Las “operaciones negras” de Israel contra gobiernos extranjeros son inmorales y paranoides

Yossi Melman*
(Middle East Eye)

Cuando saltó la noticia de que un funcionario de la embajada israelí [en Londres] tramaba “bajarles los humos” a diputados [británicos], el sospechoso principal fue el Ministerio de Asuntos Estratégicos israelí. Al ministerio se le asignó recientemente la misión de combatir a quienes el gobierno derechista israelí considera funcionarios y medidas políticas “antiisraelíes” en todo el mundo.


Pero resulta que el funcionario al que grabaron con una cámara, Shai Masot, era en realidad empleado del Ministerio de Asuntos Exteriores israelí, lo cual resulta todavía más embarazoso, pues al Ministerio de Exteriores se le considera una isla de valores liberales, de moderación y racionalidad en el creciente mar de derechistas que controla la burocracia israelí.    

Masot no es diplomático. Sirvió en la Marina israelí con el grado de capitán y se le trasladó luego a la unidad militar de enlace con la Autoridad Palestina. Estuvo a cargo en ella de su departamento internacional, responsable de funcionarios y diplomáticos israelíes de visita en Gaza y de los puestos fronterizos para acceder al territorio.   

Hace siete años dejó el Ejército y empezó trabajar para Miri Regev, diputado derechista hoy convertido en un ministro de Cultura y Deportes deslenguado y provocador. Hace tres años, Masot se mudó a Londres y fue contratado como ayudante, con rango no diplomático, de Ethan Naeh, encargado de negocios y número dos de la embajada. En la jerga burocrática israelí puestos como esos son denominados "trabajador israelí del lugar". Todas las misiones diplomáticas israelíes a lo largo y ancho del mundo dan empleo a cientos de trabajadores con un estatus semejante, además del millar y pico de diplomáticos con capacitación y formación que disfrutan de plena inmunidad diplomática.  

 A Masot lo descubrieron hablando el pasado octubre con Maria Strizzolo, una funcionaria que había trabajado como asistente de un ministro conservador. La conversación acabó tomando como blanco a Alan Duncan, viceministro de Exteriores británico, a causa de su oposición a la construcción de asentamientos por parte de Israel. El embajador israelí, Mark Regev, se disculpó ante Duncan el viernes [pasado, 6 de enero] y dejó claro que "la embajada considera totalmente inaceptables esos comentarios".

Sin embargo, no está claro si Masot dio pie a la reunión y si las ideas que expresaba eran las suyas propias o había actuado con el conocimiento y autorización de su jefe. Como consecuencia de la infracción del código diplomático, el Ministerio de Exteriores israelí decido dar por terminado su contrato de trabajo.  

Sin embargo, una respuesta tan rápida y quirúrgica no puede ocultar el hecho de que el comportamiento de Masot parece describir algo que penetra cada vez más en muchas esferas del gobierno y el funcionariado israelíes.

Prevalece un ánimo que difunde una extendida paranoia según la cual “el mundo entero está contra nosotros” y hay una tendencia a equiparar la oposición a la ocupación israelí de la Cisjordania palestina y su política de asentamientos con el “antisemitismo”.

Nociones como estas son las que formula especialmente Netanyahu, quien hace muy poco tomó represalias contra los países de las Naciones Unidas que apoyaron una resolución del Consejo de Seguridad que denunciaba los asentamientos. Netanyahu ordenó llamar a consultas a algunos de los embajadores israelíes en estos estados, canceló una visita del primer ministro ucraniano e interrumpió parte de la financiación israelí  de las Naciones Unidas, así como un proyecto de regadío en África.

Esa misma actitud es la que se encuentra en el centro de la decisión de Netanyahu de asignar al ministro de Seguridad Interna, Gilad Erdan, la dirección del Ministerio de Asuntos Estratégicos y contraatacar a los “antiisraelíes”. A ese objetivo ha destinado el gobierno un presupuesto de casi 50 millones de dólares, la mitad de ellos asignados a "operaciones".

Para cumplir esa misión, el ministerio de Asuntos Estratégicos ha designado a un antiguo brigadier, Sima Vaknin-Gil, que fue jefe de la censura del estamento de Defensa, como director general. Ha reclutado a antiguos oficiales para que trabajen  para el Ministerio y declaró en la Knesset que "nuestro trabajo ha de ser secreto y pasar inadvertido".  

El blanco principal del Ministerio de Asuntos Estratégicos es el BDS, la campaña internacional iniciada hace una década por un activista palestino encaminada a "boicotear, desinvertir y sancionar" a Israel, pero del incidente diplomático de Londres parece deducirse que es más amplio, a fin de actuar contra cualquiera que pueda ser definido por el gobierno israelí como 'antiisraelí'.

Algunos israelíes, entre los que se cuenta quien esto escribe, advirtieron hace meses al gobierno que no pensara siquiera en llevar a cabo "operaciones negras", entre las que se encontrarían campañas de descrédito contra funcionarios extranjeros, diplomáticos, políticos o activistas.   

Esas actividades no sólo son inmorales, van en contra de la etiqueta diplomática y violan la soberanía de los gobiernos extranjeros sino que pueden resultar también  contraproducentes y crearle a Israel más problemas dentro de la comunidad internacional.

Yossi Melman comentarista israelí de seguridad e inteligencia y coautor junto a Dan Raviv de Spies Against Armageddon: Inside Israel´s Secret Wars, fue corresponsal del diario Haaretz durante casi tres décadas y es uno de los más reconocidos periodistas

Traducción: Lucas Antón (Sin Permiso)