Venezuela en la mira de Otto Reich y la mafia de Miami

Mariano Alvarez
Contraingerencia


Las organizaciones contrarrevolucionarias de Miami no dan tregua, sus ansias por destruir a la Revolución Cubana  es patológica. Y  Venezuela es un fuerte ingrediente de esa patología. Previo a las elecciones del 7 de octubre pasado concentraron todas sus esperanzas –como siempre y sin éxito- en el derrocamiento del ya hoy invencible Presidente-Comandante  Hugo Chávez.

Viendo que la victoria del 7-O era irreversible, apostaron todo entonces a las regionales para alcanzar y obtuvieron una nueva y significativa; solo tres gobernaciones quedaron en su poder; perdieron incluso el Zulia, otrora bastión opositor del prófugo y cobarde, Manuel Rosales.
Aplastados por esas derrotas y con el “rabo entre las piernas” comenzaron a (re)plantearse sus acciones de guerra sucia de la manera más sucia (valga la redundancia) que pudieran, ilusionados con un escenario en el cual el Presidente Chávez no estuviera.
Por eso no sorprenden las denuncias de Nicolás Maduro cuando acusa a oscuros personajes como Otto Reich y Roger Noriega de planear  atentados contra el candidato opositor Henrique Capriles. Viéndolo en perspectiva y asociado al estilo mafioso que los acompaña, no tienen muchas opciones, salvo jugar a la desestabilización del país, pues en las urnas no podrán derrotar al candidato del pueblo, Maduro.
La respuesta popular, la cohesión del pueblo alrededor del ideario bolivariano, resucitado por Chávez y el respaldo internacional,  no les dejan dudas  a la oposición que de momento y  por vías aceptables de la democracia burguesa  no tendrán  posibilidades de victoria.
Por tanto, es comprensible y previsible que las fuerzas de la derecha nacional e internacional (y en este “potaje” se incluyen todas,) apuesten a procesos desestabilizadores llámese paro petrolero,  Puente Llaguno, Golpe de estado, el llamado “soft power” y en fin armas y acciones de todo tipo, como los intentos de desabastecimiento de productos básicos  y hasta el asesinato político.
Aquellos que conforman las retrógradas fuerzas de la derecha tienen entrenamiento suficiente para articularse en pos de objetivos comunes. Cuando analizas y empatas cabos, aún conociéndolas, no deja de sorprenderte la manera en que se enlazan y aparecen en el escenario político, como si se estuvieran “encadenados” tras un mismo fin.
Par de meses atrás, finalizando enero, trascendió en la colonia cubana que en un evento desarrollado en México, auspiciado por la fundación alemana Konrad Adenauer  y organizado por Marcelino Miyares, contrarrevolucionario cubano Presidente del llamado Partido Demócrata Cristiano de Cuba, el tema Venezuela concitó la atención de los  participantes.
Los supuestos demócratas allí reunidos hicieron especial  énfasis en la necesidad de de que los opositores internos y externos a los Gobiernos de Cuba y Venezuela aunaran esfuerzos para restablecer la democracia en Venezuela, y juntos acabar de una vez con los procesos revolucionarios en ambos países.
Sin embargo, lo más interesante no está en la intención, sino lo que se discutió y acordó fuera de los paneles oficiales del evento en función de una concertación de las fuerzas opositoras en Venezuela con las de Miami. Para esto viajaron a Venezuela Juan Antonio Blanco,  del Instituto de Estudios cubanos de Miami,  quien daría la fachada académica a la concertación y  Francisco Javier Jara, secretario ejecutivo de la organización Demócrata Cristiana de América (ODCA).
Importante detalle que habla por sí solo: en todo el evento estuvo presente un funcionario de la Embajada norteamericana acreditada en el México, quien dedicó la mayor parte de su tiempo a conversaciones privadas con Miyares, Blanco y Javier Jara.
 Juan Antonio Blanco y Francisco Javier Jara, por encomienda de Miyares se habían reunido con Capriles y otros políticos de la oposición Venezolana para negociar los detalles de la referida estrategia financiada por  Konrad Adenauer y la ODCA, con el apoyo del gobierno de  Estados Unidos. Capriles habría aceptado el plan, se dijo.
Se trata de  maniobras  políticas  dirigidas a dar la impresión de grandes fuerzas unidas, capaces de derrocar gobiernos, con el afán  de confundir  e impresionar  en los sectores políticos, y  por supuesto buscar resonancia mediática en el ámbito internacional.
Sin embargo, no fueron solo alianzas  políticas,   trascendió que para el caso de Venezuela, mucho más vulnerable en sus fronteras, no se descartó potenciar conflictos  violentos (incluso mediante planes de asesinatos) que provocaran victimas civiles,  y  otras provocaciones de tal naturaleza que condujeran a  situaciones incontrolables, que atrajeran la atención internacional y eventualmente una ocupación del país desde las muchas bases y enclaves menores que tiene el ejército norteamericano en la región.
Es muy fértil el pensamiento  ultra conservador  de Miami. Lo peor es que cuentan con el respaldo de fuertes grupos de poder que no darían tan gentilmente la cara, pero que estarían apoyando cualquier iniciativa con dinero de grupos económicos muy fuertes que respaldan a la derecha internacional.
No debemos obviar, que para estos grupos de gran poder económico, el petróleo venezolano es muy apetecido y no hay nada que acelere más las emociones y los malos instintos que los sentimientos de frustración y  eso es lo que hoy debe estar sintiendo la derecha venezolana y sus aliados en el exterior.
En lo adelante los venezolanos deberán tener ojo avisor, porque no solo Capriles puede ser el objeto que se tome para una mayúscula provocación, también los líderes bolivarianos deben estar atentos.
Todavía no han  logrado descabezar el chavismo y eso sin duda será un objetivo en lo adelante.
No olvidar que para estos grupos de gran poder económico, el petróleo es muy apetecido y Venezuela tiene bastante.