La actualidad de Bandung: Por una agenda estratégica de América Latina

Monica Bruckmann y Theotonio Dos Santos
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La Conferencia de Bandung celebrada en abril de 1955 significó uno de los momentos más importantes de afirmación de los países del Tercer Mundo y la emergencia del Movimiento de Países No Alineados. Esta reunión, en la que participaron 23 países asiáticos y 5 africanos, se sustentó en los principios de la lucha anti-colonial y antiimperialista, elaborando un amplio llamado de autodeterminación y desarrollo de los pueblos basado en la solidaridad, la cooperación económica y cultural y la paz mundial. El movimiento de los No Alineados colocó como núcleo principal el fin de la Guerra Fría, las luchas nacionales por la independencia, la erradicación de la pobreza y el desarrollo económico, a través de organizaciones regionales y políticas económicas de cooperación entre los países del Tercer Mundo.

El espíritu de Bandung permitió crear un amplio consenso entre los principales líderes y los pueblos de Asia, África y América Latina[1] en relación a la afirmación de la paz y los principios de coexistencia pacífica, en un momento en que el mundo vivía una situación de extrema tensión, amenazas permanentes de guerra y la invasión y ocupación militar como instrumentos de dominación económica y política. Los cinco principios de coexistencia pacífica, elaborados por el primer Ministro chino Chou En-lai y ratificados por el Premier hindú Jawaharlal Neru en 1954, fueron declarados por la Conferencia de Bandung como parte de los principios generales que ligaban la libertad a la soberanía de los pueblos. Inspirada en ese espíritu, en enero de 1958 se realizó en El Cairo la Primera Conferencia de Solidaridad de los Pueblos de Asia y África y posteriormente se realizaría, en Cuba, la Primera Conferencia de Solidaridad Tricontinental.

Este legado histórico de las luchas del Tercer Mundo se revela de gran utilidad para una estrategia contemporánea de afirmación de un sistema multipolar sustentado en procesos civilizatorios que hoy impulsan una diversidad de países, de Estados nacionales, de movimientos sociales y de una pluralidad de culturas e identidades. Movimientos clandestinos bajo el fuego de poderosas potencias colonizadoras se convierten en victoriosos actores políticos que construyen nuevos Estados con creciente impacto económico, político y cultural en el sistema mundial.

Este es un cambio fundamental que desafía al pensamiento y a las fuerzas progresistas y obliga a romper con paradigmas y políticas volcadas principalmente hacia la denuncia, para asumir su responsabilidad histórica en la conducción de sus pueblos y de los procesos de transformación del mundo contemporáneo, desde donde emerge, inexorablemente, un nuevo orden mundial.

Desde los años ’50, estas naciones fueron blanco de acciones neocoloniales, pero tuvieron la capacidad de desestructurar paulatinamente estas ofensivas. Es así como el Movimiento de los No Alineados pudo construir instituciones exitosas, a pesar de la resistencia que estas enfrentaron, como la UNCTAD (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo), la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) y la Trilateral. La creación de la Asociación de Economistas del Tercer Mundo contribuyó a este proceso con elementos teóricos y conceptuales fundamentales.

En este contexto, se destaca particularmente el rol de China, que pudo construir una gigantesca economía superando el hambre y la miseria de su población, afirmándose como una potencia industrial exportadora y avanzando hacia la vanguardia científica y tecnológica del mundo. Otras naciones como India, Indonesia y Egipto desarrollan importantes procesos de afirmación nacional reforzando el espíritu de unidad de los pueblos inspirado en la declaración de Bandung. 

Los importantes avances en los procesos de integración latinoamericana, que encuentran en Brasil un actor fundamental, aunque vacilante; la victoria sobre el apartheid en Sudáfrica[2] y el avance que esto representa para la unidad africana; la recuperación del liderazgo ruso en la rearticulación del continente euroasiático en alianza con China y la creciente resistencia de los países del Medio Oriente ante la estrategia de dominación y militarización de EE.UU., configuran una nueva situación geopolítica mundial. Este conjunto de cambios destruye la hegemonía del Atlántico Norte en el sistema mundial, como lo veremos más adelante.

La emergencia de China, la decadencia del atlantismo y el nuevo orden mundial 

Quien pretenda ver en la emergencia de China en la economía mundial apenas un fenómeno económico reciente estará dejando de lado la posibilidad de comprender un fenómeno socio-cultural mucho más complejo: la reelaboración de un proceso civilizatorio asiático que encuentra en la China contemporánea su centro más dinámico de desarrollo económico, científico y tecnológico, financiero y cultural, capaz de poner en tensión las enormes fuerzas creadoras de toda una región. La ruta de la seda se articula nuevamente para dinamizar el sistema mundial del siglo XXI y re-orientar la economía mundial en dirección al continente asiático, como sucedió desde el siglo IX hasta el siglo XVII.

El ciclo oceánico de la economía mundial iniciado con la expansión ibérica en el siglo XV, continuado por la hegemonía holandesa e inglesa y, posteriormente, norteamericana, parece estar abriendo paso al regreso del continente euroasiático, reestructurando, al mismo tiempo, las estrategias militares basadas en el poder naval en dirección a la recuperación del papel de las grandes superficies continentales. Esto explica el hecho de que las potencias hegemónicas de la economía mundial del siglo XXI estén apoyadas cada vez más en grandes economías continentales, con un papel creciente de los procesos de integración regionales.

Un análisis geopolítico razonablemente informado no puede perder de vista un fenómeno nuevo en la dinámica global: la importancia creciente de las economías del Sur en la definición de un nuevo orden económico internacional y en el establecimiento de nuevas formas de convivencia en el planeta. Esta tendencia no puede ser analizada apenas como un fenómeno económico sino como parte de un proceso de afirmación de los pueblos del Sur a partir de sus raíces civilizatorias que se convierten en instrumentos fundamentales de construcción identitaria para la elaboración de formas propias de desarrollo económico y social. La humanidad se rebela contra los intentos de hegemonismo imperial y las concepciones excluyentes del proceso civilizatorio. La riqueza de experiencias culturales que conforman la historia de la humanidad deberá ser uno de los principales instrumentos para la construcción de una civilización planetaria.

