Perón-Vargas: Una relación contradictoria
María de Monserrar Llairó- Raimundo Siepe*
Entre la crisis de 1930, y luego,
con la Segunda Guerra
Mundial, van a surgir en América Latina movimientos políticos y tendencias
económicas-sociales que podemos caracterizarlas para ciertos países como
nacionalistas, populistas y mercado internistas.
Los casos más concretos en el
continente sudamericano fueron los de Brasil y el de Argentina. Durante la
década del treinta, se consolida en Brasil, el presidente Getulio Vargas
(1930-1945), seguido por Eurico Dutra (1945-1950), al que le sucedería
nuevamente Vargas hasta 1954.
En la Argentina , a partir de
la revolución del 4 de junio de 1943, pero especialmente bajo las dos primeras
presidencias de Perón (1946-1955), se asentará, como en el Brasil, una nueva
clase social, el movimiento obrero industrial, junto a una burguesía nacional y
al ejército. Quiere decir, que ambos países, seguirían una vía paralela en sus
respectivos desarrollos económicos y sociales, pero con una particularidad, en
el campo internacional tales semejanzas no pudieron concretarse en una alianza
común que pudiera estrechar aun más los vínculos ya existentes entre ambas
naciones, a pesar de la mutua atracción que sentían entre sí los presidentes
Vargas y Perón.1
Las causas de este fracaso, deben
buscarse tanto en el ambiente interno, como externo, que rodeaban tanto al
mandatario brasileño como al argentino.
En ambos aspectos, diremos que las
diversas orientaciones en materia de política internacional del Brasil,
fundamentalmente hacia los Estados Unidos, de su clase dirigente, y la
propaganda hostil del Departamento de Estado para que no se concretara la “Unión
Económica” propuesta por Perón hacia Vargas; y por otro lado, los resquemores
de Perón hacia el norte, ya que no que no deseaba el afianzamiento del
predominio de Washington en el continente latinoamericano, constituyeron
factores importantes a la hora de dirimir las cuestiones atenientes hacia una
mayor integración y complementación en cualquier área.2
Por lo tanto, cualquier intento de
agrupaciones económicas entre ambos países en el proceso de la posguerra
atentaban directamente contra las pretensiones hegemónicas norteamericanas en
la región.
En el presente trabajo, trataremos
de analizar, las causas de este intento fallido de una mayor cooperación entre
Vargas y Perón, incluyendo además de la bibliografía ya
existente, mayoritariamente
brasileña sobre el tema, el tratamiento, fundamentalmente de fuentes y memorias
diplomáticas de la Argentina
que hasta aquí, no han tenido una utilización adecuada dada la enorme
trascendencia del tema abordado y los problemas que hoy en día aun se plantean.
BRASIL Y LA ARGENTINA DURANTE
LA SEGUNDA GUERRA
MUNDIAL
Las terribles causas y sus
consecuencias que acontecieron en el período de la Segunda Guerra
Mundial constituyeron difíciles desafíos para ambos países, cuyos gobiernos
tuvieron que enfrentar diversas opciones que debieron resolverse
paulatinamente, y cuyos efectos fueron notorios a nivel político, económico e
ideológico y que se proyectaron en el rumbo de sus respectivas políticas
internas y externas.
Durante los años de 1939 a 1945, Brasil gozó de
una fuerte estabilidad política a través del presidente Getulio Vargas. La Argentina por el
contrario, vivió periodos muy agitados con continuos cambios de presidentes y
de ministros y que llevaron al golpe de estado del 4 de junio de 1943, que
abarcó hasta la normalización constitucional a través de las elecciones en 1946
que llevaron a la presidencia a Juan Domingo Perón.
En el Brasil, se manifestó siempre
una tendencia favorable a la alianza con los Estados Unidos a través
principalmente del Canciller Osvaldo Aranha, primero como embajador en
Washington entre 1934 y 1938 y luego como Canciller hasta 1944.
Esta posición, además, estuvo
apoyada por el General Dutra en el Ministerio de Guerra y el General Goes
Monteiro como Jefe del Estado Mayor del Ejército. En este punto, los militares
brasileños tenían una constante preocupación por la posibilidad de quedar
rezagados en cuanto al equipamiento del material bélico y así no quedar
disminuidos ante una imaginaria amenaza por parte de la Argentina. De ahí,
las diversas gestiones con Washington para obtenerlo. Aunque el objetivo
principal era promover la instalación de la primera planta siderúrgica
importante en América del Sur (Volta Redonda), para generar un fuerte proceso
de industrialización y también para lograr la preeminencia económica en la
región. Por lo tanto, junto a otras causas, Brasil declaró la guerra al Eje el
21 de agosto de 1942, enviando a combatir a Italia una importante fuerza
expedicionaria (Argentina, recién la declararía en marzo de 1945). 3
En la Argentina , los diversos
vaivenes políticos influyeron notablemente en la orientación de la política
exterior. Si al principio, su tendencia era a favor de los aliados bajo la
presidencia de Ricardo Ortiz, quien por problemas de salud tuvo que dejar el
cargo, con el sucesor Ramón Castillo la tendencia pasó a ser neutralista. Los
revolucionarios de 1943 continuaron con esta postura, aunque entre sus miembros
hubiera muchas personalidades de tendencias opuestas, generando continuos
choques en el elenco gobernante.
Esta posición argentina tenía dos
objetivos principales .El primero, era el mantenimiento de la neutralidad para
seguir comerciando con Europa (Gran Bretaña). El segundo, era impedir la
hegemonía norteamericana en la región (como el temor a la brasileña), lo que llevó
al país a un fuerte boicot económico y político por parte del Departamento de
Estado (de forma especial por el embajador y luego funcionario Braden) durante
la guerra y que se prolongaría por varios años más, aun luego de haber
finalizado.
Para un análisis comparativo de las
posturas de ambos países, tengamos en cuenta que durante 1938 a 1945, Brasil tuvo
solamente un presidente, Getulio Vargas, y dos Cancilleres; en cambio, la Argentina , tuvo cinco
presidentes (Ortiz, Castillo, Rawson, Ramírez y Farrell) y varios Cancilleres.4
Esta diversidad en el campo
internacional, entre la
Argentina y el Brasil, no se reflejó, a pesar de todo, en una
enemistad política ni en una alteración o inconvenientes en las relaciones
comerciales. Por el contrario, el presidente Getulio Vargas rechazó durante la
contienda mundial en varias oportunidades toda iniciativa que fuera provocativa
o que se insinuara belicosa ya proviniera del exterior o del interior a su
gobierno en contra de la Argentina. Inclusive en octubre de 1945, el
embajador brasileño en Buenos Aires, Lusardo le había ofrecido al entonces
hombre fuerte de la
Argentina , Perón, el asilo político en Brasil. De ahí la gran
atracción que Perón empezó a sentir por Vargas. A partir de estos
acontecimientos, la historia en común tendría otros destinos para ambas
naciones.5
BRASIL Y LOS ESTADOS UNIDOS
La política exterior brasilera a
partir de fines de 1889 y hasta el período que nos ocupa se caracterizó por las
excelentes relaciones históricas que mantuvo con los Estados Unidos y que, a
pesar de sostener importantes relaciones económicas, políticas y militares con la Alemania
nacionalsocialista, no le impidieron solidificar aun más al comenzar la Segunda Guerra
Mundial el vínculo que uniría cada vez más a Brasil con Washington.
Con el nombramiento de Osvaldo
Aranha, primero como embajador y luego como Canciller, el presidente Getulio
Vargas, se aseguró un miembro de su gabinete que fuera claramente
pronorteamericano, logrando además, una ayuda fundamental del Departamento de
Estado en cuanto a material militar, el suministro de petróleo, buenos precios
para la exportación del café y lo que fue aun más importante, Volta Redonda,
todo ello, producto del ingreso de Brasil como aliado en la contienda bélica,
otorgándole también el uso de territorio a tropas norteamericanas y acompañando
su esfuerzo con el envío de tropas brasileñas al campo de batalla.6
Por otra parte, quedaba en claro que
la prioridad en América del Sur para los Estados Unidos era Brasil y no la Argentina ,
circunstancias que se vieron reflejadas en la ayuda económica diferente
recibida por ambos países. Así, por ejemplo, entre 1946 y 1955, Argentina
recibió aproximadamente 274 millones de dólares de créditos de los Estados
Unidos; en cambio Brasil, recibió 1280 millones de dólares. A su vez, la
disponibilidad de productos de acero localmente producidos, hecha posible
debido a la ayuda norteamericana, había generado 28 nuevas empresas en Brasil
hacia 1951, y había ayudado a 56 empresas existentes para expandir sus
operaciones. Por su lado: “El Banco Exim consideraba en 1952 que tenía una
relación especial con Brasil, y que había realizado una contribución
significativa a su desarrollo económico”.7
Dos días después de asumir la
presidencia, el 6 de junio de 1946, Perón había dado el primer paso que
fortalecía su posición internacional de equilibrio y autonomía, al anunciar el
restablecimiento de relaciones diplomáticas con la Unión Soviética
que habían quedado cortadas desde la revolución que destronara al zar en 1917.
Este paso inicia un período de relaciones comerciales con los rusos y países
del área comunista que se mantiene a lo largo de su gobierno.8
Casi tres meses después, el 30 de
agosto, la bancada peronista de la
Cámara de Diputados daba su voto al proyecto del Senado
Nacional por el cual se ratificaban las Actas de Chapultepec y se trazaba un
giro de solidaridad con Occidente. Recordemos que en 1945 se firmaba dicha
Acta, por la que los Estados americanos concertarían en un futuro inmediato un
tratado para prevenir y reprimir las amenazas y los actos de agresión contra
cualquiera de ellos.
