropiaron tierras e ingenios…establecieron, en fin, bajo la protección de un ejército que en realidad era el pueblo zapatista en armas, lo que podría llamarse una comuna campesina, lo que por alusión a la Comuna de París de 1871, hemos llamado la Comuna de Morelos”.
Zapata inicia el reparto de tierras, lleva agrónomos para trazar los límites de los pueblos e integra Comisiones Agrarias con representantes de las comunidades para regular la tenencia de la tierra. El 28 de octubre de 1915, expide una Ley Agraria que expropia sin indemnización las propiedades de los grandes propietarios y da margen a la iniciativa e interpretación de los pueblos; establece el Crédito Agrícola y la Caja Rural de Préstamos. El reparto es total y los campos vuelven a sembrarse. Zapata convoca a los campesinos a cambiar sus cultivos de autoconsumo por el de caña de azúcar para venderla a los ingenios con mayores ganancias para los cañeros. Asimismo, los ingenios nacionalizados por Manuel Palafox, reanudan el trabajo como empresas públicas bajo la administración de los revolucionarios: Genovevo de la O, Temixco; Emigdio Marmolejo, El Hospital; Amador Salazar, Atlihuayán; y Lorenzo Vázquez, Zacatepec. Las ganancias se destinan a gastos de la guerra y a la ayuda de las viudas e hijos menores de los zapatistas muertos.
Pero a la derrota de Villa, el gobierno de la Convención se disuelve en Jojutla en mayo de 1916. El 15 de septiembre del mismo año, Zapata publica la Ley General Sobre Libertades Municipales que señala que los municipios serán administrados por los ayuntamientos, que sus miembros serán electos popularmente, pero que éstos no se mezclarán en la política, ni habrá reelección para ellos.
Los zapatistas son batidos por los carrancistas al mando de Pablo González, quien dispone incluso de aviación para bombardear los cerros. Zapata se retira a Tochimilco, pequeño poblado en las estribaciones del Popocatépetl, y responsabiliza a Carranza de la invasión norteamericana que persigue a Villa.
Al año siguiente, 1917, Zapata logra recuperar buena parte de los territorios perdidos para establecerse otra vez en Tlaltizapán. Paradójicamente, la resistencia zapatista da vigor al ala radical en el Congreso Constituyente de 1916; pero con la promulgación de la Constitución en 1917 y su artículo 27 que incluye el reparto agrario, la causa zapatista pierde fuerza y surgen las divisiones y defecciones en el campo zapatista: Montaño es fusilado, Palafox y Bárcenas desertan, otros aceptan la amnistía de Carranza. Sin embargo, los zapatistas logran apoderarse temporalmente de Jonacatepec, Cuautla, Yautepec y Cuernavaca. Zapata sabe que su final está cerca y en la iglesia de Tlaltizapán ordena construir un mausoleo para él y sus generales leales conforme vayan muriendo.
El 18 de agosto de 1918, Pablo González emprende una nueva ofensiva contra los zapatistas que obliga a Zapata a trasladar su cuartel general de vuelta a Tochimilco, Ya es un guerrillero sin futuro pues su lucha no llega a consolidar una organización político-militar, pese a sus intentos de vinculación con organizaciones obreras. Su anterior aliado, Villa, también ha sido derrotado definitivamente. Los pueblos que apoyan a Zapata son arrasados y víctimas del pillaje militar de Pablo González, de cuyos sistemáticos latrocinios surgió el verbo “carrancear”.
Zapata trata de llegar a un convenio de paz con Carranza, quien rechaza por completo el reconocimiento del Ejército Libertador del Sur, pese a que la persistencia de las guerrillas zapatistas daña el prestigio de su gobierno a nivel nacional e internacional. Está cada vez más aislado y además, el hambre y la influenza española diezman a la población de Morelos.
En octubre de 1918, Zapata acepta aliarse al obregonismo en su lucha por la presidencia de la República, si reconoce el Plan de Ayala. En 1919, a pesar de su debilidad, Zapata publica un manifiesto culpando de todos los males que padece el país a Carranza, quien ya enfrenta la lucha por la sucesión presidencial en la que disputan Pablo González y Álvaro Obregón. La única esperanza de Zapata es que nuevas alianzas revivan su movimiento.
En este contexto es cuando se fragua la traición del carrancista Jesús M. Guajardo que conduce a Zapata a la muerte el 10 de abril de 1919 en la hacienda de San Juan Chinameca, Morelos. Un mes antes, se dice que en Cuautla, Guajardo había sido sorprendido ebrio y escandalizando por el gobernador José G. Aguilar y el general Pablo González o que había desobedecido la orden de atacar Huautla. Al parecer iba a ser castigado, pero que entonces el gobernador recibió de manos de un fotógrafo espía una carta de Zapata a Guajardo, en la que con motivo de este incidente lo invita a unirse a su causa. Entonces urdieron la traición el propio gobernador, Guajardo y Pablo González: Guajardo intercambia cartas escritas por Aguilar, con Zapata y logra convencerlo de que se unirá a su causa mediante el fusilamiento de algunos exzapatistas que colaboraban con Guajardo y la simulación de un ataque a Jonacatepec con balas de salva. Asimismo, se compromete a entregarle una buena cantidad de municiones, por lo que Zapata acepta una reunión para recogerlas en Chinameca. A su llegada, se le informa que Guajardo lo invita a una comida en el interior de la hacienda. Al entrar Zapata alrededor de las dos de la tarde, en la puerta de la hacienda en que espera Guajardo, en vez de presentarle armas, la escolta de honor lo acribilla junto con su pequeña escolta de diez elementos.
A partir de entonces empieza la leyenda: Zapata vive, escapó a la traición y va a volver a la lucha... a pesar de que su cadáver es expuesto al público durante tres días en Cuautla.
A su muerte, Zapata es sustituido por Gildardo Magaña y poco después de un año, lo que queda del Ejército Libertador del Sur se integra al gobierno obregonista surgido de la rebelión de Agua Prieta que derroca a Carranza.
El “Caudillo del Sur”, al morir en una celada, fue exaltado como víctima y héroe por el interés de Obregón de desprestigiar a Pablo González, su contrincante político y autor intelectual del crimen; y porque también muchos constitucionalistas repudiaron el procedimiento de traición que lo convirtió en apóstol del agrarismo y símbolo de la lucha de los campesinos desposeídos. Pero lo más importante fue su legado histórico: su incansable lucha con Madero, Huerta y Carranza, obligó a que la cuestión agraria formara parte de todo programa revolucionario.
Hoy su ideal de que “la tierra es de quien la trabaja”, está plasmado en el escudo del Estado de Morelos. El lema anarquista de “Tierra y Libertad”, que se incorpora al zapatismo después de su muerte, está presente en las esperanzas de los campesinos e indígenas pobres. Su lucha por un mundo mejor para los olvidados de abajo es retomada por nuevos movimientos políticos y armados. Su anhelo de redención social se aviva en las voces de los marginados de todo el mundo cuando gritan en sus manifestaciones: “¡Zapata Vive, la lucha sigue!..”!
Sus restos descansan al pie del monumento que en su memoria se erigió en Cuautla, no en Tlaltizapán como fue su deseo.
"Zapata entonces fue tierra y aurora
En todo el horizonte aparecía
La multitud de su semilla armada...
No esperes, campesino polvoriento
Después de tu sudor la luz completa
Y el cielo parcelado en tus rodillas
Levántate y galopa con Zapata."
Pablo Neruda.