La anexión de Palestina podría estar más cerca de lo que se piensa

Michael Schaeffer Omer-Man

Una tormenta total en la política doméstica israelí combinada con el cambio de guardia en Washington podría crear una oportunidad para que los que abogan por la anexión puedan finalmente hacer su movimiento.

El ministro de alto rango del gobierno israelí Naftali Bennett anunció el domingo que va a introducir una legislación efectiva para anexar el tercer mayor asentamientos de Israel en Cisjordania, Maale Adumim, a finales de enero. Es casi seguro que cuando Bennett dice "a finales de enero", significa que después del 21 de enero, cuando asume Donald Trump.

El deseo de Bennett de anexionar de forma paulatina partes de Cisjordania no es nuevo ni secreto. El presidente del partido Hogar Judío se presentó con una plataforma de anexión desde que se postuló para el cargo en 2013 y en todas las elecciones desde entonces. A través de vídeos cortos y fragmentos de sonido agresivos, el ministro de Educación israelí ha intentado cambiar el discurso público, en Israel y en todo el mundo, hacia sus objetivos anexionistas.

Bennett también ha sido claro acerca de que él no espera anexar Cisjordania de un solo golpe. "Es un proceso", explicó Bennett en el Instituto Brookings hace dos años. "No estoy sugiriendo que -ya sabe- al mediodía de un día acabamos [anexando]. Hay un proceso de cambio de la visión global de lo que está pasando aquí y hay que empezar con eso... y se necesita tiempo. Es una batalla cuesta arriba".

También otros políticos estuvieron sorprendentemente abiertos acerca de la necesidad de adoptar un enfoque parcial de la anexión. Una exdiputada de la Knesset del mismo partido que Bennet, Orit Struck, durante su estancia en el Parlamento, junto con un veterano político del Likud, Yariv Levin, formuló un plan de 10 pasos para avanzar en la anexión de Cisjordania. Una de las primeras etapas era la anexión de los asentamientos como Ma'ale Adumim, en particular.

Ayelet Shaked, también del partido de Bennett, Hogar Judío, y ahora ministra de Justicia de Israel, abogó en el pasado por la anexión del bloque de asentamientos de Gush Etzion. Más recientemente anunció planes para aplicar la ley civil israelí en los territorios ocupados, algo que se considera como anexión de facto (Cisjordania está actualmente sujeta a la ley militar israelí). Hace unos meses la vicecanciller Tzipi Hotovely presentó una solicitud directa a su gobierno. Motivos y planes similares se pueden oír casi diariamente durante todo el gobierno de Israel y de la coalición gobernante, por no hablar en los círculos de derecha y los medios de comunicación ajenos al gobierno. Y mientras que las demandas de dentro del gobierno para promover la anexión se han convertido en la nueva normalidad en los últimos años, por una variedad de razones a menudo son descartados por marginales o poco realistas.

Hay dos razones políticas principales por las cuales el coro de dentro del gobierno israelí pide reiteradamente que la anexión debe tratarse más en serio esta vez. La primera, y más obvia, es la administración entrante de Trump en Washington.

Desde su elección, el presidente electo Trump ha estado enviando señales claras de que la política de su administración hacia Israel, y especialmente los asentamientos, será muy diferente de la de Barack Obama y John Kerry, y uno podría concluir, que la de los últimos ocho presidentes estadounidenses desde que Israel ocupó los territorios palestinos en 1967. El presidente electo no ha tenido pelos en la lengua cuando tuiteó en respuesta a la declaración de John Kerry de 75 minutos acerca de la política de asentamientos de Israel: "¡Mantente fuerte Israel , el 20 de enero se acerca rápidamente!"

