Quisiera que esto dure para siempre

Por Nicolás Tereschuk*
para Artepolítica
Publicado el 11 de marzo de 2013

Siempre me impresionó el ’55.
¿Por qué cayó Perón? ¿Cómo pudo caer luego de las enormes mejoras en el nivel de vida de los trabajadores durante su gobierno? Porque, si él cayó ¿qué nos queda al resto de los procesos políticos que surfeamos a los ponchazos la globalización, con economías mucho más abiertas y sociedades más complejas y fragmentadas socialmente  ¿Qué pasó en aquel momento? ¿No tenemos nada que aprender de aquello aunque ahora esté fuera del mazo de posibilidades un golpe de militar? ¿Dónde estaba el pueblo cuando Perón entró, solo y bajo una llovizna en la embajada de Paraguay en Buenos Aires? ¿Dónde va a estar el pueblo cuando nosotros “caigamos”?

En eso pienso cuando ahora busco algunas de las citas que más me impactaron del primer tomo de la monumental biografía de Perón, de Norberto Galasso:

  • “Vea, general, que cuando todo suena a Perón, ¡el que suena es Perón!” (el padre Hernán Benítez, de un diálogo en 1953).
  • “Perón no quería que hubiera capitanes, ni tenientes, ni sargentos, ni nada. Me lo dijo a mí en el ’45. ‘Estaremos la tropa y yo; la tropa y yo nos encontraremos a cada vuelta de la jornada’. Yo le dije: ‘Vea, no se olvide que en el ’18, Yrigoyen se quedó solo de golpe y lo salvaron ‘los remeros’, los cuadors partidarios. Usted necesita esos cuadros. Piénselo’. No me hizo caso”. (Jauretche, declaraciones de 1963).
  • “Recuerdo que una vez, en una reunión de ministros, Perón hizo una pregunta y yo los veo a los ministros que todos empiezan a pasarse la pelota, que nadie quiere dar su opinión: ‘¿Qué decís vos?’, le dice uno al otro, y ‘Usted, ¿qué dice?’ Y se siguen pasando la pelota, porque saben que Perón es un tipo rápido de imaginación, rapidísimo y que no aguanta mucho sin hablar, sin opinar. Entonces, Perón da su opinión. Es decir, han pasado los cinco minutos necesarios y Perón ya da su opinión. Entonces, uno lo mira al otro y le dice: ‘Fenómeno, pero te das cuenta cómo las vé todas, pero qué talento, qué genio, cómo la comprende’… ‘¡Qué hijos de puta!’, digo yo. Porque esta vez Peroń tenía razón en sus conclusiones, pero si no hubiera sido así, se hubiera equivocado, si la hubiera visto mal, igualmente hubieran dicho lo mismo… Los adulones son una cosa terrible porque destruyen, porque no ayudan, no informan y engañan” (Jauretche, Escritos inéditos)
  • “El que está en el gobierno necesita desenvolverse entre una legión de hombres buenos, capaces, desinteresados y honestos (…) Pero ocurre, con mucha frecuencia, que uno se encuentra rodeado por una legión de ‘alcahuetes’ que son todo lo contrario y otra legión más, de adulones, a los cuales es necesario tolerar porque en política hace falta universalizar todas las cosas, que la sectarización es un proceso de debilitación y la debilidad, en política, perjudica. Así que usted los necesita a todos: los buenos y los malos. De lo contrario se queda solamente con los buenos, que son muy poquitos (…) ¡Y en política, con poquitos no se hace nada! Cuando se hicieron todas esas designaciones y se pusieron esos nombres (…) bueno, a mí personalmente no me interesaban. Pero, ¿cómo iba a negárselo toda esa gente? Tendría usted que pelearse con un montón de hombres y mujeres, con medio mundo (…)”. (Testimonio de Perón).
