Jorge Ferraresi, intendente de Avellaneda

Santiago Mouradian

Jorge Ferraresi es uno de los intendentes que validó la gestión en la última elección con más alto porcentaje de votos. Cualquiera que conozca el municipio de Avellaneda entiende rápidamente el por qué. Es que la “década ganada” fue también para el pueblo de Avellaneda que, con la conducción de Ferraresi, ha logrado avances impresionantes en casi todas las áreas de gobierno.
Peronista y kirchnerista, es también Vicepresidente del Instituto Patria, el lugar que Cristina construyó para desarrollar los debates del movimiento. Una de sus principales preocupaciones es reconstruir la unidad necesaria para enfrentar al neoliberalismo y llevar al proyecto nacional y popular nuevamente al gobierno. Pero también esboza con claridad los límites de esa unidad.
El desafío de esta segunda etapa de gestión tiene como condimento un gobierno provincial y nacional de signo neoliberal. Con mandato hasta el 17 de diciembre de 2019, le sobran credenciales para ir por más.

Avellaneda, un municipio Nac & Pop

¿En qué cambia ser Intendente de Avellaneda con Vidal en la gobernación?
Nosotros siempre aportamos al proyecto nacional, trabajábamos en articulación con el gobierno de Néstor y Cristina, con la provincia y el municipio. Fundamentalmente, lo que cambió es que el destino de las provincias y los municipios está en consonancia con las políticas del gobierno nacional, que tienen que ver con achicar la Argentina, achicar el Estado, haber generado una desocupación importante. Haber aumentado los sectores más vulnerables y sacarlos del sistema hace que sea una situación muy distinta y complicadaLa provincia de Buenos Aires no tiene políticas públicas, así que tampoco tenemos demasiada articulación. Nosotros nos hemos preparado para esta situación: tenemos una independencia económica que nos permite tener un posicionamiento político, decir las cosas que tenemos que decir y estar del lado que tenemos que estar.
¿En qué tiene que salir a poner el pecho el municipio para cubrir la quita de subsidios por parte de los gobiernos de Macri y Vidal?
La pérdida del trabajo, y esta es una ciudad muy industrial, se siente fundamentalmente en el territorio. El trabajo informal el que le corta el pasto a un vecino, el que le pinta una habitación a una señora, el que arregla un baño), que en estos barrios era muy potente ha tendido a desaparecer porque con la devaluación se han transferido recursos a sectores de la exportación como la minería. Han bajado el consumo para mostrar una disminución de la inflación, que tiene más que ver con un enfriamiento de la economía que con una situación real de mayor producción o inversión privada. No se da la situación mágica de que a partir del neoliberalismo aparecían las inversiones extraordinarias. Generaron las condiciones para que baje la inflación bajando los salarios, con un nivel de desocupación que ya llegó a los dos dígitos. Entonces se genera una demanda social que tiene que ver con copas de leche, con comedores, con pedidos de alimentos por parte de las familias. De eso nos hacemos cargo directamente nosotros. Este año hemos duplicado las partidas de inversión social.
Hay una estigmatización retórica por parte del gobierno nacional sobre los subsidios, como si fueran algo nocivo. Sin embargo, la municipalidad sostiene orgullosamente su política de subsidios.
Sí, nosotros damos un subsidio por día a instituciones para que sostengan su actividad: centros de jubilados, clubes, bibliotecas populares, que a partir de la organización hacen actividades solidarias. Además algo que ha marcado a estas organizaciones en los últimos tres meses y las va a marcar fuerte es el acomodamiento de tarifas. Un tema que se viene y en el que estamos trabajando con muchos intendentes es el revalúo de los impuestos de la Provincia de Buenos Aires que va a llegar a un aumento de casi 1000 o 2000%. Ahora viene ese tarifazo en la provincia y vamos a estar atentos y alertas.
La gestión de Avellaneda es notoriamente distinta a la de los municipios vecinos, desde las políticas culturales hasta las luminarias o el asfalto. ¿Por qué se da ese contraste?