El peronismo entraba en escena en un
marco internacional marcado por los acuerdos de Yalta, en que el mundo capitalista
y el comunista, acordaron el reparto del mundo.
Reparto que no iba a impedir, en
definitiva, la descomposición de los sistemas coloniales, como se vería pocos
años después, y que se iniciaría con la independencia de la India a partir de 1947.
En ese sentido, la política
internacional del peronismo, procuraba conservar una total autonomía de
decisiones. En 1971 Perón decía al respecto que: “No es un secreto para nadie
que cuando terminó la segunda guerra mundial, en 1945, se reúnen en Yalta, el
imperialismo yanqui y el imperialismo soviético. Allí, ellos arreglan el
asunto. Hacen las conversaciones (estaban Stalin, Churchill y Roosevelt) y
dividen el mundo. Trazan una línea y dicen: de acá para allá es de ustedes, de
acá para allá es de nosotros. Una, donde debía dominar el imperialismo
soviético, y otra para el imperialismo yanqui. Después, hacen una reunión en
Postdam y allí establecen tratados donde se consolida toda esa situación”.9
El 6 de junio de 1947, el presidente
Perón hizo conocer un mensaje a todos los pueblos del mundo, transmitido por más
de mil radioemisoras, entre ellas la
BBC de Londres, el cual constituye la primera exposición
orgánica de la
Tercera Posición : “No pueden ser ya factores coexistentes en
el mundo la miseria y la abundancia, la paz y la guerra”, expresó esa vez, al
tiempo que proponía un “desarme espiritual de la humanidad” y “un plan de
acción tendiente a la convicción material del ideal pacifista, en lo interno y
lo externo”.
Esta nueva doctrina, de cooperación
económica y de paz mundial, reclamaba; “la anulación de los extremismos
capitalistas y totalitarios, como único camino de salvación humana”. Decía
Perón: “La labor para lograr la paz internacional debe realizarse sobre la base
del abandono de ideologías antagónicas y la creación de una conciencia mundial
de que el hombre está por sobre los sistemas y las ideologías, no siendo por
ello aceptable que se destruya la humanidad en holocausto de hegemonía de
derecha o de izquierda”.10
El valor de la formulación peronista
del año 1947 se basó en que su método consistió en que en una etapa muy
temprana del proceso internacional de descolonización reconoció y formuló con
bastante claridad los problemas más importantes y los principales objetivos de
los países menos desarrollados.
Recién en octubre de 1949 cae la
última base “nacionalista” en China, acto previo a la proclamación de la República y al
reconocimiento por parte de Gran Bretaña, Suiza y Pakistán en 1951. Y en
diciembre de 1946 nacería la
República de los Estados Unidos de Indonesia, después de
cuatro años de guerra de liberación. A su vez la primera revolución
anticolonial del mundo árabe triunfa en Egipto a partir de 1952, en que cae la
monarquía.
Mossadegh fracasa en Irán en 1953,
En cuanto al proceso de descolonización del África Negra, comienza recién en
1947, con la independencia de Ghana.
Para Perón, el Tercer Mundo
comprendía un concepto económico para los “Estados que no están todavía
desarrollados o plenamente desarrollados”, y un concepto político en donde “el
Tercer Mundo está compuesto por los países que no están bajo el dominio del
imperialismo americano o del imperialismo soviético”.
En este sentido, la práctica
peronista desde el gobierno – de manos libres - fue siempre coherente con la
doctrina enunciada en 1947. Doctrina que parecía extraña, pero más todavía en
su versión pragmática. En el año 1946, Estados Unidos mantuvo el bloqueo de
armamentos contra nuestro país e intentó una acción similar en el comercio
internacional de combustibles. Le molestaba la política de exportación de
granos con que Perón favorecía a España y Portugal. También quería impedir el
crecimiento de nuestra marina mercante. Pero sobre todo no deseaba que la Argentina organizara un
bloque de países en el Cono Sur y además trataba de convencer a los ingleses de
que no vendieran material bélico a nuestro país. En 1947, por lo pronto, los
norteamericanos ya habían dado muestras de preocupación por lo que ellos
consideraban un proyecto de Perón para organizar una federación de países del
sur del continente.11
En un memorando fechado el 20 de
mayo de ese año, el Director de la
Oficina de Asuntos de las Repúblicas Americanas del
Departamento de Estado, Ellis Briggs, observaba: “Existe, el peligro que la Argentina aspire a
organizar un bloque del Cono Sur, bajo la dominación política y económica
argentina”, y también que los Estados Unidos debía oponerse a cualquier
desarrollo que pudiera facilitar la formación de tal bloque.
Por su parte, desde el punto de
vista británico, un informe titulado “Ambiciones argentinas en Sudamérica” del
Foreign Office del 15 de febrero de 1949, nos daba cuenta que: “No hay duda de
que la mente del presidente Perón incursiona por las peligrosas honduras de la
geopolítica. Al dirigirse a un grupo de estudiantes brasileños en julio de 1948
anticipó un tercer bloque de países latinos a ser liderado aparentemente por la Argentina , y basado
sobre una unión aduanera establecida primero entre las naciones sudamericanas y
luego extendida a España, Portugal e Italia, incluso Francia – en otras
palabras-, un bloque latino. Este bloque parece asociado de cerca en la mente
del General Perón con la
Tercera Posición de la Argentina , como mediadora entre los Estados
Unidos y Rusia”.12
En mayo de 1953, la misma fuente,
informaba que Perón estaba analizando “si intentar o no tener relaciones con
los Estados Unidos, siendo la alternativa de continuar con la política de
intentar incorporar a los estados sudamericanos a la órbita argentina”.
Entre noviembre de 1947 y marzo de
1948 se realizó en La Habana
la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Trabajo. No
obstante que la Argentina
había sido excluida, por influencia del Departamento de Estado, del comité
preparatorio y de las conferencias preliminares, nuestra delegación cumplió un
papel brillante y se distinguió por su independencia y desacuerdos en cuanto a
la filosofía de la liberación del comercio internacional. Estados Unidos quería
impedir toda manifestación de autarquía y de convenios bilaterales. El Senador
argentino, Diego Luis Molinari, volvió de La Habana con un proyecto: la creación de un Banco
de las Antillas Cubano-Argentino, que finalmente no prosperaría.
Lo que había planteado Molinari
había tocado un tema popular y conocido, cuando acusó a la propuesta de los
Estados Unidos de reducir rápidamente las barreras, y de ser un representante
del imperialismo económico, con lo que se impediría la industrialización de los
países latinoamericanos y se los mantendría en la servidumbre colonial.
En agosto y septiembre de 1947 se
realiza la
Conferencia Interamericana de Río de Janeiro proyectada
cuando se firmó el Acta de Chapultepec. La delegación argentina llevaba
instrucciones que fueron cumplidas al pie de la letra. Algunos de los puntos
esenciales del Tratado de Río, sobre todo la no obligatoriedad del empleo de
fuerzas armadas de ningún Estado sin su consentimiento y la no automaticidad en
la aplicación del Tratado dejaron en claro la actitud independiente de la Argentina frente a las
propuestas norteamericanas.
En abril de 1948 se llevó a cabo en
Bogotá la IX
Conferencia Internacional Americana, en la que los representantes
de la Argentina
y Guatemala plantearon la situación colonial de territorios americanos ocupados
por potencias extra-continentales. A ellos se enfrentaron los Estados Unidos,
pero finalmente se impuso la tesis anticolonial de argentinos y guatemaltecos,
reflejada en la
Resolución XXXIII , que propiciaba métodos pacíficos para la “abolición
del coloniaje”.
Nuestra delegación se opuso con
éxito a que se estableciera un organismo militar permanente. La Tercera Posición
peronista mostró sus fundamentos en la realidad nuevamente en 1951, al
efectuarse en Washington la
IV Conferencia de Cancilleres, en la que los norteamericanos
presionaron para que el continente participara en la guerra de Corea. La Argentina , México y
Guatemala neutralizaron las pretensiones norteamericanas. Perón, en Buenos
Aires, respondió ante las presiones que haría “lo que el pueblo decidiera”.
Esta respuesta se fundamentaba en
este principio, que Perón reafirmaba nuevamente: “En la Argentina el envío de
tropas fuera del país es asunto que debe decidir el Congreso Nacional”.
Precisamente en la
Conferencia de Río de Janeiro, en el año 1947, la Argentina había
sostenido la no obligatoriedad del empleo de fuerzas armadas de ningún Estado
sin su consentimiento.
Una vez más, en la X Conferencia
Interamericana de Caracas, de 1954, el intervencionismo norteamericano en
Guatemala dio lugar a que se manifestara de forma reiterada la Tercera Posición.
El presidente de Guatemala Jacobo Arbenz había nacionalizado las tierras de la United Fruit Company,
de cuyo directorio formaba parte Allan Dulles, y previó a la conferencia se
desató una campaña desde Washington para acusar a Arbenz de comunista. A fines
de enero de 1954, el presidente de Guatemala denunció que se preparaba una
invasión armada y el Departamento de Estado ignoró la denuncia diciendo que era
un ataque a la próxima conferencia interamericana, programada para marzo de ese
año.13
La delegación argentina se negó en
ella a votar el proyecto de declaración que otorgaba legalidad a la intervención
norteamericana. Lo hizo en términos categóricos: “Para nosotros
intervencionismo es sinónimo de bradenismo. Rechazamos el proyecto por nosotros
y por nuestras repúblicas hermanas de América”: El 18 de junio, tropas
mercenarias en su mayor parte, al mando de Castillo Armas entraron en
Guatemala. La embajada norteamericana planteó directamente la renuncia de
Arbenz y éste, abandonado por la cúpula militar, cedió el 25 de junio.
