El día que el cacique Inacayal dijo basta

 Publicado en La opinión de Trenque Lauquen

el 5 de agosto de 2020

Las columnas romanas se abren paso en medio del bosque de la ciudad de La Plata, a cada lado los imponentes “dientes de sables” custodian la entrada. Un niño, todos los niños, de frente al Museo de Ciencias Naturales sueñan con viajar al pasado…



Que la historia de Argentina se haya forjado a través de un relato etnocentrista que no solo tuvo lugar en literatura, sino en las acciones no es ninguna novedad. Uno de los puntos más oscuros de la creación de la patria es sin dudas la llamada “Campaña del desierto”. Muchos verán que los límites geográficos actuales de Argentina son el resultado de esta campaña. Otros harán hincapié en que las grandes y ricas extensiones de tierras que fueron conquistadas a costa de violencia y  quedaron en manos de personas poderosas que habían financiado la campaña. Pero la realidad más cruel fue la exterminación de los pueblos indígenas de la Patagonia y del centro del país y que los indígenas sobrevivientes fueron sometidos a la esclavitud, la explotación y la miseria.

Por eso la muerte del cacique  tehuelche Modesto Inacayal en 1888 en el Museo de Ciencias Naturales de la ciudad de La Plata fue una bisagra, para entender e investigar quienes realmente fueron los salvajes, bárbaros e impíos.

La denominada “Campaña del desierto”

Entre 1833 y 1834, al concluir su primera gobernación, Juan Manuel de Rosas, emprendió la primera campaña financiada por la provincia y los estancieros bonaerenses preocupados por la amenaza indígena sobre sus propiedades. Pactó con los pampas y se enfrentó con los ranqueles y la Confederación liderada por Juan Manuel Calfucurá.

Según un informe que Rosas presentó al gobierno de Buenos Aires a poco de comenzar la conquista, el saldo fue de 3.200 indios muertos, 1.200 prisioneros y se rescataron 1.000 cautivos blancos.

La consolidación del Estado nacional hacía necesaria la clara delimitación de sus fronteras con los países vecinos. En este contexto, se hacía imprescindible la ocupación del espacio patagónico reclamado por Chile durante décadas. Sólo la pacificación interior impuesta por el Estado nacional unificado a partir de 1862, permitió a fines de la década del 1870, concretar estos objetivos con el triunfo definitivo sobre el indio.

El plan de Julio Argentino Roca se realizaría en dos etapas: una ofensiva general sobre el territorio comprendido entre el Sur de la Provincia de Buenos Aires y el Río Negro y una marcha coordinada de varias divisiones para confluir en las cercanías de la actual ciudad de Bariloche. En julio de 1878, el plan estaba en marcha y el ejército de Roca lograba sus primeros triunfos capturando prisioneros y recatando cautivos.

El saldo fue de miles de indios muertos, catorce mil reducidos a la servidumbre, y la ocupación de quince mil leguas cuadradas, que se destinarían, teóricamente, a la agricultura y la ganadería.

Historia del cacique Inacayal

Para el relato “Modesto Inacayal fue uno de los últimos grandes caciques de los pueblos originarios. Su resistencia a la campaña del desierto fue descrita largamente en distintas obras. Torturado y humillado en la Isla Martín García por las tropas de Julio Argentino Roca, salvó su vida y la de su familia merced a gestiones del Francisco “perito” Moreno. Sin embargo, fue llevado prisionero al Museo Nacional de La Plata y exhibido como un esclavo. Allí se suicidó en 1888”.

Sin embargo Guillermo Cox supo decir en 1863 que “Inacayal me agradó al momento, tiene el ademán franco y abierto, la cara inteligente y sabe algo de castellano; de cuerpo rechoncho pero bien proporcionado”.

Modesto Inacayal vivió entre 1833 y murió en el Museo de La Plata en 1888 fue un cacique tehuelche aunque de orígenes diversos que vivió en el siglo XIX en la zona norte de la Patagonia argentina.

En cuanto a su origen, difieren un poco dependiendo del autor del que se trate, ya que unos dicen que era Chulila Küne, por parte de padre, y Gününa Küne (según Tomás Harrington), otros expresan que era de padre y madre Gününa (según Luis María Torres y Lehmann Nitsche) pero Francisco Pascasio Moreno dice que era Huilliche, versión hoy casi desechada. Según Vignati, su apellido sería: Ina (del verbo seguir), ka (otra) y yal (prole, linaje).

El principio del fin

Inacayal fue uno de los últimos en resistir, al mando de tres mil hombres, la llamada Conquista del Desierto del ejército del general Julio Argentino Roca.

Una ofensiva inesperada de las columnas al mando del coronel Conrado Villegas expulsó hacia el sur las tolderías de Inacayal que acampaba cerca de la naciente del río Limay en el lago Nahuel Huapi. Era un cacique prestigioso que participaba en los parlamentos de Sayhueque. Ambos tuvieron que emprender la retirada hacia el Chubut donde resistieron durante tres años la persecución militar argentina.

Inacayal se entregó con los últimos caciques, lanceros y chusma en 1884, en el fuerte de Junín de los Andes. Fue hecho prisionero y sometido a diversos traslados. Salió de la prisión militar gracias a la intervención del célebre explorador Francisco P. Moreno quien le debía muchos favores por la hospitalidad del cacique durante los viajes del perito por la región.

Luego de pasar miles de peripecias se decidió su traslado a un cuartel de Palermo, pero finalmente Moreno logró que sea llevado a vivir en el Museo de La Plata, donde falleció el 24 de septiembre de 1888.

