La epopeya anticolonialista de la “Vuelta de Obligado”

 Por Gonzalo García 
Publicado el 19 de noviembre de 2013

Como rezaba el lema de la Confederación Argentina, "Por la patria, la verdad siempre vence", a la gran epopeya de la Vuelta de Obligado le llegó un momento de alumbramiento histórico superior. Hoy, el 20 de noviembre es feriado nacional. 

La Vuelta de Obligado y el resto de las batallas y hechos beligerantes que enfrentaron a la Nación Argentina con las dos principales potencias imperialistas del planeta en lo que se denominó como la "Guerra del Paraná", junto a la actuación de Juan Manuel de Rosas y del pueblo argentino en aquellos días, constituye una de las páginas más gloriosas de la historia nacional. 

El conflicto comienza con la intervención armada de la escuadra anglo francesa con el apoderamiento de la escuadrilla argentina a mando del almirante Brown, en agosto de 1845, y finaliza con el tratado Southern - Arana, en enero de 1850. Son cinco años de guerra no declarada entre la Confederación y las dos naciones imperialistas más poderosas de la época. 

Al decir del historiador entrerriano Aníbal Vásquez: "Las dos primeras potencias mundiales abandonaron el escenario rioplatense, desgarbadas y batidas. Se retiraron sin lucimiento o sin brillo". Fue una victoria nacional sin precedentes y así lo entendió el Libertador, el General San Martín, al legar ese mismo año, al general Rosas, el sable de la Independencia. 

A pedido del historiador revisionista José María Rosa, y por medio de la Ley Nº 20.770 con fecha 16 de noviembre de 1974, se declaró el 20 de noviembre como "Día de la Soberanía Nacional", en conmemoración de la batalla de Vuelta de Obligado. 

Pero debieron transcurrir más de 160 años para que el almanaque oficial reconociera definitivamente esta fecha. La historia nos enseñó que la verdad siempre vence y este año, gracias a una decisión ejemplar que constituye una enorme reivindicación histórica, la presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, declaró, mediante del decreto 1584/2010 firmado el 03/11/2010, como día feriado al 20 de noviembre, rindiendo tributo a la gran epopeya de nuestra lucha por la liberación nacional. 

"Noventa buques mercantes,
veinte de guerra, 
vienen topando arriba 
las aguas nuestras. 
Veinte de guerra vienen
con sus banderas. 
La pucha con los ingleses, 
quién los pudiera. 
Qué los parió los gringos 
una gran siete; 
navegar tantos mares, 
venirse al cuete, 
qué digo venirse al cuete".

"La Vuelta de Obligado" (Triunfo) de Miguel Brascó y Alberto Merlo. 
  
"...como argentino me llena de un verdadero orgullo al ver la PROSPERIDAD, LA PAZ INTERIOR, EL ORDEN y el HONOR restablecidos en nuestra querida patria y todos estos progresos efectuados en medio de circunstancias tan difíciles en que pocos estados se habrán hallado. Por tantos bienes realizados yo felicito a Ud. sinceramente como igualmente a toda la Confederación Argentina. Que goce usted de salud completa y que al terminar su vida pública sea colmado del justo reconocimiento de todo argentino. Son los votos que hace y hará siempre a favor de Ud. éste su apasionado amigo y compatriota. Q.B.S.M (Que besa sus manos)".

José de San Martín, última carta del Libertador a Juan Manuel de Rosas. 6 de mayo de 1850.

Contra el colonialismo

Los largos 25 años que Rosas gobernó la Confederación fueron delicados y comprometidos en lo que a política internacional se refiere. Enfrentado a los efectos de la guerra brasileña en los primeros años de su mandato el gobierno protagonizaría a mediados de los años 30 una guerra con la Confederación Peruano-Boliviana. En 1833 (durante la gobernación de Balcarce) fueron ocupadas las Islas Malvinas por Gran Bretaña. A finales de la década se vería involucrada en las luchas civiles de la República Oriental, convergiendo este conflicto en el bloqueo francés (1838-1840), luego expandido a una intervención conjunta entre Gran Bretaña y Francia (1845-1850). 

