Julio Carlos González, secretario legal y técnico de la Presidencia y secretario privado de Isabel Perón "Hubo traiciones en el peronismo"

 Reportaje a cargo de Claudio R. Negrete

para La Nación

publicado el 23 de marzo de 2016

El 24 de marzo se cumplirán cuarenta años del último golpe de Estado en la Argentina. Fue en el siglo pasado y como consecuencia de aquella nefasta violación al estado de derecho, el país transita hoy el período democrático más prolongado de su historia y los argentinos han elegido con el voto directo a ocho presidentes en forma consecutiva.



Dicen que el tiempo es sanador pero en cuestiones políticas e institucionales suele ser una herramienta indispensable para acomodar experiencias, aciertos y errores. Permite comprender el pasado con menor carga emocional. En el país subyacen secuelas de lo vivido en aquellos violentos años 70. La sensación y el recuerdo del miedo mantienen presencia en el inconsciente social bajo otras formas. Independientemente del lugar donde cada uno se ubique, es evidente que el resultado de aquellos turbulentos años fue una tragedia colectiva indeseada. En perspectiva histórica, nadie puede sentirse ganador porque el barro salpicó a todos.

El país no fue el mismo desde aquella madrugada del golpe. Un protagonista único de ese final fue Julio González quien en aquel gobierno anémico y desbordado ostentaba los cargos de secretario Legal y Técnico de la Presidencia y, al mismo tiempo, secretario Privado de la entonces Jefe de Estado, María Estela Martínez de Perón. Fue el único funcionario de confianza que estuvo con ella en el fatídico viaje del helicóptero. En la siguiente entrevista concedida a La Nación reveló detalles de las horas finales y la trama del golpe vivida desde el corazón del Gobierno. Testimonio que en algún momento podrá se contrastado con la versión de los hechos de la propia expresidente derrocada cuyas memorias ya fueron escritas y están a la espera del momento oportuno de hacerlas conocer.

¿Cómo fueron esos últimos momentos del gobierno de la viuda de Perón?

Ante las versiones crecientes de golpe, la presidente convocó a las diez de la noche del día veintitrés a una reunión urgente de ministros, legisladores y dirigentes sindicales en Casa de Gobierno. Era unas 40 personas. La idea era informarles a todos las gestiones que había hecho ese día el entonces ministro de Defensa, José Alberto Deheza, con los comandantes de las Fuerzas Armadas, Videla, Massera y Agosti. Deheza explicó los comandantes plantearon sus disgustos por lo que hacía el gobierno, con la situación del país, el desarrollo de la guerrilla, y que había vacío de poder. La novedad que trajo el ministro fue que habían acordado reunirse nuevamente al día siguiente. Tan convincente fue que al salir de la reunión Lorenzo Miguel les hizo una apuesta a los periodistas de que no habría golpe. Terminada, la Presidente me dice que la acompañe a Olivos. Repaso con mi equipo los temas de agenda del próximo día y junto a ella y al jefe de custodia, suboficial retirado de la Policía Federal, Rafael Luisi, nos encaminamos a la terraza, al helipuerto. Todo era normal. Como cada día, el Jefe de Granaderos nos despidió con los honores del protocolo y subimos al helicóptero de doble cabina. En la parte inferior se sentó a mi izquierda la presidente, frente a ella el suboficial Luisi, y frente a mí el edecán naval, Capitán de Navío Ernesto Diamante. Detrás de ellos, sentado en cuclillas, el oficial principal de la Policía Federal y también custodio, Mariano Troncoso. Apenas despegamos, Luisi se da cuenta de que la nave tomaba otro rumbo y de inmediato sacó su arma reglamentaria y casi gritando alertó que el helicóptero no iba a Olivos sino hacia el río. La presidente lo calmó, le pidió que guarde el arma y le dio la orden al edecán naval de averiguar qué pasaba. Los pilotos comunicaron, uno de ellos era Lami Dozo, que había un desperfecto en un motor y que debíamos ir a Aeroparque para después seguir viaje en auto hacia la quinta presidencia. En pocos minutos llegamos y me sorprendió ver todo oscuro, las pistas, las luces de despegue y aterrizaje, edificios, explanadas. Soldados escondidos detrás de los árboles. Al pie del helicóptero se presentó un oficial de la Fuerza Aérea y le dijo a la presidente que bajara de la nave. Entonces, intervengo yo y le exigí que venga de inmediato el jefe de la base y le dije a la presidente: señora, no baje por favor. A los quince minutos se hizo presente el jefe de la base, comodoro Crosetto, y volvió a insistir con que debíamos bajar.

