Dentro de la DAIA funcionaba el Mossad / La sanata de García Moritán / Santoro se convierte en vocero de Stiuso
El vicecanciller (y fugador serial de capitales)
Roberto García Moritán miente descaradamente cuando dice que el objetivo
“oculto, verdadero y espurio” del acuerdo que firmó el anterior gobierno con el
de Irán era el levantamiento de las “notas rojas” sobre los altos funcionarios
iraníes a los que el fiscal Alberto Nisman acusó de haber instigado el ataque a
la AMIA. García Moritan hizo su presentación ante el inicuo juez Claudio
Bonadío, el primero en la servilleta de su padrino, el encubridor Carlos Corach.
García Moritán se presentó a declarar como testigo contra el ex canciller
Timerman por “traición a la Patria”, según difundieron en TN un alevoso
operativo mediático como “impactante novedad” dos lugartenientes de Jorge
Lanata, el principal ariete de Héctor Magnetto: Nicolás Wiñazki y Luciana
Geuna.
Pero al denunciador García Moritán se le chispotearon feo las fechas y las situaciones, lo que hizo fracasar la maniobra.
Y es que García Moritán
declaró que en Francia y “en 2007 la delegación iraní concentró su
atención sobre el levantamiento de las circulares rojas y le preguntó al
director de Interpol, Ronald Noble, sobre los mecanismos para que ello
ocurriera. (Noble) contestó que existían dos (2) formas: una pedida por el juez
de la causa y otra a través de un acuerdo de partes”.
Pero la reunión que tuvo
lugar en 2007 donde habría ocurrido dicha consulta, no fue en Francia, sino en Marrakesh
(Marruecos) cuando se realizó la 76º Asamblea General de Interpol, en la cual
se dirimió el litigio entre las oficinas de la organización en Argentina e
Irán, generado por el reclamo de ésta última para que no se
aplicaran “las notas rojas” creadas a partir de los pedidos de captura a ocho
(8) acusados iraníes un (1) libanés hechos a solicitud de Nisman por el juez
Rodolfo Canicoba Corral.
Un comunicado de
Interpol con el título “La Asamblea General de INTERPOL confirma la decisión del Comité
Ejecutivo sobre el litigio por las notificaciones rojas relacionadas con el
caso AMIA” lo explicitó el 7 de septiembre de 2007.
En la sede central de Interpol,
en la ciudad de Lyon, Francia, hubo una reunión de una delegación argentina y
una iraní por el ataque a la AMIA, pero no fue en 2007 sino mucho después, en
marzo de 2010, cuando el chantapufi de García Moritán hacía mucho que
había sido había sido expurgado de la Cancillería. Esa reunión se produjo
gracias a “una gestión de buenos oficios” del jefe de Interpol, Ronald Noble,
que seguiría haciendo gestiones similares, las que terminarían fructificando
con el acuerdo de 2013.
Aquella gestión inicial
de Noble fracasó por la intemperancia de Nisman (ver comunicado de Interpol del
3 de septiembre de 2009: “El Jefe de INTERPOL propone una vía para desbloquear la
investigación sobre el atentado terrorista contra la AMIA“).
.
Por
lo tanto ni en “la gestión de buenos oficios” de 2009, ni en el acuerdo de
2013, estuvo sobre el tapete y en consideración el status de las “notas rojas”
ni nadie pidió sus caídas, ¡Ni siquiera los iraníes!.
Esto lo dejó claro la
nota oficial de Interpol de enero de 2013, que mostró Timerman en el mismo
programa de TN. En ella Interpol dejó constancia de su apoyo
irrestricto al acuerdo. Como si hiciera falta, luego lo confirmó el propio
Noble a requisitoria de Página/12, que lo publicó el domingo 18 de enero con un título lapidario, un
textual de Noble: “Lo que dice Nisman es falso”.
.Nisman
entró a esa nota en el sitio de Página/12 desde su compu en la aciga mañana del
domingo 18 de enero de 2015. También entró a La Nación. Si tenía alguna duda
acerca de qué tenía que hacer, debió habérsele disipado.
La
actitud de Noble era harto previsible, no sólo porque fue coherente con sus
gestiones anteriores, sino también porque estaba enfadado con Nisman desde que
2009 las había hecho fracasar.
SS
Vs. CIA
Por
otra parte, Noble proviene del relativamente pequeño Secret Service de los
Estados Unidos, encargado de la seguridad del Presidente, su familia, la Casa
Blanca y las demás sedes y ranchos presidenciales, y por último -aunque no de
menor importancia- de custodiar la impresión y distribución de dólares.
La
rivalidad y celos entre el SS y la CIA son proverbiales. Entre otros motivos
porque la CIA se la pasa tratando de infiltrar a sus hombres en las filas del
SS.
