Las propuestas de François Hollande son insuficientes para salir de la crisis
Vicenç Navarro
Público.es
- Este artículo analiza el programa electoral del nuevo presidente de Francia, François Hollande, específicamente sus políticas económicas y fiscales, señalando que, aun conteniendo políticas muy positivas, en su totalidad, no tendrán el efecto deseado de salir de la enorme recesión que Francia y Europa están experimentando.
Antes que nada quiero subrayar que estoy
contentísimo de que François Hollande ganara las elecciones en Francia. Abre una
serie de posibilidades que estaban cerradas hasta ahora. Y hay muchas propuestas
de su programa que son positivas, e incluso algunas muy positivas. Ahora bien,
me apena constatar que la puesta en marcha de todas ellas no será suficiente
para salir de la crisis. Y ello se debe a que la economía europea no se
recuperará a no ser que las políticas de austeridad que se están imponiendo en
la Unión Europea (UE) se eliminen. Y Hollande no se ha comprometido a
eliminarlas. A lo que sí se ha comprometido es en complementarlas con políticas
de crecimiento. En otras palabras, la tesis que Hollande sostiene es que las
políticas de austeridad que se están siguiendo son necesarias pero
insuficientes. Según él, se deben establecer unas políticas de estímulo del
crecimiento que permitan a la UE salir de la crisis. Pero el mayor problema que
tiene la Unión Europea, incluyendo Francia y España, es que la principal causa
hoy de la crisis y la recesión son precisamente las políticas de austeridad,
dictadas por el Pacto de Estabilidad. François Hollande no ha mencionado que
vaya a eliminar o modificar el Pacto de Estabilidad, que es la ley que fuerza
hoy las políticas de austeridad en los países de la UE.
En realidad, el Pacto Fiscal (Treaty on
Stability, Coordination and Governance in the European Economic and Monetary
Union –en castellano, Tratado sobre Estabilidad, Coordinación y gobierno en la
Unión Económica y Monetaria Europea) promovido por la canciller Merkel de
Alemania todavía no se ha aplicado a ningún país de la UE. Tal pacto lleva a
extremos las políticas de austeridad. Exige, por ejemplo, que los déficits
estructurales de los Estados de los países miembros no sean mayores de un 0,5%
del PIB (el Pacto de Estabilidad exige que no sean mayores de un 3%) en caso de
que su deuda pública sea mayor del 60% del PIB (permitiendo que sea un 1% en
caso de que sea menor del 60% del PIB). Se penalizará a aquellos países que no
cumplan, con sanciones equivalentes a un 0,1% del PIB. Se remarca también en
aquel pacto que aquellos países con deuda pública mayor del 60% tendrán que
reducir cada año una cantidad equivalente a la veinteava parte de la diferencia
entre la deuda existente y el 60% del PIB. (Véase Sebastian Dullien “Reinventing
Europe: Explaining the Fiscal Compact”, Social Europe Journal 01.05.12).
Hollande aprueba esta ley, siempre y cuando se apruebe una nueva ley que
estimule la economía. Pero el problema con este enfoque es que el hecho de que
España tenga que reducir su déficit de un 8% del PIB a un 3% del PIB en dos años
(una reducción del 5% del PIB) no se debe al Pacto Fiscal, sino al Pacto de
Estabilidad sobre el cual Hollande no ha dicho nada. Permítanme que me
expanda.
La ingeniería monetaria y fiscal de la Unión
Europea se basa en dos pilares. Uno, la Ley de Estabilidad que imposibilita a
los Estados poder recuperarse en tiempo de crisis, como lo muestra la situación
actual. Es más, su incapacidad de diferenciación entre gasto ordinario y gasto
en inversiones, poniendo todo el gasto público dentro del límite de gasto
permitido (el 3% del PIB) destruye la creación del futuro, pues no permite la
inversión con la que se podría aumentar la producción y crecimiento económico en
el futuro. No permitirle a un país que invierta en educación, en I+D, en
infraestructura física y social, es condenarle a un continuo subdesarrollo
social y económico. Y esto es lo que fuerza el Pacto de Estabilidad a los países
ahora en estos momentos. Ahora bien, el Pacto Fiscal, que todavía no se ha
aprobado, va más allá y quiere eliminar en la práctica el déficit público. Pero
la austeridad que estamos sufriendo viene de aplicar el Pacto de Estabilidad, no
el Pacto Fiscal, que repito, todavía no está vigente.
Y el segundo pilar de la austeridad impuesta a
los países es la manera como se estableció el Banco Central Europeo (BCE), un
banco que, en realidad, no es un banco central, sino un lobby de la banca y, muy
en especial, de la banca alemana. Hollande no hace ninguna propuesta de cambio
de este Banco. Habla de creación de eurobonos para utilizarlos para proyectos de
infraestructura a nivel europeo, lo cual me parece bien (aunque las cantidades
que se manejan son muy limitadas). Pero no propone eurobonos que europeícen la
deuda pública de los Estados, lo cual es fundamental para eliminar los elevados
intereses de la deuda pública, previniendo la especulación de los mercados
financieros.
A no ser que estos dos pilares que reflejan el
dominio del pensamiento neoliberal en el diseño de la UE se cambien, Europa no
se recuperará. Lo máximo que ocurrirá es que la palabra crecimiento se añadirá
al término Pacto Fiscal, tal como ocurrió resultado de la presión del gobierno
socialista Jospin, cuando se añadió tal término al título del Pacto de
Estabilidad, sin que se ofrecieran los medios para que ocurriera tal
crecimiento.
Dos últimas observaciones. La primera es repetir
que quisiera que no se interpretaran mis notas críticas del plan Hollande como
señal de desaprobación o desencanto con su elección. Antes al contrario,
celebro, y mucho, su elección. Pero la experiencia europea muestra que, a no ser
que vaya más allá y cuestione los dos pilares sobre los cuales se basa el
edificio neoliberal que se llama la UE, la recuperación económica no ocurrirá,
creando con ello el peligro que la enorme y justa indignación que las clases
populares están desarrollando frente al establishment europeo y sus políticas de
austeridad, se canalicen en el futuro, no a través de las izquierdas, sino a
través de la ultraderecha. Que esto pueda ocurrir lo estamos viendo ya en la
propia Francia.
La otra observación es que François Hollande irá
más allá de lo que ha propuesto, moviéndose a la izquierda., sólo en caso de que
haya movilizaciones que le presionen en esta dirección. No olvidemos que, como
señalé en otro artículo (¿Cambios en la socialdemocracia francesa, y en la
española? Sistema Digital 12.04.12), François Hollande había criticado muchas de
las políticas que ahora ha adoptado (tal como la gravación con un 75% a los
ingresos por encima de un millón de euros al año, habiendo llamado tal
incremento un año antes, un “incremento confiscatorio”), lo cual se debió a la
presión de los movimientos sociales y partidos a su izquierda. Es un buen
indicador de esta posibilidad que el Frente de Izquierdas, definido
predeciblemente por el corresponsal de El País en Francia, como “extremista”,
alcanzara un considerable nivel de apoyo que, junto con amplios sectores dentro
del partido socialista, más a la izquierda que el propio François Hollande,
pueda ejercer la presión popular para que vaya desarrollando aquellas propuestas
que la realidad en sí le forzará a tomar, a fin de conseguir sus objetivos:
salir de la crisis.