Eurozona: gobiernos y bancos contra los pueblos

Eduardo Lucita
Integrante del colectivo EDI- Economistas de Izquierda.

A fines del 2008, cuando el inicio de la crisis actual, sesionó en Buenos Aires el coloquio anual de la SEPLA (Sociedad de Economistas Políticos de Latinoamérica), su declaración final llevó por título “Salvar a los pueblos, no a los bancos”, lo que se está viendo en la vieja Europa es exactamente la inversa de lo que se propuso en aquella declaración.
La reacción de los bancos y gobiernos de la zona euro al conocerse los resultados del canje de la deuda griega sin reflexión ni consideración alguna a la situación social, contrapartida del canje y del rescate financiero impuesto por la “troika”, es una verdadera síntesis de la brutal ofensiva de clase contra los trabajadores y los pueblos del bloque de 17 países lanzada por los de arriba.

Ajuste sobre Ajuste

No es esta respuesta a la crisis propiedad solo de Grecia, los gobiernos europeos, sometidos por el capital financiero, no ven otro camino que el ajuste sobre el ajuste. Se trata de políticas de consolidación fiscal, de medidas económicas procíclicas de corte neoliberal que están llevando al conjunto de la Eurozona a la recesión Como puede comprobarse en España, Italia, Portugal y antes en Irlanda. Así el bloque de 17 países se debate entre el estancamiento o la recesión generalizada. Su economía creció un magro 1.5 por ciento en el 2011, pero con una contracción del 0.3% en el último trimestre.
Grecia ya ha ingresado en su quinto año recesivo, Portugal va de cerca. Si se sigue el criterio técnico de acumular dos trimestres consecutivos de caída del PBI Holanda, Bélgica e Italia ya están en recesión. El resto está a la expectativa, incluso la poderosa Alemania vio contraer su economía en un 0.2%. La llamada locomotora europea que está consiguiendo por la vía financiera no que no logró con las dos guerras mundiales, poner a Europa a sus pies, ahora impuso el “Tratado de Estabilidad, Coordinación y Gobernanza de la Unión Económica” que establece que el déficit de los países firmantes no puede superar el 0.5 por ciento, a riesgo de ser seriamente sancionado, a la par que limita, si no prohíbe, las políticas activas que podrían implementar los Estados. Nadie piensa seriamente que algo de este tratado se cumpla, sin embargo da un poder adicional de presión al BCE, dirigido por Alemania.
En paralelo, el BCE derrama miles de millones de euros sobre los mercados. Un nuevo préstamo, esta vez de 530.000 millones a unos 800 bancos europeos, a tres años de plazo y con la irrisoria tasa del 1 por ciento anual. Pero esta montaña de dinero no va para financiar la economía real -préstamos a personas y empresas- sino para sanear los balances bancarios.

La tragedia griega

El mayor canje de deuda de la historia, también con el mayor porcentaje de quita, exitoso según gobiernos y bancos, estuvo supeditado al otorgamiento del segundo rescate de la economía por 130.000 millones de euros, pero este salvataje estaba a su vez supeditado a que el parlamento griego aceptara las dacronianas exigencias de la “troika”, así le llaman al combo del FMI, el BCE y la CE.
Unos pocos datos muestran sin necesidad de mayores comentarios la gravedad del ajuste exigido: despido del 20 por ciento de los empleados públicos, unos 135.000 -15.000 este año. Reducción del 20 por ciento del salario mínimo -de los magros 751 euros mensuales a 586. Rebaja del 20 por ciento en jubilaciones y pensiones que superen los 1000 euros y del 25 por ciento de los salarios estatales. Reducción del 1.5 por ciento en el presupuesto de salud. Privatizaciones por 50.000 millones de euros. Bajo estas condiciones el salvataje fue aprobado, pero los 130.000 millones serán depositados en una cuenta bancaria a la que el gobierno no tendrá acceso, los acreedores se cobraran directamente. Una cesión de soberanía en toda la línea.
En 2011 la economía griega cayó un 7.5 por ciento, quinto año consecutivo de caídas y el 2012 no será mejor. La desocupación ya superó el 21 por ciento, y es de más del 50 entre los menores de 25-30 años. El cierre de negocios en las principales ciudades es masivo. Nadie ve un futuro que no empeore las condiciones del presente.