  • “Ya en 1949, Manuel Ugarte -el gran latinomaericano- se ha apartado después de varios choques con la burocracia de la cancillería”. “Para la misma época, también Raúl Scalabrini Ortiz toma distancia del mundo político y se dedica a plantar álamos en Villa Paranacito, junto al río”. “Después de su renuncia a la presidencia del Banco de la Provincia de Buenos Aires -enero de 1950- también Arturo Jauretche se llama a silencio”. “También Juan José Hernández Arregui se enfrenta con silenciamientos y discriminaciones”. “Otro valiosísimo político e intelectual del movimiento que abandona temporariamente el movimiento político es John William Cooke (…) También Cooke señala el error de la afiliación compulsiva de los empleados públicos al PJ, así como el gravísimo perjuicio causado por la burocratización de los dirigentes” (Galasso pp. 613-615).
  • “Durante ese año 1953, la soledad de Juan se ahonda con motivo de varios fallecimientos ligados, en mayor o menor medida, al mundo de sus afectos (…) También los amigos escasean. Algunos de sus ministros son buenos técnicos, como Gómez Morales, aunque un tanto liberal… pero no más que buenos técnicos. (Ramón) Carrillo es la excepción, con el cual conversa siempre que puede. Y después, los otros… lo ha dicho últimamente, alcahuetes, burócratas, visitas que vienen a proponerle negocios o coimas…”. (Galasso pp. 638-39)
  • Elecciones del 25 de abril de 1954, para legisladores y vicepresidente. Partido Peronista 63,2%; UCR 31,6%. “El resultado electoral demuestra que a pesar de las dificultades vividas en los dos años últimos, las mayorías populares se definen a favor del partido gobernante, en porcentajes más o menos similares a los de la última elección, es decir, casi las dos terceras partes de la sociedad argentina”.
  • “Ese cansancio que lo domina es también soledad, ausencia de interlocutores con quienes abordar cuestiones complejas como estas. Esa burocracia que lo rodea, incapaz de generar ideas políticas, con un vuelo bajo que solo da respuestas administrativas”. (Galasso pp. 710)
  • “Ya en 1954, la caída del gobierno de Perón era para mí un hecho inevitable” (…) Las fallas fueron sustancialmente políticas y consistieron en la pérdida de colaboración de la masa; en una disciplina que no permitió jerarquizar valores y renunció a la colaboración y que fue degradando paulatinamente la calidad de las jefaturas adictas para convertirlas en una burocracia. En 1946, cada peronista se sentía un conductor de la historia, en 1955 era ya un espectador, un aburrido miembro del coro de aplaudidores, que concurría a los actos públicos no con la pasión del combatiente, sino con una mera preocupación ritual. Perón mismo lo comprendió. Su renuncia del mes de agosto (del 55) obedeció a esa comprensión. La gente creyó que era una comedia más, pero él -en el círculo íntimo- había explicado el sentido de la misma: ‘Creo que somos mayoría, pero tenemos enfrente a una minoría combativa y decidida. Si mi renuncia no provoca la reacción de los peronistas y los lleva a una actitud paralela, me iré de la Presidencia’”. (Jaureteche, en El Popular, año 1960).
  • “Sorpresivamente, el general Perón, poco después del mediodía del 19 de septiembre de 1955, ofreció la posibilidad de su renuncia para poner fin a la lucha que tenía un curso favorable al gobierno” (Américo Barrios).

  • “Me paseaba en la casa en la que había vivido diez años largos. En ella, el recuerdo de Evita estaba más vivo que yo (…) Sentí la soledad (…); alrededor de mí estaba el vacío absoluto (…) La tremenda palabra ‘exilio’ se había encerrado en mi cerebro y amenazaba con destrozarme” (Perón).
  • “Luego ordenó, solícito como siempre: -Por favor, prepáreme una valija con las cosas mínimas y algo de dinero (…) Quince minutos después subió al Cadillac Presidencial, envuelto en un impermeable con el sombrero y un maletín de mano”.
*Nicolás Tereschuk. Politólogo (UBA), Maestría en Sociologìa Económica (IDAES-UNSAM).

Fuente: artepolitica.com