El sentido americanista de Perón y
su doctrina se había manifestado también en la solidaridad con la lucha del
Movimiento Nacionalista Puertorriqueño y con su líder, Pedro Albizu Campos. La
revista “Verdad para Latinoamérica desde Buenos Aires”, editada con apoyo
oficial en 1952 y 1953, fue el vocero de la posición argentina.14
Perón, por otra parte, había
planeado un acuerdo de complementación económica y unión aduanera en el Cono
Sur, con la participación económica de la Argentina , el Brasil y Chile, como un primer
eslabón hacia una mayor integración latinoamericana.
En 1951, había escrito el presidente
argentino, con el seudónimo de Descartes: “La batalla por esa nueva forma
cultural se decidirá sin duda en el último cuarto del siglo XX. El año 2000
tendrá que llegar con el triunfo de las confederaciones continentales”.
En ese mismo año, expresaba en otro
artículo: “El signo de la Cruz
del Sur puede ser la insignia de triunfo de la América Austral.
Ni Argentina ni Brasil ni Chile aislados pueden soñar con la unidad económica
indispensable para enfrentar un destino de grandeza. Unidos forman, sin
embargo, la más formidable unidad a caballo sobre los océanos de la
civilización moderna. Así podrían intentar desde aquí la unidad latinoamericana
con una base operativa polifásica de impulso que no se detendrá”.15
En cuanto a la aproximación con
Getulio Vargas (cuestión que abordaremos con detenimiento más adelante), ya
presidente constitucional al comenzar la década de 1950, fue facilitada por la
nueva coyuntura brasileña, que abría enormes perspectivas populares. En
realidad, Perón había buscado siempre la comprensión de la nación hermana, a la
que reconocía toda la gravitación regional que tiene
.El 27 de mayo de 1947 el presidente
argentino Perón y, el mandatario brasileño Eurico Dutra (que sucedía a Vargas
en su primera presidencia) inauguraban al tráfico el puente internacional Paso
de los Libres-Uruguayana sobre el río Uruguay, gracias al cual quedaban unidos
ambos países por carretera y ferrocarril. Para esa fecha era considerada una obra
monumental, siendo una de las más importantes de América del Sur. Sin embargo,
en esas relaciones predominaba un sentimiento de recelo y desconfianza. Durante
la presidencia de Dutra se creó la Escuela Superior de Guerra en 1947, que empezaría
a formar la élite para implantar las estructuras tendientes a lograr que Brasil
alcanzara el rango de potencia mundial; mejor dicho, el regreso al Brasil
imperial. 16 En ese mismo año, el propietario del
periódico “O Cruceiro”, Assis de Chateubriand, había manifestado que el “Uruguay
es una provincia brasileña” y aconsejaba a ese país a retornar a “la comunidad
brasileña”. En cuanto a los acuerdos económicos, en noviembre de 1946 se firmó
un tratado entre ambos países, que acordaba el intercambio de trigo argentino por
neumáticos, caucho crudo, y lingotes de hierro brasileño.17
A principios de 1953, Perón declaró
al periódico brasileño “O Mundo” que: “Yo estoy por la constitución de una
unión aduanera sudamericana, a fin de que formemos un bloque económico capaz de
discutir sobre un pie de igualdad con las grandes masas económicas que se
constituyen en otras latitudes. Es necesario que los latinoamericanos unan sus
esfuerzos a fin de que la gran civilización de la cual son herederos no
desaparezca absorbida por los eslavos y los anglosajones, constituidos
actualmente en bloques antagónicos, pero que, en cualquier momento, pueden
unirse”.18
En la segunda quincena de febrero de
1953, Perón viajó a Santiago de Chile, donde permaneció seis días. Allá
formalizó un acuerdo de complementación de recursos y posterior unión aduanera,
con una invitación a los pueblos latinoamericanos a incorporarse al pacto de
Santiago. Poco después de su visita a Chile, el 11 de noviembre de 1953, Perón
expuso nuevamente en la
Escuela Nacional de Guerra sobre sus proyectos de integración
continental revelando sus esperanzas en los mismos, especialmente con el
Brasil.
Mientras tanto, un memorando del
Departamento de Estado explicaba en 1952 que: “A medida que la Argentina logre agrandar
su posición mundial y prestigio, establecerse
como líder de un bloque neutral de
países (no limitado a América Latina) sostenedores de una Tercera Posición
entre el comunismo y el imperialismo capitalista, y (convertirse) en líder de
América Latina con apoyo suficiente como para oponerse a la influencia
norteamericana, probablemente utilizará todos los medios a su disposición,
hechos posibles, por la pasividad de los Estados Unidos, para socavar la
posición norteamericana en América latina y atraer neutrales potenciales a su
Tercera Posición…Las aspiraciones argentinas constituyen una amenaza positiva y
continuada contra los objetivos y políticas de los Estados Unidos. Por ello
parece necesario tomar medidas para neutralizar las actividades argentinas en
tanto y en cuanto se oponen a las nuestras”:19
Lamentablemente, como vimos, para
entonces, los intereses foráneos paralizaron en gran medida el proceso
iniciado. En 1970, Perón le expresaría por eso a un grupo de periodistas que lo
entrevistaban: “Me quedó, sin embargo, una enorme enseñanza. Ningún país
latinoamericano puede liberarse por completo sí, al mismo tiempo, no se libera
el continente, y si luego el continente no se integra para consolidar su
liberación”.20
En general, las pautas esenciales de
la Tercera Posición ,
fueron las siguientes:
- América Latina es considerada una
unidad continental y de destino, intentándose
componer un bloque alrededor de la Argentina (ABC).
- No se dio una actitud frontal
contra los países dominantes, sino una táctica de negociaciones autónoma sin
aceptar vasallajes o interferencias.
- Hay una posición cordial y
equilibrada frente a la
Unión Soviética con respecto a la que se acepta por la línea
del pacifismo conciliador.
- Se rehuye un choque frontal
(aunque a veces se produce) con los Estados Unidos, de quienes se aguardaba una
nueva política económica para América Latina que no se produce (Plan Marshall)
y se opta por maniobras de negociación, como la Misión Cereijo al
país del norte, la Ley
de Inversiones Extranjeras y el contrato con la compañía petrolera California.
- Se adopta una línea discreta y de
abstención en muchas de las votaciones en los organismos internacionales (OEA –
ONU).
- Se mantienen relaciones
diplomáticas con casi todos los países, tanto del bloque occidental como del
oriental y de los países que se habían independizado por entonces.
- Divulga internacionalmente su doctrina
nacional ofreciéndola como posible salida para el mundo. Los elementos
constitutivos de la
Tercera Posición son el respeto por la soberanía de los
Estados, la autodeterminación de los pueblos, la solidaridad de las naciones,
la solemnidad de los tratados y la supresión de todo colonialismo en América.
COMIENZA EL PROCESO DE INTEGRACION
LATINOAMERICANA. LOS PACTOS DE SANTIAGO Y LA REACCION DEL BRASIL
Este punto nos resulta esencial para
entender por que, a pesar de las afinidades entre la Argentina y el Brasil,
no prosperaron los esfuerzos principalmente del lado de Perón y del propio
Vargas para integrarse juntos en un proceso de integración que fuera fructífero
y provechoso para el Cono Sur del continente americano. Veamos su trayectoria.
Con el triunfo del General Ibañez
del Campo en las elecciones presidenciales chilenas, el 4 de septiembre de
1952, se iniciaron los primeros acercamientos entre las Cancillerías de la Argentina y de Chile,
para formar una “unión aduanera”. Esta política del país trasandino se enmarcaba
en las promesas electorales de Ibáñez de mantener relaciones “especiales”,
sobre todo con los países vecinos, como efectivamente ocurrió una vez que
asumiera su mandato. Sin perjuicio de esta medida, expresará su firme decisión
de alcanzar pactos de igual magnitud y trascendencia con otros países de la
región.
En un reportaje concedido a la
prensa argentina, el presidente Ibáñez manifestaba que: “Mi gobierno propenderá
a la celebración de un tratado claro y definido de no más de dos o tres artículos,
que establezca la frontera libre entre ambos países…Acuerdos complementarios
que deberán establecer procedimientos eficaces para que la moneda de ambas
naciones tenga un valor de cambio estable a ambos lados de la frontera y que se
haga innecesario el disponer de divisas extranjeras, para el libre intercambio
comercial entre pueblos hermanos…Deberá establecerse un plazo de vigencia del
tratado de ‘cordillera libre’ que permita reajustar nuestro actual comercio
internacional recíproco, con fines de evitar perjuicios a nuestra ganadería y a
los productores, exportadores e importadores de ambos países”.22
Como resultado de la rapidez con que
el gobierno chileno quiere poner en práctica el acuerdo, el Canciller de ese
país, Arturo Olavaria, en un comunicado oficial expresaba que: “Chile aspira a la Unidad Económica
con la Argentina.
