Sobre cómo conquistó Italia el “status de gran país” El arte de la guerra
Por Manlio Dinucci*
para ilmanifesto.it
publicado el 22 de marzo de 2019

El 24 de marzo de 1999, el Senado italiano reanudó sus sesiones a las 20:35 con una comunicación de Sergio Mattarella, el entonces vicepresidente del gobierno D’Alema (Ulivo, Pdci, Udeur): «Honorables senadores, como han informado las agencias de prensa, a las 18:45 han comenzado las operaciones de la OTAN».
En aquel momento, las bombas de los F-16 de 31er escuadrón estadounidense, que habían despegado desde Aviano (Italia), ya habían golpeado (las ciudades) de Pristina y Belgrado y estaban llegando nuevas oleadas de cazabombarderos de Estados Unidos y de sus aliados, también provenientes de bases italianas.
En violación de los artículos 11, 78 y 87 de su Constitución, Italia se veía así implicada en una guerra, que el gobierno italiano anunciaba al parlamento después que las agencias de prensa y después de iniciadas las operaciones.
Veinte días antes del ataque contra Yugoslavia, el primer ministro Massimo d’Alema –como él mismo contara en una entrevista publicada el 24 de marzo de 2009 en Il Reformista– había viajado a Washington, convocado por el presidente Bill Clinton, quien le hizo la siguiente proposición: «Italia está tan cerca del escenario de guerra que ni siquiera le pedimos participar en las operaciones militares. Basta con que ustedes pongan a disposición sus bases.»
D’Alema les respondió con orgullo: «Asumiremos nuestras responsabilidades por igual con los demás países de la Alianza». O sea, que Italia pondría no sólo sus bases sino también sus cazabombarderos a disposición de la guerra contra Yugoslavia. En total, 54 aviones italianos participaron en los bombardeos, atacando los objetivos que el Mando estadounidense indicaba.
«Era moralmente justo y era también la manera de ejercer plenamente nuestro papel», explica D’Alema en la entrevista. «En cantidad de aviones fuimos segundos, sólo después de Estados Unidos. Italia es un gran país y no hay que sorprenderse del compromiso mostrado en esta guerra», había declarado en junio de 1999 en su calidad de primer ministro, afirmando además que, para los pilotos, aquello había sido «una gran experiencia humana y profesional».
Italia desempeño así un papel de primera importancia en la guerra contra Yugoslavia. Desde las bases italianas despegó la mayor parte de los 1 100 aviones que, en 78 días, realizaron 38 000 misiones aéreas contra Yugoslavia, lanzando 23 000 bombas y misiles (gran parte con uranio empobrecido) sobre Serbia y la región de Kosovo.
Así se activó y se puso a prueba todo el sistema de bases militares de Estados Unidos y la OTAN en Italia, preparando a la vez su perfeccionamiento para las guerras venideras. La siguiente fue la agresión contra Libia, en 2011.
Durante la guerra contra Yugoslavia, el gobierno D’Alema participó en la cumbre de la OTAN realizada en Washington del 23 al 25 de abril de 1999, encuentro donde se declaró operativo el «Nuevo Concepto Estratégico» que convierte la OTAN en una alianza que compromete sus países miembros a «realizar operaciones de respuesta a las crisis no previstas en el artículo 5, fuera del territorio de la Alianza».
Allí comienza la expansión de la OTAN hacia el este. En 20 años, después de haber destruido la República Federal de Yugoslavia, la OTAN se extiende de 16 a 29 Estados (30 si se incluye Macedonia), y avanza cada vez más hacia las fronteras de Rusia.
Hoy en día, el «área atlántico-norte» se extiende hasta las montañas de Afganistán. Y allí están los soldados italianos, confirmando lo que D’Alema definía con orgullo como «el nuevo status de gran país», conquistado por Italia hace 20 años con su participación en la destrucción de un país que no había atacado o amenazado a Italia ni a sus aliados.
*Manlio Dinucci: Geógrafo y politólogo. Últimas obras publicadas: Laboratorio di geografia, Zanichelli 2014 ; Diario di viaggio, Zanichelli 2017 ; L’arte della guerra / Annali della strategia Usa/Nato 1990-2016, Zambon 2016.