Asesinato del Presidente de EE.UU John F. Kennedy

Notas publicadas en noviembre de 2013 como consecuencia de los cincuenta años del asesinato de John F. Kennedy

 Por General (r) Fabian Escalante  —  Cortesía de CUBADEBATE

El primer disparo es desviado por un árbol y rebota en el cemento que hiere al testigo James Tague. 3,5 segundos después se produce el segundo disparo que llega a Kennedy por detrás y sale por su garganta, hiriendo también al gobernador de Texas, John Connally. El presidente deja de saludar al público y su esposa tira de él para recostarlo sobre el asiento. El tercer disparo ocurre 8,4 segundos después del primer disparo, justo cuando el auto pasa al frente de la pergola de hormigón. Cuando el tercer disparo impacta de lleno en el occipital derecho de la cabeza de Kennedy, Jackie Kennedy, se abalanza a la parte trasera del auto, donde recoge una sección del cráneo del presidente. Un ciudadano de nombre Abraham Zapruder, que filmaba la comitiva presidencial, logró captar en su película el momento en que Kennedy es alcanzado por los disparos. Esta película es parte del material que la Comisión Warren utilizó en su investigación del asesinato.
El primer disparo es desviado por un árbol y rebota en el cemento que hiere al testigo James Tague. 3,5 segundos después se produce el segundo disparo que llega a Kennedy por detrás y sale por su garganta, hiriendo también al gobernador de Texas, John Connally. El presidente deja de saludar al público y su esposa tira de él para recostarlo sobre el asiento. El tercer disparo ocurre 8,4 segundos después del primer disparo, justo cuando el auto pasa al frente de la pergola de hormigón. Cuando el tercer disparo impacta de lleno en el occipital derecho de la cabeza de Kennedy, Jackie Kennedy, se abalanza a la parte trasera del auto, donde recoge una sección del cráneo del presidente. Un ciudadano de nombre Abraham Zapruder, que filmaba la comitiva presidencial, logró captar en su película el momento en que Kennedy es alcanzado por los disparos. Esta película es parte del material que la Comisión Warren utilizó en su investigación del asesinato.
Kennedy fue asesinado mediante un complot, en el cual estuvieron involucrados elementos claves del Estado y el Poder real en Estados Unidos, que además, pretendía inculpar a Cuba del crimen y cuyos ejecutores fueron aquellos que tenían las motivaciones, los medios y el elemento humano entrenado para ello.
La tesis del asesino solitario, en este caso Lee Harvey Oswald (LHO), se ha derrumbado con el pasar de los años. Un operativo destinado a ejecutar a un Presidente, tuvo que contar al menos con una decena de hombres bien entrenados y un apoyo logístico especializado. Además, tuvo que existir complicidad dentro del servicio secreto, a cargo de su custodia;  de las autoridades locales y nacionales y de los diferentes aparatos policiales que allí actuaban, me refiero en primer término al FBI y a la policía de la ciudad de Dallas.

Las investigaciones oficiales  sobre el designado “asesino solitario”, han demostrado que:
1.- Oswald fue un agente de la CIA desde 1959 como su historial en la CIA y el FBI demostraba.
2.- A su regreso de la URSS en 1962, fue agente para el FBI con el expediente 201 a cargo de espiar la colonia rusa en Dallas.
3.- En abril de 1963 viajó  a Nueva Orleans y de inmediato se vincula al grupo “Cuba Democrática” del agente CIA Guy Banister, participando en la organización y abastecimiento de un ultra secreto operativo CIA denominado “Comandos Mambises” basificado en las inmediaciones del lago Portchartrain, donde se entrenaban decenas de hombres bajo el mando del agente CIA Manuel Villafaña.
4.- Semanas más tarde, de manera incomprensible, organiza un Comité “Pro Justo Trato a Cuba” en la ciudad y comienza una historia dual que concluirá en agosto con la legalización de sus “simpatías” por Cuba, cuando, mientras repartía volantes en un céntrica avenida de la ciudad, se confronta con 3 contrarrevolucionarios, entre los que se encontraba Carlos Bringuier Expósito, otro elemento de la CIA, siendo todos detenidos por la policía local.
5.- El 23 de ese mes, se enfrentó verbalmente  a Bringuier durante un  programa previamente acordado, en una emisora de radio local, donde se declaró “marxista” y “procastrista”, lo cual quedará extrañamente grabado, para ser publicitado después del magnicidio y de su asesinato.
6.- En septiembre solicitó visa de turismo para México y viajó a Dallas en compañía de 2 cubanos, donde visitaron la residencia de la exilada Silvia Odio para solicitar ayuda. Horas después, uno de los cubanos la telefoneó y le comenta “que Oswald,  estaba loco y decía que solo con la muerte de Kennedy se resolvía el problema cubano”, incidente que después del crimen, Silvia recordará y denunciará a las autoridades.
7.- El día 27 de septiembre visitó la Embajada cubana de México para solicitar visa de turismo, la cual es denegada y no le que de otra que regresar a Dallas.
¿Por qué Oswald fue a Nueva Orleans? ¿Por qué su vinculación con los grupos terroristas de origen cubano y conocidos oficiales de la CIA?, ¿Por qué funda un comité a favor de Cuba donde él era el único miembro y la dirección que brinda como local de radicación es la misma que la de “Cuba Democrática?” ¿Por qué la pelea públicamente con los exilados?, ¿Por qué la entrevista radial? ¿Por qué la visita a Silvia Odio y su vinculación con un eventual crimen? ¿Por qué su intento de viajar a Cuba? Lamentablemente, ninguna de las investigaciones realizadas en Estados Unidos, brinda una coherente respuesta a estas cruciales interrogantes.
Pero como si lo anterior no resultara suficiente, para demostrar la existencia de una trama conspirativa, en la cual uno de sus participantes declaró “que solo la muerte de Kennedy era la solución del caso cubano”, el servicio secreto de Estados Unidos había sido informado en ese mes, según aparece en el informe del Comité Congresional que en 1978 investigó el magnicidio, de la existencia de al menos dos complots que se habían descubierto, contra JFK, durante su gira política por el país, uno en Chicago y otro en Tampa.