¿Qué pasó dentro del helicóptero en esos quince minutos hasta que llegó el jefe de la base?

Nada. Había un tenso silencio que no olvidaré jamás.

¿Cómo siguió la situación?

Crosetto reiteró que había un problema en uno de los motores del helicóptero. Entonces, le pido que de inmediato vengan los autos hasta el helicóptero pero se negó, me contestó que era peligroso porque podía explotar un motor. Vuelvo a insistirle a la presidente: señora Presidente, no baje por favor. Ella me mira, me toma del brazo izquierdo y me dice: bajemos doctor, es pura acción psicológica. Así caminamos juntos los últimos cien metros. En el centro ella, a su derecha el jefe de la base, y a su izquierda yo. Atrás el edecán naval y los dos custodios. Nos dirigíamos a la oficina de Crosetto y cuando llegamos dejo pasar a la presidente y a mi me empujan, me cierran violentamente la puerta en la cara y me encañonan a mí y a los custodios. Nos apuntaron a diez centímetros con fusiles y ametralladoras en el pecho, la espalda, en la cabeza y en la cara. Así estuvimos media hora.

¿Qué pasó con el edecán presidencial?

El edecán naval no cumplió con su deber de defender al Presidente de la Nación. Es evidente que estaba en el complot del secuestro extorsivo.

¿Por qué dice secuestro extorsivo?

Porque la presidente fue interrogada por oficiales de las Fuerzas Armadas, entre ellos el almirante Santamarina y el general Villarroel que luego fue secretario de presidencia de Videla. Primero fue secuestrada y la extorsión vino cuando le exigen que firme su renuncia para que el doctor Luder se haga cargo del gobierno y, a cambio, le ofrecen el Tango 01, que había aterrizado mientras nos apuntaban, para ir dónde quisiera. Pero ella se negó y entonces pasaron del secuestro a la detención y a tomar del poder. La llevaron a la residencia El Mesidor en Villa La Angostura. No la ví nunca más ni volví a hablar con ella desde ese momento.

¿Qué hicieron con usted?

Una hora y media después vienen un teniente coronel del Ejército y me informa que tenía la orden de entregarme a la Armada. Me llevaron detenido al barco Bahía Aguirre que estaba amarrado en el puerto. Cuando llegué, aproximadamente a las 5 de la mañana, abro la puerta del camarote celda y para mi sorpresa aparece el ministro Deheza. Me pregunto todavía hoy si lo habían detenido o se hizo detener porque él sabía lo del golpe.

¿Dice que el ministro de Defensa le ocultó a la presidente el levantamiento militar?

Sí. Y lo confesó el mismo Deheza cuando estábamos detenidos. Nos dijo textualmente: yo sabía que el golpe iba a ocurrir pero preferí disimularlo para evitar una pueblada que terminará en una movilización con represión y víctimas. Para mi eso fue una traición.

¿Cree que hubo más traiciones dentro del peronismo?

Claro que sí. Hubo muchos dirigentes que fueron funcionales al golpe. Fue más que evidente. Desde que asumió Cámpora en 1973 hasta la asonada del 76 dentro del peronismo se desató una loca carrera por el poder. El tema era quién iba a reemplazar Perón y después a su esposa porque todos sabían que Perón tenía poco tiempo de vida y el gobierno de su esposa sería una transición corta y alcanzaba con hacerle la vida imposible para que se fuera. Muchos dirigentes lucharon por posicionarse para un pos peronismo sin Perón. La movida desestabilizadora era para desplazarla a la presidente del poder y lamentablemente todo terminó en el golpe de estado más atroz que haya tenido el país.

¿Cómo jugó la oposición en esas circunstancias críticas?

