67º Asamblea General de Naciones Unidas: Día Uno. Unasur presente

Guillermo Maessen 
APAS

El bloque latinoamericano se posicionó en el contexto internacional a través de las palabras de las presidentas de Brasil, Dilma Rousseff, y de Argentina, Cristina Fernández. También se expresaron ante el pleno el mandatario de la República Dominicana, Danilo Medina; y de Honduras, Porfirio Lobo.

Apertura de la Asamblea de la ONU a cargo de la presidenta Dilma Rousseff

La primera jornada de la Asamblea tuvo como protagonistas excluyentes a los referentes latinoamericanos que, lejos de ubicarse desde demandas particulares, remarcaron la necesidad de mantener en agenda temas centrales como el bloqueo a Cuba y la ocupación británica en Malvinas. Postularon el camino de la integración, la democracia, la independencia económica y el respeto a la diplomacia como mecanismo resolutorio de conflictos. 

Desde esa perspectiva, la región se posiciona en relación a los ejes propuestos por el organismo para el encuentro: la paz y el cumplimiento de los objetivos del Milenio. 

La presidenta Dilma Rousseff, en el tradicional discurso inaugural de la Asamblea; elevó la voz de la Unión de Naciones del Sur (Unasur). Su proyección sobre los países centroamericanos deja de manifiesto la dinámica y la importancia que toma la región a nivel internacional. 

En otras palabras, puede interpretarse que desde la Unasur se convocó a los países del mundo a seguir un camino integracionista. Se interpeló a los países que continúan aislados en el bilateralismo asimétrico y hegemónico –propuesta básica de Estados Unidos- bajo el signo de la globalización. La intervención de la líder brasileña se consustanció y complementó con las de su par argentina, Cristina Fernández. Como estaba previsto -y adelantamos en esta edición especial- apelaron a la revisión de las estructuras vigentes, de las formas concéntricas de integración que siguen el ejemplo de la Unión Europea (UE) con eje y beneficio, casi excluyente, para Alemania y los países ricos del viejo continente en crisis.

La revisión requerida desde estas latitudes alcanza la propia estructura de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). La posición latinoamericana se expresó sobre los más altos principios del organismo y llenó de contenido el desarrollo conceptual de la Asamblea, de manera sobresaliente comparado con la participación estadounidense. 

Frente a la crisis de Medio Oriente y África se expresó una demanda regional para que se redoblen los esfuerzos en función de jerarquizar la dimensión diplomática –política- como herramienta para la paz. Desde otro lugar, el presidente estadounidense, Barak Obama -paradójicamente premio Nobel de la Paz-, utilizó el púlpito de la Asamblea para prometer castigo a quines se opongan a los intereses de su país.

En este sentido, democracia e integración son principios inseparables para el bloque latinoamericano. La democracia es entendida como origen y consecuencia de la búsqueda de la inclusión y participación de las mayorías diversas por sobre los intereses de las minorías dominantes; un ejercicio que vienen desarrollando los denominados populismo latinoamericanos. 

Nuestros países tienen la experiencia de haber sido el conejillo de indias del modelo liberal: venimos del estallido de democracias formales y políticas excluyentes. Desde allí Latinoamérica eleva su voz y exhibe su presente de democracia popular, con desarrollo económico endógeno y asociado desde el multilateralismo internacional. 

A partir de esa relación entre pasado y presente cobran relevancia las palabras de la presidenta argentina Cristina Fernández frente a las amenazas del Fondo Monetario Internacional (FMI): “Nuestro país no es un equipo de fútbol”. Se trató de una respuesta firme en la medida que enfrentó a uno de los principales organismos responsables de la profundización del modelo neoliberal en la década de 1990. 

Es una actitud absurda y paradojal, el FMI -que presionó a los países en desarrollo a endeudarse y sentenció a las grandes mayorías de sus poblaciones a la pobreza- orienta la administración de la crisis y amenaza a quienes osen desoir sus recetas. En el mismo momento en que se debate el cumplimiento de los Objetivos de desarrollo e inclusión social del Milenio, pretende deslegitimar a los modelos que por fuera de su influencia, u en oposición a la misma, logran sobreponerse a la crisis internacional e incluso avanzan en un esquema de crecimiento con inclusión social. 

En la misma dirección, fue clave la participación del flamante Presidente de República Dominicana, Danilo Medina. El mandatario centroamericano instó a continuar enfocados en el problema de la pobreza y criticó los sistemas de medición de la misma ONU. Lo hizo, más aún, haciendo hincapié sobre la centralidad y vigencia de la temática. 

Los países centroamericanos debaten la histórica influencia norteamericana en la zona, Los países cercanos al ecuador se ven, cada día, más representados por la agenda de la Unasur. 

Porfirio Lobo llegó a la Asamblea con una carga sobre sus espaldas: la ilegitimidad de representar a un gobierno surgido de un golpe de Estado. El mandatario hondureño hizo referencia a la política exterior conjunta de los países de la región que ha dado como resultado la apertura de un nuevo proceso de paz entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia y el gobierno colombiano basado en el reconocimiento y la garantía de los países hermanos. Fue, en ese marco, un intento de legitimarse ante la condena de los países de la Unasur por la ilegalidad que subyace en el origen de su mandato.

En síntesis, la Unasur se hizo presente en 67º Asamblea de la Organización de las Naciones Unidas; incluso se puede afirmar que mostró un camino que se prueba y comprueba en los países populistas latinoamericanos. Con propuestas originales y novedosas mostraron una alternativa para establecer un nuevo orden que haga posibles los objetivos de desarrollo del Milenio para poder alcanzar la Paz.