El primero involucraba a los emigrados cubanos Juan Antonio Blanco, Homero Echevarría, Paulino Sierra y Carlos Prío, todos con estrechos y probados vínculos con la CIA y la Mafia, que para ese entonces ofrecía 50 millones de dólares “para liberar a Cuba” y retornar a la Isla con sus garitos de juego y el segundo, al exilado cubano Gilberto Policarpo López.
Poco después del magnicidio, comenzaron a descubrirse en Estados Unidos, unas cartas provenientes de Cuba,  dirigidas a Robert Kennedy, varios medios de prensa y al propio LHO, donde se trató de poner en evidencia los estrechos vínculos de éste con los servicios de inteligencia cubanos. Las mismas eran remitidas por diferentes personas y las propias autoridades norteamericanas concluyeron que fueron escritas por la misma máquina de escribir. Resultaba clara la intención de “fabricar pruebas” para las acusaciones contra Cuba y su líder, como presuntos autores intelectuales, como paso previo a la avalancha noticiosa que en horas se desató.
Inmediatamente y hasta nuestros días, han continuado los medios de comunicación de la gran prensa machacando en ésta dirección. Calumnias de todo tipo y  naturaleza, en las que se acusaban a Cuba y a Fidel de ser los instigadores del magnicidio.
Inmediatamente y hasta nuestros días, han continuado los medios de comunicación de la gran prensa machacando en ésta dirección. Calumnias de todo tipo y naturaleza, en las que se acusaban a Cuba y a Fidel de ser los instigadores del magnicidio.
Inmediatamente y hasta nuestros días, han continuado los medios de comunicación de la gran prensa machacando en ésta dirección.
Calumnias de todo tipo y  naturaleza, en las que se acusaban a Cuba y a Fidel de ser los instigadores del magnicidio. Por supuesto, estaban incluidos también los antecedentes “fabricados” de LHO de marxista y procastrista, su estancia en la URSS, sus relaciones con la colonia de rusos de Dallas y hasta aquella entrevista radial de Nueva Orleans, para concluir finalmente que Estados Unidos debía dar una respuesta clara y contundente a Cuba por el asesinato de su Presidente.
Esta campaña mediática y desinformadora ha continuado hasta nuestros días. En el 2006 dos veteranos colaboradores de la CIA, Wilfred Huismman y Gus Russo,  elaboraron un documental denominado “Cita con la Muerte” al costo de 1 millón de dólares, para “probar” aquellas imputaciones calumniosas que, como elemento “novedoso”, trataban de inculparme como el “manipulador” de Oswald en Dallas, aquel fatídico día, en tanto mis continuas denuncias, libros y conferencias sobre el magnicidio, se aproximaban peligrosamente a la verdad, que tanto pretenden ocultar.
Analizados los elementos antes expuestos y los resultados a que arribaron las investigaciones realizadas en 1978 por el Comité ya referido,  pensamos que solo hay una respuesta lógica. LHO, un veterano agente CIA, estaba involucrado y era parte de un complot de dimensiones nacionales contra el presidente JFK. Todo lo que públicamente realizó LHO a partir del mes de abril de 1963, consciente o inconscientemente, fue para legalizar la “implicación cubana” en el magnicidio. Su papel era una parte consistente del complot criminal, que tenía otros componentes y precisamente por ello, devino en “chivo expiatorio”  de las autoridades norteamericanas, quienes finalmente lo culparon del crimen.
John F. Kennedy había concitado numerosos enemigos, internos y externos con sus políticas, que en todo caso pretendían “modernizar” al Imperio de cara al siglo XXI. Según las conclusiones del Comité congresional ya citado, entre sus adversarios más peligrosos estaban el complejo militar industrial, los magnates del acero, la Mafia hostigada por las investigaciones sobre sus actividades, los racistas opuestos a los derechos civiles de los negros, los militares que apreciaban los acuerdos con la URSS sobre el control de los armamentos, la reducción de sus bases en el extranjero y una eventual detención en la guerra en Viet Nam, como un  proceso para debilitar el poderío mundial norteamericano.
El exilio cubano lo responsabilizaba con las derrotas sufridas y de seguro otros muchos más, pero el meollo de la trama es determinar quiénes eran los que tenían los “motivos, los medios y la oportunidad” para cometer aquel atroz crimen.
Lamentablemente, no es posible enumerar otros muchos elementos de juicio, sin embargo con lo expuesto, estamos en condiciones de afirmar que JFK fue víctima de un complot y que este comenzó a finales de abril, fecha de la llegada de LHO a Nueva Orleans,  donde radicaba uno de los dispositivos más importantes de la CIA y el terrorismo anticubano. Uno de los objetivos del plan era responsabilizar a Cuba y a Fidel y el mecanismo cubano de la CIA y la Mafia, que para entonces tenían “los motivos, los medios y la oportunidad”,  fue el ejecutor final.
Antes, como se evidencia en las informaciones del servicio secreto, ese mecanismo había intentado asesinarlo en Tampa y Chicago y contaba con un poderoso dispositivo bélico y subversivo, la JM Wave de la CIA, en Miami, con 4,000 hombres, entre ellos varios comandos de misiones especiales, expertos tiradores, terroristas entrenados, aviones, barcos, financiamiento y el apoyo logístico necesario, para su guerra contra Cuba.
Y más importante aún, un lucrativo negocio que les reportaba los 100 millones de dólares anuales que proporcionaba  el gobierno y las ganancias que resultaban del tráfico de drogas, que ya para entonces fluía de Centroamérica.
¿A nadie se le ha ocurrido pensar cómo una comunidad que no alcanza el 1% de la población en Estados Unidos, tiene tanta influencia en su política? Solo un “favor” extraordinario, ha posibilitado que esta comunidad alcance los niveles de influencia de los que actualmente goza: el asesinato de Kennedy. En Estados Unidos el 22 de noviembre de 1963, la ultraderecha norteamericana dio un golpe de Estado, cuyos efectos perduran hasta nuestros días.
Paradójicamente,  se pudiera calificar lo antes expuesto, con una frase muy utilizada en Norteamérica. El “mecanismo” por ellos creado y alimentado, al final resultó ser “el smoking gun” para deshacerse del líder del gobierno que los había pro-ahijado.
