Turquía Se avecina inestabilidad

Immanuel Wallerstein
La Jornada [x]

Turquía sostuvo elecciones parlamentarias el 7 de junio de 2015. Contra las expectativas de virtualmente todo mundo, el Partido de la Justicia y el Desarrollo (o AKP, por sus siglas en turco) perdió su mayoría absoluta. Esto fue visto como una derrota importante para el partido y para el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan. El corresponsal del Financial Times calificó los resultados de sísmicos y citó a un comentarista crítico de Erdogan, quien dijo: No hay un sendero sin riesgos para él en este momento; cualquier cosa que elija será una apuesta. El encabezado de dicho artículo afirma que Erdogan tiene una opción post-electoral: retirarse o fundirse con lo que viene”.

Virtualmente todos los observadores, dentro y fuera de Turquía, han estado analizando las elecciones con una verbosidad igualmente dramática. Para entender el por qué, necesitamos regresar al comienzo de la historia de Turquía como un Estado independiente, en 1923.

La Guerra de Independencia Turca (1919-1923) terminó con el Tratado de Lausana. En ese punto, el Parlamento interino llamó a elecciones. Este segundo Parlamento proclamó la república, aceptó el Tratado de Lausana y abolió el califato. El nuevo partido mayoritario, el Partido Republicano del Pueblo (o CHP, por sus siglas turcas), pronto quedó como el único partido. Su fundador, Mustafá Kemal Ataturk, lo encabezó hasta su muerte, en 1938.

De muchas maneras las políticas de Ataturk fueron modeladas sobre las que él consideraba eran las de Francia. Fue un anticlerical y jacobino que buscó modernizar su país. Central en su jacobinismo era la visión francesa de las relaciones entre el Estado y las religiones, conocida como laicité. Una laicidad que en su traducción turca se inventó un término: laiklik.

Este jacobinismo fue expresado por la feroz oposición de Ataturk a cualquier tipo de lealtades que intermediaran entre el Estado y el individuo, sea que fueran religiosas, étnicas o regionales. Había cuatro grandes intermediarios posibles, y Ataturk tomó acciones contra los cuatro. El primero fue el Islam –y, por tanto, la abolición del califato y la prohibición de las vestiduras islámicas. El segundo fueron los kurdos –y, por tanto, se les negó el uso de su lenguaje y de hecho su mera existencia, llamándoles turcos de las montañas. El tercero fueron los armenios –y, por tanto, su masacre y expulsión. El cuarto fueron la población y la iglesia griega ortodoxa –y, por tanto, su transferencia forzada a Grecia en intercambio por turcos residentes en Grecia.

Es más, para Ataturk y el CHP la creación de un Estado moderno implicó una cuidadosa limitación de las fronteras del Estado turco. Esto significó el rechazo de la ideología del pan-turquismo, que buscaba unir a todos los pueblos hablantes de lenguas turcas. Rechazó a fortiori el llamado turanismo, que buscaba unir a todos los pueblos que descendieran de raíces lingüísticas comunes, como los fineses, los húngaros, los mongoles, los coreanos y los japoneses, entre otros.

Muy por el contrario, Ataturk buscó purificar lo turco rechazando todas las importaciones del árabe, el persa, el griego y el latín al turco, como se utiliza en las fronteras de Anatolia, que proporcionaban los límites básicos de la moderna Turquía. Puso también fin al uso del alfabeto arábigo, remplazándolo por el alfabeto latino.

Las sucesivas versiones de la Constitución incluían todas el término seglar en la descripción de la república. En 1930, Ataturk escribió acerca de las denominaciones erróneas” utilizadas por co-nacionales que han sido incitados a pensarse a sí mismos como kurdos, circasianos, lazes o bosnios. Todos ellos eran, en cambio, miembros individuales de la nación.

El segundo punto de la continuada importancia de Turquía fue su orientación geopolítica. En los primeros días de la república, Turquía mantenía lazos con la Unión Soviética. Compartían un sentido de ser naciones revolucionarias y por consiguiente no eran aceptadas por el mundo occidental. Pero para Ataturk, esta alianza amainó conforme persiguió su aspiración de crear un Estado moderno siguiendo el modelo francés. Luego, con el advenimiento de Hitler al poder, Alemania cortejó a Turquía. Por tanto, al comenzar la Segunda Guerra Mundial, el Estado turco fue desgarrado entre las posibles alianzas y optó por la neutralidad, que fue vista por los poderes aliados como demasiado pro-germana.

