Colombia. Mulas y tractomulas

Manuel Humberto Restrepo Domínguez
Alainet [x]

Enunciar el vocablo mula permite al menos tres acepciones en Colombia. Una para significar la denominación de cientos de personas que producto de la desigualdad y movidas por carencias y necesidades son atrapadas por mafias y convertidas en correos humanos para transportar cocaína o heroína en su cuerpo. Sirven como cuota de pago a autoridades corruptas que con estos positivos justifican la movilidad sin contratiempos del grueso del capital producto del narcotráfico. Pocas mulas coronan y salen bien libradas, las demás son números que suman a favor de confusas políticas de persecución a las drogas. Las mulas terminan abandonadas en cárceles extranjeras.


Otra acepción se refiere a personas que muestran baja capacidad para gobernar, resolver o direccionar problemas, dar soluciones o tomar decisiones coherentes con dichos problemas. El mula es comparable al terco, al que va por el mundo sin responsabilidad por las consecuencias, el que se para o atraviesa en el camino para no dejar andar al otro, es señal de ignorancia, de prepotencia o arrogancia.

Una tercera se desprende de la capacidad de trabajo del animal de carga. La mula señaló el camino de las trochas que transita el país rural y llega hasta lo más profundo de las selvas andinas habitadas por actores armados. De esta imagen de fuerza y capacidad se desprende el nombre de las tractomulas. Máquinas potentes que transportan mercancías, interconectan mercados y han convertido a las carreteras en vías intransitables para los débiles vehículos que transportan gente. De las tractomulas depende la velocidad, el tiempo de ruta o los modos de ser en los recorridos. De sur a norte y de oriente a occidente las tractomulas aparecen como manadas, enjambres de metal pesado, engallados, invencibles, pesados e incompetentes, llevan en su cuerpo los bienes necesarios para vivir o sobrevivir, pero también la riqueza nacional entregada a pocas manos por quienes gobiernan sobreponiendo el interés de la clase en el poder. Las mulas son el mal síntoma del tiempo que se duplica o triplica y desconecta lo planeado de lo real.

 Colombia gracias a la desbordante riqueza de hidrocarburos, petróleo, carbón, especies de biodiversidad, minerales y maderas se convirtió en un país de tractomulas, que dan cuenta del paso de la riqueza que era propiedad de la nación a ser propiedad del estado que la entregó a una sola clase política y social. La navegación por el rio magdalena, la flota mercante gran colombiana y los ferrocarriles nacionales ideados por Simón Bolívar en su propósito de conectar los dos océanos, fueron enajenados, borrados de la memoria colectiva y los responsables de esta tragedia olvidados. El rio magdalena y sus afluentes que vieron pasar desde pianos hasta lujosos vestidos y los ferrocarriles que representaron una experiencia grandiosa del transporte de carga de los puertos a los centros de distribución de mercancías en el interior del país y la flota mercante la pujanza de la navegación nacional, fueron derrotados, apenas si se les recuerda en las exposiciones artísticas y los museos.

Las tractomulas reemplazaron a los demás medios de carga, invadieron las carreteras primarias y secundarias, eliminaron la tranquilidad de viajeros y turistas, redujeron el placer de la clase media en su expansión de compra de vehículos para pasear y conocer el país, su país. La mula atravesada en el camino evoca a la clase en el poder que toma decisiones con terquedad, según sus intereses, sin importarle las consecuencias, y pone en evidencia los férreos sistemas de corrupción de contratos con sobrecostos para carreteras que nunca se terminan.

Cada tractomula mide en promedio 20 metros de largo, pesa más de 18 toneladas y carga más de 34 toneladas de mercancías, moviliza capital e inmoviliza el tiempo, están adscritas en más de 1600 empresas. La red vial se estima en cerca de 18.000 km; la férrea en menos de 2000 km en concesión a financistas privados y; la fluvial de 18.000 km. En 2010 la participación fluvial en el transporte de carga alcanzó cerca del 2%, equivalente a 5 millones de toneladas; por vía férrea se transportaron 67 millones de toneladas de las que 66 fueron carbón, el resto especialmente cemento. 

El modelo económico ha incentivado el aumento de tractomulas, que acomodan, organizan, modelan y fijan las reglas en la vía, el capital tiene en ellas su mejor expresión de éxito y brutalidad. Kenwort en 2011 vendió 5000 tractomulas y se calcula que otras empresas vendieron otras 7000 (elespectador.com/marzo de 2012). El boom petrolero, minero y los anuncios de construcción de vivienda urbana jalonan el negocio. De cada 100 tractomulas 70 atienden el transporte de hidrocarburos. La red de oleoductos moviliza alrededor de 700.000 barriles, el resto va en las tractomulas (Navitrans Colombia). Solamente en la Jagua de Ibirìco Cesar al menos mil tractomulas atienden las minas de carbón (dinero.com/dic8/2012).  

 Según expertos, a nov de 2013 había más de 265.000 vehículos de transporte de carga, y una inversión de solo el 1.5% del PIB en infraestructura, mientras países como China, con las que el gobierno compara el crecimiento, invierte el 15% del PIB y construye en promedio 3 mil kilómetros de dobles calzadas por año o India que invierte el 9% del PIB. Se ha calculado que la velocidad promedio de una tractractomula en carretera no supera 27 km por hora, afecta la infraestructura por sobrepeso, calentamiento, combustible quemado, emisiones, entre otros que no hacen parte de las mediciones del deterioro producido por el capital. Las cifras de atraso de Colombia en América Latina son notorias: puesto 123 de 150 países en infraestructura vial y puesto 64 en índice de competitividad de 155 países. Según expertos, se necesita invertir mucho más por 20 años para llegar a niveles de competitividad óptimos (zonalogistica.com) y sobretodo derrotar al sistema de corrupción incrustado en el sistema de contratación que facilita el despojo de riquezas nacionales e impide la construcción y terminación de las infraestructuras que alienten la movilidad y los deseos de ir por carretera.