Debo añadir que los servicios de inteligencia cubanos tuvieron posteriormente al magnicidio varias informaciones relativas al mismo y que oportunamente fueron entregadas a las autoridades norteamericanas.
En 1978 conocimos por medio del terrorista Antonio Cuesta Valle la participación como eventuales tiradores de los agentes CIA Herminio Díaz y Eladio del Valle, además de la presencia, en Dallas, en la fecha del crimen, de un grupo de veteranos agentes de la CIA, de origen cubano entre los cuales estaban: Orlando BoshLuis Posada, los hermanos Guillermo e Ignacio Novo Sampol, Frank Sturgis, David Morales, Manuel Salvat, Antonio Veciana, y otros que dejaron decenas de huellas conspirativas, pues estaban, según los informes oficiales ya aludidos, adquiriendo y en posesión de armas letales apropiadas para el crimen  ¿Por qué nada de esto se investigó? Muchas evidencias subyacen en los reportes de entonces, entre ellas el testimonio del segundo sheriff de Dallas, el cual vio entrar en una oficina de Alfa 66 de esa ciudad a un sujeto que identifico posteriormente como Lee Harvey Oswald.
La doble vía contra Cuba
Paralelamente y con independencia al complot magnicida, la Administración Kennedy en abril de 1963, teniendo en cuentas las derrotas sufridas, en su guerra anticubana, elaboró una nueva estrategia denominada “la doble vía”, es decir el garrote y la zanahoria. La idea política que presidió este proyecto la resumió el propio Kennedy en su intervención de 18 de noviembre en la Universidad de la Florida, donde manifestó que Estados Unidos no permitiría la existencia de otra Cuba en el Continente y que solo un gobierno en la Isla que rompiera sus relaciones con la URSS y el movimiento revolucionario latinoamericano, estaría en condiciones para que su gobierno aceptara negociar una eventual “normalización”. Según algunos estudiosos norteamericanos sobre el magnicidio, ese mensaje era también dirigido al grupo de conspiradores que dentro de Cuba se aprestaban a asesinar a Fidel y dar un golpe interno.
Documentos desclasificados norteamericanos e investigaciones cubanas, develaron que el proyecto subversivo anticubano para 1963 había adquirido prioridad de Estado dentro de la Administración, razón por la cual el Presidente designó a su hermano Robert al frente del mismo. Dicho programa, que contaba hasta con “normas de ejecución” hoy desclasificadas, contemplaba varios ejes de ataques, que al final incluía la intervención militar norteamericana.
Ellas consistían en:
1.- apretar las tuercas del bloqueo criminal que desde el año anterior JFK había dispuesto;
2.- organizar un ejército de exilados compuesto por casi un millar de hombres bajo el mando de Manuel Artime, que se entrenaba en Nicaragua, para en su momento paralizar el transporte marítimo hacia y desde Cuba, y actuar en una acción militar directa si se daba la ocasión;
3.- los Comandos Mambises -un grupo de operaciones especiales-, desde sus campamentos en Nueva Orleans, atacarían objetivos estratégicos cubanos, iniciando sus acciones terroristas en agosto, con el ataque y destrucción del puerto de Santa Lucía en Pinar del Rio, continuando seguidamente con otras;
4.- en Montecristi, Dominicana, Eloy Gutiérrez Menoyo alistaba otro contingente de hombres que debía infiltrase por Baracoa, para desarrollar la guerra de guerrillas;
5.- un “frente” político a cargo de Manuel Ray, el JURE, era la eventual carta de negociación, si al final Cuba rendía sus banderas y aceptaba las condiciones yanquis. Este sujeto, de extracción socialdemócrata había sido Ministro del Gobierno cubano en 1959.
6.-El golpe final lo daría los operativos CIA Am/lash y Am/Truk liderados por los ex comandantes del ejército Rolando Cubela y Ramón Guin, encargados de asesinar a Fidel y alzar a varias guarniciones militares y policiales en Cuba o al menos eso era lo que informaban a sus amos. La idea era dar un golpe interno y apoderarse del poder.
QPM.ORG. Coincidimos en muchos aspectos, no en todos,  con los datos aportados por Fabián Escalante Font, c/p Robertico dentro de los Servicios Especiales de Contrainteligencia de Cuba -fue jefe de la Sección “Q” (Contrarrevolución) desde la creación del Departamento de Seguridad del Estado (G2)-  y de  los otros autores que a continuación exponemos a nuestros lectores. Las Causas de ello es que a través de algunos amigos y conocidos conozco algunos aspectos referentes a aquellos tiempos como por ejemplo Frank A. Sturgis (Frank Angelo Fiorini) con el cual entable amistad en Miami hasta su muerte, así como con el cubano Antonio Veciana y otros cubanoamericanos  destacados anticastrista de la época, unos vivos otros muertos,  radicados en esta ciudad estadounidense. Saquen ustedes sus propias conclusiones Foto/ El General (r) Fabián Escalante Font y el Dr. José R. Alfonso en La Habana, ambos durante muchos años sirvieron en los Servicios Especiales de los que fueron fundadores
QPM.ORG. Coincidimos en muchos aspectos, no en todos, con los datos aportados por Fabián Escalante Font, c/p Robertico dentro de los Servicios Especiales de Contrainteligencia de Cuba -fue jefe de la Sección “Q” (Contrarrevolución) desde la creación del Departamento de Seguridad del Estado (G2)- y de los otros autores que a continuación exponemos a nuestros lectores. Las Causas de ello es que a través de algunos amigos y conocidos conozco algunos aspectos referentes a aquellos tiempos,  por ejemplo Frank A. Sturgis (Frank Angelo Fiorini) con el cual entable amistad en Miami hasta su muerte, así como con  Antonio Veciana y otros cubanoamericanos destacados anticastrista de la época mencionados por el General Escalente, unos vivos otros ya han muerto… Dr. Alfonso. Saquen ustedes sus propias conclusiones Foto/QPM.ORG/ El General (r) Fabián Escalante Font y el Dr. José R. Alfonso en La Habana, ambos fundadores y servidores, durante muchos años, de Servicios Especiales.
