Mentiras impiadosas

Por Jorge Rachid
para Sin Mordaza
Publicado el 5 de julio de 2018

El tema es que la mentira, cuando cobra luz su utilización perversa, es vivida por los pueblos como una violación al contrato político y social. No es sólo una defraudación, es el manoseo de la manipulación mediática y de la generación de odios direccionados, de espacios informativos vacíos, ya que el ocultamiento de la información es parte de la mentira.

Los niños y los borrachos siempre dicen la verdad y utilizan la mentira como juego fantástico en el caso de los chicos y delirio en los mayores alcohólicos.

En el poder, es una herramienta perversa.

La historia nos demuestra los casos emblemáticos de mentiras que intentaron ser instaladas como la que dio origen al fusilamiento de Dorrego por la “espada sin cabeza” de Lavalle, estimulado por Salvador María del Carril.

Ambos repudiados en el devenir.

También se proclamó que San Martín y Artigas eran “traidores a la Patria”, cuando afectaron los intereses portuarios, especuladores y estafadores de la oligarquía porteña de Alvear, Sarratea y Rivadavia.

Fueron emitidos Bandos de captura, como hoy a Correa, Lula o Cristina.

Son los mismos protagonistas, los dueños del poder establecido sobre la base del saqueo de los recursos naturales y la explotación del pueblo en función de sus intereses.

Así enarboló la mentira de un Federalismo traidor, Urquiza, frente al Chacho Peñaloza o Felipe Varela, quienes exigían luchar del lado paraguayo con Solano López y no con Mitre y la Triple Alianza infame, que mintió al pueblo.

La mentira pretende ser maquillada por los cientistas sociales del enemigo como la Post Verdad, como si una herramienta perversa pudiese ser tolerada por los pueblos pasivamente, como lo describieron con precisión Bauman o Chan en sus ensayos sobre el tema.

Mucho antes Jorge Bolívar lo expresó en su excelente libro Juegos y Estrategias de Dominación, donde la mentira flameaba como política.

Es lo que sucedió con Irigoyen o Perón, donde las campañas de denigración institucional y personales, como lo hicieron y lo hacen sobre Cristina u otros líderes latinoamericanos, en una estrategia continental imperial, apoyada en los medios cómplices, la Justicia adicta y corrupta, más un poder político entregado, sumiso, cipayo y colonial, dispuesto a cualquier maniobra ordenada por la Embajada de EEUU.

Entonces esta herramienta deja de ser una estrategia electoral, para convertirse en un arma letal para la democracia y las instituciones republicanas.

Se naturaliza su utilización desde las campañas electorales, sin beneficio de inventario, transformándola en una acción cotidiana de gobierno, que pretende esconder y enterrar la realidad, que más temprano que tarde, emerge.

El tema es que la mentira, cuando cobra luz su utilización perversa, es vivida por los pueblos como una violación al contrato político y social. No es sólo una defraudación, es el manoseo de la manipulación mediática y de la generación de odios direccionados, de espacios informativos vacíos, ya que el ocultamiento de la información es parte de la mentira.

Pero como la verdad sale a la luz por varias direcciones, desde lo cotidiano degradado de la calidad de vida, hasta las dificultades de trabajadores y jubilados en sus condiciones y remuneraciones, sometidos a salvajes e inhumanos ajustes en nombre de esas mentiras macro económicas estructuradas, desde la “herencia” hasta “lo peor ya pasó”.

Cuando se desnuda la realidad, estalla la violencia del conflicto social, que durante largo tiempo creyó en parte, toleró por otro lado, pero que al caerse la careta del relato, nadie quiere quedar como un ser pasivo ante semejante agresión sistemática, enarbolada por el enemigo, mientras se saquea el país, entrega sus riquezas y soberanía, mientras entretiene  al pueblo con persecuciones ridículas y fantasiosas a los opositores políticos, como lo hicieron con Perón, Irigoyen y antes con nuestros Padres Fundadores Patriotas y Federales.

No es gratis la mentira permanente, siempre termina en dolor.