En parte para reparar las relaciones con Europa occidental (y América del Norte), el sucesor de Ataturk, Ismet Inönü, terminó en 1944 el dominio de un solo partido y llamó a elecciones. El CHP ganó con facilidad su primera elección, pero después de eso se volvió un partido minoritario. Se proclamó social-demócrata y se unió a la Internacional Socialista. Continuó siendo fuertemente nacionalista, pero encontró su fuerza electoral en las áreas urbanas de profesionales de clase media y en las élites gerenciales. Sus simpatizantes impulsaron políticas pro-occidentales (como unirse a la OTAN) y mayores libertades civiles.

El CHP se encontró a sí mismo acosado por sus oponentes. Hubo versiones sucesivas de un partido conservador, que le dio menos énfasis a las políticas pro-occidentales. Tenía fuertes raíces en las áreas rurales y una visión un poco más tolerante del Islam. El ejército y el poder judicial querían mantener un Estado muy fuerte y fueron en extremo vigilantes en la defensa de la laicité, lo que condujo a varios golpes militares. Y los kurdos comenzaron a organizarse en lo político y eventualmente comenzaron una insurrección militar mediante un partido/ejército conocido como el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK, por sus siglas en kurdo). Este grupo, encabezado por Abdullah Ocalan, se proclamó originalmente marxista-leninista, pero más tarde evolucionó a una orientación socialista revisada deseosa de integrarse políticamente como una región autónoma dentro de Turquía. Ocalan fue capturado con ayuda de la CIA y fue condenado a muerte, pero se le conmutó la pena por la de cadena perpetua en una isla remota.

Los partidos de base musulmana que emergieron en este periodo fueron proscritos sucesivamente y sus líderes fueron encarcelados o escindidos de hacer política. Así que cuando el partido de Erdogan, islámico moderado, el AKP, llegó por primera vez al poder en 2002, fue visto como algo que llevaría a una revolución progresista verdadera.

Siguió enfrentando oposición fuerte de muchos intelectuales secularistas de izquierda y también enfrentó la posibilidad de un golpe por parte del ejército. Erdogan, con cuidado y gran logro, navegó todos los bajíos y creció fuerte de un modo constante. En este punto, Erdogan buscó un Parlamento que votara por una nueva Constitución que creara un sistema presidencial muy fuerte. El AKP, que pareció representar una fuerza progresista en 2002, ahora se miraba como un partido potencialmente dictatorial en el futuro.

Sin embargo, Erdogan hizo una cosa notable y sorprendente en su más reciente periodo en el cargo. Comenzó negociaciones con Ocalan para ver si podría haber una fórmula de devolución de poder que resolviera el punto. Y eso le ganó mucho crédito entre los kurdos. No obstante, también impulsó una nueva política exterior que reinsertó a Turquía en el ámbito del Medio Oriente. Su feroz oposición a Bashir al Assad, de Siria, lo condujo a involucrarse en un comportamiento negativo vis-a-vis los kurdos sirios que priorizaron su oposición al Estado Islámico y son aliados con el PKK.

Como tal, en estas últimas elecciones, el más reciente partido kurdo legal (el Partido Democrático de los Pueblos o HDP, por sus siglas en turco) impulsó una nueva política. Creó una coalición progresista arcoíris. En su lista de candidatos hubo personas de los grupos étnicos importantes, el primer candidato abiertamente gay, y tal vez lo más importante es que hubo un gran número de mujeres. Este partido recibió más de 13 por ciento de la votación a nivel nacional, permitiendo al partido kurdo, por primera vez, exceder el umbral de 10 por ciento necesario para contar con escaños en el Parlamento.

Erdogan no tiene oportunidad de promulgar su Constitución. Su problema inmediato es si debe intentar gobernar como partido minoritario (lo que es muy difícil) o aliarse a uno de los tres partidos con los votos que le brinden a él la mayoría: el HDP de izquierda, el secularista CHP o el partido de la extrema derecha. Es una muy difícil decisión para él, para su partido y para Turquía. El resultado tendrá un impacto fundamental no sólo en el futuro de Turquía, sino en la geopolítica del Medio Oriente.