El CIADI, la inversión extranjera y la Argentina

Aldo Ferrer
Diario BAE


En notas anteriores, observamos la influencia de la herencia del Estado neoliberal sobre la situación actual de la economía argentina y su inserción internacional. Recordemos que la experiencia fundamental del Estado neoliberal en la Argentina abarca el período de la dictadura (1976-1983) y, bajo un gobierno constitucional, los años comprendidos entre fines de 1989 y la crisis final del 2001. Por lo tanto, la formación del Estado neoliberal tuvo lugar en dos etapas. Dentro del cuarto de siglo comprendido entre 1976 y 2001, ambas abarcan casi veinte años. Los restantes, corresponden al gobierno de Alfonsín, que heredó la crisis de la dictadura. La transformación del escenario político, desde principios de este siglo hasta la actualidad, puso fin a la construcción del Estado neoliberal en la Argentina. La recuperación de los equilibrios macroeconómicos y la gobernabilidad del sistema, posibilitaron las nuevas orientaciones de la política económica.


En sus dos etapas, la formación del Estado neoliberal en la Argentina tuvo lugar en un contexto internacional caracterizado por el predominio de la financiarización en los países centrales, una activa penetración de la especulación financiera y sus agentes en las plazas periféricas. En el mismo contexto tuvo lugar la formación de cadenas de valor en el marco de las corporaciones transnacionales.

Los acontecimientos posteriores a la salida de la crisis del 2001, revelan que fue posible operar en todos los campos mencionados y restablecer la capacidad autónoma de maniobra del Estado nacional. En éstos y, en todos los casos, las restricciones realmente severas no son las que vienen de afuera sino las de adentro, que responden a los intereses y visiones alienadas, hostiles al interés nacional.

Como hemos visto, las reformas introducidas para instalar el Estado neoliberal pueden clasificarse en dos categorías. La primera contiene aquellas reformas que fueron reversibles por el cambio de orientación de las políticas públicas. En esas esferas, para recuperar las facultades del Estado nacional, alcanzó con nuevas normas administrativas (por ejemplo, en la política monetaria y cambiaria) o leyes aprobadas por el Congreso (como la nacionalización del régimen jubilatorio y de YPF).

Incluso el complejo problema de la deuda externa y las condicionalidades del mercado y el FMI, puede incluirse en esta categoría porque, en efecto, en la situación extrema del default, existió una respuesta unilateral posible de reconversión de la deuda, sin someterse a presiones externas. Los planteos legales de los fondos buitres, no han logrado los objetivos que persiguen y constituyen, apenas, una incomodidad.

Pero la herencia del estado neoliberal incluye también los convenios internacionales, que subordinan la resolución de problemas litigiosos, entre el Gobierno argentino e intereses extranjeros, a tribunales u organismos de arbitraje del exterior. Es decir, actos expresos de renuncia voluntaria de soberanía. De esta categoría forman parte la incorporación de la Argentina al régimen del CIADI y la firma de acuerdos bilaterales de garantía de inversiones, de los cuales, en la década de 1990, se firmaron cerca de 60, probablemente un récord mundial.

El fortalecimiento definitivo del Estado nacional aconseja, por lo tanto, apartarse del CIADI y de los convenios de garantía de inversiones. Además del hecho que el financiamiento de las inversiones de la economía descansa, esencialmente, en el ahorro interno, el atractivo sobre la inversión extranjera depende del crecimiento de la economía y la seguridad jurídica, garantizada por la división de poderes y la solidez de los equilibrios macroeconómicos. Para atraer inversiones extranjeras complementarias de las financiadas con recursos propios, es necesario fortalecer la soberanía, no renunciar a ella. Recuérdese el buen ejemplo de Brasil, que no es miembro del CIADI ni ratificó convenios bilaterales de inversiones y atrae inversiones externas.

En resumen, en un mundo multipolar, en el cual, los mercados se multiplican y debilita la capacidad de los intereses “céntricos” de organizar las relaciones internacionales, el desarrollo económico del país descansa esencialmente en la eficacia de la política económica del Estado nacional argentino y su capacidad de generar las sinergias de las esferas privada y pública. Sinergias en la gestión del conocimiento, la movilización de los recursos disponibles, la transformación de la estructura productiva, la integración del territorio y la proyección al mercado internacional. Como lo demuestra nuestra experiencia y la del resto del mundo, el crecimiento no descansa en la cesión de soberanía como en los casos comentados, sino en el marco de la democracia, la existencia de un Estado nacional con capacidad de defender los intereses propios e impulsar el desarrollo y la inclusión social.

Es previsible que la reparación del Estado nacional en la Argentina siga teniendo lugar en un escenario de turbulencias financieras internacionales, estallidos críticos focalizados e inestabilidad de las paridades cambiarias de las principales monedas y, consecuentemente, de las condiciones de competitividad. En tal escenario, es esencial descansar en los recursos propios, invertir el ahorro interno en el circuito productivo, mantener bajos niveles de deuda externa, consolidar los equilibrios macroeconómicos y, consecuentemente, la autonomía frente a los mercados internacionales y las condicionalidades neoliberales. En el mismo sentido, la eliminación de las ataduras internacionales derivadas de la herencia del Estado neoliberal, es otro paso en la consolidación de la soberanía, el desarrollo y la inclusión social.