El pensamiento económico conservador no es capaz de comprender el impacto de una expansión económica permanente de cerca del 10% anual durante 30 años. Los analistas occidentales se cansaron de prever, año a año, el fracaso de China que, según ellos, estaría amenazada de peligrosos procesos inflacionarios. Sin embargo, el éxito del desarrollo chino proyecta inexorablemente este país hacia el centro de la economía mundial. Estos cambios fueron asumidos con modestia y moderación por el gobierno chino, causando espanto en un mundo capitalista dominado por el marketing y la improvisación. Sin embargo, el crecimiento cobra su precio.

Durante los últimos tres años, el PIB medido por el poder de compra paritario (PPP) consagra el liderazgo de China en la economía mundial. Asimismo, atrae hacia este nuevo centro a sus aliados más próximos. Según el Banco Mundial, las principales economías en el mundo, medidas por el poder de compra paritario, serán en 2015 las siguientes (en miles de millones de dólares): en primer lugar China (18.976); seguida de EE.UU. (18,125); India (7.997); Japón (4.843); Alemania (3.815); Rusia (3,458); Brasil (3.259); Indonesia (2.840); Reino Unido (2.641) y Francia (2.634) en décimo lugar[3].

En este nuevo contexto, la actuación de China se hace más audaz: en el plano financiero, China abre la perspectiva del Banco de los BRICS, con un capital de 100 mil millones de dólares para inversiones y un capital similar destinado a fondos de contingencia. Al mismo tiempo, se crea el Banco Asiático que dispondrá de un volumen aún mayor de recursos y que ya abrió la posibilidad de socios occidentales, además de socios asiáticos. Este proceso tuvo un éxito inesperado al atraer 24 países, casi todos considerados como parte de la esfera de influencia estadounidense.

Poco eficaz fue la reacción de EE.UU. y sus intentos por impedir esta estampida hacia el Oriente.

Por otro lado, los países de Oriente Medio, que disponen de una alta liquidez a través de fondos soberanos, están solicitando su ingreso a esta nueva arquitectura financiera mundial. Además de los recursos ya mencionados, el gobierno chino viene realizando nuevas inversiones directas a través de sus empresas en varios países del mundo. Es el caso de los 50 acuerdos firmados entre China y Rusia y los recientes acuerdos con Brasil, que involucran un volumen de inversiones cercano a los 53 mil millones de dólares, a los que se suman alrededor de 10 mil millones de dólares de préstamo a la empresa brasileña Petrobras.

Este enorme volumen de recursos, producto del mayor excedente monetario del planeta (las reservas de China ascienden a cerca de 4.000 mil millones de dólares, es decir, 4 trillones en inglés). Ciertamente, esta estrategia financiera mundial que despliega el gobierno chino pone en jaque al FMI y al Banco Mundial, principales instrumentos de la hegemonía estadounidense desde la post Segunda Guerra Mundial.

A partir de los últimos años, el Partido Comunista Chino ha asumido una actuación más osada en la dinámica mundial. Hasta hace tres años, este país buscó reducir al mínimo su intervención en la política y la economía mundial. Sin embargo, algunos factores obligaron a una revisión de esta postura. En primer lugar, la pretensión de EE.UU., de su gobierno y de gran parte de su opinión pública de mantener el mismo nivel de intervención que tuvieron, o aspiraron tener, desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Esto ha venido provocando situaciones políticas y económicas totalmente arbitrarias, con graves repercusiones a nivel mundial y un creciente proceso de militarización a nivel planetario.

En el plano económico, debemos destacar la diferencia entre un EE.UU. que sale de la Segunda Guerra Mundial con 47% del PIB global y 70% del oro disponible internacionalmente y el EE.UU. actual, que representa apenas el 15% del PIB mundial y que detenta una parte ínfima de las reservas internacionales de oro.

En tercer lugar, en la post guerra EE.UU. emerge rodeado por una Europa destruida, Asia gravemente afectada por guerras locales y revoluciones y luchas anticoloniales, junto a África también en pie de lucha contra la dominación colonial y América Latina dispuesta a buscar caminos propios. En estas circunstancias, la mayor potencia del mundo, necesitaba crear un enemigo mundial que le permitiera consolidar su influencia sobre la mayor parte del planeta. Es así que a partir de la Guerra Fría, EE.UU. entra en conflicto con su principal aliado contra el nazi-fascismo durante la Segunda Guerra Mundial.

Estados Unidos se vio atraído por un proyecto de suceder a las potencias coloniales europeas frente al gran movimiento nacional democrático mundial, anticolonial y antiimperialista. Este proyecto fue parcialmente exitoso en el caso de la independencia de India y en la primera fase del gobierno del Kuomintang. Sin embargo, la política de Guerra Fría llevó, casi de inmediato, a la ruptura del frente nacional instituido en China, permitiendo que el Ejército Rojo asumiera el control de toda la China continental, mientras Chiang Kai-shek se refugiaba en la isla de Formosa con el apoyo de Estados Unidos.

Una vez más, EE.UU. rompe con un aliado de la Segunda Guerra y logra que la pequeña isla de Formosa represente a China como miembro del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. De esta manera, la Guerra Fría lleva a Asia y a las luchas anticoloniales hacia una fuerte radicalización que se expresa, sobre todo, en las guerras de Corea e Indochina, creando condiciones para la realización de la Conferencia de Bandung y el surgimiento del Movimiento de Países No Alineados.