7.- Finalmente, un plan de “contingencia” militar, firmado por el secretario de Marina Cirus Vance, preveía la utilización de las fuerzas armadas norteamericanas para diciembre de ese año, en caso de ser necesitadas.
Una pregunta queda latente en el espacio: ¿qué hubiese sucedido en caso de que ese plan se ejecutara? Estaba bien claro para los estrategas políticos en Washington que Cuba no se rendiría y entonces, el plan militar era de contingencia o realmente se preparaban para su ejecución, planeada y calculada fríamente. ¿Acaso se cernía sobre los horizontes de América una nueva “Crisis del Caribe”?
Como muchas veces se ha dicho, a manera de explicar el rasgo que caracteriza la política norteamericana –la negación plausible- la mano derecha no sabe lo que hace la izquierda. El resultado: un complot magnicida contra JFK, al mismo tiempo que éste planeaba otro, para derrocar el gobierno cubano y asesinar a  su lider, Fidel Castro.
Como hoy se sabe, Cuba logró evitar ese y otros cientos de planes de asesinato contra el liderazgo revolucionario. Diferente sería la suerte del presidente norteamericano, víctima de una conspiración que tal vez involucro incluso a quienes debían protegerlo. Pero quizas eso solo se conocerá con certeza dentro de otros 50 años.
Por Néstor García Iturbe  –  Cortesía del Blog  La Pupila Insomne de Iroel Sánchez
El 22 de noviembre se cumplirá un aniversario más de la fecha en que fue asesinado el presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy. La “acción ejecutiva”, como denominan los servicios especiales estadounidenses a los asesinatos que cometen, se llevó a cabo en 1963, hace precisamente 50 años, en Dallas, Texas.
El 22 de noviembre se cumplirá un aniversario más de la fecha en que fue asesinado el presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy. La “acción ejecutiva”, como denominan los servicios especiales estadounidenses a los asesinatos que cometen, se llevó a cabo en 1963, hace precisamente 50 años, en Dallas, Texas.
El 22 de noviembre se cumplirá un aniversario más de la fecha en que fue asesinado el presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy.
La “acción ejecutiva”, como denominan los servicios especiales estadounidenses a los asesinatos que cometen, se llevó a cabo en 1963, hace precisamente 50 años, en Dallas, Texas.
Muchas teorías se han planteado en relación con el asesinato de Kennedy, por lo que esta pudiera ser una más, que como toda teoría se fundamente en el análisis de los acontecimientos y actores que pudieran haber estado involucrados en la “acción ejecutiva”.
Para realizar el análisis que hoy le presentamos, dentro de otros elementos, se han tomado en consideración algunos documentos y testimonios de personas que estuvieron relacionadas con el hecho, o que lo han estudiado profundamente.
En toda esta operación, Oswald era el señuelo (decoy) que aparecería como el “asesino”. El mismo se había unido al Comité Pro Justo Trato a Cuba, había tenido relaciones con ciudadanos soviéticos y la persona que lo “reclutó” lo dirigió hacia la Embajada de Cuba en México para crearle antecedentes de vinculación con los cubanos. Oswald fue reclutado bajo “tercera bandera”, es decir que uno de los agentes del FBI que había infiltrado el Comité Pro Justo Trato a Cuba, según lo acordado entre el FBI y la CIA, dirigió sus pasos y le había orientado tratar de viajar a la Habana, lo cual sería un argumento importantísimo para decir que había sido entrenado en Cuba. En definitiva no pudo viajar a Cuba, pero se documentó la visita a la Embajada de cubana en México, lo cual en cierta manera lo vinculaba a la Isla. Oswald había sido “reclutado” para Cuba.
Se adicionaron algunos elementos a la vinculación con Cuba y la posesión de armamento por parte de Oswald. Todos hemos visto una foto donde aparece con un fusil en ambas manos.
Se adicionaron algunos elementos a la vinculación con Cuba y la posesión de armamento por parte de Oswald. Todos hemos visto una foto donde aparece con un fusil en ambas manos.
Se adicionaron algunos elementos a la vinculación con Cuba y la posesión de armamento por parte de Oswald. Todos hemos visto una foto donde aparece con un fusil en una de sus manos, sacando la cabeza por encima de un periódico que sostiene con la otra.
Un montaje fotográfico realmente chapucero.
Cualquier experto y hasta alguien que no lo sea, pero un poco observador, se da cuenta del mismo. ¿Es que los servicios especiales estadounidenses no pudieron hacer un trabajo mejor con este montaje?
El trabajo en el depósito de libros de la Biblioteca de Dallas también merece un análisis. ¿Quién le proporcionó ese trabajo a Oswald? ¿El estaba caminando por la calle, entró y le dieron el trabajo, o alguien lo envió para que se lo dieran? ¡Qué casualidad que el depósito estaba situado precisamente en la calle por donde días después pasaría la caravana presidencial! ¿Quién sabía que la caravana pasaría por esa calle a esa hora? Regularmente esa es una información “Top Secret” precisamente para proteger la vida del presidente, sin embargo Oswald la conocía con anticipación y pudo introducir el fusil en el edificio, además de situarse cómodamente en una de las ventanas que dominaban la vía.
La selección de Oswald nos da una idea de que el binomio FBI-CIA estaba un poco apurado con el asunto. El expediente del mismo en el ejército no lo califica como un tirador certero, pero bueno quizás eso no se tomó en consideración o se pasó por alto. Se necesitaba alguien con un fusil en la ventana, ese no era el que mataría a Kennedy, para eso habían otros, ese era el que cargaría con la culpa, dispara bien o no. Ya en aquellos momentos, el Pentágono también estaba involucrado en la operación, pero era muy tarde para cambiar al futuro “culpable”, por lo que aceptaron al mismo.
Si hacemos un cálculo medianamente aproximado, Oswald podía hacer el primer disparo, cuando el carro que conducía al presidente estuviera dentro de los órganos de puntería del fusil, pero después de eso tendría que manipularlo y nuevamente buscar el blanco para realizar el segundo disparo, momento en que ya el carro presidencial estaría fuera de su alcance.