Te puedo decir por qué hacemos esta gestión nosotros, no sé por qué no lo hacen ellos. Nosotros hicimos una reforma económica que nos permite transferir recursos a sectores a los que antes era imposible. La reforma económica se dio a partir de una fortaleza que fue el desarrollo industrial de la ciudad en los últimos años. Después, tenemos un compromiso muy fuerte en trabajar todos los días en políticas públicas que nos permiten tener un gran nivel de recaudación. Así que es la discusión del huevo o la gallina: si primero hacés la obra y después la gente paga, o al revés. No sabemos qué es lo que ha sucedido primero, pero la inversión nacional nos permitió poner en la ciudad un nivel de infraestructura y de servicios muy alto. Por supuesto que se genera una diferencia muy grande con los municipios vecinos, por ejemplo con el tema de la seguridad. Teóricamente este gobierno venía a resolver el tema y el municipio que peores índices de seguridad tiene es el de Lanús, gobernado por alguien que fue emblemáticamente Ministro de Economía del gobierno de Macri en la Ciudad de Buenos Aires con el acompañamiento de la actual gobernadora Vidal. La solución que nos brindan es esa: tener un municipio estallado en materia de seguridad. En Lanús se da que están alineados los tres niveles de gobierno con credencial Pro y esos son los resultados.
Desde que asumieron Macri como presidente y Vidal como gobernadora se acentuó el accionar de las fuerzas de seguridad con hechos de violencia institucional, represión y estigmatización de la pobreza. ¿Cuál es tu enfoque sobre la seguridad?
Hemos retrocedido. En la gestión de Scioli, cada municipio tenía un Jefe de Policía y podía planificar todas las acciones en cuanto a política de seguridad. Eso lo perdimos, volvió a haber una pirámide que está lejana de las decisiones que pueda tomar el intendente. Nosotros igual no vamos a permitir que se repriman protestas populares. Trabajamos en que la estigmatización no sea una excusa para detener gente por  vestimenta o portación de cara. Hoy mantenemos un diálogo con el jefe de policía de la departamental pero antes estábamos en mejores condiciones.
¿Ritondo se sienta a conversar estas cosas con los intendentes?
Sí, charlamos…, pero nunca concluimos en nada, no tenemos una dinámica de reuniones constantes. Nosotros pedimos hacernos cargo porque ellos no se hacen cargo. Acá pasa algo y la gente viene al municipio por el tema de seguridad. Entonces pedimos el mismo tratamiento que tuvo la Nación con la Ciudad de Buenos Aires cuando le transfirió la Policía Federal con todas sus comisarías, sus patrulleros, equipamiento y salarios. Por supuesto haremos una inversión fuerte porque hay que entrar en la etapa de investigación, si no no hay manera de trabajar en contra del delito.
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Avellaneda es un municipio fabril, ¿Qué impacto tuvieron los tarifazos de Aranguren?
En el municipio pagábamos 8 millones de pesos al año en alumbrado público y este año pasamos a pagar 40 millones. Por el agua del cementerio de Avellaneda pagábamos 19 mil pesos por mes y pasamos a pagar 190 mil. A los vecinos aún no ha llegado tan fuerte por los recursos de amparo. También es cierto que en la Provincia de Buenos Aires casi el 40% de los habitantes no tienen servicios públicos, el que consume garrafa de gas ya estaba complicado de antes, no es de ahora. En los barrios en procesos de urbanización o en los asentamientos hay medidores comunitarios en los que el municipio paga el consumo energético, entonces el consumidor no ve el impacto en su tarifa.
¿Qué cosa te gustaría poder completar cuando culmine tu mandato?
Creo que lo que vamos a dejar como un sello importante es toda la infraestructura y la actividad cultural. Estamos laburando un polideportivo maravilloso que va a ser contundente. Son construcciones de calidad para las que no hay diferencias sociales, tiene la misma calidad de infraestructura un pibe que vive en el centro de Avellaneda como el que vive en la periferia en lo más lejano posible.
Todas las actividades que organiza la Municipalidad de Avellaneda son gratuitas o lo que se cobra es casi simbólico. ¿Tenés algún elemento teórico sobre por qué no generar elementos de recaudación adicionales o concesionar espacios?
Porque trabajamos para incluir. No es gratuito porque sí, es gratuito porque hay un trabajo de acercar a la cultura a gente que de otra manera no iría. La entrada es gratis y además hay un público al que lo buscamos para que vaya. Una acción cultural tiene la contundencia de decir un discurso, de generar pensamiento crítico, de sacar las mejores ideas. Es una herramienta importante, por eso tenemos el cine, el teatro, el Centro Municipal de Arte, vamos a tener a final de año el polideportivo. El que tiene una habilidad juega en cualquier club, pero a mí que era medio patadura no me venían a buscar de ningún lado. El deporte es una experiencia personal donde además se engancha la familia, buscamos generar las actividades deportivas desde un punto de vista social. Además las instituciones son un crisol de formación de dirigentes. El que se acerca a una institución y hace una acción solidaria, gratuita, y pone recursos propios, deja parte de su laburo y de su familia en pos del bien común, es un tipo fabuloso para que venga a la política. Entonces también tiene que ver con eso, el que empieza por ese lado, si viene a la política va a ser maravilloso.