Los BRICS y el fortalecimiento de las relaciones Sur-Sur

En recientes declaraciones, el director ejecutivo del Comité Nacional Ruso para los BRICS, Georgy Toloraya, afirmó que los BRICS conforman "una alianza de civilizaciones que nunca se convertirá en un bloque militar”, capaz de construir un “proyecto intelectual orientado a formular nuevas reglas de co-existencia global”[4]. Se trata, según el analista, de un bloque emergente que tiene como objetivo salvaguardar sus intereses comunes a partir de la cooperación y el principio de no-intervención en los asuntos internos de cada país.

Estas afirmaciones no constituyen una opinión aislada, sino un movimiento cada vez más amplio a nivel mundial que afirma la necesidad de una alianza estratégica entre los países del Sur para promover nuevas formas de convivencia planetaria, basadas en el respeto mutuo, la tolerancia como principio fundamental, la diversidad cultural y civilizatoria como posibilidad de enriquecimiento y no de exclusión y la cooperación Sur-Sur basada en el principio de los beneficios compartidos. Estamos viviendo un cambio profundo de paradigma: del “choque de civilizaciones” hacia un nuevo enfoque de “alianza de civilizaciones”.

El Informe sobre Desarrollo Humano 2013 que lleva por título “El ascenso del Sur: Progreso humano en un mundo diverso”, publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), sostiene que “el Sur ha surgido con una velocidad y una escala sin precedentes” dando lugar a una “mayor diversidad de opiniones en la escena mundial”, lo que presenta una oportunidad para desarrollar instituciones de gobierno que representen plenamente a todo el electorado y que podrían utilizar esta diversidad para hallar soluciones a los problemas del mundo. Según este enfoque, se trata de convertir la diversidad del Sur en un instrumento de solidaridad.

Ciertamente, esto representa un cuestionamiento radical a la visión eurocéntrica como forma de ver el mundo y de entender la dinámica global. La diversidad, entendida en su sentido más profundo como diversidad civilizatoria, nos coloca frente a la necesidad de construir un encuentro de civilizaciones como instrumento fundamental para desarrollar nuevas formas de coexistencia global.

La creciente densidad diplomática del Sur que marca el inicio del siglo XXI, coloca en la agenda económica y política asuntos de interés estratégico, como las inversiones compartidas en los sectores de infraestructura, energía y telecomunicaciones; la creación de nuevos mecanismos de cooperación entre los mercados de valores, en dirección al establecimiento de una plataforma unificada de comercio; la creación de instrumentos de financiamiento comunes, como el Banco de Desarrollo de los BRICS, con el objetivo de promover financiamiento para el desarrollo. Esto no es casual, los datos muestran que el mayor volumen de reservas monetarias a nivel mundial se encuentra en las economías emergentes. Según el Informe sobre Desarrollo Humano 2013 del PNUD, para el año 2011, 70% de las reservas oficiales en divisa extranjera del mundo (US$ 10,18 millones de millones) estaba en las economías emergentes

Construir una visión estratégica del Sur, pautada por la solidaridad y la cooperación y orientada al desarrollo integral en beneficio de sus pueblos, es una de las tareas más importantes de este siglo.

Una alianza desde el Sur

La coyuntura latinoamericana contemporánea, que mostró grandes avances en los proyectos y procesos de integración regional, a partir de un nuevo ciclo de acumulación política de las fuerzas progresistas y de izquierda en la región que se inicia con el siglo XXI, se muestra, hoy en día, como un amplio espacio de disputa entre dos proyectos antagónicos.

De un lado, están los intentos de reorganización de los intereses hegemónicos de EE.UU. en la región, articulados a un creciente proceso de militarización y a estrategias multidimensionales de desestabilización política de los gobiernos democráticos en la región. Entre los principales instrumentos de esta estrategia se utilizan las guerras psicológicas y económicas que cuentan con poderosos aliados locales, particularmente los medios de comunicación monopólicos y las empresas transnacionales que operan globalmente a partir de una estrategia bien definida. 

Por otro lado, se encuentran los diferentes proyectos de integración que, desde una visión soberana, están desarrollando diversos mecanismos de integración política, económica y cultural que, a pesar de los diferentes ritmos, han conseguido avanzar en la formulación de una agenda latinoamericana. Sin embargo, esta agenda aún adolece de una visión estratégica capaz de colocar en tensión todas las fuerzas y potencialidades de la región que le permita ejercer un papel más activo y de mayor impacto en los cambios profundos que se vienen desarrollando en el sistema mundial. 

A la dinámica compleja de integración de los Estados y gobierno, acompaña también la integración de las naciones, de los pueblos y de los movimientos populares, que han mostrado un creciente poder de presión social y participación en la elaboración de políticas públicas, que refleja la creciente madurez del movimiento democrático. 

En este contexto, la diplomacia regional adquiere una densidad sin precedentes. Un conjunto de nuevas articulaciones se traduce en instituciones subregionales, regionales y continentales, que transforman el proceso de integración en una compleja realidad donde están involucrados los Estados y los gobiernos, acompañados de un proceso, a veces paralelo, a veces convergente, de integración y unidad de los pueblos y de los movimientos sociales, incluyendo a los sindicatos y a los movimientos campesinos y estudiantiles que ya tenían una cierta tradición de integración en la región. Forman parte de este nuevo cuadro la afirmación de la identidad de los pueblos originarios que se convierte, al mismo tiempo, en inspiración e instrumento de movilización política capaz de transformar los Estados y crear nuevos principios constitucionales. De esta forma se redefine la relación con la naturaleza, confiriendo al movimiento ambientalista un sentido político y filosófico más profundo. 

Un principio que adquiere cada vez mayor centralidad es el de la soberanía, como la capacidad de autodeterminación de los Estados, las naciones, los pueblos y las comunidades. Esta soberanía significa también la apropiación de la gestión económica, científica, social y medioambiental de los recursos naturales, que permita elaborar nuevas estrategias y modelos de desarrollo en beneficio de los pueblos.

