EE.UU: Descompuesto

David Brooks
The New York Times

No es que nadie se dé cuenta; hasta los presidentes lo confiesan, a veces. Por más de una década parece que mucho del debate político aquí se trata de cómo están tan descompuestas las cosas. No se cansan de decir que el sistema de migración esta descompuesto. No niegan que el sistema financiero está descompuesto (no podían ocultarlo después de la crisis más grande desde la gran depresión). Que la guerra contra las drogas no funciona, que el sistema de educación está descompuesto, que el sistema de control de armas es disfuncional, que hasta la manera en que se espía a todo mundo está mal (aunque no queda claro si está mal sólo porque fue revelado, o si estaba mal desde antes); ni hablar de la salud, el cambio climático, el sistema penal y la infraestructura del país.


Cada semana hay más ejemplos:

¿Por qué no hay más banqueros en la cárcel?, preguntó la senadora demócrata Elizabeth Warren en una audiencia con reguladores financieros la semana pasada. Uno de los encargados de la Reserva Federal no tenía respuesta. Warren afirmó que el mensaje a todo banquero de Wall Street es fuerte y claro: si violan la ley, no irán a la cárcel, pero pueden acabar con un ingreso aún más alto, en referencia al ejecutivo en jefe de JPMorgan Chase, Jamie Dimon, quien, después de negociar una multa de su empresa sobre las hipotecas que provocaron la peor crisis financiera desde la gran depresión, recibió un incremento en su ingreso. Millones de desempleados y millones de familias que se quedaron sin casa aún no tienen respuestas.

En otro plano, durante su campaña presidencial, el candidato Obama declaró: nos enfrentamos a la creencia de que está bien que cabilderos dominen nuestro gobierno, que simplemente son parte del sistema en Washington. Pero sabemos que la influencia exagerada de los cabilderos es parte del problema, y esta elección es nuestra oportunidad para decir que ya no les permitiremos obstruir nuestro camino. Cuando llegó a la presidencia, emitió una orden ejecutiva que prohibió a los cabilderos en su gobierno. Pero después hubo excepciones a tal extremo que, según Politico, hasta la fecha, el gobierno de Obama ha contratado unos 70 ex cabilderos registrados que antes representaban a corporaciones y asociaciones empresariales.

En tanto, Ray Nagin, ex alcalde de Nueva Orleáns que tuvo un perfil nacional durante el desastre del huracán Katrina, ingresó a una prisión federal la semana pasada para iniciar su condena de 10 años por corrupción, que incluye lavado de dinero y sobornos, por lucrar con la reconstrucción de su ciudad.

El ex gobernador republicano de Virginia, Bob McConnell, considerado una de las estrellas nacionales de su partido y campeón de los valores familiares y la honestidad, fue declarado culpable de corrupción después de un largo juicio donde se comprobó que aceptó regalos de ricos a cambio de favores políticos. Su estrategia legal de defensa fue culpar a la loca de su esposa por todo.

Gobiernos extranjeros aportan decenas de millones de dólares en contribuciones a algunos de los grupos de pensamiento (think tanks) más prominentes y supuestamente objetivos de Washington, para comprar influencia y acceso político para promover políticas que reflejan los intereses de esos donantes, reportó el New York Times.

En otro rubro, casi cada semana hay otra tragedia por el uso de armas de fuego en lugares públicos, pero, casi dos años después de que 20 niños de primaria y seis adultos en Newtown, Connecticut, fueron ultimados por un joven armado, en lugar de imponer más restricciones, varios estados han impulsado leyes que permiten portar más armas para defenderse ante los otros armados; incluso permiten portarlas en las mismas escuelas. Hace unos días, una maestra de primaria accidentalmente se hirió cuando descargaba su arma de fuego en un baño de su escuela en Utah, reportó Los Angeles Times. La maestra tenía licencia para portar una arma oculta en Utah, de acuerdo con una ley que no requiere que informe que está armada. Una semana antes, un profesor en una universidad estatal en Idaho accidentalmente disparó su arma y se hirió el pie frente a estudiantes.

Por otro lado, dos hombres que han estado encarcelados 30 años –uno de ellos en la fila de la muerte a la espera de su ejecución– fueron exculpados cuando abogados comprobaron su inocencia con base en pruebas de ADN, en lo que varios medios, expertos y defensores de derechos declararon ejemplo perfecto de lo descompuesto que está el sistema de justicia estadunidense. Una vez más, el caso provoca la pregunta de cuántos más que están a la espera de ejecución son inocentes (desde 1973, más de 140 han sido exonerados), y cuántos de los mil 388 ya ejecutados desde 1976 lo eran.

El mayor Jason Wright, uno de los abogados militares estadunidenses asignado a defender al presunto autor intelectual de los atentados del 11-S en Guantánamo, renunció al ejército a finales de agosto, acusando al gobierno estadunidense de violaciones a los derechos humanos, que incluyen tortura (su cliente fue sometido a la técnica de waterboarding 183 veces, entre otras cosas) y de preparar un juicio parcial y de apariencias, reportó National Public Radio.

Más de 14 por ciento de los hogares estadunidenses –uno de cada siete– padecen inseguridad alimentaria, o sea, que por lo menos parte del año no tienen acceso a alimentación segura, el mismo nivel que en 2008, según el gobierno federal.

Por donde se vea –estos son sólo algunos ejemplos recientes–, las cosas no funcionan. Tal vez los más ricos y poderosos lo ven de otra manera: Wall Street y las grandes empresas están generando ganancias sin precedente; a los que se dedican a la industria de las armas, las guerras, el petróleo y las cárceles les va muy bien, y los políticos –a pesar de sus bajísimos índices de aprobación– aún despachan cómodamente para sus patrocinadores (algunos políticos corruptos demasiado tontos, que no entendieron cómo jugar, a veces pagan el precio). Pero con tantas cosas que no funcionan para las mayorías, tal vez el sistema es lo que está descompuesto.

Traducción: La Jornada