"El que tiene plata hace lo que quiere"

Aldo Ferrer
Diario BAE [x]

El título se refiere a un dicho popular que tiene considerable validez en la política y en las relaciones económicas internacionales. Para un país, respecto del resto del mundo, “tener plata” significa contar con superávit en la cuenta corriente del balance de pagos, sólidas reserva internacionales y niveles de deuda pagables con recursos propios. De fronteras para dentro,  implica que el Estado tiene superávit primario en el presupuesto y se financia sin apelar al Banco Central, cuando existen condiciones de pleno empleo.

En tales condiciones, un país puede sostener su soberanía sin depender de las “condicionalidades” de los acreedores y el FMI. A su vez, el Estado de ese país cuenta con la capacidad de ejecutar políticas públicas, aun a disgusto de los grupos del poder  económico y mediático concentrado.
Puede agregarse que el país que “tiene plata”, también cuenta con estabilidad de precios y buenas expectativas estimuladoras del ahorro, la inversión y el crecimiento.
También es cierto que “con la plata no alcanza”, porque hay países donde sobra, como son los exportadores de petróleo del Medio Oriente, en donde prevalece el atraso, el despilfarro, la desigualdad social y la falta de democracia.
Después de la crisis terminal de principios de la última década, porque acumulamos y “tuvimos plata”, Argentina resolvió el problema de la deuda externa. Recuperó la capacidad de autofinanciamiento necesaria para ejecutar una política económica no subordinada a los criterios de los mercados financieros y de los centros de poder internacional. Contó, en consecuencia, con la “plata necesaria” para ocupar una posición negociadora sólida en el escenario internacional.
Decisiones de reivindicación de soberanía y  fortalecimiento de la capacidad financiera del Estado nacional, como fueron la reestructuración de la deuda sin acudir al FMI ni el mercado financiero internacional, la nacionalización de YPF y  del sistema previsional, provocaron críticas en medios internacionales, en los cuales, sigue prevaleciendo la visión neoliberal. Pero se trata de opiniones intrascendentes para un país que está parado en sus propios recursos, es decir, que “tiene la plata” necesaria para ejercer su soberanía. En el peor de los casos, la crítica termina en contenciosos dirimidos en organismos internacionales, como sucede todo el tiempo en todas partes. Para el país que “tiene plata”, “los de afuera son de palo”, como dijo el Gran Capitán del equipo uruguayo, Obdulio Varela, en la célebre final de la Copa del Mundo de 1950, en el Maracaná.
En resumen, tanto desde la perspectiva del orden mundial global como de la histórica, la Argentina contemporánea, si “tiene plata”, cuenta con las fortalezas necesarias para consolidar la construcción de su propio destino, desplegar su potencial económico y elevar la calidad de vida de sus habitantes. En momentos en que el país vuelve a debatir su rumbo en la arena de la puja política inherente a la democracia, es conveniente recordar los elementos que hacen a sus fortalezas. Conviene descartar las imágenes de abismos inevitables, ninguno de los cuales amenaza el futuro previsible. Confiando en el enorme potencial económico y la riqueza de nuestra cultura y “ganando plata”, debemos sustentar el debate político en torno de las cuestiones fundamentales que hacen a la construcción del país posible. Surgen así cuestiones fundamentales.  A saber, el fortalecimiento de la soberanía sobre la base de sólidos equilibrios macroeconómicos, que ratifiquen la capacidad de vivir con lo nuestro, abiertos al mundo y, en gran medida, al espacio sudamericano. Éstas son condiciones necesarias de la transformación productiva, la formación de un sistema industrial integrado y abierto, el empleo de calidad a crecientes niveles de productividad, la inclusión social y el pleno desarrollo de todo el inmenso espacio argentino.
Cuando “la plata no alcanza”, como sucede actualmente con el dólar y el gasto público, es indispensable gastarla con prudencia  y ganar más a través de la competitividad de la producción argentina, la mejora de la calidad del gasto y la atracción de “la plata”, es decir, los dólares, de residentes argentinos, que están fuera del circuito productivo (en el “colchón” o el exterior). La Argentina está hoy en mejores condiciones que en el pasado para “tener la plata” que le hace falta para su desarrollo.
“Plata” fundada en el trabajo y el ahorro argentinos porque sería fatal buscarla con deuda. En tal caso, el día de mañana, la propia plata que tengamos y, al mismo país, lo administrarían desde afuera. Ésta fue, en tiempos de la última crisis, la propuesta de la banca off shore, según la cual, los bancos locales serían meros recaudadores de fondos que serían administrados desde el exterior. El crédito eterno es útil cuando no hace falta, cuando complementa los recursos propios para ampliar la capacidad productiva y no para cerrar agujeros.
La estrategia de los enemigos del Estado y de su capacidad de afectar sus intereses, consiste en que, ni el país ni el Estado, “tengan plata”. Es la forma más eficaz de subordinarlos a los centros de poder internacional y atarle las manos al Estado para que no cometa “disparates”. En sentido contrario, la estrategia nacional consiste en “tener Plata”, es decir, contar con sólidos equilibrios macroeconómicos. Los mismos que viabilizan la transformación, convocan a la empresa privada al gran desafío del desarrollo e impulsan el empleo y la inclusión social.