Si hacemos un cálculo medianamente aproximado, Oswald podía hacer el primer disparo, cuando el carro que conducía al presidente estuviera dentro de los órganos de puntería del fusil, pero después de eso tendría que manipularlo y nuevamente buscar el blanco para realizar el segundo disparo, momento en que ya el carro presidencial estaría fuera de su alcance.
Uno de los detalles que más se discutió fue el relacionado con el tipo de fusil a utilizar. Algunos eran partidarios de darle un fusil automático de mayor potencia, peo se corría el riesgo de que resultaran heridos un buen número de personas, incluyendo agentes del Servicio Secreto, por lo que se desechó la idea y se tomó la decisión de darle un fusil con el que cada vez que tirara tenía que manipularlo para introducir en el mismo el nuevo proyectil. Si hacemos un cálculo medianamente aproximado, Oswald podía hacer el primer disparo, cuando el carro que conducía al presidente estuviera dentro de los órganos de puntería del fusil, pero después de eso tendría que manipularlo y nuevamente buscar el blanco para realizar el segundo disparo, momento en que ya el carro presidencial estaría fuera de su alcance. Todos recordarán que Kennedy recibió varios disparos y dudo que alguno de ellos haya salido del fusil que tenía Oswald en sus manos, quizás uno, pero no más.
¿Qué dicen las pruebas balísticas? Solamente un pequeño grupo de personas lo saben. Varios proyectiles distintos no pueden ser disparados por la misma arma, además si fueran del mismo calibre todos, pudiera determinarse que el arma utilizada no fue la misma. Un gran secreto hasta ahora.
La forma en que Oswald fue asesinado demuestra que para completar la “acción ejecutiva” había que silenciar al presunto “asesino”, no era posible que compareciera ante un juez para responder de sus actos, pues un buen abogado lo hubiera sacado absuelto. El “asesino” del “asesino” también murió, por lo que no fue posible seguir la cadena, como también murieron por distintas causas muchos de los que aquel día, con una banderita estadounidense en sus manos, recibían al presidente. Algunos habían cometido el “suicidio” de expresar que detrás de ellos en ciertos y distintos lugares, se habían escuchado detonaciones como si fueran disparos.
Dejemos a Oswald, el que fue “reclutado” para Cuba y se convirtió en un “tonto útil”, según me dijeron aparece descrito en uno de los documentos relacionados con el asesinato, en un “daño colateral” propio de operaciones como esta.
La realidad es que después del fracaso de la invasión por la Bahía de Cochinos, algunas agencias del propio gobierno estadounidense no tenían la mejor imagen de Kennedy, ni consideraron acertadas las decisiones que tomó en los momentos cruciales de la batalla.
La CIA, además de sentirse criticada en extremo, sentía que había traicionado a los que se dispusieron a formar parte del ejército invasor y que en los momentos en que debían apoyarlos los abandonaron a su suerte.
El Pentágono estaba listo para intervenir en la batalla, tenía sus efectivos frente a las costas cubanas, una orden hubiera desatado la avalancha bélica con una cantidad de fuerzas y medios que los cubanos no podrían resistir y menos después de los férreos enfrentamientos de las primeras cuarenta y ocho horas de la invasión, donde ya se conocía la fuerza aérea con que contaban. “La orden que debía dar el presidente Kennedy, nunca se dio.
Serio error, contrariamente a lo que todos querían en el Pentágono y a lo que tenían preparado, se ordenó la retirada, con lo que se permitió que Cuba siguiera existiendo.”
El análisis posterior de la situación, realizado por el famoso comité investigador que se denominó “Grupo Verde de Estudio”, bajo la dirección del General Maxwell D. Taylor y en el que participó el Fiscal General, Robert Kennedy, entre otros, tenía como misión no solamente aclarar los errores cometidos en aquella operación, sino también establecer la forma en que la misma debía realizarse para terminar con la Revolución Cubana.
El documento JCSM- 57-61., de fecha 3 de febrero de 1961, con sus 17 conclusiones en las que se aseguraba el éxito de la operación fue el que finalmente determinó que el próximo intento estaría a cargo del Pentágono como actor principal y la CIA apoyando las operaciones.
Pocos días después, el Pentágono comenzó la preparación para una invasión a Cuba. A finales de 1961 y primeros meses de 1962 se realizaron maniobras militares como preparación a las fuerzas que intervendrían en la invasión, entre estas estuvieron la Quik Kick, diseñada para liberar una isla del Caribe en manos de un tirano llamado Ortsac (Castro al revés), la Whip Lash, Jupiter Spring, Demolex, Swift Strike II, Oplan 312 y otras.
Paralelamente con esto se realizaron otras acciones, principalmente en la obtención de información de inteligencia sobre las fuerzas armadas cubanas, a cargo de la Agencia de Inteligencia de Defensa, y la firma por parte de Kennedy, en noviembre de 1961, del nuevo Plan de Operaciones Encubiertas, el cual incluía dentro de otras acciones la Operación Mangosta, siendo uno de sus objetivos la eliminación física de Fidel Castro, lo cual se consideraba imprescindible para poder llevar a cabo la invasión exitosamente.
Desde el 16 de octubre las agencias de inteligencia estadounidenses comenzaron a informar sobre la presencia en Cuba de cohetes de mediano y largo alcance, lo que dio lugar a que se desarrollara la conocida Crisis de los Cohetes.
Los aviones U-2 que sobrevolaban Cuba con el objetivo de obtener información militar habían resultado efectivos, se había detectado el trabajo de preparación de rampas para el lanzamiento de cohetes nucleares en San Cristobal, Pinar del Rio, además de en otros lugares, la información concluía que existían en Cuba en ese momento 32 cohetes nucleares. La propuesta del Pentágono era bombardear de inmediato todas las bases coheteriles y militares cubanas antes de que las mismas estuvieran listas para operar.
El plan presentado por el General Mc Namara era efectuar 500 misiones de bombardeo contra Cuba, lo que eliminaría las bases de todo tipo. Otros dentro del gobierno estadounidense consideraron que primero debía hablarse con los soviéticos, en especial Kennedy, que optó por el bloqueo naval como primer paso.