Estos conflictos y los roces diplomáticos con las repúblicas vecinas (Brasil y Paraguay) favorecerían el desenlace que terminó entre 1851 y 1852 con su gobierno.
Página gloriosa 
Además de la suma gravedad de los hechos y el motivo del "Día de la Soberanía Nacional", la actuación de Rosas y del pueblo argentino constituye una de las páginas más gloriosas de la historia argentina.
El mencionado conflicto comienza con la intervención armada de la escuadra anglo francesa con el apoderamiento de la escuadrilla argentina a mando del almirante Brown, en agosto de 1845, y finaliza con el tratado Southern - Arana en enero de 1850. Son cinco años de guerra no declarada entre la Confederación y las dos potencias imperialistas más poderosas de la época.
Pacho O´Donnel, en su  libro "La Gran Epopeya", señala que "junto con el cruce de los Andes, el Combate de la Vuelta de Obligado conforma la mayor epopeya militar de la historia Argentina. Razones... han oscurecido lamentable e intencionalmente esta gesta, retaceándole el homenaje y la admiración que la sangre derramada en defensa de la soberanía de nuestra Patria merece".

Intereses del imperio francés
Los intereses de los ingleses y los franceses eran diferentes: aquellos buscaban exclusivamente beneficios comerciales y éstos, además, la expansión cultural y territorial.
Para el ministro francés Thiers "Montevideo era una colonia francesa" y fundamentaba el derecho de Francia a intervenir en el Rió de la Plata en tres argumentos principales y uno accesorio: 1) La "humanidad", atropellada por la "barbarie" de Rosas. 2) El "chauvinismo" o "patriotismo francés" interesado en "notre colonie" (nuestras colonias) amenazada por el indigenismo y el hispanismo, es decir el americanismo de Rosas. 3) El "respeto al derecho" ya que, Rosas violaba el artículo 4 de la convención Mackau, al enviar tropas de la Confederación a la guerra en la Banda Oriental a favor de su aliado el General Oribe. El argumento comercial es más bien accesorio porque la artesanía francesa, su sola exportación, no se perjudicaba con la política aduanera de Rosas.
El interés de Francia por el Río de la Plata se mantenía vivo desde el fracaso de la tentativa monárquica de 1820. Las maniobras de los rivadavianos, para comprometer la ayuda del gobierno francés, y terminar con la supuesta anarquía americana habían continuado después de la caída del Directorio.
La Revolución de 1830 en Francia, y la instauración de la monarquía "burguesa" del rey Luis Felipe cambiaron el plan primitivo de colocar un Rey francés en el Río de la Plata. Francia necesitaba expansión comercial, conquista de mercados y prestigio guerrero internacional. En suma, necesitaba colonias y ningún territorio parecía más favorable que el de los pequeños países segregados de España, involucrados permanentemente en guerras civiles y donde existían sectores "pensantes", "intelectuales", que demandaban el "protectorado" de una poderosa nación europea.
Es preciso agregar que a las necesidades imperialistas de los galos se sumaba que, la inmigración francesa al Río de la Plata había sido numerosa desde los primeros tiempos de la independencia y Francia consideraba a dichos inmigrantes como instrumentos de penetración política y comercial que debían de ser especialmente protegidos generando así como una especie de protectorado de hecho.
Pero Francia no podía actuar sola, necesitaba una alianza con Inglaterra para afianzarse en Europa y poder así posesionarse luego de Argelia y Oceanía en el reparto colonial. La intervención conjunta era el precio a pagar por Francia para lograr su consolidación imperial.
Política imperial de Inglaterra
Los intereses británicos eran comerciales: la libre navegación de los ríos y la solución definitiva del conflicto en la Banda Oriental que impedía, por los bloqueos, realizar operaciones comerciales en la región del Río de la Plata.
Respaldaban estos reclamos los centros industriales de Liverpool, Manchester y Yorkshire, banqueros, comerciantes e industriales de las plazas citadas: "Que se adopte medidas para limitar las restricciones puestas al comercio en el Plata" expresaban.
Y solicitaban también que "se pusiera fin a los disturbios en el Uruguay y se asegurara el acceso de los comerciantes británicos a los mercados del Paraguay y las regiones del Interior".
Negocios, política y los unitarios...
Los conflictos externos que tuvo la Confederación en tiempo de Rosas tuvieron un origen eminentemente económico y se relacionaron con el dominio geopolítico del estratégico Río de la Plata.