Noble
consideraba con toda razón que Nisman era un colaborador voluntario de la CIA,
que lo retribuía de distintas maneras.
Para quienes se
interesan en la verdad de los hechos, las mentiras de Nisman y García Moritán
se volvieron diáfanas a partir de la información clave que reveló Cristina
Fernández de Kirchner el 28 de septiembre del año pasado acerca del principal
motivo del acuerdo con Irán. Que no fue para intercambiar la caída de las
“notas rojas” de Interpol por petróleo y otros negocios, como inventó Nisman
bajo el influjo del Mossad y la CIA, sino porque en 2010, luego del fracaso de
las gestiones de Noble, el presidente Obama envió a su principal asesor en
temas de proliferación nuclear y negociaciones con Irán, Gary Samore, quien le
pidió a CFK que Argentina negociará con Irán “porque ellos ya lo estaban
haciendo en secreto” y lo necesitaban. Para que nadie pudiera dudar de la
veracidad de sus dichos, CFK hizo esta revelación en Nueva York (ver los
primeros 10 minutos C5N
– Minuto Uno: Entrevista exclusiva con Cristina Kirchner“, Nadie la
desmintió.
Salman, Salomón, Salamín
Últimamente
se está tratando de revivir el fantasma de un tal Salman El Reda, al que hasta
ahora se suponía que se llamaba José o Samuel y que era un colombiano
convertido al Islam, con mucha actividad en la triple frontera. Se decía que
Salman El Reda era el marido de una tal Silvina Saín, hermana de Karina, quien
habría sido la secretaria del ex agregado cultural iraní Moshen Rabbani. La
Corte Suprema pidió la captura delo fantasmagórico Salman considerándolo
(siempre en base a informes del Mossad, aportados por el diligente triple
agente Antonio Horacio Stiusso) el cerebro del bombazo a la Embajada de Israel,
y más tarde hizo lo propio el fiscal Nisman, aunque cambiando el nombre de
Salman por el de Salomón (¿Salman, Salomón y Schlomo no son acaso un mismo
nombre?) en relación a los bombazos contra la DAIA-AMIA. Hete aquí que ahora se
habría descubierto que Salomón El Reda no existe (tampoco como José y Samuel)
aunque si habría alguien que habría sacado un documento colombiano con ese o
aquel nombre. ¿Se entiende? Se dice sin explicar por qué, que éste N.N. sería
libanés y que acaso pueda identificárselo a partir de las huellas digitales que
dejó en dicho trámite. Otras fuentes adelantan que hay muchos hermanos El
Reda libaneses y que varios de ellos, acaso la mayoría, serían miembros de
Hezbolá.
Raúl
Kollmann adelanta ahora que el Fiscal General del Líbano tras corroborar que
Salomón El Reda no existe (o que no fue el autor de ningún atentado, que eso no
queda claro) aportó la identidad de quien se habría hecho pasar en Colombia por
tal, identidad que por el momento se mantiene en secreto. Lo cual es insólito…
excepto que ahora se descubra que el aparecido sigue siendo marido de la
hermana de la que fuera secretaria de Rabbani. Algo bastante raro porque de
esta manera el aparecido habreía sido sucesivamente antes Samuel, José, Salman
y Salomón El Reda. ¿O es que se trató de diferentes personas? En determinada
circunstancias el Islam permite la poligamia, pero hasta ahora se creía
que eso corría solo para los varones, no para las mujeres.
Todo
esto es un macanazo muy antiguo (excede largamente las dos décadas) con el que
se nos quiere “marear la perdiz”, como dicen los españoles. Sucede que como las
relaciones y alianzas de los Estados Unidos están mudando desde privilegiar a
Arabia Saudita (a quien ahora los familiares de los alrededor de tres mil
muertos del 11-S demandaran gracias a una ley que acaba de aprobar el Congreso
de los EEUU tras rechazar el veto del presidente Obama) a privilegiar las que
se están reanudando con Irán, acérrimo rival de Riad, a la CIA le resulta
imprescindible encontrar un chivo expiatorio que deje de lado a los iraníes
acusados por Nisman y Canicoba Corral. Lo práctico y útil es pues encontrar una
manera de reflotar una “pista siria” que sin pasar por Carlos Menem y su
familia política, vaya derecho hasta el finado Hafez al Assad y, si es posible
hasta su hijo Bachar, cuya caída es el objetivo del Departamento de Estado. Y
para eso la vía adecuada es materializar un supuesto culpable de Hezbolá, ya
que el “Partido de Dios” combate en Siria a la par con el Ejército Árabe Sirio
de Assad y con el respaldo de Rusia.
