Cuba soñada - Cuba posible - Cuba futura: propuestas para nuestro porvenir inmediato

Laboratorio Casa Cuba


La soberanía de la Patria no es más 
que el ejercicio irrestricto de 
todos los derechos de la dignidad humana en 
todo el territorio de nuestro país por 
todos los cubanos. 


Cuba vive un cambio de época. Ello nos impone el apremio de velar por la soberanía de nuestra Patria. Preocupados por el presente y por el futuro, deseamos formular propuestas para ser estudiadas y debatidas públicamente, acerca de cómo podría desarrollarse, junto al proceso de actualización económica, la debida renovación del orden social cubano.
Quienes integramos el Laboratorio Casa Cuba, de procedencias ideológicas disímiles, partimos de un consenso en torno a cinco pilares que juzgamos cruciales e irrenunciables de cara al presente y el futuro de Cuba: abogamos por la realización de la dignidad humana, que se concreta mediante el ejercicio no-violento de la libertad, la igualdad y la hermandad, por la socialización de la riqueza espiritual y material que seamos capaces de crear, por la consecución de una democracia plena, por la búsqueda de la mayor estabilidad en este proceso de cambios, y por el resuelto rechazo a la intromisión de poderes extranjeros en los asuntos de Cuba.
Al proponer (nunca imponer) una definición mínima de República y algunos posibles instrumentos para realizarla, no deseamos promover agendas particulares, sino que cubanas y cubanos, con opiniones y creencias diferentes, entre todos contribuyamos a concretar, ampliar y profundizar estos criterios, que aspiramos a que sean la base de nuestra convivencia en un futuro próximo. 
República:
Un orden público con un universo de actitudes, compromisos y reglas que garantizan a cada ser humano el disfrute de todas las capacidades necesarias para desempeñar su cuota de soberanía. El ejercicio de la soberanía ciudadana, que requiere un orden democrático, ha de tener como base las virtudes humanas, como medio principal el apoyo mutuo, y como meta la edificación de la justicia.
Instrumentos para afianzar la República en la Cuba de hoy y de mañana:
I. Garantizar el disfrute de los derechos civiles, familiares, políticos, culturales, sociales, laborales y económicos.
II. Implementar mecanismos eficaces para que todo ciudadano pueda disfrutar equitativamente de esos derechos, y para empoderar a los sectores desfavorecidos.
III. Asegurar el derecho a una información universal que sea libre y diversa, amplia y profunda, interactiva y crítica, sin censura ni monopolización. En particular, es imprescindible garantizar la transparencia de la gestión pública y el acceso masivo y participativo a Internet.
IV. Garantizar a la multiplicidad social y política de la nación el derecho de escoger diversas formas para auto-organizarse con el propósito de promover sus metas, influir en la opinión y en la acción de la sociedad, así como participar en la gestión pública.
V. Que creyentes y practicantes de las diversas religiones, espiritualidades y cosmovisiones existentes en Cuba, puedan promover y sentir públicamente respetadas sus identidades, y auto-organizarse en comunidades con personalidad jurídica propia.
VI. Establecer diversos dispositivos para que la ciudadanía pueda controlar activamente el cumplimiento de la Constitución de la República, así como el desempeño de todas las instituciones oficiales.
VII. Procurar la mayor autonomía posible del desempeño de las instancias locales, entendidas como espacios comunitarios, con recursos y capacidades de decisión sobre estos, para el ejercicio del protagonismo solidario y la soberanía ciudadana.
VIII. Cuando un problema pueda resolverse en las bases -ámbito local, asociativo o de colectivo laboral-, las instancias superiores no deberán intervenir en su solución; las comunidades, asociaciones, empresas y colectivos de trabajadores han de tener la posibilidad de cooperar libremente entre sí para solucionar conjuntamente sus problemas.
IX. Derogar todas las normas que establecen discriminaciones entre ciudadanos según sus territorios de origen o residencia –incluyendo las que privilegian a extranjeros por sobre los cubanos-, así como las que proveen la posibilidad de sanciones penales para quienes no cometieron actos criminales (peligrosidad predelictiva: el “estado peligroso” y las “medidas de seguridad predelictiva”).