Pero no hay que menospreciar los factores de tipo político, más aún, éstos a veces prevalecieron en las decisiones. Por ejemplo Francia ostentaba un belicismo intransigente desde la derrota en Waterloo y pretendía terminar con el pacifismo a que la obligaban los vencedores de Napoleón.
Pero, los conflictos externos que sufría la Confederación no se iniciaban solamente de las grandes potencias europeas. Los emigrados unitarios conspiraban constantemente desde Bolivia, Chile y la Banda Oriental, organizando invasiones y ofreciendo a los gobiernos que los asilaban, como moneda de negociación, fracciones de territorio argentino de Jujuy y Salta, Cuyo y la Mesopotamia, en cuyos pueblos simultáneamente excitaban la tradicional hostilidad a la hegemonía bonaerense.
Comienza la intervención
Una vez que el parlamento británico pone sobre el tapete la idea de la intervención armada en el Río de la Plata, fundándola en la necesidad de defender los intereses mercantiles en peligro, Francia, que no quería quedar a la zaga, decide la intervención a través de su vocero parlamentario Thiers y ambas naciones resuelven la intromisión conjunta enviando una poderosa flota.
La capital de la Banda Oriental se encontraba sitiada por tierra por las tropas de la Confederación y su aliado, el General Oribe. Montevideo era defendida por los emigrados argentinos, franceses, españoles, italianos, ingleses.
Rosas ordena el bloqueo naval y los extranjeros, viendo perjudicados sus intereses comerciales, se alistan en la defensa de la ciudad. Semanas más tarde, y cuando los sitiados en Montevideo habían perdido las esperanzas de auxilio internacional, arriba a Buenos Aires una "comisión mediadora" integrada por el inglés William Ouseley y el francés Deffaudis a bordo de los primeros buques de guerra a vapor que navegan por el Río de la Plata. Confiados en el respaldo de la flota, exigen el retiro de las tropas de la Confederación y el levantamiento del bloqueo. Aseguraban estar autorizados para usar la fuerza si era necesario. Rosas no se conmueve, invoca su carácter de beligerante y la soberanía sobre los ríos interiores; además sostiene la legitimidad del General Oribe como presidente legal del Uruguay. Ante el ultimátum de los ministros extranjeros, Rosas, inflexible, les mandó extender los pasaportes; es decir, los expulsó de Buenos Aires.
Rosas contra los piratas
El 2 de agosto de 1845, la escuadra anglo-francesa se apoderó de la flota argentina y desembarcó tropas en Montevideo. Los agresores izan sus pabellones en las embarcaciones nacionales al mando del Almirante Brown.
El pretexto con que Inglaterra y Francia pretendieron encubrir su agresión militar fue que la guerra entre Montevideo y Buenos Aires perjudicaba el comercio. En realidad, se trataba lisa y llanamente de la conquista por las armas de la cuenca del Plata y de los territorios que bañaban sus ríos. Pretendían dominar la Banda Oriental y establecer allí sus bases de operaciones comerciales (también militares) sobre los ríos internos.
En este sentido, la política americanista de Rosas en defensa de la independencia de Uruguay y el reconocimiento de Oribe como su autoridad, como así también su poder real sobre el interior de la Confederación, eran un obstáculo para los intereses de los agresores.
Rosas declaró piratas a los barcos de las potencias agresoras. La Confederación peligraba y corría el riesgo de desmembrarse territorialmente. Se encontraba jaqueada por dos potencias europeas y además, por todos sus vecinos interesados en ensanchar sus fronteras.
Vende patrias y dignidad nacional
En tanto, los unitarios cometían actos de alta traición a la patria; Sarmiento incitaba a Chile a apoderarse del estrecho de Magallanes; Florencio Varela proponía la independencia de la Mesopotamia; y Echeverría alentaba a los invasores.
En cambio, el pueblo acompañaba a Rosas, pero también lo hacían los padres fundadores de la patria que aún estaban vivos. San Martín le ofrecía sus servicios y le obsequiaba su sable; Brown aceptaba la conducción de la escuadra; Manuel Moreno representaba a la Confederación en Inglaterra y Tomás Guido hacía lo propio en Río de Janeiro.
La Sala de Representantes aprobó la conducta de Rosas en vibrantes discursos patrióticos: "La guerra es una gran calamidad pero sus estragos son preferibles a la ignominia. No hay causa más poderosa ni más justa que el honor de una nación".
Operaciones militares
En septiembre de 1845, los invasores bombardearon, tomaron y saquearon Colonia del Sacramento y ocuparon la Isla Martín García. Allí se destacó por su violencia el italiano José Garibaldi, quien luego atacó a lo largo del río Uruguay las ciudades de Gualeguaychú, Concordia, Paysandú y Salto, saqueando todo lo que encontraba a su paso.(1)