A propósito o sin darse cuenta también fue funcional al golpe militar. El 5 de enero la Junta de Comandantes le dio un ultimátum a la presidente exigiéndole un cambio de gabinete, combatir a fondo a la subversión y abrir la economía a los capitales extranjeros. En ese contexto de inestabilidad política se les dio a los principales líderes opositores la cadena nacional con la idea de que salieran a defender, no al gobierno, sino a la democracia y sus instituciones. Fue cuando Ricardo Balbín dijo esa frase desgraciada de que no tenía soluciones y que todos los incurables tienen cura cinco minutos antes de su muerte. Deolindo Bittel, en representación del Justicialismo, habló del peronismo pero no se expresó en forma contundente contra el golpe. Debo reconocer públicamente que el único que lo hizo fue Oscar Alende quien en una reunión personal me dijo: yo no soy Balbín, no estoy en ninguna transa militar.

¿Qué dijo al presidente de los dichos públicos de Balbín?

La verdad no le daba ninguna importancia a Balbín.

¿No cree que fue un error aislarse y no hablar con la oposición en ese difícil contexto?

Se hablaba con el radicalismo a nivel institucional a través de las audiencias que solicitaban sus legisladores nacionales. La presidente no tenía el hábito de hablar con otros líderes políticos del país. Se dedicaba a gobernar. Para comprender este período tenemos que distinguir entre los hechos políticos que aparecían en los medios y los actos jurídicos del gobierno que son las decisiones que se tomaron con leyes y decretos porque un gobierno se organiza y se define a través de sus actos jurídicos.

¿Si había tanta evidencia de que se venía un golpe por qué no hicieron algo para frenarlo?

El gobierno peronista de entonces estuvo tres años jaqueado con la amenaza de golpe y con operaciones políticas e informativas de que era inminente. Eso se repitió el 22 marzo cuando se habló otra vez de golpe. La verdad, la presidente y yo creímos que era una conjura más.

¿Qué comentaba la presidente ante los rumores y acciones concretas de que el golpe estaba en macha?

Tenía la misma actitud que con los problemas que enfrentaba de su gobierno. Consideraba a todos los rumores y advertencias como voces alarmistas que se repetían. La verdad, no creía que iba a ver un golpe. La evidencia más clara de eso fue cuando me dijo en el helicóptero que había que bajar porque todo era pura acción psicológica.

¿No considera, ahora que pasaron tantos años, que la presidente fue incapaz de solucionar la crisis?

Creo que con los elementos que había la presidente actúo como cualquier persona normal sometida a la decisión final de las Fuerzas Armadas. No cedió a las presiones que venían de todos lados para romper el orden constitucional. La situación se manejó como se puedo y sin un respaldo contundente de la dirigencia política en cuanto a la defensa de la democracia. Hubo un gran cinismo e hipocresía de los secuestradores y golpistas que mintieron en todo momento. Al gobierno lo traicionaron de adentro y también de afuera.

¿A qué se refiero cuando citó al día 22 como el anuncio del golpe?

Ese día a las diez de la noche vino a mi despacho el general Otto Paladino, el jefe de la SIDE puesto por Videla. Me dice: esto no va más doctor, el gobierno no hace nada contra la subversión. Entonces le digo que no era así, que se había dictado leyes para enfrentar los problemas de la subversión siempre en el marco constitucional. Y me dijo que eso no servía. Entonces perdí los estribos y lo increpé: ¿me puede decir dónde está el coronel Jorge Montiel? Se lo pregunté porque Montiel era el secretario de la SIDE y hacía varios meses que había desaparecido. A mediados del 75, Montiel me había confesado que tenía información de que oficiales de las Fuerzas Armadas tenían contacto con las cúpulas guerrilleras para desestabilizar al gobierno. Y me dijo que al día siguiente iba a dar a la prensa los nombres y los rangos para desbaratar la maniobra. La última noticia que hubo de Montiel fue de ese día siguiente. A las 8 de la mañana, junto al teniente coronel Martín Rico, salieron del comando general del Ejército y tomaron un taxi. Nunca más de supo de ellos hasta el día de hoy. Por eso le pregunté a Otto Paladino qué sabía de Montiel. Calló porque sabía.