X. Instaurar mecanismos de control mutuo entre las diversas funciones públicas. Separar las funciones legislativa, ejecutiva, judicial y electoral, así como perfilar la cooperación que debe existir entre las mismas.
XI. Cada contribuyente debe poder participar en la elaboración y aprobación del destino de los fondos que ingresa al erario público, así como exigir responsabilidades sobre su uso en propósitos sociales bien definidos.
XII. Elegir todos los cargos públicos representativos, por medio de elecciones directas, libres, secretas, periódicas y competitivas, entre candidatos nominados directamente por la ciudadanía.
XIII. También deberían ser electos siguiendo las reglas anteriores los máximos cargos ejecutivos de la República y de cada localidad.
XIV. Limitar a dos periodos la permanencia en los cargos ejecutivos de elección popular, y establecer límites de edad para tales funciones, así como determinar la incompatibilidad de cargos a ser ejercidos por una misma persona.
XV. Hacer efectiva la rendición de cuenta -periódica, pública e interactiva- de todos los funcionarios públicos.
XVI. Garantizar la realización del derecho del pueblo a revocar todos los mandatos.
XVII. Hacer el mayor uso posible del referéndum y del plebiscito, en todos los ámbitos y dimensiones.
XVIII. Asegurar eficazmente el derecho al trabajo y las garantías laborales; así como las libertades económicas necesarias, y subordinar la ejecutoria económica a compromisos sociales y ambientales.
XIX. Mantener, como derecho, el acceso universal y gratuito a la salud, mediante diversas formas sociales de organización, así como lograr una remuneración justa que esté a la altura de tal desempeño profesional.
XX. Garantizar el acceso universal y personalizado a una educación integral y democrática, humanista y diversa, con una remuneración justa para sus profesionales y un involucramiento activo de maestros, estudiantes, familiares y comunidades en la gestión de los planteles y la definición de los programas de estudio; así como a un desarrollo cultural libre y responsable.
XXI. Autonomía universitaria y académica, con libertad de cátedra y de investigación, y una participación activa de todos sus actores.
XXII. Asegurar vías eficaces para garantizar la participación equilibrada de la diáspora cubana en la vida del país.
XXIII. Todo el quehacer social debe cumplir los principios de legalidad, justicia y supremacía constitucional. Los preceptos constitucionales deben ser elaborados y aprobados con la participación protagónica del pueblo.
Sumamos nuestro modesto afán a los esfuerzos inolvidables de quienes han peleado y laborado por el triunfo del amor en nuestra tierra, a cuyas voces –un coro plural y diverso- unimos las nuestras, en común contraseña redentora.
Sus comentarios, análisis y propuestas pueden ser enviados a la siguiente dirección electrónica: labcasacuba@gmail.com


El Laboratorio Casa Cuba nace luego del diálogo sostenido, en las páginas de la revista Espacio Laical, entre los juristas Julio César Guanche y Roberto Veiga González, sobre la democracia en Cuba. La gran mayoría de las personas que integran el Laboratorio han participado y dialogado en las páginas y eventos auspiciados por la revista. Los editores de Espacio Laical, con el debido consentimiento de la entidad a la que pertenece dicha publicación, han contribuido a la institucionalización del equipo, el cual opera como un grupo de trabajo cuyos condicionamientos sólo provienen de las convicciones de quienes lo integran.
Sin embargo, el Laboratorio no es un proyecto católico. Entre sus integrantes hay marxistas críticos, socialistas republicanos, anarquistas y católicos. No obstante, a los miembros del colectivo nos une el resuelto compromiso con los destinos de Cuba; un patriotismo que se concreta en la realización de la dignidad humana, en la socialización de la  riqueza, en la consecución de una democracia plena, en la búsqueda del clima propicio para lograr la mayor estabilidad en el proceso de cambios que vive la nación, y por el resuelto rechazo –con base en la defensa inclaudicable de la soberanía nacional y popular de la Patria- a los mecanismos de presión y desestabilización política sobre Cuba, como son los que se sostienen sobre el andamiaje de la Ley Helms-Burton y el Bloqueo de Estados Unidos, así como la Posición Común europea.