El 18 de septiembre se declaró oficialmente el bloqueo de los puertos argentinos y a fines de ese mes fue ocupado el puerto uruguayo de Maldonado, para atacar por la espalda a Oribe. Casi simultáneamente se conocía la noticia que se preparaba un convoy para remontar el Paraná hasta Corrientes y Paraguay (2), custodiado por buques de guerra para demostrar que no existía soberanía argentina sobre el río.
Batalla de "La Vuelta de Obligado"
El 20 de noviembre de 1845 tuvo lugar la batalla de La Vuelta de Obligado. El río Paraná, cerca de San Pedro, después de tomar dirección norte-sur, dobla hacia el Sur- Este y es éste paraje al que se lo conoce como Vuelta de Obligado.
Era un lugar de paso forzoso para las escuadras enemigas que querían llegar al Paraguay. En la costa del río fueron colocadas las baterías del General Lucio Mansilla.
Lucio Norberto Mansilla, cuñado de Juan Manuel de Rosas, soldado de la Independencia, combatió en Chacabuco a las órdenes de San Martín y fue, además, gobernador de nuestra provincia, Entre Ríos.
Para aumentar la eficacia de los fuegos de posición se procuró la detención del avance de las naves enemigas cruzando tres gruesas cadenas ancladas sobre la posición y atadas en el otro extremo próximo a la orilla izquierda del río. La disparidad de fuerzas era abrumadoramente desfavorable. La flota enemiga se componía de 11 buques de guerra con 99 cañones, entre ellos tres vapores, seguidos por una flota de cien barcos mercantes cargados de productos.
Mansilla, al frente del combate
La escuadra anglo-francesa desafiaba abiertamente a la Confederación conducida por Rosas pero, sobre todo, ofendía nuestra soberanía nacional.
Así lo entendían los combatientes de Obligado al mando de Mansilla, que antes de iniciar la batalla proclamó:
"¡Milicianos del departamento del Norte! ¡Valientes soldados federales, defensores denodados de la Independencia de la República y de la América! Los insignificantes restos de los salvajes unitarios que han podido salvar de la persecución de los victoriosos ejércitos de la Confederación y orientales libres, en las memorables batallas de Arroyo Grande; India Muerta y otras; que pudieron asilarse en las murallas de la desgraciada ciudad de Montevideo, vienen hoy sostenidos por los codiciosos marinos de Francia e Inglaterra, navegando las aguas del gran Paraná, sobre cuya costa estamos para privar su navegación bajo de otra bandera que no sea la nacional ¡Vedlos, camaradas, allí los tenéis!...Considerad el tamaño insulto que vienen haciendo a la soberanía de nuestra patria, al navegar las aguas de un río que corre por el territorio de nuestra República, sin más título que la fuerza con que se creen poderosos. Pero se engañan esos miserables: ¡¡aquí no lo serán!!...¿No es verdad camaradas? ¡¡Vamos a probarlo!!"
"¡Suena el cañón! ¡Ya no hay paz con la Francia ni con Inglaterra! ¡¡Mueran los enemigos!!...Tremóle en el río Paraná y en sus costas el pabellón azul y blanco, y muramos todos antes que verlo bajar de donde flamea. Sea ésta vuestra resolución, a ejemplo del heroico y gran porteño, nuestro querido gobernador brigadier Don Juan Manuel de Rosas, y para llenarla contad con ver en donde sea mayor el peligro a vuestro jefe y compañero el General Lucio Mansilla. ¡Viva la Patria! ¡Viva la Federación! ¡Viva su heroico defensor Don Juan Manuel de Rosas! ¡Mueran los salvajes unitarios y sus viles aliados anglo-franceses!"
Mansilla, con escasos elementos, contuvo, desde las diez de la mañana de aquel 20 de noviembre hasta las cinco de la tarde, a la flota invasora, provocándole 150 muertos y 4 buques fuera de combate. La escuadra atacante quedó más de 7 días inmovilizada por las reparaciones que tuvo que encarar y la atención de sus bajas de personal. Por nuestra parte, tuvimos 650 hombres fuera de combate, resultando herido el propio General Mansilla.
Batallas olvidadas: San Lorenzo y Punta Quebracho
Los combates de San Lorenzo y Punta Quebracho, a principios de 1846, cuando la escuadra aliada bajaba de vuelta el Paraná, demostraron también la voluntad inflexible de Rosas de ofrecer resistencia. Las potencias extranjeras no pudieron en definitiva colocar sus mercaderías en las provincias litoraleñas ni en el Paraguay.
San Lorenzo y Punta del Quebracho son otras dos batallas de "la Guerra del Paraná", olvidadas por la historia oficial.