La aproximación de América Latina a China, a Rusia y a los BRICS en su conjunto, representa una oportunidad de desarrollar alianzas estratégicas que dejen de reproducir el modelo primario exportador y se orienten hacia el desarrollo integral de sus pueblos. Se trata de acometer una profunda ruptura con la visión extractivista y los devastadores efectos sociales, económicos y ambientales que esta práctica acarrea y avanzar hacia un proceso de reapropiación social de la naturaleza y de los recursos naturales como base para el desarrollo y bienestar de los pueblos.

Se hace necesaria una política regional de industrialización de los recursos naturales. Esta política precisa apropiarse de la investigación científica y tecnológica, orientada al desarrollo de tecnologías de extracción que tengan el menor impacto ambiental posible, al conocimiento profundo de los materiales y su aplicación industrial, a la innovación tecnológica y a los nuevos usos industriales. Estos objetivos exigen también la creación de instrumentos de análisis para una gestión más eficiente de estos recursos.

Al mismo tiempo, es necesario tener claridad sobre el crecimiento de la disputa por minerales como una de las tendencias dominantes en el plano mundial. América Latina aparece como una de las grandes regiones en disputa. La diversidad de actores mundiales puede ser utilizada como instrumento positivo para asegurar la soberanía y aumentar la capacidad de negociación de la región.

La creciente aproximación entre las potencias emergentes, BRICS, el estrechamiento de las relaciones entre China y América Latina, la nueva dinámica de la cooperación Sur-Sur, abren un nuevo ciclo histórico de afirmación del Sur, basado en los principios de cooperación, autodeterminación y soberanía que inspiraron la declaración de la Conferencia de Bandung. 

América Latina tiene una oportunidad histórica de desarrollar una cooperación estratégica con los países del Sur que le permita romper la relación de dependencia que marcó su inserción en el sistema mundial. Dejar de reproducir el modelo primario exportador significa poner en marcha estrategias de industrialización regional basadas en el desarrollo científico-tecnológico y en la producción de conocimiento y de información orgánicas a este proceso. Para este fin, se hace necesario asegurar y profundizar los avances democráticos conducidos por las fuerzas populares. Esto significa la construcción de una gran agenda estratégica que no se limite a administrar coyunturas impuestas por la dinámica mundial, sino que se proponga conducir el destino de la región.

Cabe a los países de la región aprovechar esta oportunidad o reproducir la lógica de la dependencia y la sumisión a los centros de poder del capitalismo mundial. La recuperación del espíritu de Bandung se convierte en una herramienta de transformaciones globales y representa la principal amenaza para las estrategias imperiales en la compleja geopolítica mundial.

- Monica Bruckmann es socióloga, profesora de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ) y directora de investigación de la Cátedra UNESCO sobre Economía Global y Desarrollo Sustentable, REGGEN. Theotonio Dos Santos es sociólogo, presidente de la Cátedra UNESCO sobre Economía Global y Desarrollo Sustentable, REGGEN, profesor de la Universidad del Estado de Río de Janeiro (UERJ).

Notas:

[1] Entre los que se encontraban Nehru (India), U Nu (Birmania), Sukharno (Indonesia), Nasser (Egipto), Tito (Yugoslavia), Chu En-lai (China). 

[2] El papel fundamental de Cuba en la defensa de Angola y la derrota del ejército racista sudafricano transformaron los ideales de la Tricontinental en una realidad histórica que fortaleció los principios de Bandung, convirtiéndose en una expresión concreta del sentimiento y los ideales de solidaridad.

[3] Esto confirma las previsiones de Orlando Caputo en sus estudios sobre la economía mundial.

[4] Cfr. BRICS experts back development bank, http://www.southafrica.info/global/brics/bank-190312.htm#.UVC4gb-Iwb0 



Zhou Enlai
Discurso complementario en la Conferencia de Bandung
 
Pronunciado: 19 de abril de 1955, en la Conferencia Afroasiática de países no-alineados realizada en Bandung, Indonesia.
Versión dígital en castellano: China Radio International (CRI), 2006.
Esta edición: Marxists Internet Archive, mayo de 2007.
Derechos: CRI permite su reproducción para usos no-comerciales siempre y cuando se indique la autoría del artículo y se le comunique el hecho a CRI.
 
Estimados Presidente y Representantes:
Entre ustedes se ha distribuido la versión escrita de mi discurso principal. Tras haber escuchado los discursos de numerosos jefes de delegaciones, quisiera añadir algo.
La delegación china ha acudido a esta conferencia en busca de la unidad, no con el afán de promover disputas. Los comunistas nunca renunciamos a manifestar nuestra convicción de que el comunismo y el socialismo son sistemas adecuados. Pero el fin de esta conferencia no es difundir las ideologías personales ni los sistemas políticos de las diferentes naciones, aunque es evidente que entre nosotros existen diferencias.

La delegación china no ha venido aquí a poner de relieve esas diferencias, sino a buscar puntos en común. ¿Hay una base para la búsqueda de puntos comunes entre nosotros? Por supuesto que sí. Esa base la forman los sufrimientos y la amargura que en la edad moderna han padecido y siguen padeciendo la mayoría de los países siáticos y africanos sometidos al colonialismo. Esto es algo reconocido por todo el mundo. Si en vez de fomentar entre nosotros el recelo, el temor, el rechazo o el antagonismo nos basamos en el terreno común que nos brinda el deseo de liberar a las naciones de los sufrimientos y penalidades infligidas por el colonialismo, podremos conocernos mejor, respetarnos más, ser más solidarios unos con otros y ofrecernos mutuamente mayor apoyo. Esto es así porque, en lugar de formular nuevas propuestas, estamos de acuerdo con los cuatro objetivos de la conferencia Asia-África fijados durante la reunión que los primeros ministros de cinco países celebraron en Bogor.