Unirse para volver

Hay distintos intendentes que comenzaron a juntarse, como el Grupo Esmeralda o el Grupo Fénix. ¿Cómo ves esos agrupamientos?
Son válidos, uno se junta con quien tiene ganas y busca objetivos comunes. Habrá instancias superadoras donde nos tendremos que juntar todos. A algunos les gusta expresarse y mostrarse como grupo en público. Hay muchas reuniones en donde no se muestra un grupo en las que participamos intendentes de la Provincia de Buenos Aires que tratamos de trabajar en un proceso de unidad que es necesario para frenar al neoliberalismo el año próximo.
¿Cuáles son los bordes de esa unidad?
Los límites son los que votaron los fondos buitres. La unidad se tiene que dar con la oposición al gobierno neoliberal, hay que recuperar el camino que nunca se debió perder y transformar al proyecto y al movimiento nacional nuevamente en gobierno en el 2019. Ese ese proceso nos iremos encontrando.
¿Massa es un límite?
Por supuesto. Massa es el recambio del neoliberalismo, la moneda de cambio de un matiz a este gobierno si fracasa. Los medios concentrados y los grupos económicos tienen a Massa como un recambio para seguir saqueando a la Argentina.
¿Se puede sostener la unidad del Justicialismo con el kirchnerismo adentro?
Con el kirchnerismo solo no alcanza pero sin el kirchnerismo no se puede. A veces los problemas son de los dirigentes, porque cuando Cristina va a cualquier territorio, la adhesión que tiene de la ciudadanía es altísima y extraordinaria. Es imposible analizar este tiempo si uno no analiza la plaza del 9 de diciembre. Cristina fue una presidenta que se fue después de 8 años de gobierno con una plaza de casi 500 mil argentinos despidiéndola, y hoy extrañándola en cada uno de los rincones de la Patria.