¿Supo algunos de esos nombres que eran nexo entre las FF.AA. y la guerrilla?

Prefiero no hacer nombres.

Siete años de cautiverio

Julio González es abogado y profesor de Economía Política. Tiene 81 años, está casado, tiene tres hijas y seis nietos. Dice que nunca fue afiliado peronista, que en 1973 el presidente Perón lo nombró Director General de Asuntos Jurídico de la Secretaria de Prensa y Difusión y que muerto éste, se hizo cargo de la Secretaria Legal y Técnica de la Presidencia en septiembre de 1974, y al año siguiente sumó a ese rol el de Secretario Privado de la viuda de Perón. Luego del golpe estuvo detenido un día en el barco Bahía Aguirre, después fue traslado al barco Ciudad de La Plata por un mes, para pasar al buque Treinta y Tres Orientales durante 4 meses compartiendo cautiverio con Carlos Menem, Jorge Vázquez, Jorge Taiana y Lorenzo Miguel, entre otros. Permaneció dos años y siete meses en el penal de Magdalena y con prisión domiciliaria hasta su liberación final en abril de 1983. En total estuvo algo más de 7 años privado de su libertad. Dos de sus colaboradores murieron como consecuencia de los interrogatorios. La noche del golpe un grupo comando del Ejército entró a su casa y se robó objetos personales y todos sus ahorros. Al día siguiente, el turno fue de la Armada. Se llevaron documentos y papeles. Dos derrames cerebrales posteriores dejaron huellas en su cuerpo. Nunca más se dedicó a la política y tampoco volvió a ocupar cargos públicos. Se dedicó a la docencia universitaria y a escribir libros en los que dejó testimonio de todo lo vivido.

Otros motivos de la asonada

Según Julio González en los últimos meses del gobierno hubo tres hechos que habrían sido determinantes en la decisión del golpe. Uno fue el decreto 620 del 13 de febrero de 1976, de su autoría, por el cual se decidió que antes de las elecciones generales, que en principio iban a ocurrir en diciembre, se debía convocar a una Asamblea Constituyente para decidir cuáles de las constituciones estaban vigentes, si la de1853, la de 1949 y o la reforma en 1957 y 1972, y si era necesario hacer una nueva reforma. Otra decisión fue transferir sin cargo al Estado la compañía de electricidad Ítalo de la que José Alfredo Martínez de Hoz era su vicepresidente. Y el tercer hecho fue que ante el ultimátum del 5 de enero de los comandos militares, la respuesta fue conformar un gabinete económico antiliberal.

Fuente

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El gobierno de Isabel Perón y los motivos del Golpe: “voltear las chimeneas que levantó Perón, para desindustrializar al país”

“Yo quisiera preguntarles, compañeros, si ustedes recuerdan cómo era la Argentina antes de Perón. Ustedes saben como yo, que era un país sin justicia social, con campos y vacas. El General Perón, trajo al país la justicia y las chimeneas. Hoy, los traidores y la Sinarquía Internacional -porque esto también se está moviendo desde afuera- quieren acabar con el pueblo y voltear las chimeneas para que la Argentina vuelva a ser campo y vacas solamente”.

-Isabel Perón, 2 de julio de 1975

“Quieren destituir al gobierno para voltear las chimeneas que levantó Perón, para desindustrializar al país. Para que volvamos a ser lo que éramos hace 200 años, proveedores de materia prima, con prohibición industrial y de valor agregado”

-Isabel Perón, 15 de marzo de 1976 en la CGT.

