Pesadilla siniestra: El Fondo Monetario Internacional anunció su intención de revisar las cuentas argentinas.

 Diego Ghersi
 APAS

  •  La noticia fue difundida por el opositor matutino argentino La Nación -alias: “la tribuna de doctrina”- bajo el título “El FMI revisará las cuentas de la Argentina compulsivamente”.

Con ese objetivo el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha manifestado su intención de realizar un primer examen durante el corriente año, a pesar de que Buenos Aires rechaza ofrecer la información que prevé el artículo IV de la Carta del organismo multilateral y que consiste en efectivizar que los técnicos informen en forma regular al organismo su opinión acerca del estado de la economía y las políticas del país miembro basados en la información que está disponible.

Al respecto, y en recientes declaraciones, el ministro de Economía argentino, Hernán Lorenzino, manifestó que si bien Argentina mantiene con el FMI un lazo “absolutamente técnico”, no coincide con los métodos que el organismo internacional predica para salir de las situaciones de crisis. Agregó además, como ejemplo, que mientras que el FMI recomienda a Europa bajar jubilaciones y extender la edad para el retiro, "Argentina no acepta recetas de ese tipo”.

La agresiva significación de titular las inspecciones del FMI con la palabra “compulsivamente” está relacionado con que Argentina no ha permitido auditorías de ningún tipo desde que el año 2006, cuando el entonces presidente argentino Néstor Kirchner pagara la deuda con el organismo logrando literalmente “sacarse de encima” su intromisión en las políticas locales. Esa política de Estado -sumada a las declaraciones de Lorenzino- hace pensar que la Casa Rosada no permitirá auditoría alguna.

Para que no quede duda alguna, el ministro de economía argentino evalúa como un gran logro haber cancelado la deuda con el FMI porque -desde el político- la reivindica como una medida decisiva para alcanzar mayor soberanía económica.

En efecto, es la cuestión de la soberanía económica el nudo de la cuestión. Dado que los organismos multilaterales de crédito tienen como principal función asegurar los flujos de capital desde los países periféricos a los centrales, cualquier pretensión de autodeterminación económica de los países en desarrollo es su principal obstáculo, dado que las políticas del FMI tendieron siempre a la injerencia en las políticas internas de los países miembros.

Ese tipo de conducta tiene variados antecedentes cercanos. Así, en los años de la década de 1990, el FMI condicionó créditos destinados a Brasil a la implementación de enmiendas constitucionales en ese país, para los cuales operó activamente.

Lo mismo puede decirse en el caso reciente de Grecia, sometida a un cruel programa de ajuste cuyo hecho simbólico de los últimos días fue el suicidio de un jubilado, hecho que acaparó minutos de los noticieros en todo el mundo.


Aunque parezca reiterativo siempre será necesario recordar también que -durante los años noventa- el seguimiento de los dictados del FMI por parte del gobierno argentino dieron como resultado la debacle del año 2001 del mismo modo que hoy en día, arrasan con los derechos de los pueblos de Grecia o España.

Es por la potencial resistencia de Argentina a ser auditada que fuentes no identificadas del FMI declararon que prevén realizar una “consulta en rebeldía” con el interrogante que dicha metodología plantea.

En efecto, puede suceder que el FMI se limite a registrar una negativa del gobierno argentino a su pedido formal de auditar las cuentas nacionales y por tanto sume así puntos para habilitar próximas sanciones que entorpezcan las medidas soberanas de la Casa Rosada.

También puede ser que ante la negativa argentina, los “técnicos” del organismo procedan a recopilar las opiniones de los economistas opositores al gobierno, algunos de los cuales registran nefastas gestiones en el poder y todos, por lo general, saturan los micrófonos de los medios de prensa hegemónicos con pesimistas – y hasta ahora incumplidas- predicciones acerca del futuro.

En cualquier caso –o en ambos- la iniciativa del FMI entorpece y se inmiscuye una vez más en asuntos soberanos de un país sobrepasando ampliamente los engañosos principios declamados para justificar su propia existencia desde los tiempos de Bretton Woods.

Debe señalarse que actualmente el organismo liderado por Christine Lagarde se encuentra en campaña para reunir los fondos necesarios que permitan rescatar a los bancos de Europa dentro de la lógica de “salvemos a los bancos y endeudemos a los ciudadanos”. Este nuevo salvataje requiere de un piso estimado en los 500 mil millones de dólares, aunque, si hay más, será obviamente bienvenido. Dichos fondos deben por fuerza provenir de alguna parte y al FMI no se le escapa que los países en desarrollo deberían hacer una contribución.

En el actual estado de cosas, en que Argentina se ha cuidado desde 2006 de mantener cualquier contacto con el organismo con una actitud de ferviente rechazo, el FMI evalúa que será muy difícil recolectar fondos desde Buenos Aires y sería aún peor si la actitud argentina se “contagiara” a otros países. Es por eso que se hace necesario activar los mecanismos de intromisión para forzar un cambio de actitud.

Debe recordarse que, invariablemente, los casos la intromisión del FMI en cuestiones soberanas de los países genera crisis internas y disturbios que sólo se detienen mediante la aplicación de medidas represivas sobre los pueblos.

Cuando los mecanismos de intromisión son denunciados por gobiernos de carácter nacional-popular la estrategia de los organismos supranacionales de crédito naufragan.

Después de todo, hasta el individuo aislado puede elegir o no tomar un crédito según su propio criterio y la negativa a hacerlo forma parte de mecanismos de libertad que ni el FMI puede cuestionar y es por ello que se necesita “incentivar” la dependencia, sobre todo desde los medios de comunicación corporativos.

A través de ese último mecanismo se busca instalar como “verdad universal” la sensación de que no existen alternativas más allá de lo predicado por las reglas del libre mercado que promueve el FMI. Si esa verdad difundida es cuestionada, se esgrime el “ataque a la libertad de prensa”.

Nótese que a horas de que comenzara la Cumbre americana en Cartagena de Indias (Colombia) el Presidente de Estados Unidos, Barack Obama, declaró que existen países de América donde “se ataca a la libertad de prensa y se cuestiona a la justicia”.

No es casual que el mandatario estadounidense confunda con “ataque” a los intentos de desarmar los discursos de los medios hegemónicos –como “La Nación”- porque reconoce como hostil a cualquier intento de deconstruir la lógica económica de los países centrales de la que el FMI es operador de primera línea.

Dicha lógica que promociona el “libre mercado” fronteras afuera, pero que tradicionalmente restringe el comercio propio de manera de mantener superávit de cuentas; que defiende intereses privados de multinacionales que depredan los recursos naturales de países en desarrollo y que fuerza cambios constitucionales en países soberanos, es defendida por medios de comunicación monopólicos adictos a los que iniciativas como la “Ley de medios audiovisuales argentina” y otras iniciativas similares en curso en Bolivia, Venezuela, Brasil o Ecuador causan un daño mortal.

En ese sentido, el ejemplo económico que irradia la gestión de la presidenta Cristina Fernández se reconoce como opuesto a las doctrinas predicadas desde los países centrales y constituye un peligroso antecedente que debe ser atacado, sobre todo porque -a todas luces- parece que es exitoso.

dghersi@prensamercosur.com.ar