Como consecuencia de la situación se iniciaron gestiones diplomáticas en la OEA para sancionar a Cuba, pero a la vez se tomaron medidas de carácter militar por si la confrontación se llevaba a cabo. Realmente 500 misiones de bombardeo resultaban excesivas si solamente se aspiraba a destruir las rampas coheteriles que se estaban preparando, pero el Pentágono y el propio Kennedy tenían otra cosa en mente, además de las rampas coheteriles se bombardearían objetivos civiles y militares de importancia, lo que crearía las condiciones para la invasión.
Como consecuencia de esta situación, se pusieron en alerta todas las bases coheteriles en territorio estadounidense, se trasladaron tropas terrestres hacia la Florida y el Sureste de Estados Unidos, la Primera División de Tanques se trasladó de inmediato de Texas a Georgia, se pusieron en alerta cinco divisiones del ejército y la 1ra. División Aerotransportada, se enviaron refuerzos en armas y efectivos a la Base Naval de Guantánamo.
La Marina de Guerra desplegó 180 barcos en el Mar Caribe, entre ellos dos portaviones con sus escoltas correspondientes. El Comando Aéreo Estratégico se relocalizó en distintas bases y se orientó tener siempre un número de aviones en el aire.
De acuerdo con los cálculos del Pentágono, intervendrían en la operación 250,000 hombres, de los que desembarcarían inicialmente 90,000 marines y paracaidistas. Se calculaba que en los primeros combates las fuerzas estadounidenses tendrían 25,000 bajas.
El escenario estaba preparado el día 23 de octubre. Tanto los “halcones” como las “palomas” del Pentágono aconsejan llevar a cabo la acción militar donde se incluía la invasión, Kennedy ordenó al Departamento de Estado que conjuntamente con la CIA, organizara un gobierno civil formado por cubanos residentes en Estados Unidos, de ser posible la mayoría de ellos, dirigentes de las organizaciones contrarias a la revolución, para entregarles el poder después de terminadas las hostilidades. En ese momento se inició un intercambio de cartas entre Kennedy y Khrushchev, ambos plantearon querer evitar la guerra nuclear. Kennedy propuso que si se retiran los cohetes de Cuba levantaría el bloqueo marítimo y no invadiría la isla. Khrushchev acepta y comienza la retirada de los cohetes.
Nuevamente los funcionarios del Pentágono se sienten traicionados, después de toda la preparación militar y las medidas tomadas, el presidente vuelve a dar la orden equivocada. Dentro de reuniones de oficiales de alto rango se critica fuertemente la decisión, se le llama “liberal bostoniano” e inclusive se plantea será el culpable de que en el futuro nuevamente existan cohetes nucleares cercanos al territorio estadounidense, poniendo en peligro la vida de los ciudadanos y la Seguridad Nacional.
Si los oficiales del Pentágono estaban disgustados, puede pensarse cómo estarían los oficiales de la CIA, principalmente los vinculados a las actividades con los cubanos, que ya habían prometido se realizaría la invasión y tomarían el gobierno, además de haber seleccionado las principales figuras que formarían el mismo. Ahora tenían que decir a los dirigentes de esas organizaciones que se olvidaran del asunto, pues el presidente había cambiado de opinión. Esto, como es natural, también repercutió dentro de los cubanos miembros de las organizaciones, que con menos disciplina y mayor temperamento, expresaron sus opiniones en palabras poco respetuosas para calificar a Kennedy, que por segunda vez los había desconocido y prácticamente se había burlado de ellos.
A partir de aquel momento Kennedy se convirtió en un objetivo, tanto para el Pentágono, la CIA y para los cubanos contrarios a la revolución. Con la ayuda del FBI se comenzó a escudriñar en su pasado buscando elementos que pudieran utilizarse contra él, además del pasado, se inició una vigilancia sobre sus actividades, todo de forma muy discreta y con el pretexto de estar realizando un trabajo encaminado a su protección. Dentro de esas actividades de “protección”, la CIA conoció de su entrevista con el periodista francés Jean Daniel y el viaje de este a Cuba* lo cual aprovecharía para trasladarle a Fidel Castro un mensaje de Kennedy.
La sentencia de muerte había sido firmada. La operación se planificó entre la CIA y el Pentágono con la participación de algunos miembros muy selectos de las organizaciones contrarias a la Revolución cubana.
* El acto final de Kennedy: acercarse a Cuba
Artículos de Opinión | Peter Kombluh*
El aniversario número 50 de la muerte violenta del presidente estadunidense John F. Kennedy nos arroja un secreto largamente guardado: tras el asesinato en Dallas, Fidel Castro envió un mensaje por canales discretos a Washington pidiendo reunirse con la comisión oficial que investigaba el magnicidio, para disipar los crecientes alegatos de que Cuba era la responsable. La comisión, encabezada por el presidente de la Suprema Corte de Justicia estadunidense, Earl Warren, envió a uno de sus abogados, el afroestadunidense William Coleman, en misión clandestina para reunirse con el líder cubano en un bote en el Caribe.
Coleman contó en entrevista al reportero de investigación Philip Shenon, la primera relacionada con esta reunión ultrasecreta, que hablaron durante tres horas. Pese a presionar al líder cubano en torno a los vínculos de Lee Harvey Oswald con Cuba y a su misteriosa visita a la embajada cubana en México antes del asesinato, Coleman informó a Warren: no encontré nada que me hiciera suponer que haya pruebas de que él [Castro] lo hizo. De hecho, pese a Playa Girón, la crisis de los misiles, los complots para asesinar gente en Cuba y el embargo comercial, Castro insistió en que admiraba al presidente Kennedy.
Secretos y teorías conspirativas
En Estados Unidos, el aniversario de la muerte del joven presidente ha generado una cobertura masiva en los medios: documentales especiales para la televisión, una oleada de libros y artículos nuevos, un nuevo filme hecho en Hollywood.
Inevitablemente, surgen nuevas teorías que discuten una vez más las posibles conspiraciones relacionadas con quién mató a Kennedy y por qué. La Comisión Warren concluyó que Oswald, solitario enloquecido que se declaraba marxista, actuó solo cuando disparó al presidente. Pero el sigilo del gobierno estadunidense, en particular que la CIA retuviera información de sus esfuerzos ultrasecretos por asesinar a Castro, y de la vigilancia que ejerció sobre Oswald cuando visitó la ciudad de México (protegiendo sus operaciones de colecta de información de inteligencia en México), levantó sospechas de que alguien encubría algo.