En cuanto a la tensa situación en el estrecho de Taiwán provocada por los EE.UU., habríamos podido elaborar una propuesta similar a la de la Unión Soviética en la que se solicitara la convocatoria de una conferencia internacional y pedir que dicha propuesta fuera discutida en la presente conferencia. El deseo del Ejército Popular de Liberación de liberar Taiwán y las islas costeras que forman parte del territorio chino está plenamente justificado. En este asunto interno vinculado con el ejercicio de la soberanía nacional contamos con el apoyo de muchos países. También habríamos podido presentar una propuesta sobre el reconocimiento y la recuperación del legítimo puesto que le corresponde a la República Popular China en la ONU. La reunión de los cinco primeros ministros celebrada el año pasado en Bogor, y otros países de Asia y África declararon que estaban a favor de que se devolviera su escaño en la ONU a la República Popular China. También habríamos podido criticar el injusto tratamiento que nuestro país recibe en dicha organización. Pero no hemos hecho nada de todo esto, ya que de lo contrario la conferencia habría estado plagada de discusiones y no se habría adoptado ninguna resolución.

En esta conferencia, hemos de buscar un terreno común, dejar nuestras diferencias a un lado y confirmar los deseos y exigencias que compartimos. Esta es nuestra principal tarea. No exigimos a los demás que abandonen sus opiniones, puesto que reflejan las diferencias. Pero eso no tiene por que convertirse en un obstáculo para el logro de un consenso en los principales temas. Tenemos que conocernos y respetar las diferentes opiniones partiendo del terreno común.

No voy hablarles de las distintas ideologías ni de los distintos sistemas sociales. Hemos de reconocer que en los países asiáticos y africanos se siguen ideologías y sistemas sociales diferentes, lo cual, sin embargo, no debe obstaculizar nuestra búsqueda de puntos comunes ni nuestra unidad. Terminada la Segunda Guerra Mundial, en Asia y África surgieron muchos países independientes, unos comunistas y otros nacionalistas. Los comunistas son menos numerosos. Pero hay quienes no ven con buenos ojos que China, con una población de 600 millones de habitantes, haya elegido el sistema socialista defendido por el Partido Comunista de China y se haya liberado del yugo imperialista.

Otros muchos país asiáticos y africanos, entre ellos la India, Birmania, Indonesia y otros países de Asia y Africa, son gobernados por los nacionalistas. Tanto los países dirigidos por comunistas como los dirigidos por nacionalistas se establecieron tras liberarse del colonialismo y siguen luchando por que su independencia sea total. ¿Por qué no podemos conocernos mejor, respetarnos más y ofrecernos unos a otros solidaridad y apoyo?

A continuación, quisiera referirme brevemente a la libertad religiosa, derecho que se ha convertido en un principio común admitido por los países en la época contemporánea. Los comunistas somos ateos, pero respetamos a quienes profesan creencias religiosas. A cambio, esperamos que quienes tienen estas creencias respeten a quienes no las tienen. En China se reconoce la libertad de profesar las ideas religiosas y de practicar el culto que se desee. Aparte de siete millones de comunistas, en nuestro país hay decenas de millones de musulmanes y budistas, así como millones de cristianos católicos y protestantes. Entre los miembros de nuestra delegación hay un imán. Esta diversidad no afecta en absoluto a la unidad interna de nuestro país. ¿Por qué en la gran familia formada por los países de Asia y África no podría llegarse a la unidad entre los creyentes y los no creyentes? La provocación de conflictos religiosos ha quedado relegada al pasado y quienes los suscitaron en beneficio propio ya no se encuentran entre nosotros.

La tercera cuestión que deseo abordar es la de las llamadas actividades subversivas. El pueblo chino ha luchado contra el colonialismo a lo largo de más de un siglo. En un arduo proceso que se prolongó unas tres décadas, la lucha revolucionaria nacional y democrática librada por el Partido Comunista de China culminó finalmente con la victoria. Tras los innumerables sufrimientos padecidos bajo el imperialismo, el feudalismo y el gobierno de Jiang Jieshi, el pueblo chino eligió el sistema nacional y el gobierno actuales. El triunfo de la revolución china se cimentó no en la intervención de fuerzas extranjeras, sino en el poder de las masas. Este es un hecho que no pueden negar ni siquiera quienes se muestran disgustados por la victoria de la revolución china. Un viejo proverbio chino dice: "No hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti". Dado que nos oponemos a la injerencias extranjeras, ¿cómo vamos a interferir en los asuntos internos de otros países? Se ha dicho que los más de diez millones de chinos con doble nacionalidad residentes en el extranjero llevan a cabo actividades subversivas. Pero lo cierto es que la doble nacionalidad de los chinos del ultramar es un problema legado por la antigua China. Y no hay que olvidar que es Jiang Jieshi quien sigue valiéndose de un número insignificante de chinos del ultramar para llevar a cabo actividades subversivas en algunos países.

El gobierno popular de la nueva China está dispuesto a colaborar con los países afectados para resolver el problema de la doble nacionalidad de los chinos de ultramar. También se ha dicho que la región autónoma china habitada por la etnia tai supone una amenaza. Las decenas de etnias establecidas en el territorio chino representan una población de más de 40 millones habitantes. En nuestro país viven aproximadamente diez millones de tai y otros tantos zhuang, lo que nos parece razón suficiente para concederles autonomía. Las regiones autónomas de las etnias chinas son parecidas a la que la etnia dan tiene en Birmania. ¿Cómo es posible que la existencia de regiones autónomas para las etnias dentro del territorio chino se considere una amenaza para los países vecinos? Sobre la base de los Cinco Principios de Coexistencia Pacífica, estamos dispuestos a normalizar nuestras relaciones con los países de Asia, de África y del resto del mundo, pero sobre todo con nuestros vecinos. De hecho, el problema no radica en que China quiera subvertir otros gobiernos, sino en que hay quienes establecen avanzadillas en los alrededores de China para subvertir nuestro gobierno. Por ejemplo, en la frontera sino-birmana sigue habiendo militares de Jiang Jieshi que realizan actividades de sabotaje en uno y otro país. Teniendo en cuenta la tradicional amistad que une a China y Birmania, y el respeto mutuo por nuestra soberanía, estamos seguros de que el gobierno birmano resolverá este problema.