El objetivo del Laboratorio Casa Cuba es estudiar la institucionalidad cubana y hacer sugerencias para su mejoramiento, así como socializar el estudio y el debate sobre estos temas. Está integrado, hasta ahora, por los investigadores Julio César Guanche, Julio Antonio Fernández, Dmitri Prieto, Miriam Herrera, Mario Castillo, Roberto Veiga y Lenier González.
El documento Cuba soñada-Cuba posible-Cuba futura: propuestas para nuestro porvenir inmediato, hecho público recientemente, pretende aportar herramientas que contribuyan a intensificar el debate sobre la institucionalidad cubana. Este diálogo se viene realizando entre cubanos, en la Isla y en el extranjero, por medio de espacios oficiales y no oficiales. Los integrantes del Laboratorio pensamos que ese intercambio de opiniones y propuestas ha de llegar a sintetizar las aspiraciones colectivas de la nación y concretarse en el proceso de reforma constitucional ya anunciado por el presidente Raúl Castro, así como en el creciente movimiento auto-organizativo del propio pueblo cubano, en sus diversos espacios, acorde con sus múltiples y también diversas preocupaciones sociales. Quienes integramos este equipo de trabajo acompañaremos creativamente este camino, investigando, haciendo sugerencias, promoviendo la reflexión y el diálogo respetuoso, y facilitando nuestros modestos medios para aportar al consenso nacional, sin otro “título” que el der ser ciudadanos cubanos preocupados por el bien de nuestro país y de nuestros compatriotas.
Tal ha sido el propósito de dicho documento, que tiene un formato particular porque intenta esbozar tópicos del ordenamiento institucional que han sido largamente consensuados por un grupo de cubanos y cubanas con pensamientos diferentes.
Reconocemos que el documento hecho público es eminentemente político, y sobre todo propositivo al tratar de la institucionalidad del país. En él recogemos propuestas no exhaustivas, que deben ir creciendo también hacia otros ámbitos (economía, cultura, educación, ética) en la medida en que se avance en el debate. Sin embargo, hemos procurado usar modos apropiados a la naturaleza del Laboratorio, que no son los que suelen utilizar las plataformas políticas particulares. No pretendemos que nuestro conjunto de criterios compita con otras visiones y se imponga. No aspiramos a monopolizar el debate nacional sobre el tema. No deseamos ser los guías de dicho proceso de discusión pública. Solo ambicionamos aportar y servir. En tal sentido, no somos un partido político, ni un movimiento social, ni una plataforma programática. Pero tampoco somos un hermético cenáculo, aislado de nuestra convivencia cotidiana entre tantos cubanos y cubanas que buscan respuestas para mejorar sus circunstancias actuales.
Por esto último, partimos del hecho de que la responsabilidad social es propiedad común del pueblo, y no dejamos de remitirnos a la política de la nación como a uno de los recursos de que disponemos para construir colectivamente el orden en el que queremos vivir. De ahí que hagamos estas propuestas para promover su debate, y para que puedan crecer en compañía de otras sugerencias.
El Laboratorio Casa Cuba, inspirado en la bella metáfora de monseñor Carlos Manuel de Céspedes, seguirá contribuyendo humildemente al bienestar de la patria cubana.

c) Comentarios al documento “Cuba soñada – Cuba posible – Cuba futura” del Laboratorio Casa Cuba.— Ovidio D´Angelo Hernández
Creo que se trata de un documento seminal, integrador, consensual. Los 5 principios son claves para un entendimiento nacional desde diversas posiciones sociopolíticas que estén interesadas en el desarrollo del país por una vía de progreso, justicia social, equidad y solidaridad humana.
La unidad necesaria para nuestro desarrollo social y económico ha de basarse en la diversidad y el diálogo constructivo, en la construcción de bases esenciales que nos incluyan a todos los de buena voluntad en el servicio a la Patria. Por eso me parece un documento esencial en la búsqueda del consenso necesario, inclusivo a todos los sectores patrióticos del país.