Tomará la iniciativa para la formación de un Bloque de
Naciones insuficientemente desarrolladas que aspiran a la independencia
económica y social, especialmente entre los países iberoamericanos, y tratará
de establecer una Unidad Económica con Argentina”.23
A fines de diciembre de 1952, el embajador
chileno en Buenos Aires, Río Gallardo, en una rueda de prensa expresará: “Perón
está estructurando una nueva Argentina, que se complementará en el campo
internacional con los otros países de este continente, en especial Chile,
mediante un amplio entendimiento político, económico, financiero, comercial y
cultural…Los chilenos deseamos borrar nuestras fronteras económicas con
Argentina, complementar nuestras producciones tanto naturales como
industriales, llegar virtualmente, dentro de lo posible, a constituir una
Unidad Económica…con los demás países limítrofes, hasta llegar a la unidad
integral de América Latina”24. Perón que le
había informado a Vargas de su intención de lograr un entendimiento con Chile y
había logrado su consentimiento, visitará al año siguiente la capital
trasandina. El 21 de febrero de 1953, finalmente se firmará el “Acta de
Santiago”, en el cual ambos presidentes se comprometían a suscribir el Tratado
que dejara constituida la “Unión Económica” entre los dos países dentro de los
ciento veinte días. En uno de sus artículos, el Acta de Santiago, invitaba a
terceros países de América Latina a adherirse a la misma.25
El acuerdo argentino-chileno tendría
las características de los tratados bilaterales y consistía en el intercambio de
diversos productos que se hallaran comprendidos en los saldos exportables de
los países firmantes. Con referencia a los precios el monto no era un problema
crucial, pues se trataba de un trueque en cantidades acordadas en toneladas. El
encuentro y el acuerdo entre Ibáñez y Perón tendrán una gran repercusión no
solamente en la prensa brasileña sino también en otras latitudes.
El acuerdo de unión aduanera entre
ambas naciones se firmará el 9 de julio de 1953 en Buenos Aires, creándose en
consecuencia el Consejo Nacional de la Unión Económica
Argentino-Chilena. Por dicho acuerdo, Argentina recibiría hierro, acero y cobre
y como contrapartida proveería de trigo y carne.
En un reportaje efectuado en la
capital chilena, Perón ante la pregunta si debía llegarse a la completa unión
política y económica de los países americanos contestaba que: “No sólo lo creo
sino que lo auspicio y lo propugno. Si no nos adelantamos a los hechos, la
evolución natural de la historia nos obligará a la unión. En este caso como en
todos los casos de la vida es mejor conducir los acontecimientos que dejarse
arrastrar por ellos”:26
Según Perón con el acuerdo entre
Argentina y Chile se iniciaba la unión económica de América del Sur, a la cual
se le podía sumar:”Bolivia, Brasil, Paraguay…toda América integrará algún día
la unión que nosotros tal vez iniciamos como núcleo fundamental aglutinante. No
sé si para ellos la hora oportuna es ésta o la de mañana. Sólo me animo a decir
que el año 2000 nos hallará unidos o de lo contrario dominados…El futuro nos
impondrá la unión económica de América del Sur”.27
El presidente argentino se hallaba a
favor de: la unión aduanera y reducción de aranceles; los pactos bilaterales de
ayuda mutua y protección: y de la defensa del precio de nuestras materias
primas y productos de exportación en el mercado mundial.
Perón, por su parte, manifestó a su
regreso de Chile: “La idea de unidad, de asociación o federación americana, es
tan vieja como nuestra independencia…No se nos escapa que hoy, como siempre,
hay intereses que se oponen a que nos unamos…La unión argentino-chilena no ha
excluido ni excluye la futura adhesión de los pueblos hermanos de América…Cada
argentino debe saber que esta es una acción constructiva, que no tiene
finalidades ofensivas, que no está dirigida contra nadie y que tiene como único
objetivo la felicidad y la grandeza de los pueblos que la componen o compongan
en el futuro”.28
Simultáneamente en Río de Janeiro,
los Cancilleres de Brasil y del Perú criticaron los planes argentinos, como lo
expresaba un legislador chileno: “El intento de crear una unidad económica
entre Argentina y Chile que el mandatario argentino pretende que sea política,
ha dado un fruto palpable, la formación de otros bloques continentales que se
opondrán a este extremo sur de América”. Como veremos, aquí se agudizaron las
fuertes controversias entre Buenos Aires e Itamaraty.29
En Brasil, los principales diarios
de Río de Janeiro, insertaban editoriales, todos ellos desfavorables al mostrar
la grave inquietud causada en el país por la posibilidad de una unión
chileno-argentina, que sería opuesta a las normas constantes de la política
internacional brasileña, en cuanto
ésta “siempre ha querido contrapesar el poder argentino por medio de
entendimientos con otras naciones sudamericanas”.30
El “Jornal de Commercio”, el órgano
más serio y prestigioso de la prensa local, contrariando su habitual equilibrio
al referirse a los asuntos argentinos, incluye un comentario en el que ataca
violentamente la política peronista, expresando: “Lo que el presidente Perón
desearía, pero que no lo conseguirá, es quebrar la unidad y la fuerza del
panamericanismo...Desea establecer una especie de “anchluss” en la América latina. Una
especie de alianzas entre algunos pueblos sudamericanos para la imposición y
propaganda de las teóricas virtudes del nuevo orden erigido, en las márgenes
del Río de la Plata ,
como instrumento capaz de resucitar el imperialismo ingenuo y provinciano que
hace un siglo fundaba el tirano Rosas…”.31
“O Jornal”, en sus comentarios
ridiculiza las declaraciones del presidente argentino señalando que “con todo
es indispensable que el resto de América esté atento, porque nunca es imposible
una aventura del tipo que el General Perón acaba de anunciar” y terminaba su
editorial, de una manera más medida al explicar los puntos de la política
internacional brasileña, basada en un equilibrio latinoamericano, e indicando
que “corresponde a este país proceder con discreción y energía en salvaguarda
de la paz y la tranquilidad de América”.32
El “Diario Carioca” siempre opositor
decidido de la Argentina
incluye un artículo titulado “El sueño de Perón” en el que utiliza los
repetidos argumentos de “el sueño de dominio sudamericano” y del “desmoronamiento
del régimen de los descamisados, que tendrá lugar inevitablemente, pues no hay
opresión que dure siempre”.33
El “Diario de Noticias”, un matutino
de gran circulación, titulaba su editorial “Perón y el Brasil” y formulaba un
estudio de las circunstancias del momento desde el punto de vista de su país,
el cual nos merece especial consideración por contener las principales ideas
sugeridas en el ambiente brasileño por la entrevista entre Perón e Ibáñez.
Comienza lamentándose por el triunfo de la política expansionista que le
atribuye a la Argentina ,
y por la “ceguera” de la acción de Itamaraty en el hemisferio y decía lo
siguiente: “Sucede que, mientras Brasil, fiel a sus tradiciones de conducta en
materia política continental tiene en mira solamente los graves problemas de
ultramar y las cuestiones internas, la Argentina , bajo el dominio del general Perón va
creando una peligrosa hegemonía en la parte sur del Hemisferio. El imperialismo
argentino procura saltar los Andes e imponerse en Chile, cruzar el río Paraguay
y hacerse sentir en el país guaraní, proyectarse en el altiplano boliviano y
ganar a continuación el Perú y llegar hasta las selvas tropicales y
establecerse en Ecuador…Las aspiraciones de formación del bloque ABC sólo
accidentalmente son recordadas ahora, y esto porque no encontraría eco en
nuestro pueblo cualquier movimiento que nos apartase, por poco que fuera, del
concierto integral de las naciones panamericanistas”. Desnaturaliza por
completo, como los demás diarios, el sentido de las declaraciones del
presidente argentino. Indicando a que continuación que : “De esta forma, el
General Perón preconiza que la referida unión se haga en términos que incluya a
Argentina y Chile y que esa integración se haga en tales condiciones que éste
sacrifique su soberanía en provecho de aquel…”. Subraya como Brasil apoya la
oposición a los designios de nuestro país, expresando: “El nacionalismo chileno
ha sido un obstáculo para esos designios, a los cuales también se opone la
sólida amistad con Brasil…”. Critica la poca efectividad de la política
exterior norteamericana en el continente, por no haber impedido esta situación:
“Con seguridad que si no fuera por la desidia de la política exterior
norteamericana del último gobierno demócrata, en lo que concierne a América
Latina, no habría sido posible un brote profundo de la expansión peronista…”. Y
termina presionando por una revisión brasileña y elogiando la calidad del
servicio exterior argentino, señalando: “A Brasil compete en esta hora revisar
cuidadosamente su política en lo que se refiere a los países americanos.