El pueblo chino eligió su propio sistema de gobierno y lo apoya; China reconoce la libertad religiosa; y China no tiene intención alguna de subvertir los gobiernos vecinos. Antes al contrario, nuestro país está siendo el blanco de las actividades subversivas instigadas abiertamente por el gobierno de los EE.UU. Si no me creen, pueden ir personalmente o mandar alguien a nuestro país para comprobarlo. Pero comprendemos que quienes desconocen estos hechos alberguen sospechas al respecto. Como afirma un dicho chino, ver algo uno mismo una sola vez es mucho más revelador que escuchar centenares de descripciones. Damos la bienvenida a todos los participantes en esta conferencia que deseen visitar nuestro país en cualquier momento. No hemos levantado ningún telón de bambú, pero hay quienes tratan de propagar una niebla tóxica entre nosotros.

1600 millones de asiáticos y de africanos esperan que esta conferencia sea un éxito. Todos los países y pueblos del mundo amantes de la paz esperan que la celebración de esta conferencia contribuya a la ampliación de la esfera de la paz y al establecimiento de la paz colectiva. ¡Llamo a los países asiáticos y africanos a unirse y a esforzarse por el éxito de la Conferencia Afroasiática!


Zhou Enlai

Discurso en la Conferencia de Bandung


Pronunciado: En la Conferencia Afroasiática de países no-alineados realizada en Bandung, Indonesia, entre el 18 y el 24 de abril de 1955.
Versión dígital en castellano: China Radio International (CRI), 2006.
Esta edición: Marxists Internet Archive, mayo de 2007.
Derechos: CRI permite su reproducción para usos no-comerciales siempre y cuando se indique la autoría del artículo y se le comunique el hecho a CRI.


Señor Presidente y señores delegados:

Ha dado comienzo la Conferencia Afroasiática de la que está pendiente todo el mundo. La delegación de la República Popular China se siente muy complacida de poder abordar aquí, junto con las delegaciones de otros países, los asuntos comunes que preocupan a nuestros países afroasiáticos. Ante todo quisiéramos agredecer a Birmania, Ceylán, la India, Indonesia y Pakistán, los cinco países patrocidadores de esta conferencia, su iniciativa y sus esfuerzos para que hayamos podido reunirnos. También quisiéramos expresar nuestro agradecimiento al gobierno de la República de Indonesia, anfitrión de esta conferencia, por los excelentes preparativos que ha hecho.

Es la primera vez en la Historia que tantos países de Asia y Africa se reúnen en una conferencia como ésta. En ambos continentes vive más de la mitad de la población mundial. Los pueblos afroasiáticos han creado espléndidas culturas milenarias que han contribuido enormemente al desarrollo de la Humanidad. En la época moderna, la mayoría de los países de Asia y Africa han sido víctimas en diferente grado del saqueo y la opresión del colonialismo, de modo que se ven obligados a vivir en una situación de pobreza y atraso. Nuestros clamores han sido silenciados, nuestros deseos atropellados y nuestros destinos manipulados por otros, de modo que no tenemos otro remedio que levantarnos contra el colonialismo. Nuestros sufrimientos y nuestra lucha son los mismos por lo que los diversos pueblos afroasiáticos nos comprendemos fácilmente y simpatizamos y nos solidarizamos sinceramente desde hace tiempo.

Últimamente la fisonomía de las regiones de Asia y Africa ha sufrido enormes cambios. Cada vez son más los países afroasiáticos que se han liberado o se están liberando de las trabas del colonialismo. Los países colonizadores ya no pueden seguir saqueando y oprimiendo con los métodos del pasado. La Asia y la Africa de hoy no son las mismas de ayer. Muchos países de ambos continentes son dueños de sus destinos tras esfuerzos prolongados. Nuestra conferencia refleja estos cambios históricos determinantes.

A pesar de ello, la dominación del colonialismo en estos dos continentes todavía no ha terminado y los nuevos colonizadores intentan sustituir a sus antecesores. No pocos pueblos afroasiáticos siguen llevando una vida de esclavos colonialistas, sufriendo la discriminación racial y viendo cómo sus derechos humanos son atropellados.

Nuestros países afroasiáticos escogen diferentes caminos para alcanzar la libertad y la independencia pero es unánime nuestra voluntad de conseguirlas y consolidarlas. Independientemente de las condiciones concretas de cada uno de nuestros países, la mayoría de nosotros necesitamos superar la situación de atraso producto de la colonización y lograr cada uno nuestro desarrollo según la voluntad de nuestros pueblos y sin interferencia foránea.

Los pueblos afriasiáticos han sido víctimas de agresiones y guerras durante mucho tiempo. Muchos de ellos fueron obligados por los colonizadores a ser carne de cañón en las guerras de agresión por lo que no pueden sino odiarlas. Son conscientes de que la amenaza de nuevas guerras no sólo perjudica su indepedencia y desarrollo sino que también refuerza su subyugación al colonialismo. Por esta razón, los pueblos afroasiáticos comprendemos profundamente el valor de la paz mundial y de la independencia nacional. En estas circunstancias, garantizar la paz en el mundo, conseguir y salvaguardar la independencia nacional y promover la cooperación no pueden sino ser deseos comunes de todos los países afroasiáticos.