La Casa Blanca tampoco compartió detalles extraordinarios, como que la actitud de Kennedy hacia Cuba tuvo un giro significativo, siendo Cuba un país central en cualquier discusión histórica del impactante asesinato del presidente en Dallas.
Casi inmediatamente después del asesinato cometido el 22 de noviembre de 1963, los enemigos de la revolución cubana comenzaron a plantar acusaciones de que el pro castrista Oswald había conspirado con Cuba para matar al presidente. En Nueva Orleáns, donde Oswald creó el comité Juguemos Limpio con Cuba (de un solo miembro), un grupo de exiliados con respaldo de la CIA, llamado Directorio Revolucionario Estudiantil (Revolutionary Student Directorate), publicó un boletín el 23 de noviembre con un retrato de Castro junto a una foto de Oswald. Seis días después del asesinato, el director de la CIA, John McCone, informó al nuevo presidente, Lyndon Johnson, que un agente de inteligencia nicaragüense en México, Gilberto Alvarado, había advertido a nuestra estación [en México] con gran detalle sobre el supuesto hecho de que el 18 de septiembre vio a Oswald recibir 6 mil 500 dólares en la embajada cubana en la ciudad de México. Alvarado aseguraba que el dinero era el pago por matar al presidente.
La CIA sospechó de inmediato de la credibilidad de esta información porque la FBI tenía pruebas concretas de que Oswald estaba en Nueva Orleáns el 18 de septiembre; los documentos de inmigración mostraban que no había viajado a México hasta el 26 de septiembre. Alvarado fue retenido en una casa de seguridad de la CIA y luego entregado a las autoridades mexicanas para que lo siguieran interrogando. Éste no pasó la prueba del polígrafo de esa agencia y se retractó de sus afirmaciones. De acuerdo con el informe ultrasecreto de la CIA El asesinato del presidente Kennedy, Alvarado admitió ante autoridades mexicanas que su relato era una fabricación diseñada para provocar que Estados Unidos sacara a Castro de Cuba a patadas. Castro también observaba ocurrir una conspiración, muy diferente. El 23 de noviembre transmitió una declaración por la radio cubana en la que calificaba el asesinato de Kennedy de conspiración maquiavélica contra nuestro país, que buscaba justificar de inmediato una agresiva política contra Cuba… construida con la sangre aún tibia y el cuerpo insepulto de su presidente, trágicamente asesinado. Oswald, declaró Castro, pudo haber sido un instrumento de los sectores más reaccionarios que han estado tramando esta siniestra conspiración, y que pueden haber planeado el asesinato de Kennedy por estar en desacuerdo con su política internacional.
Al momento en que ocurría esa dramática declaración, Castro sabía algo de la política internacional de Kennedy que el resto del mundo no supo: en los días que lo asesinaron, el presidente estadunidense exploraba activamente un acercamiento con Cuba y trabajaba en secreto con Castro para instaurar negociaciones secretas con el fin de mejorar las relaciones. En noviembre de 1963, Cuba no tenía razones para asesinar a Kennedy porque estaba involucrada en la creación de una diplomacia por canales secretos que hubiera podido conducir a la normalización de relaciones. En el mismo momento en que se cometió el asesinato, Castro sostenía una reunión con un emisario que Kennedy había enviado a La Habana en misión de paz.
Pláticas secretas Cuba-EU
Las conversaciones entre Cuba y Estados Unidos comenzaron, irónicamente, tras un flagrante acto de agresión de Washington: la invasión paramilitar de Playa Girón. Después de la victoria cubana sobre una incursión armada que contó con apoyo de la CIA, el presidente y su hermano Robert Kennedy enviaron al abogado James Donovan para negociar la liberación de más de mil miembros de la incursión que fueron capturados. Durante el curso de varias sesiones de negociación en el otoño de 1962, Donovan gestionó un arreglo para abastecer la isla con 62 millones de dólares en alimentos y medicinas a cambio de la liberación de los prisioneros.
Este hombre no sólo obtuvo la libertad de los prisioneros, sino la confianza de Fidel Castro.
En la primavera de 1963, Donovan regresó a La Habana varias veces para negociar con Castro la liberación de dos docenas de estadunidenses –tres de ellos agentes de la CIA– encarcelados en prisiones cubanas bajo los cargos de espionaje y sabotaje. Durante el curso de estas reuniones, por vez primera Castro planteó el punto de la restauración de relaciones. Dada la acrimonia y la hostilidad de lo ocurrido en el pasado reciente, cómo podrían Estados Unidos y Cuba proceder con el asunto, preguntó a Donovan. ¿Sabe cómo hacen el amor los puercoespines?, respondió Donovan. Con sumo cuidado. Y es así como ustedes y Estados Unidos deberían proceder con este asunto.
Cuando el informe de Donovan sobre el interés de Castro en sentarse a conversar para normalizar relaciones llegó al escritorio de Kennedy, la Casa Blanca comenzó a considerar la posibilidad de un enfoque dulce hacia Castro. Los ayudantes de mayor rango argumentaron que Estados Unidos debía exigir a Castro que dejara atrás sus relaciones con los soviéticos como precondición de cualquier plática. Pero el presidente se impuso; ordenó a sus asistentes más cercanos que comenzaran a pensar en términos más flexibles al negociar con Castro, y dejó claro, según algunos documentos desclasificados de la Casa Blanca, que se mostró muy interesado en proseguir en esta opción. En abril de 1963, en su último viaje a Cuba, Donovan presentó a Castro con una corresponsal de ABC News, Lisa Howard, que había viajado a La Habana a realizar un especial televisivo sobre la revolución cubana. Howard remplazó a Donovan como interlocutora central en este prolongado esfuerzo secreto por entablar unas primeras conversaciones serias, frente a frente, para mejorar las relaciones. A su regreso de Cuba, la CIA se reunió con ella en Miami y la interrogó acerca de si había un claro interés de Castro en el mejoramiento de las relaciones. En un memorando ultrasecreto que llegó al escritorio del presidente, el director adjunto de la CIA, Richard Helms, informó: en definitiva Howard quiere impresionar al gobierno estadunidense con dos datos: Castro está listo para discutir un acercamiento y ella está lista para discutir el asunto con él si se lo pide el gobierno de Estados Unidos.