Estamos, como se ve, aislados en el Continente y representando sin ventajas el
papel del ingenuo que parece ciego a tamañas evidencias…”.34
“O Globo”, incluye en su comentario “El
sueño de hegemonía de Perón”, una “viva reacción de los medios políticos contra
la propuesta del General Perón de unión de Argentina y Chile…La idea es
impracticable, expresa el General Goes Monteiro. Ante esto, debemos apretar
nuestras vinculaciones con los Estados Unidos, afirma el parlamentario Alberto
Deodato”.35
Por su parte, los periódicos
considerados “amistosos” para la
Argentina , como “O Mundo” y “O Radical”, reproducen las
informaciones de la
Agencia Latina , pero en general “han sido parcos en sus
comentarios”, mientras que los diarios oficialistas, como “A Noite”, “A Manha”
y “Ultima Hora”, mantuvieron silencio, reproduciendo breves comentarios “sobre
este asunto, pero no expresando su opinión en editoriales, aunque en los
titulares con que encabezan las informaciones puede deducirse una actitud de
expectativa y equilibrio”.36
LAS RELACIONES ENTRE PERON Y VARGAS
Fueron constantes las palabras de
Perón sobre la hermandad entre la
Argentina y el Brasil. El 21 de septiembre de 1947, en un
reportaje a periodistas brasileños, expresó que: “Hemos establecido ya que en
esta parte de América no existe ni existirá problema alguno mientras el Brasil y
la Argentina
se encuentren unidos en el presente. Brasil es para nosotros, una prolongación
de nuestra propia patria, y la amistad brasileño-argentina no es para nosotros
una aspiración, sino que es una realidad. Nuestros países pueden, en el futuro,
ser felices si aprenden a complementarse el uno con el otro”.37
El 21 de mayo de 1948 dirá: “Brasil
y Argentina han de ser el jalón de una nueva marcha de paz y concordia,
constructora del trabajo y de la dignidad de esta América. Le pido a nuestros
hombres para que no equivoquen jamás ese camino y para que los argentinos
tengamos el honor de compartir el futuro con Brasil, así como hemos tenido el
honor de compartir nuestra historia y nuestro pasado”.38
Es precisamente con Juan Bautista
Lusardo, representante diplomático brasileño y muy ligado al presidente Vargas,
en su tercera representación en Buenos Aires, en agosto de 1951, cuando Perón
empieza a concertar diplomáticamente su plan de formación de un bloque de
naciones sudamericanas a través, en primer lugar, de la reconstrucción y la
reformulación de la antigua alianza “informal” del ABC que tenía la fecha tan
lejana del 25 de mayo de 1915.39
Para el presidente Perón, según
Lusardo, dos eran las causas centrales que por entonces impedían o frustraban
la formación de ese bloque sudamericano. Una de ellas era la tradicional
rivalidad entre Brasil y la
Argentina heredada de las rivalidades portuguesas-españolas
desde tiempos remotos. La segunda, la posición predominante de los Estados
Unidos en el continente americano, que se mostraba interesado en no permitir la
unión económica entre brasileños y argentinos.40
El embajador Lusardo y el mandatario
argentino eran ya viejos conocidos. Cuando Lusardo ejercía su primera
representación diplomática durante la primera presidencia de Vargas, ofrecerá
asilo político al entonces Vicepresidente Perón en vísperas de la jornadas del
17 de octubre de 1945, para que no fuera arrestado (como finalmente ocurrió),
hecho por el cual al año siguiente le permitiría obtener la victoria electoral.
Cuando Lusardo llega a Buenos Aires
para tomar posesión de su segunda representación diplomática, esta vez bajo la
presidencia del General Dutra (1945-1950), será recibido en la Estación Retiro
por el matrimonio Perón que, al frente de un importante número de simpatizantes
y afiliados al partido oficial del gobierno, le darán una cálida bienvenida.
Otra de las personalidades
brasileñas, favorable a la posición argentina y al gobierno del General Perón,
era el Director y propietario del diario “O Mundo”, Gerardo Rocha que el 6 de
diciembre de 1952, así relataba la visita a Buenos Aires del Vicepresidente
brasileño Café Filho:
“En entrevista concedida a nuestros
diarios, el Vicepresidente, señor Café Filho, preconiza un inmediato
entendimiento entre los Jefes de Estado del Brasil y de la Argentina , para mejor
defensa de la economía de los dos países y para asegurar la independencia de
los pueblos de nuestro continente. La personalidad deslumbrante del gran líder
argentino ejerció una impresión indeleble en el espíritu del hombre público
brasileño…La impresión traída por el Vicepresidente Café Filho de la Argentina es idéntica a
la de todos los brasileños que visitan al país hermano. El Presidente Perón,
defensor de la independencia económica de su patria, es el opositor nato de
todos los explotadores e imperialistas, de todos los colores. Luchando por la
fraternidad americana, el combate los egoísmos y las explotaciones y se volvió
el líder natural de todos los oprimidos de nuestro Continente”.41
El Ministro de Relaciones Exteriores
de Perón, designado en 1949, Hipólito Paz, nos relata el apego de Perón hacia
el gobernante brasileño: “Cuando se conoció el triunfo de Getulio Vargas en
Brasil, Perón sonrió satisfecho. Ocurrió lo que había predicho”. Y también que:
“Perón aspiraba a forjar con Vargas una relación que descontaba beneficiosa
para los dos países. Le interesaba, sobre todo, aunar criterios en la
conducción de la política internacional”.42
Los contactos para convenir un
bloque de poder que contemplara intereses comunes, se profundizaron cuando
Vargas asume su segundo mandato (1950-1954). Casi inmediatamente, Vargas
recibiría la visita del emisario especial de Perón: su Vicepresidente Hortensio
Quijano. Ambos mantendrían una conferencia en la Estancia San Pedro en
Uruguayaza, Río Grande del Sur.43
Mientras que en la propia diplomacia
brasileña, había causado un gran resquemor la designación de Lusardo como
representante del presidente Vargas en Buenos Aires, quien encontrara serias
resistencias por parte del jefe de Itamaraty, el Canciller Neves de Fontoura,
manifestándole su oposición al nombramiento. A pesar de estas reacciones en contrario,
Vargas se mantuvo intransigente en la designación que finalmente será aprobada
por el Senado de su país.
Vargas estimaba, según su parecer,
que Lusardo: “Como riograndense era la persona idónea, para entenderse con los
vecinos del Plata, por ser de ese ambiente, de esa área”: Desde el momento en
que asume nuevamente sus funciones diplomáticas y de constituir el nexo
obligado entre Vargas y Perón, Lusardo se encontrará constantemente bajo la
vigilancia de Itamaraty, de la Unión Democrática Nacional brasileña (UDN) de
fuerte oposición al varguismo, de la prensa más influyente de su país; como así
también de la oposición política al peronismo en la Argentina y del
Departamento de Estado de los Estados Unidos y de sus respectivos servicios de
inteligencia.44
Así por ejemplo, el “Diario Carioca”
en una nota del 14 de febrero de 1953 y con motivo del embajador Lusardo, no
ahorraba críticas hacia su gestión al comentar que: “La primera derrota que
sufrió el señor Joao Neves al regresar a Itamaraty, no le dejo muy bien
colocado ante la opinión pública. Se opuso decididamente al nombramiento del
doctor Batista Lusardo para Embajador en la Argentina : Pero el
Centauro de las Pampas, desesperado obtuvo una carta del señor Perón pidiendo
al señor Getulio Vargas su nombramiento, y esa solicitud fue atendida muy
pronto. Después de eso el Canciller tuvo algunos éxitos y fracasos, muchos de
éstos provocados por el inamovible resabio que lo separa del Jefe de Estado. No
fue acaso el señor Joao Neves que dijo, en letras de molde, que jamás podría
tirar parejo con el Sr. Getulio Vargas”: Terminaba informando el embajador
argentino en Río de Janeiro, Juan I. Cooke que: “Deseo agregar que es
propietario y director de este diario el señor José Eduardo Macedo Soares, que
se ha caracterizado por su constante agresividad contra nuestro país y
gobierno. Este periodista es hermano del Embajador José Roberto Macedo Soares,
también enconado adversario de nuestro país y Gobierno”.45
Según las “Memorias” del Canciller,
Hipólito Paz, Perón confiaba en Vargas desde el primer instante: “Soy testigo
de que durante su gobierno la idea fija de Perón fue la unión entre Argentina,
Brasil y Chile. Ya en 1954 la aceleración de las negociaciones para la
configuración de una amplia zona hemisférica de libre comercio del Ártico al
Antártico era exaltada por él”. Para Paz, esta postura de Perón se debía a que:
“Durante el período de posguerra las reglas de juego de los países
industrializados (incluso los beneficiados por el Plan Marshall) no tuvieron en
cuenta los intereses de los países en vías de desarrollo que comenzaron a
sufrir una notoria erosión en sus economías. Perón fue el primero en advertir
con respecto al sistema interamericano la necesidad de una cooperación
económica regional”: Agregaba, el entonces funcionario argentino, enviado a la
asunción de Vargas a su segundo mandato: “Confieso que yo tenía mis dudas.
Sabía que no era fácil torcer una línea que Itamaratí mantenía firme desde
antes de la Segunda
Guerra. Tras los primeros contactos en Río de Janeiro recogí
elementos de juicio que confirmaban mis apreciaciones: la de un continuismo en
materia de política exterior. No advertí disonancias entre las autoridades que
se iban y las que venían para reemplazarlos”. El nuevo Ministro de Relaciones
Exteriores, Neves de Fontoura, se había mostrado muy cordial y expresivo, pero
lo “había notado sumamente cauto en sus apreciaciones de carácter político”.