El 24 de marzo de 1976, la Junta Militar, con el visto bueno del Secretario de Estado de los EEUU, Henry Kissinger, decidió dar por terminada la Argentina de “la justicia social y las chimeneas industriales”. El objetivo era retornar justamente a un país pre peronista de modelo puramente agroexportador, destruyendo al Movimiento Obrero Organizado y restableciendo a la Argentina al histórico lugar al que Gran Bretaña lo condujo luego de la Batalla de Caseros de febrero de 1852. El tercer gobierno peronista, iniciado el 25 de mayo de 1973, continuado por Juan Domingo Perón a partir del 12 de octubre del mismo año (luego de ser electo por el 62% de los votos) y por Isabel Perón a partir del 1 de julio de 1974 había llegado a su fin por la fuerza. Atrás quedaban el Plan Trienal de desarrollo que Perón había pensado para el período 1974-1977 y el Modelo Argentino para el Proyecto Nacional, que habría significado contar con una comunidad organizada, con pleno empleo, desarrollo científico tecnológico propio, justicia social, poblamiento del territorio nacional, y en definitiva, un ejemplo de lo que puede hacer un país soberano, desde Sud América para el mundo.

Explica el historiador Julio Carlos González, quien fuera Secretario Legal y Técnico de la Nación del gobierno peronista depuesto, preso político de la dictadura durante 7 años, que los motivos del golpe fueron: “Destruir la argentina técnica, industrial y científica construida por Juan Domingo Perón, entre 1945 y 1955. Son los mismos que se opusieron a Perón cuando se los desplazó en 1943, y luego entre el 45 y 55. Fue el establisment que condujo el país desde el 55 hasta el 73. Perón fue coherente en la Argentina industrial, técnica y científica. Los verdaderos motivos del 24 de marzo de 1976 están en  destruir la obra del tercer gobierno de Perón. Los británicos estuvieron detrás del golpe. Cuál fue la obra de Perón entre 73 y 76: Ley de promoción industrial, ley de promociones mineras, ley de transferencia de tecnología, que fue tan importante a punto tal que Henry Kissinger, secretario de Estado norteamericano convocó a una conferencia de prensa para pedir que Argentina derogara su ley de tecnología. También se dictó algo muy importante: Ley de contrato de trabajo y el fuero sindical, como así también el seguro nacional de salud. Eso por supuesto nadie lo dice”.

Otra cuestión trascendente fue la relación con el poder finaciero transnacional, explica González: “Lo más importante es que se acompañó con una medida trascendente: no se tomó ningún préstamo. El 25 de mayo de 1973, cuando asume Héctor Cámpora la deuda pública era de 5189 millones de dólares, y la deuda al momento de la caída del gobierno en 1976 era igual con el agregado que se pagaron los intereses. No se contrajo ningún empréstito. La única falencia que hubo con respecto a esto fue un decreto del presidente transitorio Italo Luder que emitió bonos por 200 millones de dólares para descontar en la plaza de Londres”.

No menor fue la tensa relación del gobierno con la petrolera de la corona británica, Shell y de la familia norteamericana Rockefeller, Esso: “Otro dato fundamental fue la nacionalización de las bocas de expendio de combustible que quedaron en manos todas de YPF, y no de la Shell que dirigió el país a partir de ese momento. Se hizo porque el impuesto a los combustibles tenían que depositarlo en la cuenta del tesoro a las 48 horas. En cambio la Shell y la Esso podían retenerlo durante 45 días sin pagar intereses”.

A diferencia de otros presidentes derrocados, Isabel Perón se negó a renunciar y quedó inmediatamente detenida, permaneciendo como presa política durante 5 años para finalmente exiliarse en Madrid. Buena parte de quienes luego escribieron la historia no supieron hacer justicia con quien fuera la primera mujer en ejercer la Presidencia de la Nación.

Entre algunas de las principales medidas, poco conocidas y ocultadas por los historiadores, del gobierno peronista de Isabel Perón, se encuentran:

1- Decreto de caducidad de las concesiones del servicio público de televisión por vencimiento del término, asumiendo el Estado Nacional el mismo, con la previsión futura (abortada) de que ese servicio fuera brindado por el Ministerio de Educación, universidades nacionales y entidades culturales. En igual sentido se proyectaba obrar con las radioemisoras estatales.

2- Decreto nº 652/74 de nacionalización de las bocas de expendio de combustible, quedando centralizado en YPF la comercialización de los derivados del petróleo, naftas y otros combustibles. El impuesto a los combustibles, que antes podía ser retenido durante 52 días por las empresas extranjeras Shell y Esso, y que representaba un fuerte ingreso a las arcas públicas, debía ser percibido por el Estado en 48hs.