De por qué Ferraresi es Ferraresi

¿Cómo te hiciste peronista?
Y de nacimiento, yo qué sé… Mi viejo era peronista y nos transfirió esas enseñanzas. Después empecé a hacer mi camino solo cuando vino la democracia. Estábamos con unos compañeros de la universidad, la UTN, y todos los partidos hacían sus actos en la Federación de Box. Me acuerdo que fuimos a ver varios y siempre estaba Hebe en una tribuna y siempre gritaba y hablaba. Fuimos a ver a todos: Democracia Cristiana, partidos de izquierda, hasta a Alfonsín. Un día un compañero que era taxista de Wilde me dice: “Vení que hay un acto del peronismo en la Federación”. Y ese día hablaron desde Menem hasta Sabiet, eran como 500 mil oradores, algunos buenos y otros un desastre. Me acuerdo que Menem habló de Isabel y hubo una chiflatina impresionante. Cuando salíamos, este compañero que me llevó al acto se cruzó con otro y se abrazaban y se miraban, y se abrazaban y se miraban, y se abrazaban y se miraban, y yo me dije: “¿Qué pasó?”. Los dos pensaban que estaban desaparecidos. En ese momento me dije: “Este es mi lugar”. Ahí empecé a militar en la JP, hice mi camino en la universidad, y acá estoy, de intendente.
O sea que pisaste una Unidad Básica más o menos a los…
22 años. Y conocía el peronismo a través de mi viejo, que estuvo en cana. De chico me acuerdo que el acto más me motivó fue cuando salieron los presos el 25 de mayo con el indulto de Cámpora. Fuimos a Devoto, mi hermano y yo teníamos 11 o 12 años y estaban todos los grupos guerrilleros que repartían volantes. En aquel tiempo era una épica los que se habían escapado de Trelew, teníamos una pila de volantes y los planitos de cómo se habían escapado; eso lamentablemente después lo tuvimos que prender fuego en el año 77. Yo me llamo Jorge por Jorge di Pascuale, que era compañero de mi viejo en el sindicato y desapareció el 26 o 27 de diciembre. Mi viejo nos mandó a avisar y ese año nuevo quemamos todos los libros, todos esos documentos. Fueron esos tiempos que aún siendo chicos nos marcaron, habían muchas dudas respecto al comportamiento de los grupos que conducían los movimientos guerrilleros, que por qué a uno lo desaparecían y al otro no, si lo habían vendido, por qué uno se exiliaba y el otro que no tenía plata no…, toda una historia bastante complicada y una derrota político-militar muy fuerte. Nos reconstruimos con esa historia y acá estamos, buscando generar una unidad entre lo mejor de esa historia y devolverle a los jóvenes a la política como herramienta de transformación.
La dictadura taló una generación de la que pocos exponentes de tu generación toman ese legado y se lo ponen en el hombro, porque los desaparecieron, los mataron.
Justamente, faltaba esa cadena del eslabón y las Madres y las Abuelas la rehicieron. Fue antinatural: las Madres ocuparon el lugar de los hijos y volvieron a generar esa cadena generacional que se va transfieriendo de lugar en lugar. Y con eso no contaban en la época de la dictadura, lo tenían como una cuestión imposible de que pase y sucedió. En Madres hubo una reunión por el tema de comunicación y Tristan (Bauer) dio un ejemplo maravilloso: “Cuando no teníamos nada de nada, Hebe con un megáfono perforó las fronteras”. ¿Desde dónde, de qué lugar? Del lugar de la desaparición, de la soledad, de la nada…, hacia la Plaza de Mayo con unas mujeres que en ese tiempo ni siquiera sabían demasiado de política, un megáfono puede comenzar a comunicar. Las herramientas que se tienen parecen pocas pero a veces son muchas.
Te llamaron un día, habrá sido Parrilli o Cristina, y te dijeron: “Jorge, ¿armamos el Instituto Patria?”
Sí, fue más o menos así. Me llamó Parrilli y me invitó, le dije que cuenten conmigo. En la primera reunión Parrilli comunica que yo iba a ser el vicepresidente y que estaban todos de acuerdo. Así que esa fue una sorpresa y una responsabilidad muy grande. Es un lugar de referencia, de aglutinamiento, es el lugar donde está Cristina sin ningún tipo de dudas. A partir de esa contundencia del liderazgo nosotros tenemos la facilidad muy grande de que se acerque una cantidad de compañeros a charlar, a organizar, a recuperar la organización para volver.
La derrota electoral generó depresión en una parte muy importante de la militancia popular y hay una cantidad de consignas dando vuelta que no encuentran anclaje teórico, anclaje de construcción política. “Vamos a volver” es como un slogan que abajo no tiene mucho más que el slogan. ¿Qué se le dice a esas personas?
Cuando Cristina nos plantea el Frente Ciudadano, cuando hablamos de nuevas herramientas de construcción tiene que ver con esto. Si en la Plaza hubo 500 mil argentinos despidiendo a Cristina, el 90% fue solo. Eso sigue pasando. Los que tenemos organización política tenemos que tener los brazos y los ojos abiertos para que aparezcan nuevos emergentes. También Cristina dijo que el que no se siente conducido levante su bandera de dirigente y se convierta en un nuevo dirigente de este tiempo. No es mágico ni fácil y uno se va encontrando en un determinado lugar por convicción. Yo me fui dando cuenta que sin buscarlo vino la derogación de la Ley de Medios y me encontré en el Congreso con gente que empezó a laburar, metieron presa a Milagro Sala y fuimos a la marcha por Milagro Sala, echaron a Victor Hugo y me fui sorprendiendo cada vez más de la relación que la gente tenía conmigo y también lo que me tiraba por la espalda. “Aguante Ferraresi, defendamos a Cristina”; “Vamos Ferraresi, aguantá, no defraudes”. Uno va tomando dimensión y hay que estar a la altura, es un proceso reciente. Lo que pasa es que este gobierno neoliberal en estos meses nos hizo sentir como si hubieran pasado 90 años, pero estos meses en la historia de un país no son nada y en una construcción política tampoco. Cuando Cristina está en escena es mucho más fácil, así que ese proceso vendrá. También hay una preocupación por sostener y que no avance más esto, estar atento a lo que va pasando en los barrios, que no haya desbordes sociales, que a los pibes puedan llenarles un plato de comida, articular comedores, copas de leche. Se ha trabajado en la herencia recibida, y cuando se habla de herencia nos dejaron el mejor salario de Latinoamérica, la menor desocupación de los últimos 30 años, posibilidades de que los pibes vayan a la universidad, poner satélites en el espacio, recuperar empresas que estaban en manos de multinacionales y ponerlas a favor de la soberanía nacional. Es una herencia pesadísima y hoy nos quieren convencer de que con un salario medio no se puede pretender tener un celular, plasma o irse de vacaciones. Entonces empiezan a hablar de la Argentina verdadera y para nosotros la Argentina real y verdadera es esa donde absolutamente todos puedan hacer lo que les parezca sin que nadie les ponga un límite por cuestiones culturales, económicas o sociales.
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