Por otro lado, el Ministro de Economía brasileño que también asumía, Walter
Moreyra Salles, era socio del jefe de la delegación norteamericana, Nelson
Rockefeller, lo cual constituía: “Un claro indicio que Itamaratí continuaría
con la misma política internacional”.46
Reafirmando estos conceptos, el 12
de enero de 1953, el Canciller brasileño, Neves de Fontoura, en su despacho le
transmitía a un grupo de periodistas algunos conceptos claves en relación al
área a su cargo. Entre otros, recalcaba “las especiales vinculaciones con
Estados Unidos, así como la acción de la Comisión Mixta
integrada por representantes norteamericanos y brasileños”. Sobre la posible
entrevista Perón-Vargas, el Ministro Neves de Fontoura expresó: “No tengo
conocimiento de ninguna conversación en sentido de un próximo encuentro entre
los Presidentes Vargas y Perón. Sin embargo, todos sabemos que una reunión
entre Jefes de Estado es siempre una posibilidad”. El diario semi-oficialista “Ultima
Hora” agregaba al respecto que: “El Canciller al responder la pregunta sobre si
existía la posibilidad de una entrevista entre Vargas y Perón, explicó que
desconocía cualquier acción en ese sentido, aunque no había nada de anormal en
el encuentro entre dos estadistas y de naciones vecinas y amigas. Y volviéndose
al corresponsal norteamericano, le hizo la siguiente pregunta: ¿Puede usted anticiparme
algo acerca del encuentro entre Stalin y Eisenhower?.. Hubo risas pero no
respuesta”.47
Inclusive Perón había enviado en una
“Misión Especial” al embajador Campora a Río de Janeiro en julio de 1953 para
concertar una entrevista con el presidente brasileño que según los medios
locales “había fracasado en ello”. El periódico “O Jornal” del 8 de julio,
insertó un editorial titulado “Unión económica imposible”. “O Globo” del 13 de
julio, publicó en la primera página la noticia: “Perón quiere visitar el
Brasil. Es el principal objetivo de la visita del señor Campora”. “O Jornal”
del día 14, publica un editorial con el siguiente título: “No deseamos la visita
del General Perón”, diciendo entre otras cosas, que el principal objetivo de su
presencia allí, del ex – presidente de la Cámara de Diputados de la Argentina , Héctor
Campora, era obtener “que el gobierno brasileño se disponga a recibir la visita
del General Perón en el próximo mes de setiembre”. El “Correo da Manha” en la
edición del 14 de julio, explicaba que Campora se entrevistaba con el Ministro
de Trabajo y amigo personal de Vargas, Joao Goulart. El día 16 de julio,
Campora había partido de Río de Janeiro. El mismo día, “O Globo” daba la
siguiente noticia: “Dejó el Brasil el enviado de Perón. No habría tenido éxito
el señor Campora”. El “Diario de Noticias” el día 17 de julio, publica un
editorial con el título “No vendrá el General Perón”, diciendo entre otras
cosas que: “En beneficio pues de la propia cordialidad, de estima y de respeto
que recíprocamente se deben los dos pueblos en cualquier circunstancia, no debe
el General Perón venir a las fiestas de nuestro día nacional. Fue inteligente
el señor Campora si así lo comprendió”.48
El detonante principal y que se sumo
a las controversias argentino-brasileñas en cuanto al proyecto de integración
en común lo constituyó, sin duda alguna, la conferencia dada por el presidente
Perón en la Escuela
Nacional de Guerra el 11 de noviembre de 1953.49
En esa disertación, Perón explicaba
sobre las ideas fundamentales que “Han inspirado una nueva política
internacional” para la
Argentina. El mundo de la época tan “superpoblado y súper
industrializado” iba a precisar cada vez más de alimentos y de materias primas,
y la mayor reserva mundial era América del Sur por la razón de su falta de
población y de su falta de explotación extractiva. Por lo tanto, estábamos
amenazados por las grandes potencias, que a pesar de que no disponían de
alimentos y de materias primas, poseían un “extraordinario poder” de conquista.
Por eso, Perón propugnaba la
posibilidad de una unión real y efectiva de “nuestros países, para encarar una
vida en común y para planear, también, una defensa en común”: Sino, el año 2000
“nos va a encontrar unidos o dominados”.
A partir de 1946, aprovechando la
doctrina propia (del Justicialismo), “comenzamos a trabajar sobre los pueblos,
sin excitación, sin apresuramientos y, sobre todo, tratando de cuidar
minuciosamente, de desvirtuar de que nos acusen de intervención en los asuntos
internos de otros Estados”.
La idea fundamental era de ponerse
adelante, mediante la unidad económica. Para esta nueva concepción, Perón
proponía, como principio el ABC: “La República Argentina
sola, no tiene unidad económica; Brasil solo, no tiene tampoco unidad
económica, Chile solo tampoco tiene unidad económica; pero estos tres países
unidos conforman quizá en el momento actual la unidad económica más
extraordinaria del mundo entero”.
En cuanto a este proyecto, Perón se
puso a trabajar a partir de su primera presidencia (en 1946) antes que
asumieran sus mandatos Getulio Vargas y el General Ibáñez: “Getulio Vargas
estuvo total y absolutamente de acuerdo con esta idea y en realizarla tan
pronto él estuviera en el gobierno; Ibáñez me hizo exactamente igual
manifestación, y contrajo el compromiso de proceder lo mismo”:
Aunque Perón conocía también de
antemano, que tal proyecto iba a tener fuertes opositores en esos países. En
Brasil, especialmente en Itamaraty, una “institución supergubernamental”, que
desde la época del Imperio constituía uno de los principales obstáculos para
que “Brasil entre a una, diremos unión verdadera con la Argentina ”.
Cuando Vargas asumió el gobierno le
prometió a Perón que se reuniría en Buenos Aires o en Río de Janeiro y “haríamos
ese tratado que yo firmé con Ibáñez después: el mismo tratado…Más aún, dijimos.
Vamos a suprimir las fronteras, si es preciso”. Más tarde, Vargas le comunicó a
Perón que era difícil hacerlo inmediatamente “porque él tenía una situación
política un poco complicada en las Cámaras y que antes de dominarlas tenía que
hacer una conciliación”.
Perón aclaraba que el gabinete de
conciliación que Vargas formó “por lo menos las tres cuartas partes de los
ministros eran enemigos políticos de él y que servirían a sus propios intereses
y no a los del Gobierno”.50
En el ínterin, asume el General
Ibáñez en Chile. Perón quiere firmar el acuerdo y le pide autorización a Vargas
a firmarlo primero con Ibáñez ya que él tenía problemas. Vargas lo autoriza.
Perón firma con Ibáñez el “Pacto de Santiago”. Al día siguiente, el Ministro de
Relaciones Exteriores del Brasil hizo unas tremendas declaraciones en Río de
Janeiro contra el Pacto de Santiago. Neves de Fontoura, al igual que la mayoría
de la prensa carioca, manifestaba que “estaba en contra de los pactos
regionales, que ése era la destrucción de la unanimidad panamericana”.
A su regreso a Buenos Aires, Perón
se encontró con el periodista Gerardo Rocha, Director de “O Mundo” en Río de
Janeiro, muy amigo del presidente Vargas y favorable a la Argentina , quien le
dijo: “Me manda el presidente Vargas para que le explique lo que ha pasado en
el Brasil. Dice que la situación de él es muy difícil: que políticamente no
puede dominar, que tiene sequías en el norte, heladas en el sur; y a los
políticos los tiene levantados; que el comunismo está muy peligroso, que no ha
podido hacer nada; en fin, que lo disculpe, que él no piensa así y que si el
ministro ha dicho eso, que él tampoco puede mandar al ministro”:51
Perón a pesar de esta negativa
brasileña, afirmaba que toda la política internacional argentina estará
orientada “hacia la necesidad de esa unión a pesar de los inconvenientes que se
presentaban” y criticaba el cambio de rumbo de Itamaraty de Santiago a Lima,
que no interpretaba el momento “y que está persistiendo sobre una línea
superada por el tiempo y por los acontecimientos; eso no puede tener
efectividad”.
Aparte de los problemas internos del
presidente Vargas, para Perón había “un problema de unidad que está por sobre
todo los problemas. Y en estas circunstancias, quizá muy determinantes, de
haber nosotros solucionado nuestros entredichos con Estados Unidos, tal vez
esto favorezca en forma decisiva la posibilidad de una unión continental en
esta zona del continente americano”. Hasta que esto no se pusiera en práctica “no
tenemos otro remedio que esperar y trabajar para que se realice: y esa es
nuestra acción y esa es nuestra orientación”.52
Esta conferencia de Perón ¿se
ajustaba a los hechos mencionados? Efectivamente de esa manera se dieron. Para
reseñarlos también contamos con fuentes provenientes de los Estados Unidos. En
un encuentro entre el representante de ese país Nufer con Perón el 14 de mayo
de 1953, salen a la luz la veracidad del mandatario argentino en su célebre
disertación, agregando que al periodista Gerardo Rocha cuando estuvo en Buenos
Aires le dio para Vargas “una carta conciliatoria cuya copia me mostró en el
entrevista. La carta estaba redactada en términos sumamente amistosos y hacía
reiteradas referencias a la necesidad de lograr una cooperación estrecha entre
ambos países”.
En cambio, la cuestión por la cual
Perón no estaba de acuerdo era en la conformación de un eje Río-Lima, en
alusión a la reciente visita efectuada por el presidente peruano Odría a la
capital carioca y la firma de importantes acuerdos comerciales que ponían en
duda la eficacia del eje Santiago-Buenos Aires, al que Brasil no se quiso
sumar.
Por otra parte, Perón le explicó al
embajador Nufer que la
Argentina , en primer término realizaba una política de buena
voluntad y amistad con todos los países vecinos y que no trataba de imponerse
sobre ninguno; y en segundo término, que representaba un factor de paz y
estabilidad en el hemisferio a diferencia de lo que ocurría con algunos de sus
vecinos (sin especificar cuales), “que sembraban la discordia”.53
Un testigo presencial de la época en
cuestión, Alberto Methol Ferré, nos da explicaciones que se complementan con lo
acontecido. Nada influyó más en Perón que su percepción de la experiencia
varguista de los años treinta. Perón tuvo un modelo en Vargas, quien produjo
una impresión de un “nacional populismo industrial en Brasil. Inclusive funda
el Ministerio de Trabajo”. Se dio una interacción primero de Vargas sobre
Perón, luego de Perón sobre Vargas. Y fue precisamente en un banquete en honor
del embajador Lusardo el 22 de diciembre de 1951, que Perón propuso la unión
argentina-brasileña: “Realmente un salto audaz, impresionante, porque la
conciencia histórica de la
Argentina y la conciencia histórica del Brasil no tenían casi
ninguna preparación. Estaban predispuestos para lo contrario. Esa fue una de
las enormes dificultades que tuvo Perón. El mismo peronismo no comprendió bien
en su época, esa dimensión de Perón”.54
También en 1951, Perón expresaba que
el modelo de sustitución de importaciones necesitaba una ampliación del mercado
interno, relativamente amparada por una nueva unión aduanera para que, logrando
economías de escala, pudiera alcanzarse una verdadera competitividad. Por eso
su respuesta era el ABC.
