Entrevista a Norberto Galasso, autor de La compañera Evita

Juan Pablo Cinelli
Tiempo Argentino


"Desde muy chica, Evita sentía indignación frente a la pobreza"


En esta nueva biografía, el renombrado historiador repasa la vida de Eva Perón: su infancia en Los Toldos y Junín, su crecimiento artístico y ascenso político, y su desaparición temprana, en el momento de su máximo esplendor.

A una semana de cumplirse el 60º aniversario de la muerte de Eva Perón, no son pocos los libros que acaban de editarse que trabajan sobre distintos aspectos de una de las figuras políticas más destacadas de la historia argentina. Entre esos trabajos se cuenta La compañera Evita, del historiador Norberto Galasso, que intenta abarcar de manera biográfica la vida de la mujer que tanto fuera rebautizada como “abanderada de los humildes” o como “yegua”, dependiendo de que quien la mencionara simpatizara con ella o la aborreciera. Justamente la historia ha ido poniendo las cosas en su lugar.


Galasso, quien no se considera peronista sino un hombre de izquierda, traza su relato biográfico sin desatender la infancia, la adolescencia y la juventud de Eva, momentos en los que su vocación artística aún no le había hecho lugar a la mujer que marcaría la historia del movimiento obrero de su país, pero que ya mostraba indicios de su interés por las problemáticas sociales. “Se trata de una vida apasionante que viene de una niñez marcada sobre todo por tres datos importantes, tres limitaciones para su época: ser pobre, mujer e hija adulterina”, afirma Galasso. “Desde ahí se convertirá en una de las mujeres más poderosas de la Argentina, un camino duro que no le ahorró humillaciones”, completa el autor.



–A esta altura de la historia argentina, ¿es posible intentar entender a Eva Perón sin conocer esta etapa previa a su vida política?

–No, porque desde muy chica sentía indignación frente a la pobreza. Decía que cuando era chica pensaba que era natural que hubiera ricos y pobres, pero que alguien le dijo una vez (un obrero ferroviario) que había pobres porque había ricos. Es decir, que el germen de esa Evita ya estaba presente entonces.

–Es decir que su participación política es más de orden visceral e intuitivo, que de formación clásica como cuadro político.

–Yo transcribo un análisis que hace Rubén Dri. Dice que ella ni siquiera lee los clásicos socialistas, ni formula una consustanciación con la teoría de la lucha de clases, pero que en los hechos adopta una posición por la justicia social. Dirá que la raza de los oligarcas debe desaparecer y que en la Tierra hay explotadores y explotados. Es decir, está claramente alineada en una posición que puede ser llamada socialista, que proviene de su experiencia de vida. Por eso acaba convertida en el nexo entre Perón y los trabajadores. 

–¿No puede pensarse que había en ella algo de resentimiento o revanchismo?

–Pero es lo mismo que si dijéramos que Marx era un resentido: todos los revolucionarios son transgresores, están en contra del orden constituido. En tal caso, habría que ver lo que dirían los psicoanalistas si analizaran a cada uno de los revolucionarios del mundo. En el caso de Evita hay una decisión de ponerse del lado de los obreros en el conflicto social. 

–Siendo ella un nexo entre Perón y los trabajadores, ¿qué influencia tuvo su muerte en el destino del segundo gobierno?

–Influyó, pero no fue determinante como dicen muchos que nunca fueron peronistas (aunque yo tampoco lo soy), que se dedicaron a idealizar a Evita como revolucionaria y a Perón como soldado fascista. Lo ha dicho David Viñas, también Sebrelli. Pero más allá de esta apreciación falsa, la muerte de Evita coincide con un deterioro de la situación económica, por los efectos que va teniendo el Plan Marshall que deja a la Argentina bastante descolocada. El problema fundamental que encuentra Perón tras la muerte de Eva es su necesidad de alguien que lo siga proveyendo de información precisa del mundo del trabajo, porque él no podía estar en la Casa de Gobierno y en el Ministerio de Trabajo al mismo tiempo. 

–¿Qué cree que aporta su libro?

–Tal vez no haya una novedad, pero sí una interpretación que no es la común. Según creo, la gente del Frente Obrero (el sector de la Izquierda que apoyó a Perón en el ’45) hace una caracterización correcta del peronismo, como un movimiento obrero amplio, policlasista y nacional, donde el líder expresa a diferentes sectores sociales. Dentro de esa tradición ubicamos a Evita como puente de Perón con los trabajadores, es decir la interpretación contraria al fanatismo de cierta derecha peronista que la sacraliza hasta casi convertirla en una santa. No estoy de acuerdo con eso ni con aquello otro de que Evita representa la izquierda del movimiento y Perón a la derecha. Evita no estaba en condiciones ni tenía intención de crear un partido a la izquierda de Perón. Ella era fanática incondicional de Perón, lo dice en cada uno de sus discursos, que eran de adoración.