Galtieri y los planes para invadir Chile en 1982

El ex dictador Galtieri iba a invadir el Chile en 1982

Por Juan Ignacio Irigaray
para El Mundo (España)
publicado el 24 de noviembre de 2009

Por primera vez, un jerarca de la dictadura argentina (1976-1983) reveló que en 1982 el régimen militar planeaba la invasión del Chile de Augusto Pinochet, si llegaba a ganar la guerra de las Malvinas contra Gran Bretaña, que finalmente perdió.
El brigadier general retirado Basilio Lami Dozo confió, en una entrevista publicada este domingo por el semanario 'Perfil', que los militares argentinos "después de Malvinas, iban a atacar Chile".

Y recordó una arenga del entonces dictador y general Leopoldo Galtieri apenas ordenó la invasión militar de las Malvinas: "Que (los chilenos) saquen el ejemplo de lo que estamos haciendo ahora, porque después les toca a ellos".
Lami Dozo era por entonces comandante de la fuerza aérea. De 1979 a 1982 se reunió en secreto con jerarcas chilenos, incluso el dictador Augusto Pinochet en el Palacio de la Moneda, para negociar una solución a los diferentes limítrofes por el canal de Beagle y las islas Picton, Nueva y Lennox, en el Atlántico austral.
El dictador chileno Augusto Pinochet. |EL MUNDO
El dictador chileno Augusto Pinochet. |EL MUNDO

El plan

Ya el 22 de diciembre de 1978 los militares de Argentina y Chile montaron zafarrancho de combate en aquellas latitudes, pero la mediación del Papa Juan Pablo II frenó la guerra. Aunque en 1981, Galtieri volvió a las andadas cerrando la frontera en la cordillera de los Andes, paso previo al enfrenamiento.
"El ejército argentino tenía un grupo de 'halcones' y la armada estaba toda metida en la idea de la guerra, pero nunca consiguieron el respaldo de la fuerza aérea", relató Lami Dozo.
El ala más dura del ejército era dirigida por el jefe del III Cuerpo de Ejército, el general Luciano Menéndez, ultranacionalista y católico. A tal punto que alentó la guerra con Chile que alardeaba de sus planes para cruzar los Andes y llegar a Valparaíso para, jaleaba, "mear champaña en el océano Pacífico" a modo de celebración.
"A mí me parecía una locura total. Iba a ser una masacre y una guerra larguísima que costaría mucho dinero y vidas", opinó Lami Dozo.
La junta militar que encabezaba Galtieri era la tercera desde el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, que destronó a 'Isabel' Perón. Hacia 1982 el régimen empezaba a perder el apoyo de las clases sociales que habían homologado la barbarie del terrorismo de Estado, con su terrible secuela de 9 mil guerrilleros y opositores políticos desaparecidos.
Apenas tres días antes de invadir Malvinas, Galtieri mandó a reprimir ferozmente la primera manifestación de rechazo político y sindical, en la Plaza de Mayo. Sobre la calle quedó tendido el cadáver del obrero Dalmiro Flores, acribillado por paramilitares.
Así, acorralado por el principio del fin Galtieri dio el gran salto adelante con la 'Operación Rosario' de recuperar el archipiélago. "Las islas Malvinas son argentinas", anunció el 2 de abril.
Acababa de enviar 10.000 militares a ocupar el ramillete formado por dos grandes islas -Soledad y Gran Malvina- más 18 islotes, incluyendo Georgias y Sándwich del Sur.

Fin de la marcha 'imperial'

La guerra fue corta pero sangrienta. En poco más de dos meses, perdieron la vida cerca de mil personas (casi 700 argentinos y más de 200 británicos). El 14 de junio de 1982, se declara el alto el fuego y Argentina firma la rendición.
Galtieri tuvo que archivar el sueño de seguir su marcha 'imperial' invadiendo Chile. Y emprender la vuelta a casa, para que Argentina refundara la democracia el 10 de diciembre de 1983.
Finalmente, el 25 de noviembre de 1984 el gobierno democrático del entonces presidente Raúl Alfonsín convocó a un referéndum popular y se impuso el "Sí" a la firma de la paz con Chile y un acuerdo fronterizo definitivo.

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“Después de Malvinas, iban a atacar a Chile”
por Hernán Dobry
para Perfil
publicado el 12 de febrero de 2017

El 1º de febrero murió Basilio Lami Dozo, jefe de la Fuerza Aérea durante la guerra de 1982. En la última entrevista que dio, en 2009, criticó a la Armada y negó su responsabilidad en el terrorismo de Estado.

La muerte del brigadier general (R) Basilio Lami Dozo marca una nueva vuelta de página en uno de los capítulos más trágicos de la historia argentina: la guerra de Malvinas, ya que fue uno de los miembros de la última junta militar, responsable de la recuperación de las islas el 2 de abril de 1982. En una entrevista con PERFIL en 2009, la última que dio a un medio local, acusó a la Armada de haber dejado “solos al Ejército y a la Fuerza Aérea” en medio de la guerra y resaltó que los marinos encararon el conflicto como si fuera un “ejercicio de la Escuela Superior de Guerra”. 