El 16 de enero de 1846 la flota imperial es atacada por el general Mansilla en San Lorenzo (Provincia de Santa Fe). Mansilla mantenía oculta, entre la maleza del "campo de la gloria", la artillería y cuando el enemigo cruzaba la angostura del San Lorenzo de improviso se levantó la bandera argentina y los cañones rompieron fuego desde un lugar invisible para los invasores. Los estragos causados fueron graves para los invasores que tuvieron que soportar durante más de siete horas el fuego de la artillería nacional. Los aliados perdieron 50 hombres, los confederados argentinos solo uno. En su parte de guerra Mansilla se enorgullece de haber combatido en el mismo paraje regado por la sangre de San Martín.
A una legua al norte de San Lorenzo, está la punta del Quebracho (hoy Puerto San Martín), donde la barranca es alta y el río se angosta en extremo. Allí esperó el general Mansilla que los invasores volvieran de su accidentada excursión. El ataque se produjo el 4 de junio de 1846. Los extranjeros tenían un convoy de 95 barcos mercantes y 12 de guerra. La artillería de la Confederación averió varios buques extranjeros, los cuales emprendieron la huida para no ser hundidos quemando a los averiados para que no sean tomados prisioneros
Defensa heroica de la soberanía nacional 
En 1847, el gobierno inglés advirtió que la política intervencionista seguida había provocado un desastre comercial al disminuir drásticamente las importaciones de productos de ese país.
Se agrega a esto que, para el año 1848 en Europa se dio un movimiento de revoluciones liberales con tendencias extremas, que provocaron que el ministro británico Southern y el almirante francés Lepredour, que se encontraban en el Río de la Plata, fueran nombrados encargados de acordar con Buenos Aires una paz justa.
Por fin, y luego de largas y dificultosas negociaciones, Gran Bretaña firmó con Rosas el tratado del 24 de noviembre de 1849 por el cual Gran Bretaña se vio obligada a evacuar la isla Martín García, reconocer la soberanía argentina sobre los ríos interiores, los derechos de Oribe para ocupar la presidencia del Uruguay, devolver los barcos argentinos y saludar en desagravio el pabellón nacional con 21 cañonazos.
Con respecto a Francia, se convino que la Argentina retiraría las tropas de la Banda Oriental cuando Francia quitase las guarniciones militares de Montevideo, abandone su posición hostil y celebre un tratado de paz. Lepredour debió ceder después de meses de negociar ante las exigencias de Rosas. El 31 de agosto de 1850 Francia concluyó con la Confederación un tratado de paz y amistad que debía ratificarse en su país. Rosas exigió que se formule el desagravio al pabellón nacional con 21 cañonazos en forma inmediata a lo que Leprodour accedió.
Los respectivos tratados de paz marcaron una clara victoria de la firme y digna posición en defensa de nuestra soberanía nacional llevada a cabo con férrea voluntad por Juan Manuel de Rosas como encargado de las relaciones internacionales de la Confederación.
Al decir del historiador entrerriano Aníbal Vásquez: "Las dos primeras potencias mundiales abandonaron el escenario rioplatense, desgarbadas y batidas. Se retiraron sin lucimiento o sin brillo". Fue una victoria nacional sin precedentes y así lo entendió el Libertador General San Martín al legar ese mismo año, al general Rosas, el sable de la Independencia.
El primer reconocimiento histórico
A pedido del historiador revisionista José María Rosa y por medio de la Ley Nº 20.770 con fecha 16 de noviembre de 1974 se declaró el 20 de noviembre como "Día de la Soberanía Nacional", en conmemoración de la batalla de Vuelta de Obligado.
Entre otros conceptos los considerando de la norma expresan: "Por las condiciones en que se diera este enfrentamiento, por la valentía de los compatriotas que participaron en ella y por sus consecuencias, es reconocida como modelo y ejemplo de sacrificio en pos de nuestra argentinidad".
Debieron transcurrir más de 120 años para que en un primer acto de reconocimiento el almanaque oficial reconociera una de las más importantes gestas en las luchas por nuestra independencia.
Luego, casi 20 años después, la Vuelta de Obligado y Juan Manuel de Rosas se imprimen en el billete de 20 pesos de la moneda nacional.
Feriado nacional 
Pero tal como rezaba el lema de la Confederación Argentina, "Por la patria, la verdad siempre vence", a la gran epopeya de la Vuelta de Obligado le llegó un momento de alumbramiento histórico superior.
En una iniciativa que constituye un enorme reconocimiento, que rompe abruptamente con la tradición de la historia oficial de nuestro país, el gobierno nacional de Cristina Fernández de Kirchner, a través de un decreto de necesidad y urgencia que lleva el numero de 1584/2010 (que reordena los feriados calendarios) dispone la creación del 20 de Noviembre como día de la Soberanía Nacional y su declaración como feriado.