Santoro
ha pasado a Kollmann a segundo plano
Habíamos
prometido hace ya casi dos semanas ajustar cuentas con Raúl Kollmann, que
pretende que si el ADN de un pedacito de carne sanguinolenta que se ha habría
encontrado en la morgue en un tacho en medio de restos de chapa y revoque
provenientes de la voladura de la AMIA no se corresponde con el de las 85
víctimas, eso sería prueba irrefutable de la existencia de un chofer suicida de
la Trafic-bomba que jamás existió.
Al
parecer, él ya sabe que el ADN de esos restos no coincide con la de los 85
muertos. Lo cierto es que especula con que pudieron ser más, y llega a una
conclusión traída de los pelos. Escribe que:
“Tres
laboratorios están trabajando lo encontrado, buscando, por ejemplo, si ahí hay
restos de León Knorpel, una víctima del atentado de la que nunca se encontró el
cuerpo. Pero lo más trascendente es que se va a comparar el ADN de todo ese
material, supuestamente encontrado en el frente de la AMIA, en la parte
izquierda, con el de las víctimas. Si aparece alguien cuya identidad genética
no se compadece con los fallecidos en el ataque, será una evidencia de la
existencia de un suicida.”
Como
si la CIA y el Mossad no estuvieran en condiciones de introducir entre esos
restos olvidados durante 22 años los de alguien que no haya muerto en el
atentado.
Dejaré
esta crítica a los escritos de Kollmann referidos a la voladura de la mutual
judía –si es que tengo tiempo- para alguno de estos días. Y es que, al lado de
Daniel Santoro (premio Rey de España, en honor al rey emético mata-elefantes) y
su imparable descenso al fondo de las cloacas, Kollmann, al menos desde la
muerte de Nisman, es Gardel. Desde entonces, su cobertura de los
acontecimientos (en su mayoría desatados por quienes pretenden que el fiscal
fuera asesinado por un comando mixto venezolano-iraní entrenado en Cuba que
habría accedido al baño del departamento de Nisman y logrado esfumarse sin
dejar rastros…¿acaso por el inodoro?) es muy buena. Hasta el punto que por
momentos hace olvidar cuán importante fue su contribución en mantener en pie
contra viento y marea la piedra basal del encubrimiento: la supuesta existencia
de una Trafic-bomba conducida por un kamikaze libanés de Hezbolá teledirigido
directa o indirectamente por los protervos ayatolás de Teherán.
Lo
de Santoro rompe todos los límites si es que tiene alguno. Afirma cualquier
cosa porque está al servicio de Stiuso, que como analista político no se
caracteriza por su ductilidad. Stiuso, como se recordará, le armó a Santoro una
causa acusándolo de espiar para Rusia.Lo que hizo que durante meses la Embajada
de Estados Unidos le negara la visa. Desde entonces, parece tenerlo agarrado de
las criadillas.
La
“MIS” que funcionaba dentro de la DAIA
Un
ex empleado de la DAIA declaró ante el juez Julián Ercolini que en las oficinas
que aquella tenía en el edificio de la AMIA entraban y salían hombres por lo
general jóvenes que no se identificaban, que tenían su lugar de reunión en una
de las oficinas y que era vox populi entre recepcionistas y empleados que eran
de los servicios israelíes o estaban al servicio de ellos.
En
la página 58 de mi libro “El Atentado. Quienes son los autores y por qué no
están presos” (Planeta, 1997) consigne que un domingo de abril de 1995,
tres miembros del equipo de cuatro que conformábamos (a pesar de la orden de
Israel a la DAIA y a la AMIA de cesar la investigación la seguimos haciendo por
las nuestras mientras nos revinculábamos con la AMIA a través de su abogado)
“fueron a hurgar entre los escombros depositados en la Ciudad Universitaria” en
el lugar dónde hoy se encuentra el Parque de la Memoria, “atraídos por las
denuncias de que gran cantidad de libros y documentos estaban siendo saqueados
allí ante la impasibilidad policial. Entre otros papeles sin importancia
encontraron una carpeta plástica que encerraba páginas deformes por el sol y la
lluvia pero todavía perfectamente legibles. Se referían a tres “oficinas”, de
compilación; de análisis e investigación, y de archivo” de la que a todas luces
debía provenir la carpeta hallada.
“Es
evidente que las tres oficinas funcionaban en dependencias de la DAIA y
dependían tanto de ella como de ‘La Mis’ que suponemos quiere decir ‘Misión
israelí’”, consigné en el libro. Y agregué que era evidente que la carpeta era
“un documento liminar o constitutivo de un grupo de inteligencia”, y que su
atenta lectura surgía “que su objeto de análisis no eran los nazis del pasado”,
como había balbuceado uno de los dirgentes comunitarios consultados; que
dependía de “la Universidad de Tel-Aviv” e, in situ, del director ejecutivo de
la DAIA, Alfredo Neuburger.