Tras el armisticio en la República Popular Democrática de Corea, la Conferencia de Ginebra contó con el apoyo de cinco países de la Conferencia de Colombo y desde la base del respeto a la independencia nacional logró un alto el fuego en Indochina. En aquel entonces, se alivió relativamente la tensión internacional lo que supuso un soplo de esperanza para los pueblos del mundo, particularmente los asiáticos. Sin embargo, los acontecimientos internacionales que siguieron jugaron en contra de la voluntad de los pueblos. Las crisis bélicas aumentan en Oriente y Occidente. Las aspiraciones tanto del pueblo coreano como del alemán han sido impedidas. El acuerdo de la Conferencia de Ginebra para la restauración de la paz en Indonesia corre el riesgo de ser violado. Estados Unidos sigue creando tirantez en la región de Taiwán. Son cada vez más las bases militares de países occidentales asentadas en Asia y Africa. Estos países dicen abiertamente que las armas atómicas son convencionales y se preparan para una guerra atómica. Los pueblos asiáticos no pueden olvidar que la primera bomba atómica cayó en su territorio ni que la primera víctima de las pruebas de la bomba de hidrógeno fue asiática. Los pueblos afroasiáticos, igual que los de otras regiones del mundo, no pueden sino estar preocupados por la creciente amenaza de la guerra.

De todos modos, los países agresores que se preparan para una guerra son una exigua minoría. La mayoría de los pueblos del mundo, independientemente del sistema social bajo el que vivan, aspiran a la paz y se oponen a la guerra. El movimiento por la paz en los diferentes países del mundo ha logrado un profundo y amplio desarrollo. Exige poner fin a la carrera armamentista y pide que los países grandes sean los primeros en alcanzar un acuerdo para el desarme. Solicita la prohibición de las armas atómicas y las demás armas de destrucción masiva. El movimietno por la paz pide que la energía atómica sea utilizada con fines pacíficos en beneficio de la Humanidad.

Estos clamores ya no pueden seguir siendo menospreciados; la política de agresión y guerra cuenta cada vez con menos apoyo. Los conspiradores de la guerra han hecho de las amenazas bélicas un instrumento de uso frecuente para promover su política de agresión. Sin embargo, estas amenzas no podrán intimidar a quienes están determinados a resistir y sólo consiguen sumir a los amenazadores en el aislamiento y el caos. Estamos convencidos de que junto a todos los pueblos y países amantes de la paz, ésta se puede salvaguardar siempre que estemos resueltos a ello.

La mayoría de los países afroasiáticos, incluido China, estamos muy atrasados económicamente debido a la prolongada colonización. Por eso, no sólo pedimos la independencia política sino también la económica. Por supuesto, la independencia política que exigimos no implica una política de exclusión para los países no afroasiáticos. Pero la época en que los países occidentales dominaban nuestro destino ha pasado y éste ha de ser dirigido por nosotros mismos. Debemos trabajar para lograr la independencia económica de cada uno de nuestros países y eso no significa rechazar la cooperación económica con las naciones de otros continentes. Sin embargo, exigimos cambiar la situación de explotación en que los atrasados países orientales nos encontramos respecto a los colonizadores occidentales y queremos desarrollar una economía independiente y de autodecisión. Conquistar la independencia total es el objetivo por el que la mayoría de los países y pueblos afroasiáticos venimos luchamos tanto tiempo.

En China, después de que el pueblo se adueñase de su propio país, todos nuestros esfuerzos han estado encaminados a eliminar el atraso heredado de la longeva sociedad semicolonial y a convertir al nuestro en un país industrializado. En los últimos cinco años, hemos recuperado la economía nacional devastada por las prolongadas guerras y en 1953 hemos comenzado el primer plan quinquenal de construcción económica. Gracias a estos esfuerzos, el volumen de producción en los principales sectores industriales, como la siderurgia, el algodón y los cereales, ha alcanzado un récord histórico. Sin embargo, estos éxitos son insignificantes comparados con nuestras necesidades reales ya que estamos muy atrasados en comparación con los países industrializados altamente desarrollados. Igual que otros países asiáticos, necesitamos urgentemente un entorno internacional de paz que facilite el desarrollo de nuestra economía independiente y de autodecisión.

Los países afroasiáticos contrarios al colonialismo y celosos de su independencia nacional aprecian más sus derechos. Todos los países, sean grandes o pequeños, fuertes o débiles, deben gozar de igualdad de derechos en las relaciones internacionales. Su soberanía y su integridad territorial deben ser respetadas, nunca violadas. Los pueblos de todos los países dependientes deben gozar del derecho de autotederminación nacional en vez de ser perseguidos y esquilmados. Todos los pueblos, independientemente de su raza o color, deben gozar de los Derechos Humanos básicos en vez de ser maltratados y discriminados. Sin embargo, es fácil apreciar que aún no han cesado las represiones violentas contra los pueblos de Túnez, Marruecos, Argelia y otros países que persiguen la independencia; aún no han sido detenidas la discriminación y la opresión raciales en la Federación Sudafricana y otras regiones; y aún no se ha resuelto el problema de los refugiados árabes en Palestina.

Ahora podemos decir que el rechazo a la discriminación racial, la exigencia de los Derechos Humanos básicos, la oposición al colonialismo, la demanda de la indepedencia nacional y la salvaguarda resuelta de la soberanía e integridad territorial son la demanda común de los países afroasiáticos y sus pueblos que se han despertado. La lucha del pueblo egipcio por recuperar la soberanía de la zona del Canal de Suez, la del iraní por recuperar la soberanía de los recursos petrolíferos, la demanda del pueblo hindú por recuperar los derechos territoriales del Goa, y la del indonesio por recuperar sus derechos territoriales de Irian Occidental se han ganado la simpatía de muchos países afroasiáticos. Igualmente, la demanda de China de liberar su territorio de Taiwán también se ha granjeado el apoyo de todos los pueblos de Asia y Africa. Esto demuestra que los pueblos afroasiáticos nos comprendemos, simpatizamos y nos solidarizamos.