Nuestra mandataria, en el momento de presentar el proyecto, manifestó que "en 1845 se vivió un momento muy particular porque había un clima de confrontación y, sin embargo, hubo una gran unidad para enfrentar a las flotas inglesa y francesa en una gesta comandada a través del general Lucio Mansilla, allí en San Pedro, en donde estamos construyendo un monumento" indicó Cristina Fernández de Kirchner promoviendo la institucionalización del feriado del Día de la Soberanía.
Nuestro deber será velar para que así lo siga siendo. Por un triunfo definitivo de la verdad histórica. 
Notas:

(1) Giuseppe Garibaldi. (1807-1882). Considerado como el héroe máximo de la unificación y la independencia italiana incursionó en Sudamérica con una división de mercenarios denominada "La Legión Italiana". Estuvieron al servicio del gobierno de Montevideo. La historia liberal lo aclamó con el título de "El héroe de dos mundos", los diarios porteños de la época lo llamaron "el chacal de los tigres anglo franceses". Un verdadero pirata que entre otras "hazañas" cuenta con la de asaltar y saquear durante dos días a la ciudad de Gualeguaychú totalmente desguarnecida. En sus memorias Garibaldi escribió en forma de una absurda justificación que: "el pueblo de Gualeguaychú nos alentaba a la conquista por ser un verdadero emporio de riqueza, capaz de revestir a nuestros harapientos soldados y proveernos de arneses...". Su paso por nuestros pagos nada tiene que ver con la obra que realizó en Italia donde fue un verdadero patriota revolucionario de la causa italiana.
(2) El Paraguay, bajo la presidencia de Carlos Antonio López había firmado un tratado de alianza ofensiva defensiva con la provincia de Corrientes en rebeldía contra Rosas que, motivado en su proyecto de reconstruir el Virreinato del Río de la Plata no había reconocido la independencia de la nación guaraní, como tampoco la de Bolivia.

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