3- Decreto adecuando a las agencias noticiosas internacionales que operan en la Argentina a las normas del derecho argentino.

4- Ley de expropiación de Editorial Codex S.A por quiebra, cuyos principales acreedores eran el fisco y los bancos del estatales, con el objetivo de imprimir con valores populares los textos de enseñanza primaria, secundaria y universitaria, más obras de ciencia, literatura y pensamiento argentino.

5- Ley de Promociones Industriales para Empresas Argentinas con créditos en moneda nacional y divisas por parte del Banco de Desarrollo, y exenciones impositivas, con preferencia para las industrias en el interior de la República.

6- Ley de Transferencia de Tecnología al Exterior Nº 20.794/1974. Disponiendo que la exportación de tecnología sea con permiso previo del Estado y con cobro de regalías, evitando el drenaje de divisas.

7- Ley de Nulidad de los Contratos celebrados durante el Gobierno de Facto 1966-1970, entre las Empresa Nacional de Teléfonos del Estado (ENTEL) y las multinacionales STANDARD ELECTRIC (ITT) y SIEMENS.

8- Ley Integral de Contrato de Trabajo o Código del Derecho del Trabajo nº 20.744. Durante el tercer gobierno peronista, las remuneraciones de los trabajadores volvieron a alcanzar el 50% de la riqueza nacional. El desempleo, era mínimo, de alrededor del 2%.

9- Decreto del Poder Ejecutivo para la intervención de la compañía Italo Argentina de Electricidad (CIAE) nº 648 del 18 de febrero de 1976 (anulando un negociado por el que pretendían venderle la empresa al Estado, la que debido al tiempo transcurrido ya le pertenecía a la Nación).

10- Decreto nº 620 del 13 de febrero de 1976 declarando prioritaria a las elecciones el llamado a una Convención Nacional Constituyente que determinase qué constitución estaba en vigencia en el país:

-La constitución Nacional de 1853,

-La Constitución Nacional de 1949,

-La Constitución Nacional de 1853 con el agregado del artículo 14 bis de 1957

-La Constitución Nacional de 1853 enmendada por Decreto del Gobierno de Facto del General Lanusse

11- Instalación simbólica por un día del gobierno nacional en el Sector Antártico Argentino como reafirmación de su soberanía.

12- Exportación de camiones fabricados en la República Argentina a Cuba.

13- Expulsión de la República Argentina del Embajador de Gran Bretaña por actos descorteses e improcedentes ante la protesta por la navegación ilegítima de un buque de guerra inglés, el Endurance, por aguas jurisdiccionales argentinas sin autorización ya que “el gobierno argentino no reconoce ni reconocerá la titularidad ni ejercicio de ningún derecho relativo a la exploración y explotación de minerales o hidrocarburos en las Islas Malvinas… porque las mismas forman parte integrante del territorio nacional”, ante el desacato “el 4 de febrero de 1976, un buque de la Armada Argentina efectuó un disparo sobre la cubierta del Endurance, porque avanzaba hacia las Malvinas para realizar unilateralmente el relevamiento económico proyectado” y fueron retiradas las credenciales diplomáticas del embajador.

14- Se interceptaron 160.000 proyectiles enviados desde Gran Bretaña, consignados a la embajada británica con fines de desestabilización política.

15- Ley de nacionalización de los depósitos bancarios.

16- Se evitó el endeudamiento externo de la República Argentina. Entregando al país con el mismo monto de deuda que al asumir.

Como dijo el historiador canandiense H.S. Ferns en 1973: “Como no sea a través de una guerra civil devastadora resulta muy difícil pensar como va a destruirse la revolución efectuada por Perón”. Lo que siguió al Golpe fue un baño de sangre en lo político que se ensañó especialmente con el movimiento obrero organizado y un plan sistemático de desindustrialización y endeudamiento, iniciado por un ex directivo del banco Chase Manhattan de los Rockefeller, José Alfredo Martínez de Hoz.

(Agradecemos para esta nota los aportes de Julio Carlos González, Diego Mazzieri y Juan Gabriel Labaké)

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