Sobre petroleo e indemnizaciones. Cuando Trotsky enfrentó a los “trotskistas”

Por Gustavo Cangiano
para Izquierda Nacional
publicado el 14 de marzo de 2014

Cuando el presidente Lázaro Cárdenas nacionalizó el Petróleo en México, en 1938, los sectores populares festejaron calurosamente. Sin embargo, el trotskismo mexicano, agrupado en la Liga Comunista Internacionalista, dirigida por Luciano Galicia, se opuso terminantemente. ¿Con qué argumentos? Con argumentos de izquierda: Cárdenas anunciaba el pago de indemnización a las compañías expropiadas.


Por supuesto, León Trotsky, desde Coyoacán, salió inmediatamente al cruce de los “trotskistas”. Apoyó la nacionalización del petróleo y fue todavía más lejos. Considerando que México era una país pobre y que su deuda externa era grande, propuso no dar la espalda al auxilio que podía prestar el capital extranjero: “Darle la espalda al capital extranjero y hablar de colectivización y de industrialización es emborracharse con frases”, escribió contra sus pretendidos seguidores. Y, como si fuera poco, añadió provocativamente: “El Frente Popular no tiene en América Latina un carácter tan reaccionario como en Francia o España. Puede tener un carácter progresivo en la medida que está dirigido contra el imperialismo”.

Galicia y sus amigos ultraizquierdistas se escandalizaron ante las posturas de Trotsky. Antes de que reaccionaran, Trotsky ya había impulsado su expulsión de la naciente IV Internacional. Pero los ultraizquierdistas mexicanos no eran los únicos que estaban escandalizados ante las posiciones de “El Viejo”. En Argentina Liborio Justo confesó estar haciendo “entrismo” en el trotskismo desde aquella época, y en un libro célebre por su desparpajo (“León Trotsky y Wall Street. Cómo la Cuarta Internacional se puso al servicio del imperialismo yanqui”) desarrolló otro argumento típico de la ultraizquierda cipaya. Además de repetir que “había que exigir que la expropiación de las compañías extranjeras se hiciera sin indemnización y no pagando al imperialismo, como hizo Cárdenas”, agregó que “Cárdenas, al actuar en la forma en que lo hacía estaba obrando con el asentimiento tácito de Washington”, porque “alejaba de la proximidad de las fronteras de los Estados Unidos a los interese petroleros ingleses y favorecía a un país que le estaba económicamente subordinado (...). El petróleo que antes había sido extraído por los ingleses, después de nacionalizarlo comenzó a ser vendido por México a importantes compañías yanquis. Si los intereses yanquis hubiesen estado realmente en juego, jamás el gesto de Cárdenas hubiera sido posible”. Liborio cita una declaración del grupo de Galicia que decía: “La burguesía mexicana, a pesar de sus posturas antiimperialistas, sirve al imperialismo norteamericano contra el imperialismo inglés. Cárdenas grita contra el gobierno de ‘Su Majestad’, pero agacha la cabeza ante El ‘Buen Vecino’“.

Como se ve, nada de lo que dicen el PO, el PTS y cía es novedoso. Los mismos argumentos empleaban los “comunistas internacionalistas” mexicanos hace más de setenta años para enfrentar una medida defensiva de un país semicolonial ante el imperialismo, y para oponerse a las posiciones de León Trotsky, que por lo visto no era “trotskista”. Tampoco es novedoso el argumento “milcíadespeñista” (que paradójicamente es también el de la derecha nacionalista de Irazusta y cía) consistente en ver en cada medida antinorteamericana una medida proinglesa y en cada medida antiinglesa una medida pronorteamericana. Semejante método de interpretación, como es evidente, invisibiliza a las masas explotadas y a los países oprimidos como factor interviniente en la arena política mundial. Es decir que se trata de un método interpretativo claramente antimarxista.