La oleada de capitales hacia los países emergentes puede ser un bumerán


Por Imaz Akyuz

, ABRIL 2011 (IPS) - Una característica inusual de la crisis financiera global es que para los países en desarrollo (PD) la orquesta financiera parece haber recuperado el ritmo de la música. Mientras muchas economías avanzadas (EA) continúan tropezando con el aumento de la deuda, estrechez financiera y riesgos de insolvencia o deflación, el problema financiero para la mayoría de los PD es la inflación de activos, la expansión del crédito y la apreciación de sus monedas, escribe lmaz Akyuz, economista jefe del South Center de Ginebra.
Este es el cuarto boom de inundación de capitales a los PD de posguerra. Los auges económicos previos también comenzaron bajo condiciones de rápida expansión de la liquidez y excepcionalmente bajas tasas de interés en Estados Unidos y todos terminaron con quiebras.

Es casi imposible predecir el rumbo que seguirá el capital, pero es visible que las condiciones que empujan el boom son claramente insostenibles. Se puede presumir que las históricamente bajas tasas de interés en las EA no pueden ser mantenidas indefinidamente y que el auge finalizará cuando los tipos de interés en Estados Unidos comiencen a subir poco a poco. También puede terminar como resultado de una crisis de balanza de pagos o un desorden financiero en una de las principales economías emergentes que pueda producir contagios a través del mundo en desarrollo, incluso sin el endurecimiento de las condiciones monetarias estadounidenses.

Cuando las políticas titubean en manejar los flujos de capital no hay límites para el daño que las finanzas internacionales pueden infligir a una economía. Los acuerdos multilaterales carecen de mecanismos efectivos para restringir las políticas competitivas de los emisores de reservas o para controlar las salidas en su origen. La tarea recae en los países receptores. Pero muchos PD todavía adoptan un enfoque de no intervención sobre los ingresos de capital, mientras otros están haciendo tentativas tibias de controlarlos mediante impuestos que son demasiado bajos como para igualar las amplias ganancias de arbitraje prometidas por las diferenciales de los intereses y la apreciación de la moneda. En cualquier caso, tomar mucho más seriamente los controles del capital está ahora a la orden del día. (FIN/2011)