Como era de esperarse, la CIA se opuso tajantemente a cualquier diálogo con Cuba. La agencia tenía la autoridad institucional para proseguir con sus esfuerzos de frenar la revolución por medios encubiertos. En un memorando apresurado que fue enviado a la Casa Blanca el primero de mayo de 1963, el director de la CIA, John McCone, solicitó que no se diera por el momento ningún paso en el acercamiento, y apremió a que Washington fuera lo más limitado en sus discusiones en torno a un proceso de arreglo con Castro. Pero en el otoño de 1963, Washington y La Habana activamente emprendieron pasos hacia unas negociaciones reales. En septiembre, Howard utilizó una fiesta en su casa de Manhattan, en la calle 74 Este, como cobertura para la primera reunión entre un funcionario cubano (el embajador ante Naciones Unidas Carlos Lechuga) y un funcionario estadunidense (el embajador adjunto ante la ONU William Attwood). Attwood dijo a Lechuga que por lo menos había interés de la Casa Blanca en las conversaciones secretas, si existía algo de lo cual hablar. También apuntó quela CIA maneja la política con Cuba. Tras la reunión, Castro y Kennedy utilizaron a Howard como intermediaria para comenzar a pasar mensajes en torno a los posibles arreglos para efectuar una sesión de negociaciones entre ambas naciones. El 5 de noviembre, el sistema de grabaciones secretas de la Oficina Oval de Kennedy registró una conversación con su asesor en seguridad nacional, McGoerge Bundy, sobre si enviar a William Attwood (que en ese momento servía como adjunto del embajador estadunidense Adlai Stevenson en Naciones Unidas) a reunirse en secreto con Castro. Bundy dijo al presidente: Attwood tiene ahora una invitación para ir a hablar con Castro acerca de condiciones y términos bajo los cuales estaría interesado en discutir sus relaciones con Estados Unidos. Se escucha al presidente acceder a la idea, pero pregunta si es posible sacar a Attwood de la nómina antes de que vaya, para sanearlo, haciéndolo ver como un ciudadano cualquiera en caso de que se filtrara el rumor de la reunión secreta.
El 14 de noviembre, Howard arregló que Attwood fuera a su casa y hablara vía telefónica con el asistente principal de Castro, René Vallejo, buscando obtener la agenda de los cubanos para una reunión secreta en La Habana con el comandante cubano. Vallejo accedió a transmitir una propuesta al embajador Lechuga, quien informaría a los estadunidenses. Cuando Attwood pasó esta información a Bundy en la Casa Blanca, éste le dijo: cuando reciba la agenda, el presidente querrá verme en la Casa Blanca para decidir qué decir y si hay que ir [a la isla] o cómo proceder.
Eso fue el 19 de noviembre, recuerda Attwood. Tres días antes del asesinato.
El acto final de Kennedy
Pero Kennedy también envió a Castro otro mensaje de potencial reconciliación. Su emisario, el periodista francés Jean Daniel, se reunió con Kennedy en Washington para discutir el asunto Cuba. El presidente le dio un mensaje para Fidel Castro: son posibles mejores relaciones, y ambos países deben trabajar para poner fin a las hostilidades. El 22 de noviembre Daniel pasó ese mensaje a Castro, y los dos lo discutían con optimismo en el almuerzo cuando Castro recibió una llamada telefónica informando que le habían disparado a Kennedy. Esto es terrible, dijo Castro a Daniel, dándose cuenta de que su misión se había abortado por la bala de un asesino. Ahí quedó tu misión de paz. Entonces Castro predijo con precisión: van a decir que nosotros lo hicimos.
Pero Kennedy también envió a Castro otro mensaje de potencial reconciliación. Su emisario, el periodista francés Jean Daniel, se reunió con Kennedy en Washington para discutir el asunto Cuba. El presidente le dio un mensaje para Fidel Castro: son posibles mejores relaciones, y ambos países deben trabajar para poner fin a las hostilidades. El 22 de noviembre Daniel pasó ese mensaje a Castro, y los dos lo discutían con optimismo en el almuerzo cuando Castro recibió una llamada telefónica informando que le habían disparado a Kennedy. Esto es terrible, dijo Castro a Daniel, dándose cuenta de que su misión se había abortado por la bala de un asesino. Ahí quedó tu misión de paz. Entonces Castro predijo con precisión: van a decir que nosotros lo hicimos.
Pero Kennedy también envió a Castro otro mensaje de potencial reconciliación. Su emisario, el periodista francés Jean Daniel, se reunió con Kennedy en Washington para discutir el asunto Cuba. El presidente le dio un mensaje para Fidel Castro: son posibles mejores relaciones, y ambos países deben trabajar para poner fin a las hostilidades. El 22 de noviembre Daniel pasó ese mensaje a Castro, y los dos lo discutían con optimismo en el almuerzo cuando Castro recibió una llamada telefónica informando que le habían disparado a Kennedy. Esto es terrible, dijo Castro a Daniel, dándose cuenta de que su misión se había abortado por la bala de un asesino. Ahí quedó tu misión de paz. Entonces Castro predijo con precisión: van a decir que nosotros lo hicimos.
Entre las controversias que continúan en torno a posibles teorías conspirativas, lo que se pierde en la discusión histórica del asesinato es que el último acto de Kennedy como presidente fue acercarse a Castro y ofrecer la posibilidad de una relación bilateral diferente entre La Habana y Washington. Cincuenta años después, el potencial que Kennedy avizoró, en relación con una coexistencia entre la revolución cubana y Estados Unidos, tiene todavía que cumplirse. Como parte de la conmemoración de su legado, debemos recordar, reconsiderar y revisar su visión de un cese de hostilidades en el Caribe.
* Peter Kombluh dirige el Proyecto de Documentación sobre Cuba en el Archivo de Seguridad Nacional en Washington y es coautor, con William LeoGrande, del libro de próxima aparición Talking with Cuba: The hidden history of diplomacy between the United States and Cuba
(Tomado de La Jornada, México. Traducción: Ramón Vera Herrera)