9 de Julio, fiesta nacional: obra de Rosas

Por Roberto L. Elissalde *
publicado el 8 de julio de 2019

El Restaurador de las Leyes decretó, en 1835, que debía ser día festivo tanto como el 25 de mayo. Libertad e independencia, dos logros para honrar.

La Gaceta Mercantil es una fuente de información que permite conocer acabadamente, aunque haya alguna intención política, buena parte de la vida cotidiana de Buenos Aires desde 1823 y hasta 1852.

Llaman la atención en sus páginas las celebraciones del 9 de julio, fecha patria a la que don Juan Manuel de Rosas dio extrema importancia como que una de las personas más cercanas a él era Tomás Manuel de Anchorena, uno de los congresales de 1816 que firmó el documento fundacional. En 1830 el periódico publicó el Acta de la Independencia justamente al cumplirse el 14º aniversario de su declaración.

En 1831, en la escuela dirigida por el maestro Juan Andrés de la Peña, y en coincidencia con la fecha Patria, se entregaron premios a los alumnos más aventajados. Un joven de apenas ocho años “pronunció un bello discurso”: se trataba de Bernardo de Irigoyen, quien habría de tener una larga y abundante carrera política.

Al año siguiente y para la misma fecha, la plaza de la Victoria fue adornada con plantas y la pirámide lucía inscripciones alusivas y banderas del país “junto con la británica, americana, francesa y brasileña, colocadas en la verja”. Además, el frente del Cabildo y de varias casas adyacentes amanecieron decorados con telas de seda y por la noche se organizaron entretenimientos para diversión de los muchachos. Las condiciones desfavorables del tiempo obligaron a postergar la fiesta de Corpus Christi, por lo que ambas festividades “fueron honradas conjuntamente en este día, y uno o dos espléndidos altares habían sido erigidos en la plaza, cerca del Cabildo”, da cuenta The British Packet. Una procesión de la que participaron Rosas, el obispo y otros funcionarios civiles, militares y eclesiásticos, pasó por la Catedral y luego marchó a paso lento alrededor de la plaza, deteniéndose frente a los altares. Sigue diciendo la crónica: “Por la noche se repitieron las iluminaciones, y las luces colocadas en la pirámide de la plaza presentaban un aspecto agradable […] El teatro estuvo lleno, iluminado fuera de lo común y se cantó el Himno Nacional, mientras el auditorio permanecía de pie”.

No fueron menores los homenajes al Día de la Independencia que hizo rendir al Ejército en campaña durante la expedición al desierto y así, anualmente, en la ciudad.

Como gobernador, el 11 de junio de 1835 Rosas dispuso en un decreto que el 9 de julio fuese una fiesta nacional “considerando el gobierno que el día 9 de Julio de 1816, debe ser no menos célebre que el 25 de Mayo de 1810;  porque si en éste el pueblo argentino hizo valer el grito de la libertad, en aquél se cimentó de un modo solemne nuestra independencia, constituyéndose la República Argentina en nación libre e independiente del dominio de los reyes de España, y de toda otra dominación extranjera”. Por lo que, “siendo justo tributar al Ser Supremo las debidas gracias en el aniversario del 25 de Mayo, lo es del mismo modo y con motivos igualmente poderosos, manifestarle también nuestro reconocimiento en el aniversario del 9 de Julio, pues que con el auxilio de la Divina Providencia, se halla la república en el goce de esa libertad e independencia que ha conquistado a esfuerzos de grandes e inmensurables sacrificios”.

En primer lugar, advertía la resolución, “el día 9 de Julio será reputado como festivo de ambos preceptos, del mismo modo que el 25 de Mayo; y se celebrará en aquel misa solemne con Te Deum en acción de gracias al Ser Supremo por los favores que nos ha dispensado en el sostén y defensa de nuestra independencia política: en la que pontificará, siempre que fuese posible, el muy Reverendo Obispo Diocesano; pronunciándose también un sermón análogo a este memorable día”.  En segundo lugar, "en la víspera y el mismo día 9 de Julio, se iluminará la ciudad, la Casa del Gobierno y demás edificios públicos; haciéndose tres salvas en la Fortaleza y buques del Estado, según costumbre”. 

En 1843 se ofició una función religiosa en la Catedral con asistencia de todas las autoridades y formación general de tropas y, según un contemporáneo, “de orden del gobierno se mandaron alistar todos los alcaldes y tenientes de la ciudad y campaña, incluyéndose a todos los vigilantes de policía, que por sus cargos estaban exentos del servicio militar; a todos los cuales se los vistió de uniformes de soldados, y formando un batallón de más de seiscientos hombres se presentaron en la formación con los demás cuerpos de línea en la Plaza Mayor”.

En 1844 La Gaceta publicaba este soneto cuyo autor se identificaba como "Un Argentino": El valor inmortal canto yo ahora / De la heroica ciudad, a quien un día / Celebraron con dulce melodía / El acento de trompa más sonora, / Cuando de libertad la hermosa aurora / Ostentó su luciente gallardía, / Y, embriagado con plácida alegría, / Saludó el argentino a quien adora. / Tú fuiste ¡Oh Tucumán! Mansión dichosa / De los sabios e ilustres senadores, / A quienes Sud América obsequiosa, / Siempre tributará puros honores / Recordando sus hechos, su memoria / Y extendiendo su fama y alta gloria.",

Vayan unos pocos recuerdos de esta fecha publicados en La Gaceta Mercantil y a la que a 203 años de distancia volvemos a celebrar los argentinos.

* Historiador. Académico de número y vicepresidente de la Academia Argentina de Artes y Ciencias de la Comunicación