Israel-Palestina: una cuestión de “equilibrio”

Serge Halimi
Le Monde Diplomatique

La expedición punitiva del ejército israelí en Gaza reactivó una de las aspiraciones más espontáneas del periodismo moderno: el derecho a la pereza. En términos más profesionales, esto se llama el “equilibrio”. El canal de televisión estadounidense Fox News, de extrema derecha, se autocalifica, no sin humor, “justo y equilibrado” (“fair and balanced”). 

En el caso del conflicto en el Medio Oriente, donde las responsabilidades no se comparten por igual, “equilibrio” es proporcionar ventaja a la potencia ocupante. Para la mayoría de los periodistas occidentales, esta es también una forma de protegerse del fanatismo de los destinatarios de una información que pudiera desagradarles, dando la palabra inmediatamente a quienes pueden tranquilizarlos. Tampoco se observa esta misma preocupación en otras crisis internacionales, Ucrania por ejemplo. El verdadero equilibrio sufre al menos por dos razones. En primer lugar porque entre las imágenes de la prolongada masacre en Gaza y las de una alerta de tiro de cohete en una playa de Tel Aviv, una buena balanza debería inclinarse un poco... Además, debido a que algunos protagonistas, israelíes en este caso. tienen profesionales de la comunicación -entre ellos su primer ministro, que parece formateado para la televisión estadounidense- mientras los otros solo tienen que ofrecer, a los medios de comunicación occidentales, el calvario de su civiles. Inspirar lástima no es un arma política muy efectiva, más vale controlar la narración de los hechos. Durante décadas se nos dice que Israel “responde” o “replica”. Este “pequeño Estado pacífico, mal protegido, sin aliados poderosos”, logra siempre ganar, a veces sin un rasguño... Para llevar a cabo tal milagro, necesita que cada confrontación comience precisamente cuando Israel aparece como víctima aturdida por el mal que la abruma (secuestro, atentado, agresión, asesinato). Es en este terreno bien delimitado en que se desarrolla la doctrina del “equilibrio”. Uno se indignará por el envío de cohetes contra la población civil, el otro considerará que la “respuesta” de Israel fue mucho más mortífera. Un crimen de guerra en cada parte, empate en la práctica. Y así nos olvidamos del resto, es decir, lo esencial: la ocupación militar de Cisjordania, el bloqueo económico a Gaza, la creciente colonización de la tierra. La información continua nunca parece tener tiempo para profundizar en ese tipo de detalles. ¿Cuántos de sus mayores consumidores saben que, por ejemplo, entre la Guerra de los Seis Días y la de Irak, entre 1967 y 2003, más de un tercio de las resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas han sido violadas por un Estado, Israel, y que a menudo concernían la colonización de los territorios palestinos? Basta con decir que el simple alto el fuego en Gaza perpetuaría una reconocida violación del Derecho Internacional. Ya no podemos contar con Francia para recordarlo. Al declarar el 9 de julio pasado, sin una palabra para las decenas de víctimas civiles palestinas, que le incumbe al gobierno israelí “tomar todas las medidas para proteger a su población frente a las amenazas”, François Hollande ha abandonado toda apariencia de equilibrio, convirtiéndose en “el pequeño telegrafista” de la derecha israelí.

*Director de Le Monde Diplomatique.