No hay “feliz año nuevo” para la economía mundial

Por The Guardian

Con la eurozona al borde de una recesión, el 2012 será un año peor para importantes economías del globo.

La canciller alemana Angela Merkel advirtió que el año que empieza será “indudablemente” más duro que el 2011. El presidente de Italia, Giorgio Napolitano, advirtió que habrá que hacer sacrificios para que el país esquive el “colapso financiero”. El presidente francés, Nicolas Sarkozy, dijo que la gente deberá enfrentar “con coraje” los desafíos que vienen. De ese tenor fueron los mensajes de fin de año de los países de la eurozona, el pasado fin de semana.
Con un crecimiento detenido en varios países de Europa y gobiernos que se disponen a recortar más el gasto, se teme que el 2012 traiga una segunda recesión .
Las fluctuaciones de los mercados financieros y la seguidilla de cumbres europeas urgentes fueron el foco de la atención en el 2011, pero éste será el año en el que el oleaje les pegue a millones de personas de Europa y otras regiones.
Durante el 2011, el lenguaje de los spreads de los bonos, las calificaciones AAA y los credit default swaps saltó de la City a la vida cotidiana, a medida que la crisis de la eurozona se salía de control. En vez de responder primero a sus electorados, los gobiernos de Europa se quedaron fijados en las demandas de los ansiosos mercados de bonos que reclamaban ajustes cada vez más profundos. Impedir que los rendimientos de los bonos italianos superaran el 7% o proteger la AAA de los bonos franceses devino el objetivo central.
La política colectiva de austeridad impuesta a instancias de los mercados ha llevado a la eurozona al borde de una nueva recesión. El desempleo bate récords, según estadisticas de Eurostat conocidas el viernes (22,9% en España, 18,8% en Grecia; más de 16 millones de desocupados en el grupo). No es de sorprender que los indignados europeos hayan manifestado su exasperación.
En el 2012, ese enojo probablemente se generalizará e intensificará . Un informe reciente de la OIT dijo que, aun sin una nueva recesión global, un regreso a los índices de empleo previos a la crisis podría tomar hasta cinco años.
Y eso no hará más que empeorar. Cuando los gobiernos de europa –excluido el británico– prometieron en diciembre reforzar el rescate de la eurozona y elaborar un nuevo “compacto fiscal” para fortalecer la disciplina presupuestaria, esperaban –una vez más– ponerle un piso a la crisis de la eurozona y escapar a los implacables mercados financieros. Pero aun si el nuevo plan se acuerda pronto, a las economías de Europa las esperan 12 meses desesperantes.
Heiner Flassbeck, de UNCTAD, teme que, ajuste tras ajuste, la economía mundial esté ante una “década perdida” similar al largo período de estancamiento y deflación que padeció Japón desde comienzos de la década de 1990.
Junto con el peligro de estancamiento de largo plazo, está el agudo riesgo de que el sistema financiero europeo se paralice. Hay crecientes evidencias de que los bancos de la eurozona, con sus exposiciones a deudas de los países de la periferia, están teniendo dificultades para fondearse, como no sea a tasas de interés punitivas.
Pese a las drásticas medidas de emergencia del BCE, como el bombeo de casi 500.000 millones de euros en crédito barato a los mercados financieros el 21 de diciembre, a los bancos les está costando conseguir dinero.
Eso signfica, como ha reconocido el presidente del BCE, Mario Draghi, que podría estar gestándose una contracción del crédito semejante a la que siguió a la caída de Lehman Brothers en 2008.