La paz sólo será garantizada con el respeto mutuo a la soberanía y la integridad territorial. La violación de la soberanía e integridad territorial y la intervención en los asuntos internos de cualquier país perjudicarán inevitablemente la paz. Si todos los países se comprometen a la no agresión mutua se podrán crear las condiciones de coexistencia pacífica en las relaciones interestatales. Si todos los países se comprometen a la no intervención en los asuntos internos del otro, los pueblos de los diversos países podrán elegir, según su propia voluntad, su sistema político y su modo de vida. El acuerdo sobre la recuperación de la paz en Indochina fue alcanzado por las diversas partes en la Conferencia de Ginebra sobre la base de un compromiso de respeto a la independencia, la soberanía y la integridad territorial de los países indochinos y la no intervención en sus asuntos internos. Por ello, la Conferencia de Ginebra establece que los países de Indochina no partiparán en alianzas militares ni albergarán bases militares de países extranjeros, creando así las condiciones favorables para establecer una zona de paz. Sin embargo, hemos visto después de la Conferencia de Ginebra una tendencia de desarrollo contraria y desfavorable para los intereses de los pueblos indochinos y para la paz. Consideramos que el acuerdo de Ginebra sobre la recuperación de la paz en Indochina debe ser cumplido de forma estricta y al pie de la letra sin ninguna intervención ni obstaculización. Y el problema de la reunificación pacífica de la República Popular Democrática de Corea también debe ser solucionado conforme a los mismos principios.

Los países afroasiáticos necesitamos la cooperación económica y cultural ya que nos ayudará a cambiar nuestra fisonomía rezagada causada por el saqueo y la opresión prolongados del colonialismo. La cooperación entre los países afroasiáticos debe basarse en la igualdad y el beneficio mutuo sin ninguna condición de previlegio adicional. Los intercambios comerciales y la cooperación económica entre nosotros deben tener como meta promover el desarrollo económico independiente de cada uno de nuestros países sin que ninguno se convierta en un simple productor de materias primas o un simple mercado de productos de consumo. Los intercambios culturales deben respetar el desarrollo de nuestras culturas nacionales sin menospreciar las ventajas y puntos fuertes de cada uno de nuestros países para que podamos conocernos y asimilarnos mutuamente.

Hoy día, cuando los pueblos de Asia y Africa asumimos nuestro propio destino, la magnitud de nuestra cooperación económica y cultural no puede ser muy grande. A pesar de ello podemos afirmar que esta cooperación establecida sobre la base de la igualdad y el beneficio mutuo tiene grandes perspectivas de desarrollo. Estamos firmemente convencidos de que con el desarrollo industrial de nuestros países afroasiáticos y el aumento del nivel de vida de nuestros pueblos, y con la eliminación de los obstáculos foraneos artificialmente infiltrados en las relaciones comerciales internacionales, aumentarán gradualmente los intercambios comerciales y la cooperación económica entre los diversos países afroasiáticos y serán cada vez más frecuentes los intercambios culturales.

Conforme a los principios de respeto mutuo a la soberanía e integridad territorial, no agresión mutua, no intervención en los asuntos internos del otro, igualdad y beneficio mutuo, los países con diferentes sistemas sociales pueden coexistir pacíficamente. Desde el compromiso de cumplir estos principios, no hay motivo para no poder resolver las disputas internacionales mediante consultas.

Para salvaguardar la paz mundial, los países afroasiáticos con situaciones similares debemos tomar la delantera en cooperación y convivencia pacífica. No debería prolongarse la existencia de discordias y distanciamientos entre los países afroasiáticos provocados por la colonización. Debemos respetarnos mutuamente y disipar las posibles sospechas o temores entre nosotros.

El gobierno de la República Popular China está totalmente de acuerdo con el objetivo de la Conferencia Afroasiática establecido por los Primeros Ministros de los cinco países del sur de Asia en el comunicado conjunto de la Conferencia de Bogor. Somos de la opinión de que con el fin de contribuir al impulso de la paz y la cooperación mudiales, los diversos países afroasiáticos deben buscar primero la buena voluntad y cooperación entre ellos y establecer relaciones de amistad y buena vecindad conforme a los intereses comunes. La India, Birmania y China han definido los cinco principios de coexistencia pacífica como principios que rigen las relaciones bilaterales. Basándose en estos principios las primeras negociaciones entre China e Indonesia sobre la nacionalidad de sus ciudadanos residentes en el otro país han logrado buenos resultados. Cuando se celebró la Conferencia de Ginebra, China también manifestó que deseaba desarrollar relaciones de amitad con los diversos países indochinos sobre la base de estos cinco principios. De acuerdo con ellos, no hay motivo justificado para no poder mejorar las relaciones entre China y países vecinos como Tailandia y Filipinas. China está dispuesta a cumplir estrictamente estos principios sobre los que establecer relaciones de normalidad con los demás países afroasiáticos y desea promover la normalización de las relaciones sino-japonesas. Para aumentar la comprensión mutua y la cooperación entre los países afroasiáticos, proponemos visitas amistosas entre los gobiernos, parlamentos y organizaciones populares de los diversos países.

Señor presidente y señores delegados:

Ya pasó para siempre la época en que el destino de los pueblos afroasiáticos se dejaba manipular deliberadamente por otros. Estamos convencidos de que nadie podrá arrastrarnos a una guerra si estamos decididos a salvargardar la paz mundial; nadie podrá continuar subyugándonos si estamos determinados a lograr y salvaguardar la inpedencia nacional; nadie podrá separarnos si estamos decididos a cooperar amistosamente.

Lo que necesitamos los países afroasiáticos es paz e independencia, no queremos ver confrontación entre países afroasiáticos y países de otras regiones ya que también necesitamos tener relaciones de paz y cooperación con los países de las demás regiones.

Nuestro encuentro ha sido extraordinario. A pesar de las muchas divergencias entre nosotros, éstas no deberían afectar a nuestra voluntad común. Nuestra conferencia debe reflejar de algún modo nuestra voluntad común para que se convierta en una valiosa página en la historia de Asia y Africa. Al mismo tiempo, hay que continuar manteniendo los vínculos que hemos establecido durante esta conferencia para que podamos hacer contribuciones aún mayores a la paz mundial.

Como bien ha dicho su majestad el Presidente de la República de Indonesia, Sukarno, los pueblos afroasiáticos debemos unirnos.

¡Formulemos votos por el éxito de la conferencia!