El “rescate” fue un eufemismo, porque una vez instalada en el Museo, la familia fue obligada a trabajar en distintas áreas (desde la construcción a la limpieza), y sus miembros comenzaron a ser motivo de estudios antropológicos, mientras sus fotografías eran exhibidas como si se trataran de objetos antes que personas. Y algo peor aún: a medida que los integrantes de la familia de Inacayal iban muriendo, sus cuerpos eran descarnados y sus esqueletos eran exhibidos en las vitrinas del museo. De modo que el cacique “convivió” muchos años con los restos de sus familiares.

Sobre la muerte del cacique, Clemente Onelli, secretario de Moreno, escribió lo siguiente: “Inacayal, poderoso cacique araucano (sic.), hecho cautivo en la guerra del desierto, vivía libre en el Museo de La Plata; ya casi no se movía de su silla de anciano”.

“Un día, cuando el sol poniente teñía de púrpura el majestuoso propileo de aquel edificio (…), sostenido por dos indios, apareció Inacayal allá arriba, en la escalera monumental; se arrancó la ropa, la del invasor de su patria, desnudó su torso dorado como metal corintio, hizo un ademán al sol, otro larguísimo hacia el sur; habló palabras desconocidas y, en el crepúsculo, la sombra agobiada de ese viejo señor de la tierra se desvaneció como la rápida evocación de un mundo. Esa misma noche, Inacayal moría, parte de los dichos de Clemente Onelli se pueden escuchar de boca del periodista, escritor e historiador Osvaldo Bayer en el documental Inacayal, la negación de nuestra identidad” de 2012.

Aunque la causa de muerte de Inacayal nunca fue clara. El mismo Onelli que relató que el cacique presintiendo su muerte realizó un ritual en las escaleras del Museo donde se desvaneció, también se contradice diciendo que es más probable que se haya suicidado ante el tormento diario de ver expuestos los restos de sus seres queridos en las vitrinas del Museo. Más de mil cráneos y 80 esqueletos armados, entre ellos el de su mujer que también murió en el museo un año antes.

Pero el investigador tampoco descarta que haya sido empujado por las escaleras al desnudarse en público. Su duda tiene fundamento. El antropólogo holandés Ten Kate describe el esqueleto: Los huesos de la nariz estaban quebrados por una caída o un golpe, también le faltan varios dientes.

En la novela de Pedro Orgambide “Un caballero en las tierras del sur”, que narra la vida del Perito Moreno, se sugiere que Inacayal se suicidó arrojándose de las escaleras del Museo de La Plata, lugar donde residía junto a algunos familiares.

Sin saber entonces a ciencia exacta cómo murió Inacayal, un día dijo basta.

El fin del principio

Desde la década del setenta diversas organizaciones indígenas expresaron sus reclamos por los restos de Inacayal. Sin embargo, la restitución pudo efectuarse veinte años después mediante una Ley.

El entonces senador nacional por Chubut, Hipólito Solari Yrigoyen, fue el promotor del larguísimo trámite parlamentario y gestiones para el cumplimiento de la ley 23940 que dispone al traslado de los restos mortales del cacique Inacayal, desde el Museo de Ciencias Naturales Florentino Ameghino de La Plata, hasta la localidad de Tecka, provincia del Chubut, para su sepultura definitiva.

En 1991 el Congreso Nacional sancionó la Ley que dispuso la restitución del cacique. La Ley fue reglamentada en 1993 y el 19 de abril de 1994 las autoridades del Museo de La Plata entregaron, en un acto oficial, una urna que contenía los restos óseos de Inacayal. Los restos fueron trasladados a Esquel y luego descendientes indígenas lo llevaron hasta Tecka donde fueron depositados en un mausoleo.

La restitución de Inacayal fue la primera realizada en Argentina. Este caso no sólo permitió avanzar en una legislación sobre el tratamiento de los restos humanos, hasta el momento inexistente, sino también implicó definir políticas atendiendo las demandas de los pueblos originarios que aún se siguen consolidando.

El país debía un reconocimiento expreso a las comunidades indígenas que poblaron originariamente su territorio y contribuyeron a forjar su nacionalidad. El equilibrio del juicio histórico exige reparaciones como ésta…

“Esta localidad de Tecka, en la que Inacayal durante su vida erigió su figura de jefe, cacique, líder, será a partir de ahora el santuario de su memoria, de su vida fecunda y de su ejemplo”.

En 2001, la Ley 25517, aplicable en todo el país, ponía a disposición “los restos mortales de aborígenes” a todo pueblo que los reclamara, como así también introdujo la obligación de contar con el consentimiento de las comunidades antes de “todo emprendimiento científico en su patrimonio histórico y cultural”. La norma, sin embargo, tuvo que esperar nueve años para ser reglamentada. No obstante, tras su implementación, se han formalizado unas 11 restituciones a diversas comunidades dentro del país y a la Federación Aché de Paraguay.

La devolución total se produjo en 2014, se completó la restitución con la entrega de su cerebro, su oreja izquierda y cuero cabelludo; el esqueleto sin manos y el cuero cabelludo de la mujer de Inacayal y el esqueleto completo, cerebro y cuero cabelludo con orejas de su sobrina, Margarita Foyel, también fallecidas meses después que Inacayal en el Museo.junto a los restos de su sobrina, Margarita Foyel, y los de su esposa.  Ahora si los restos del cacique reposan en el mausoleo de Tecka (Chubut). DIB

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