Por lo tanto, la conferencia de
noviembre de 1953, en donde Perón definía las ideas fundamentales de su
política exterior que explicaban el rol de la Argentina y Brasil, en
relación a su importancia en América Latina, fue hecha por “un Perón con una
enorme angustia, una conferencia atravesada por una sensación de fracaso, en
una tarea esencial que él se había propuesto, y que era la unidad
argentino-brasileña, como condición de la dinámica unificadora de América del
Sur”. 55
Este discurso de Perón ante el
Ejército del año 1953, se publicó en 1954 en Uruguay bajo el título “El
Imperialismo Argentino” y fue recogido inmediatamente por el periodismo
brasileño. En marzo de ese año, cuando Lusardo se encontraba de regreso en
Brasil, la prensa carioca y paulista publicarán el documento, recibido a través
de exiliados políticos argentinos, residentes en Montevideo.56 Fue enorme la repercusión de esta publicación. Tanto
que el 3 de abril de 1954 el ex -Canciller brasileño, Neves de Fontoura,
publicó en la prensa lo que denominó “Mi Declaración”, un texto de 32 páginas
de acusaciones a Perón y Vargas, a quienes señalaba como conspiradores “contra
los destinos del Brasil”. Al basarse en el discurso de Perón en la Escuela Superior
de Guerra, Neves de Fontoura explicaba que ambos presidentes habían acordado,
antes de las elecciones brasileñas de 1950, formar una Unión Económica entre la Argentina , el Brasil y
Chile, pero que una vez instalado en el gobierno, Getulio Vargas había
rechazado el compromiso.57
La violencia en el ataque contra el
ABC, y la difícil situación de Vargas, obligó a la embajada argentina en Río de
Janeiro, a desmentir la autenticidad del discurso de Perón. Sin embargo, no
reconociendo el desmentido, Neves de Fontoura declaró como auténtico el
documento publicado. Manifestó que no podía proporcionar las pruebas
documentales de los acuerdos entre Vargas y Perón, pero exigió que el
presidente brasileño publicara toda su correspondencia con el mandatario
argentino. Aseguró que el embajador Lusardo actuaba como portador de mensajes
secretos entre Vargas y Perón utilizando, además, a los secretarios de misión
para hacer llegar sin consentimiento de Itamaraty cartas del presidente
brasileño al argentino. 58
Dos referencias del acuerdo entre
Vargas y Perón habían llegado, según Neves de Fontoura a conocimiento de
Itamaraty. La primera, a través del embajador de Chile en Buenos Aires, Río
Gallardo, quién reveló al diplomático brasileño Ciro de Freitas, la existencia
de una promesa de Vargas de asociarse al Pacto entre Chile y la Argentina (la exposición
fue efectuada después que el Canciller brasileño se opusiera públicamente a la
formación de ese bloque). La segunda referencia del citado acuerdo fue hecha
por Perón al embajador “especial” del Brasil, J. Alberto Lins de Barros en
marzo de 1953. Neves de Fontoura expresa que este último le informó que Perón
estaba molesto y también irritado por la posición de Itamaraty, haciendo
hincapié en que Vargas le había dado su conformidad para la creación de la Unión Económica.59
Todavía, en abril de 1954, Perón en
un discurso dado ante estudiantes latinoamericanos en el Teatro Cervantes en
Buenos Aires, seguía explicando el ABC, diciendo que: “¿ Qué es lo que nosotros
queremos con las uniones económicas? Es evitar para el futuro la creación de
antagonismos de grandes intereses, complementándonos en nuestro desarrollo y en
nuestra acción”. Finalizando su exposición con las siguientes palabras, que
anticipaban su desazón y su fracaso ante tales iniciativas: “La situación
interna de los países es un poco difícil en general, en nuestra América. Vemos
a menudo que la política internacional desciende en su nivel de dignidad para
convertirse en un asunto de política doméstica. Es indudable que esto trae
graves y grandes prejuicios para una idea de unidad continental. Este es uno de
los factores más graves que se oponen en la actualidad a que lleguemos a
soluciones definitivas y constructivas en la unión americana”.60
Finalmente, el suicidio de Vargas el
24 de agosto de 1954, que causó, según la embajada argentina en Río de Janeiro “una
gran congoja popular”, llevó en definitiva a abandonar paulatinamente el
proyecto de Perón que podría haber iniciado definitivamente una verdadera
integración económica especialmente con el Brasil. .Más adelante, una vez que
había fallecido, no solamente el mandatario brasileño sino también el chileno,
Perón daría a conocer la veracidad de aquel documento del 11 de noviembre de
1953.61
Perón expresaría, tardíamente, en el
año 1973 sobre Getulio Vargas y su suicidio que: “Yo lo considero un gobernante
excepcional y su trágico fin, ciertamente me consternó. Su decisión llevaba una
advertencia que no supe aprovechar. Pensaba, tal vez, que a mí no me sucedería
lo mismo”.62 Si bien estaba en lo cierto, al año
siguiente de este triste acontecimiento para el pueblo brasileño, Perón era
derrocado, y permanecería en el exilio por dieciocho años hasta retornar a su
patria.63
CONCLUSIONES
Los brasileños consideraban que su
país era el principal objetivo de la política exterior de Perón, pero no en el
sentido de la integración, concertación y coordinación de políticas comunes,
sino de otra manera. Perón trataba, según el país vecino, de modificar la
geografía política de América del Sur tanto para “revivir el antiguo Virreinato
del Río de la Plata ”,
como así también con la intención de “establecer una hegemonía en todo el
continente”. La concepción geopolítica del Brasil se hallaba vinculada en sus
intereses económicos con los Estados Unidos, observando la política exterior
argentina, en su enunciado y práctica a través de la Tercera Posición ,
como una oposición a Washington, y como consecuencia un peligro para sus
propios intereses, si Brasil se alineaba con Perón.64
Aclarando aun más estos conceptos
tenemos que, en una carta del embajador argentino en Brasil, Juan I. Cooke al
Canciller Remorino el 17 de octubre de 1953, le aclaraba que: “El Presidente de
la República ,
Dr. Getulio Vargas, siempre ha sido favorable a nuestro país y a sus
autoridades. No obstante, nunca pudo desarrollar una política práctica en este
sentido puesto que, por las modalidades locales, sus directrices tienen una
eficacia relativa. Las verdaderas funciones dirigentes viendo siendo ejercidas
por el Parlamento y por la prensa, mientras que, dificultando aún más el
problema, el Ministro de Relaciones Exteriores ha estado durante los primeros
años de su presidencia en manos de un declarado enemigo de nuestro país…”.65
El mencionado Hipólito Paz, Ministro
de Relaciones Exteriores de Perón entre 1949 y 1951, y luego designado
embajador en los Estados Unidos hasta 1955, efectuaba el siguiente comentario
sobre el trágico final del presidente brasileño: “Getulio cometió un grave
error. Cuando pudo haber llevado a cabo sus reformas no lo hizo. Confió en que
iba a dominar a las fuerzas que se le habían sumado mientras estaba en el
poder, concediéndoles beneficios y privilegios. Pero el establishment es versátil,
sólo acompaña a un gobierno en cuanto favorece a sus intereses. La verdad es –y
eso lo aprendió Getulio al precio de su vida- que el ocaso tiene pocos
seguidores”.66
En un diálogo con periodistas, desde
el exilio sobre la
Tercera Posición , Perón explicaba que en el tema de la
integración económica de América Latina, los motivos de su fracaso, durante sus
dos primeras presidencias: “Hace veinte años que yo hablé de lo que ahora
hablan los dos tercios del mundo. El Tercer Mundo lo vimos primero nosotros.
Fallaron Vargas e Ibáñez. Es cierto. Uno se dejó ganar por los opositores y
éstos lo llevaron al suicidio. El otro quiso empezar su segunda presidencia
haciéndose el dramático, para borrar lo que creía era cierta mala impresión de
su gobierno. No pudo durar. En 1945, como ahora, el Tercer Mundo en
Latinoamérica, era posible sólo desde una plataforma regional, no desde un solo
y único país. Y nos dejaron solos”.67
Habría que esperar a los “Acuerdos
de Uruguayana” firmados entre los presidentes Frondizi y Quadros en abril de
1961, más aun, hasta la conformación del Mercosur, para que dicha integración
se hiciera una realidad.68
* CEINLADI (Centro de Investigación de Estudios Latinoamericanos sobre el Desarrollo y la Integración ). Facultad de Ciencia Económicas, Universidad de Buenos Aires.
Notas:
1 Ianni, Octavio: “Estado y Planificación Económica en Brasil
(1930-1970)”, Amorrortu, Buenos Aires, 1975. Ciria, Alberto: “Perón y el
Justicialismo”, Siglo XXI, Buenos Aires, 1971.
2 Cervo, Amado Luiz – Dopcke, Wolfang (comps.): “Relacoes
Internacionnais dos paises americanos. Vertentes da Historia”, Universidad
Nacional de Brasilia, 1994.