Por supuesto, yendo un paso atrás del Twitter, las cosas no son tan claras. Trump también ha dicho que espera (o planea) dar otra puñalada en el largo pasatiempo de la política exterior de Estados Unidos: tratar de negociar un improbable acuerdo de paz entre Israel y los palestinos. Si Trump tiene alguna aspiración de pacificación, no sería lógico de su parte apoyar siquiera un mínimo movimiento de Israel hacia la anexión. Dicho esto, históricamente Israel no ha estado demasiado preocupado por la posibilidad de que enfurece a los presidentes estadounidenses -demócratas y republicanos por igual- por sus políticas coloniales, por lo que la perspectiva de que Netanyahu desafíe incluso a Trump por su política de los asentamientos es irreal. Tampoco Trump es conocido por su lógica lineal clásica.

La segunda y más importante razón por la que deberíamos tomar al creciente coro de la anexión más en serio tiene mucho que ver con la política israelí nacional y el rasgo más dominante de Benjamin Netanyahu: supervivencia política. Naftali Bennett no encabeza un partido particularmente grande, y por su cuenta es bastante limitado en su capacidad para forzar la política de Netanyahu. Donde sabe que puede tener más éxito Bennett, sin embargo, es en el cambio de dirección paulatino de este gobierno, desafiando las credenciales de derecha de Netanyahu.

No se preveía que Benjamin Netanyahu ganara la última elección. Por muchos indicadores, se esperaba que su partido Likud quedara en segundo lugar, detrás del Laborismo y el partido Unión Sionista de Isaac Herzog. Netanyahu se alzó con una inesperada victoria con un llamamiento de último minuto a los votantes de otros partidos de derecha argumentando que sólo un voto para él podría garantizar un gobierno de la derecha. En otras palabras, Netanyahu debe su asiento a los votantes que podrían volcar su voto por Bennett. Por otra parte, el partido Likud de Netanyahu se ha movido considerablemente hacia la derecha en los últimos años, en parte debido a un esfuerzo a gran escala para animar a los colonos a unirse al Likud, precisamente para este propósito.

El resultado es que el primer ministro está constantemente atento para mostrarse como más y más a la derecha, tanto para responder a las filas de su propio partido, como también para detener a Bennett y al partido Hogar Judío que lo están hostigando desde la derecha. Es por eso que después de declarar lo peligroso que era para los asentamientos la primera llamada para votar la "ley de normalización", Netanyahu mismo terminó votando a favor. La victoria de Bennett estuvo en llevarla a la Knesset, donde sabía que Netanyahu -por consideraciones dentro de la derecha política- tendría que votar a favor.

Si Bennett juega bien sus cartas, hay una buena posibilidad de que pueda llevar a cabo una maniobra similar hacia la anexión acotada. Si Bennett se las arregla para conseguir su proyecto de ley de Ma'ale Adumim en la Knesset en el momento adecuado, Netanyahu podría verse nuevamente acorralado políticamente. Incluso si el proyecto finalmente se dejara de lado, al menos podría obtener un premio consuelo o dos a cambio, como el apoyo a la legalización de los asentamientos de avanzada, la aprobación de la construcción de asentamientos en otros lugares, o de dar pasos burocráticos para afianzar aún más la soberanía de facto israelí sobre Cisjordania.

La sincronización para un movimiento de este tipo es más oportuna que nunca. Netanyahu está atravesando por una serie de escándalos graves en este momento. Será investigado por la policía esta semana por la supuesta aceptación de regalos ilegales y teme ser atacado en más de un frente a la vez. Sería conveniente políticamente para el primer ministro asegurarse de que sus socios de la coalición, especialmente aquellos frente a quienes puede perder votos, no muevan el bote con escándalos de corrupción o la investigación de los submarinos que pueden suponer una amenaza a su trono.

Benjamin Netanyahu sabe que su permanencia en el poder está directamente relacionada con la no concesión de tierras, la soberanía palestina y la idea misma de una solución de dos estados. Lo ha demostrado suficiente en varias ocasiones tanto de oponerse a todas esas ideas antes de una elección, sólo para revertir el curso inmediatamente después. Si siente que su magistratura está en absoluto en peligro, no dudará en aprovechar su inclinación por la derecha. En el clima político actual significa aflojar las riendas a Bennett y los anexionistas en su gobierno.

Fuente y traducción: Rebelión