Los “Instrumentos” planteados para una República con soberanía del pueblo real y garantía de su participación y justicia social en todos sus espacios son de una importancia clave y constituyen bases imprescindibles para avanzar en la organización de un Estado de derecho moderno, plural y participativo, a tono con las realidades jurídicas y sociales que se diseñan en países socialmente avanzados en estas materias en el mundo y, particularmente, con posibilidad de aprovechamiento del nuevo constitucionalismo latinoamericano y de otras realidades participativas en diversos contextos.
Me sumo, decididamente, a la propuesta acogedora de posibles y diversas plataformas políticas concretas que fertilicen o defiendan posiciones generales afines a las planteadas en el documento.
Una de las cuestiones claves, sin embargo, de nuestra realidad nacional actual, creo que pasa por las dimensiones socioeconómica y espiritual de la población –si bien subordinadas, a mi modo de ver, a la concepción de país y de República, de un Estado de Derecho que los garantice-. No obstante aparecer insinuadas o brevemente planteadas, creo que hay muchas cuestiones concretas que podrían ser objeto de consenso en este momento, desde la diversidad.
Por ejemplo, no bastan las buenas intenciones de lograr un salario justo o ingresos adecuados. Es preciso que se elabore un diseño de la participación financiera de diversas instituciones internacionales y nacionales en la conformación de un Proyecto de Desarrollo viable, en plazos cortos y efectivos.
Ello se lograría con la apertura, regulada y compartida con el Estado o de manera privada (nacional y extranjera), de inversiones productivas, creadoras de empleo y equitatividad en los ingresos y participación de los trabajadores, con la apertura a la creación interna decidida de formas colaborativas de producción y acceso a fondos internacionales y nacionales, con mecanismos de mercado imprescindibles, dejando al Estado el papel regulador y no constrictor de estas posibilidades.
La creencia legitimada estatalmente de que sólo podremos acceder a mejores ingresos y calidad de vida a partir de elevar la producción (consigna histórica de por sí inviable, puesto que constituye un fenómeno complejo y multifactorial), debe ser replanteada con la creación de una Visión estratégica de desarrollo nacional, consensuada con la población. Los Lineamientos del Partido se quedan cortos, en general, o bien son contradictorios o limitados y ambiguos, en alguna medida, sobre estos aspectos.
Por otra parte, la apuesta a experimentos sociales y económicos (tan necesarios) se realiza con una visión de mediano y largo plazo que gravita sobre el deterioro del estado espiritual de decepción, desánimo e incertidumbre, de la población, reforzando los mecanismos de acción de supervivencia en la economía ilegal-sumergida, que están ocasionando –a falta de decisiones más inclusivas, retadoras y creativas- un empobrecimiento y distorsión de los valores humanos más elementales. Esta cultura de la supervivencia a toda costa y por cualquier medio puede constituir un hándicap extraordinario y de consecuencias muy negativas a cualquier proyecto de desarrollo propuesto, porque queda instalada en las prácticas y el inconsciente de la población como las vías de obtención de los medios de vida fuera de cualquier regulación social. Cada día que pasa sin que se resuelvan los problemas inmediatos materiales –con consecuencias espirituales de resonancia- afianzan la hipoteca del presente y del futuro hacia un estado de cosas que puede llegar a dirigirnos hacia la entrega nacional de la soberanía social, económica y política.
El documento Casa Cuba merecería ser considerado, públicamente por todos los sectores de pensamiento del país, y por los “decisores” que puedan abrirse a propuestas sustanciales de mejoramiento y progreso del país.

La revista Espacio Laical puede ser vista en www.espaciolaical.net y adquirida en el Centro Cultural Padre Félix Varela, 
Tacón s/n entre Mercaderes y Chacón. La Habana Vieja , La Habana. CP 10100. (para quien quera comprar la edición impresa)
CRÉDITOS:
Equipo de redacción: P. Yosvany Carvajal, Roberto Veiga y Lenier González.
Diseño: Ballate