 A continuación, fragmentos de esa entrevista.

 —Con la experiencia que tenía de la cuasi guerra con Chile en 1978, ¿por qué aceptó llevar adelante la recuperación de Malvinas? 
Ojalá supiera la respuesta. Traté por todos los medios de evitarla pero hubo un momento en que me tuve que decidir. No me pregunte por qué. —Después del desembarco se comunicó con su colega chileno, ¿por qué? —Le pedí que si llegaba a haber un conflicto por Malvinas no mandara medios ofensivos aéreos al sur porque íbamos a tener problemas y los iba a atacar con todo lo que tenía ahí. Lo hizo, se portó bastante bien, no así la Armada y Pinochet, que jugaron para Inglaterra. Para colmo, Galtieri dijo en un discurso: “Que saquen el ejemplo de lo que estamos haciendo ahora porque después les toca a ellos”.

 —¿Después iban a atacar a Chile? 
—Exacto. 

 —¿Cuál de las tres fuerzas estaba mejor preparada?
 —Ninguna. Lo único que tenía la Marina era Exocet, pero eran muy pocos. El Ejército nunca estuvo preparado para Malvinas y la Fuerza Aérea tampoco.

 —Entonces, ¿por qué planearon un enfrentamiento con Inglaterra? 
—Porque casi llegamos a un acuerdo diplomático antes del enfrentamiento con la propuesta de (el presidente del Perú, Fernando) Belaúnde Terry. Pero ese día hundieron el Belgrano y tiró todo abajo. 

 —Después de eso, ¿la Armada hizo retornar toda la flota al continente? 

—La Armada no estuvo ni veinticuatro horas en la zona de combate. A Anaya lo puteé de arriba abajo, fue el enfrentamiento más grande que tuve con él. No les interesaba participar porque les tenían miedo a los submarinos atómicos. Le dije: “Siempre supieron que estaban los submarinos nucleares ahí, qué me venís ahora con ese problema”. Nunca más volvieron a la zona de combate. La flota de mar se fue a Puerto Belgrano y se quedó ahí. Si al crucero General Belgrano lo hubieran puesto en Puerto Argentino y lo hubieran dejado asentado en el fondo marino no se hubiera acercado ninguna de las fragatas inglesas, ya que sus cañones tenían mucho más alcance que los misiles en tierra. 

 —¿Dejaron solos al Ejército y a la Fuerza Aérea? 

—Sí, el Ejército estaba jugado a pleno y lo dejaron ahí.

— ¿Cómo se puede encarar una guerra en forma tan improvisada?
 —Anaya me dijo: “Tengo bombas que están adaptadas para lanzarlas sobre las fragatas”. Se las solicitamos y jamás nos las dio. Para tirar el Exocet tuvimos que presionarlos al máximo.

 —¿Para qué plantear una guerra así? 
—No lo sé. Creo que pensaron que era un ejercicio de la Escuela Superior de Guerra. 

—¿Hasta cuándo pensaba? 
—Hasta la última bomba. Pero si los otros dos no continuaban, no. 

 —¿Qué sintió cuando se enteró de que el general Mario Benjamín Menéndez había firmado la rendición? 
—Una frustración tremenda. Fue una inmensa tristeza ver a mis pilotos desaparecer en un esfuerzo que no dio los resultados que queríamos. 

 —¿Qué sintió cuando la Justicia lo condenó por su participación en Malvinas? 
—Un desengaño tremendo. Me acordé del general Mitre, a quien enjuiciaron y condenaron a muerte por la guerra de la Triple Alianza. Son cosas totalmente diferentes, pero dije: “Bueno, me tocó”. El terrorismo de Estado. 

—¿Qué pensaba durante el juicio a las Juntas? 
—Que podía salir con muy poca condena, porque cuando me hice cargo del Comando en Jefe de la Fuerza Aérea ya no había lucha contra la subversión, ya había terminado. Una de las primeras medidas que tomé como jefe de Operaciones fue dejar sin efecto el sistema de la lucha antisubversiva fuera de las instalaciones, me dediqué a defender exclusivamente las unidades. Si llegaba a salir uno que dijera “el brigadier Lami Dozo estaba presente una noche que me estaban torturando en tal lugar”, en Mansión Seré (N. de R.: centro clandestino de detención que funcionó en Castelar y dependía de la Fuerza Aérea), ¿qué le iba a decir? Yo no sabía que existía la Mansión Seré, porque eso nació como un anexo al Casino de Oficiales, porque no daba abasto. Para mí, era un anexo del Casino de Oficiales. Después surgió todo ese tema. 

 —¿Qué pensó cuando leían el fallo? 
—Que la mano venía pesada. Pero me habían avisado que el brigadier Rubens Graffigna y yo estábamos absueltos. Y dije: si él está absuelto, yo con más razón, porque vine después. El juicio que más me preocupaba era el de las Juntas, porque podía venir una condena a cadena perpetua, pero hicieron una separación.