El drama español

A diferencia de otros países del bloque, el “problema” español no es el volumen de su deuda sino el déficit fiscal que al cierre del 2011 trepó al 8.5 por ciento de su PBI. El compromiso tomado con la Unión Europea fue reducirlo al 4.4 para este año. Hace unos días, Mariano Rajoy, presidente del gobierno español, blanqueó la situación reconociendo que no puede bajarlo del 5.8, y que esta era una decisión soberana de su gobierno. Este sinceramiento fue decidido luego de conocerse que la economía que se suponía crecería cerca del 2 por ciento este año, en realidad se contraerá 1.7 y que se destruirán 630.000 puestos de trabajo. La tasa de desocupación alcanzará así el 24 por ciento -cerca del 50 entre los jóvenes menores de 25 años- trepando al récord de casi 6.000.000 millones de parados. Sin embargo bajo la presión de la UE esta semana abandonó ese rapto de soberanía y concedió que bajará al 5.3 por ciento
Como escribiera días atrás un analista español: “...en el Reino de España, desde el famoso giro de mayo de 2010, todo ha ido a peor: más paro, más ataques de los mercados, mayores diferenciales, desplome del consumo, deterioro acelerado de los servicios públicos... la economía española se abisma hoy en un pozo depresivo sin luz a la vista.” Sobre este cuadro ya de por sí dramático operara la reforma laboral, “completa y equilibrada” según el gobierno, decretada a mediados de febrero pasado, cuyo punto central no es otro que abaratar y facilitar los despidos.

Más de lo mismo

A fines de enero volvió a reunirse en Davos el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) bajo el lema “La gran transformación”. Se suponía un balance luego de cuatro años de crisis mundial y sus consecuencias sociales y al menos medidas para atenuarlas, pero contradictoriamente a su lema sus resultados no arrojaron ninguna idea transformadora. Es que ya sea por las explicaciones mas a derecha que culpan de todo a los resabios del Estado del Bienestar y su excesivo gasto público en políticas sociales, o por la versión de cuño alemán para la que todo es resultado de los desbordes fiscales, la conclusión es la misma: se necesitan más y mayores ajustes. Los resultados son los esperables: la crisis fiscal se profundiza, caen el gasto social, los subsidios y la inversión pública, aumentan el desempleo, la precariedad del trabajo, la reducción de salarios y pensiones, con lo que crecen la pobreza, la miseria y la exclusión social. Cabe aquí aquel acerto del gran Albert Einstein, “Si quiere ver resultados diferentes, no haga siempre lo mismo”.

Menos soberanía, menos democracia

Los países del bloque ya han perdido su soberanía monetaria y en cierta forma también la presupuestaria. Ahora está en peligro la fiscal. El salvataje griego es otra muestra ya que el gobierno no manejará los fondos del rescate. Estas perdidas se reflejan también en el terreno político. Los gobiernos griego e italiano no son resultado del régimen democrático, sino gobiernos de tecnócratas impuestos por sus acreedores. En España, como en otros países, el gobierno conservador actúa como un simple intermediario del capital financiero. Grecia tendrá en el próximo abril elecciones parlamentarias, tanto la troika, como diversos funcionarios han dejado correr la idea de que sería mejor postergarlas, más directo fue el Comisario Europeo de Economía, Olli Rehn, “Grecia debe mantener su fuerte compromiso con el ajuste económico y con las reformas impuestas por la Unión Europea”. En Atenas ya circula en borrador un compromiso a firmar por todos los partidos por el que cualquiera fuere el resultado electoral -se espera que las distintas coaliciones de izquierda obtengan entre un 30 y un 40 por ciento de los votos y que se altere la relación de fuerzas parlamentarias- se mantendrá el actual gobierno y su orientación. ¿Para qué entonces las elecciones? Las políticas de rescate van destruyendo los paradigmas de democracia, de autonomía nacional y gobernabilidad que formaban parte del acervo histórico de la UE y que fueran idealizadas por la socialdemocracia.
En tanto cerca de un millón y medio de trabajadores, convocados por las centrales sindicales, manifestaron en las principales ciudades españolas contra la reforma laboral, mientras preparan la huelga general para el 29 de este mes. En Grecia los sindicatos cumplieron 48hs. de paro y las manifestaciones se suceden sin solución de continuidad. En Italia más de 50.000 trabajadores marcharon por las calles de Roma en defensa de sus derechos laborales y contra el intento de la FIAT de cerrar dos nuevas plantas. En Irlanda se está preparando un referéndum sobre el tratado europeo que promete reducciones permanentes del gasto público.
“Le llaman democracia pero no es” es una de las consignas de los indignados españoles. No les falta razón.