3 Moniz Bandeira, Luis Alberto: “Estado Nacional e Política
Internacional na América Latina. O Continente Nas Relacoes Argentina – Brasil
(1930-1992)”, Universidad Nacional de Brasilia, 1993.
4 Rapoport, Mario: “¿Aliados o Neutrales? La Argentina frente a la Segunda Guerra
Mundial”, Eudeba, Buenos Aires, 1988.
5 Carneiro, Glauco: “Lusardo O. Ultimo Caudillo. Entre Vargas
e Perón”, Vol. 2. Edit. Nova Fronteira, Río de Janeiro, 1978,
Págs. 442-443.
6 Hilton,
Stanley: “Brazilian Diplomacy and the Washington – Rio de Janeiro axis during
the World War II Era”. En:
Hispanic American Historical Review 59 (2), 1979.
7 Escudé, Carlos: “La Argentina Vs. las Grandes Potencias. El precio
del desafío”, Editorial de Belgrano, Buenos Aires, 1986, Págs. 176-177.
8 Llairó, María de Monserrat – Siepe, Raimundo: “Perón y las
Relaciones Económicas con el Este 1946-1955” , Editores de América Latina, Buenos
Aires, 1997.
9 Chávez, Fermín: “Tercera Posición y Unidad Latinoamericana”;
Biblos, Buenos Aires, 1985, pág. 26. 10 Richmond,
Leonardo: “La Tercera
Posición Argentina y otros sistemas comparados”, Acmé, Buenos
Aires, 1953.
11 Rein, Raanan: “Entre el abismo y la salvación. El
Pacto Franco-Perón”, Lumiere, Buenos Aires, 2003.
12 Escudé, Carlos: op.cit., Págs. 136-137.
13 Cafiero, Antonio: “La política exterior peronista
1946-1955” ,
Corregidor, Buenos Aires, 1996.
14 Lanús, Juan A.: “De Chapultepec al Beagle”;
Hyspamérica, Buenos Aires, 2 Tomos, 1986. 15 Perón,
Juan Domingo: “Política y estrategia. No ataco, critico”, Editorial Pleamar,
Buenos Aires, 1973.
16 Moniz Bandeira, Luis Alberto: “Argentina, Brasil y
Estados Unidos. De la
Triple Alianza al Mercosur”, Norma; Buenos Aires, 2004.
17 Embajada Argentina en Río de Janeiro al Canciller
Bramuglia, “Informe de las Relaciones Argentino-Brasileñas correspondientes al
año 1946-1948” .
En: AMREC, Caja Brasil, 1950, Carpeta Nº 1.
18 Diario Democracia, Buenos Aires, 8 de febrero de
1953.
19 Escudé, Carlos: op. cit. Luca de Tena, Torcuato y otros:
“Yo, Juan Domingo Perón. Retrato Autobiográfico”, Planeta, Madrid, 1976.
20 Iñigo Carrera, Héctor: “La Tercera Posición ”.
En: Polémica Nº 83, CEAL, Buenos Aires, 1971.
21 Puig, Juan Carlos: “Doctrinas Internacionales y
Autonomía Latinoamericana”, Instituto de Altos Estudios en América Latina,
Caracas, 1980.
22 Diario Clarín, Buenos Aires, 18 de noviembre de 1952.
23 Diario Clarín, Buenos Aires, 26 de
diciembre de 1952.
24 Diario Clarín, Buenos Aires, 30 de
diciembre de 1952. 25 Acuerdo Argentino- Chileno. En: “Memoria
del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto”; Buenos Aires, 1953, Págs.
88-89.
26 Diario Democracia, Buenos Aires, 22 de febrero de
1953.
27 Diario Clarín, Buenos Aires, 3 de marzo de 1953. 28 Diario Democracia, Buenos Aires, 10 de marzo de 1953.
29 Embajada Argentina en Río de Janeiro al Canciller
Remorino, “Informes del Tratado Argentino-Chileno. Repercusiones en los medios
brasileños”. En: AMREC, Caja Brasil, 1953-1954, Carpeta Nº 1, Letra RE. Nº 220.
30 Ibidem.
31 Ibidem, Carpeta Nº 2. 32 Ibidem, Carpeta Nº 3.
33 Ibidem, Carpeta Nº 4.
34 Embajada Argentina en Río de Janeiro al Canciller
Remorino, “Informes del Tratado Argentino-Chileno. Repercusiones en los medios
brasileños”. En: AMREC, Caja Brasil, 1953, Carpeta Nº 5, Letra RE. 220.
35 Embajada Argentina en Río de Janeiro al Canciller
Remorino, “Informes del Tratado Argentino-Chileno. Repercusiones en los medios
brasileños”. En: AMREC, Caja Brasil, 1953, Carpeta Nº 6, Letra RE.221.
36 Embajada Argentina en Río de Janeiro al Canciller
Remorino, “Informes del Tratado Argentino-Chileno. Repercusiones en los medios
brasileños”. En: AMREC, Caja Brasil, 1953, Carpeta Nº 7, Letra RE. 222.
37 Presidencia de la Nación : “La Hermandad
Argentino-Brasileña según las palabras del General Perón”,
Buenos Aires, 1951, Pág. 6.
38 Ibidem, Pág. 7.
39 Silvera de Aragao e Frota, Luciara: “Brasil –
Argentina. Divergencias y Convergencias”, Universidad de Brasilia, 1991.
40 Carneiro, Glauco: op.cit.
41 Embajada Argentina en Río de Janeiro al Canciller
Remorino, “Informe del Diario O Mundo”. En: AMREC, Caja Brasil, 1952, Letra
MIRE. Nº 1414.
42 Paz, Hipólito: “Memorias. Vida pública y privada de
un argentino en el siglo XX”, Planeta, Buenos Aires, 1999, Pág. 175-177.
43 Carneiro, Glauco: op.cit., Págs. 442-443.
44 Carneiro, Glauco: op.cit., Pág. 218. 45 Embajada Argentina en Río de Janeiro al Canciller
Remorino, “Informes de la Cancillería Brasileña. Argentina y su repercusión
en los medios brasileños”. En: AMREC, Caja Brasil, 1953, Carpeta Nº 7, Letra
RE.222.
46 Paz, Hipólito: op.cit., Págs. 167,175-177.
47 Embajada Argentina en Río de Janeiro al Canciller
Remorino, “Informes de la Cancillería Brasileña. Argentina y su repercusión
en los medios brasileños”. En: AMREC, Caja Brasil, 1953, Carpeta N° 8, Letra
RE.222.
48 Informe de la Embajada Argentina
en Río de Janeiro, “Informar sobre la repercusión de la visita del Embajador
Cámpora”. En: AMREC, Caja Brasil, 1953, Letra MIRE. Nº 949.
49 Perón, Juan Domingo: “Latinoamérica: Ahora o Nunca”,
Editorial Diálogo, Montevideo, 1968, Págs. 28 a 40.
50 Ibidem.
51 Ibidem.
52 Ibidem. 53 Van
der Karr, Jane: “Perón y los Estados Unidos”, Editorial Vinciguerra, Buenos
Aires, 1990, Págs. 235-239.
54 Methol Ferré, Alberto: “La Integración de América
Latina en el pensamiento de Perón”, Buenos Aires, 1996 (discurso del 22 de
agosto de 1996), Págs. 1-3.
55 Ibidem, Págs. 4-5. 56 Damonte Taborda, Raúl: “¿A dónde va Perón? De Berlin a Wall Street”;
Montevideo, 1955.
57 Informe de la Embajada Argentina
en Río de Janeiro, “Informar sobre la repercusión de las declaraciones de los
opositores a la
Política Internacional Argentina”. En: AMREC, Caja Brasil,
1954, Letra MIRE. Nº 807.
58 Ibidem. 59 Ibidem.
Carneiro, Glauco: op.cit., Págs. 376,401-403 y 442-443.
60 Perón, Juan Domingo: “Latinoamérica: Ahora o Nunca”,
Editorial Diálogo, Montevideo, 1968, Págs. 28 a 40.
61 Perón, Juan Domingo: “La Hora de los Pueblos”,
Pleamar, Buenos Aires, 1973, Págs. 16-20.
62 Pavón Pereyra, Enrique: “Perón tal como es”,
Editorial Machaca Quemes, Buenos Aires, 1973, Pág. 123.
63 Llairó, María de Monserrat - Siepe, Raimundo: op.cit.
64 Hirst, Mónica: “Vargas y Perón. Las relaciones
argentino-brasileñas”. En: Todo es Historia, Nº 224, Buenos Aires, diciembre de
1985.
65 Informe de la Embajada Argentina
en Río de Janeiro, “Informar sobre la repercusión de las declaraciones de los
opositores a la
Política Internacional Argentina”. En: AMREC, Caja Brasil,
1954, Letra MIRE. Nº 812.
66 Paz, Hipólito: op.cit., Pág. 180. 67 Perón, Juan Domingo: “Palabras de Perón en el exilio
sobre la Tercera
Posición ”. En: La
Hora de los Pueblos, Pleamar, Buenos Aires, 1973, Págs.
23-24.
68 Llairó María de Monserrat - Siepe,
Raimundo: “Frondizi. Un nuevo modelo de inserción internacional”, Eudeba,
Buenos Aires, 2003. Cisneros, Andrés – Piñeiro Iñiguez, Carlos: “Del ABC al
Mercosur. La Integración
latinoamericana en la doctrina y praxis del peronismo”, Nuevo hacer – GEL,
Buenos Aires, 2002.