Un interesante fragmento de "La hora de los pueblos"

 Por Juan D. Perón

"Colateralmente a la ocupación militar, dirigida por el Pentágono, bajo cuya conducción y mando están muchas fuerzas armadas latinoamericanas, verdaderas guardias pretorianas y fuerzas de ocupación, los capitales realizan su expansión económica y financiera, copando las fuentes de riqueza de los diversos países, con la ayuda de "gobernantes" proclives, previamente colocados allí por el propio imperialismo, algunas veces como ''dictaduras militares democráticas" aunque tengan necesidad de asumir la suma del poder público(...)

Los pretextos para la entrega han sido muchos y muy variados: algunas veces se la cubre con el desarrollo, otras con la ayuda para el progreso, también con la privatización de las empresas estatales, a veces con el aporte de capitales o las inversiones extranjeras, etc. Pero, aunque los pretextos pueden ser muchos, nadie se engaña sobre la verdadera causa y si la abyección no está en el imperialismo que, al fin y al cabo cumple sus objetivos, recae infamantemente, en los que, teniendo la responsabilidad de los destinos nacionales, son capaces de traicionarlos. No digamos tampoco que esto es nuevo: se viene practicando hace ya más de veinte años, en todas partes con los mismos trucos, ante la pasividad culpable y consciente de los responsables y la ruina progresiva de las naciones que llegan a caer en las redes de la conquista y en las trapisondas delictivas de los que la hacen posible. 

(...)Cuando estas cosas suceden es que media invariablemente el deseo de lucro de los personeros de la entrega, comúnmente encubiertos y disimulados tras un título de "economistas". 

Ellos son los que reciben los beneficios porcentuales, en tanto los países son comprados con promesas tan abultadas como el pretendido valor del dólar que las paga comparado con el de las caquécticas monedas vernáculas. Cuando esto se produce, nada escapa ya a la trituradora de la explotación, porque los intereses creados comienzan también a hacer lo suyo a través de los intereses personales, las presiones foráneas, las conveniencias políticas o las necesidades sociales, de las que pocos se ocupan con sinceridad. 

El gobernante que anhele oponerse a la infamia no necesita ser muy ducho, ni siquiera entendido, es suficiente con que sea honesto y con sentido común. Cuando el hombre de gobierno "entra en la combinación" no es que sea un ingenuo, sino más bien un sinvergüenza porque si las consecuencias son para el país, en cambio el mal nombre recae sobre la conciencia y el honor del que tiene que afrontar la responsabilidad. 

Frente a estas formas de timo, en 1946, el Gobierno Justicialista entró con "pie de plomo", porque en el Consejo Nacional de Posguerra se habían estudiado profundamente y preparado las contramedidas apropiadas para neutralizarlas. Comenzamos por prescindir de los empréstitos, nacionalizamos todos los servicios públicos que estaban en manos de compañías extranjeras, los seguros y reaseguros, los depósitos bancarios, etc. La ley de Radicación de Capitales y Empresas foráneas con limitación de los servicios financieros y muchas otras medidas oportunas. Muchos de los sospechosos "economistas",amantes de la "plata dulce", pusieron el grito en el cielo (...)

Poco después de finalizada la Segunda Guerra Mundial, la pérdida de gran parte de la reserva oro de los Estados Unidos amenazaba gravemente a la existencia del "área dólar", gravedad que sigue aumentando con los gastos de posguerra, con que USA se coloca en situación parecida a la de Inglaterra después de la guerra anterior, si alguna nación conseguía la formación de esa reserva. En consecuencia, era preciso crear el instrumento necesario para consolidar el "área dólar". El Fondo Monetario Internacional fue la solución. En él participarían la mayoría de los países occidentales, comprometidos mediante una larga contribución al Fondo, desde donde se manejarían todas sus monedas, se fijaría no sólo la política monetaria, sino también los factores que directa o indirectamente estuvieran ligados a la economía de los asociados. La realidad después se encargó de ir mucho más allá, como podemos ver ahora, cuando llega la hora de los lamentos. 

He ahí algunas de las razones (aparte de muchas otras) por las cuales el Gobierno Justicialista de la República Argentina no se adhirió al Fondo Monetario Internacional. Para nosotros, el valor de nuestra moneda lo fijábamos en el país, como también nosotros establecíamos los cambios de acuerdo con nuestras necesidades y conveniencias.

Ha pasado el tiempo y en casi todos los países adheridos al famoso Fondo Internacional se sufren consecuencias y se comienzan a escuchar lamentaciones. Este fondo, creado según decían para estabilizar y consolidar las monedas del “Mundo Libre”, no ha hecho sino envilecerlas en la mayor medida. Mientras tanto, los Estados Unidos se encargaban, a través de sus riquezas y capitales, de apropiarse de las fuentes de riqueza en todos los países donde los tontos o los cipayos le daban lugar, merced a su dólar ficticiamente valorizado con referencia a las envilecidas monedas de los demás"