Por
fin, transcribí el documento hallado a lo largo de cuatro páginas.
“Si
‘Mis’ quiere decir ‘Misión israelí’, puede suponer que ésta estuvo compuesta
por agentes del Mossad, impresión que se robustece al ver que se habla de la
“Universidad de Tel-Aviv” ciudad donde tiene su sede el espionaje israelí” y,
sobre todo, porque para la “oficina de análisis e investigación” no se
formulaban requerimientos y cualificaciones del personal a contratar, como se
hacía con quienes habrían de desempeñarse en las otras oficinas.
El
amarillento dossier describía las funciones de la Oficina de Análisis e
Investigación así: 1) Análisis de las informaciones recibidas de todas las
fuentes; Guía y control de la búsqueda de la oficina de compilación de DAIA; 3)
Solicita y confecciona interrogatorios para la gente de campo y fuentes vivas
(Mis); Archivo de información cerrada en el sistema de la Mis; Tareas propias
en cuanto hacen al manejo interno de la Mis (enseñanza, reclutamiento, etc.);
6) Confección semanal de un resumen de información abierta para ser repartido
entre quienes corresponda; 7) Confección de un informe con análisis de
situación mensual para ser remitido a quien corresponda; 8) Confección de
informes y análisis sobre temas puntuales; 9) Asistencia continua en cuanto a
información se refiere al director ejecutivo de DAIA; 10) Responsable del
contacto con la Universidad de Tel Aviv.
La
razón por la que no se buscaría contratar a este personal haciendo un “casting”
luego de publicar un aviso, estaba en que cinco de ellos (el restante sería una
secretaria) tenían que haber hecho cursos con “La Mis”. El analista jefe y sus
dos colaboradores directos, especificaba el documento, debían contar con “un
alto nivel intelectual (…) haber pasado cursos de información en la Mis y
haberse especializado en análisis dentro de ella” habiendo aprobado “el curso
de Análisis avanzado”, tener conocimientos de computación y “alguno de ellos
tendría que poseer conocimientos de lenguas extranjeras, preferentemente
árabe”.
Por
esa, ya dije, época retomamos el contacto con la AMIA a través de su abogado,
Luis Dobniewski. Le propusimos trabajar para él (no había otra manera de
acceder al expediente); aceptó y comenzamos a recibir un pago mensual de la
mutual.
En
estas condiciones pero mucho después, a fines de 1996. me reuní con Alfredo
Neuburger en su oficina de la DAIA, le conté lo que habíamos descubierto entre
los escombros y le pregunté a bocajarro si tenía inconvenientes en que
incluyera el hallazgo y transcribiera el documento en el libro que estaba
preparando.
Neuburger,
impertérrito, “se limitó a señalar que analizar las actividades de los
antisemitas es una de las funciones específicas de la DAIA, y que “el más
elemental de los sentidos comunes indica que el objetivo prioritario de los
terroristas fue la DAIA y no la AMIA”.
El
libro se publicó en vísperas del tercer aniversario del atentado. Aclaraba
desde la contratapa que era producto de una investigación solventada por la
propia AMIA. Recibí un ejemplar estando en Washington, en casa de Jorge Taiana,
que era entonces el representante argentino en la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos de la OEA. Regresé presuroso para participar en “Hora Clave”,
el programa de Mariano Grondona, en un encuentro arreglado por la editorial
Planeta para promocionar el libro. También estaba invitado Ruben Beraja que al
día siguiente sería estruendosamente silbado en el acto realizado en la calle
Pasteur. Fue evidente que Grondona y Beraja estaban de acuerdo en descargar
culpas sobre el “fundamentalismo islámico”. Cerré el programa interrumpiendo a
Grondona para decir que dios no había tenido nada que ver y que no había que
mentar su nombre en vano; que se había tratado de un atentado mafioso.
Sentía
que si no lo decía me iba a infartar. A mi regreso de Estados Unidos me había
encontrado no con uno, sino con tres telegramas de la DAIA firmados por
Neuburger acusándome de “antisemita”.
El
abogado Pablo Jacoby (recientemente fallecido), a quien había conocido a través
de Dobniewski y que pronto me defendería, me aconsejó que en cuanto algún medio
me entrevistara, dijera con toda claridad que si la DAIA seguía acosándome, me
consagraría a describir todas y cada una de las maniobras de obstaculización de
las investigaciones en que había incurrido. Santo remedio: ni Neuburger ni la
DAIA volvieron a molestarme.
Fuente: pajarorojo.com.ar
Fuente: pajarorojo.com.ar